martes, 17 de diciembre de 2024

DECADENCIA Y RENOVACIÓN DEL ARTE CRISTIANO (2) (Titus Burckhardt)

 Principio y métodos del arte Sagrado

Titus Burckhardt

Ediciones Lidium. Buenos Aires 1982 pp.139-141


DECADENCIA Y RENOVACIÓN DEL ARTE CRISTIANO

IV

La sucesión de los «estilos» a partir de la Edad Media también puede compararse a la de las diferentes castas, que predominan sucesivamente en las épocas respectivas. Por «castas» entendemos aquí diferentes tipos humanos, en cierto modo análogos —pero no paralelos— a los diversos temperamentos y que pueden coincidir o no con los rangos sociales que ocupan normalmente. 

El arte románico corresponde a una síntesis de castas; es esencialmente un arte sacerdotal, pero no por ello deja de tener un aspecto popular; satisface al espíritu contemplativo a la vez que responde al alma de los más sencillos. Es la serenidad del intelecto al mismo tiempo que el realismo áspero del campesino. 

El arte gótico revelará cada vez más el espíritu de la nobleza caballeresca, la aspiración voluntaria y vibrante hacia un ideal; menos amplio que el arte románico, posee no obstante una calidad enteramente espiritual, de la que el arte del Renacimiento carecerá totalmente. 

El equilibrio relativo del arte del Renacimiento es de orden puramente racional y vital; es el equilibrio congénito de la tercera casta, la de los comerciantes y los artesanos. El «temperamento» de esta casta se asemeja al agua, que se expande horizontalmente, mientras que la nobleza corresponde al fuego, que se lanza hacia lo alto y que consume y transforma; el sacerdocio, por su parte, es como el aire, que engloba y vivifica invisiblemente; la cuarta casta, la de los siervos, es semejante a la tierra pesada e inmóvil. 

Es significativo que el fenómeno del Renacimiento sea esencialmente un fenómeno urbano, y es por esto, por otra parte, por lo que el arte del Renacimiento se opone tanto al arte popular, conservado por las poblaciones rurales, como al arte sacerdotal. En cambio, el arte caballeresco, que se refleja en el estilo gótico, mantiene siempre relaciones directas con el arte popular, del mismo modo que el señor feudal es normalmente el jefe paternal de los campesinos de su feudo. 

Señalemos sin embargo que las ecuaciones: estilo gótico = casta noble y guerrera, y estilo renacentista = casta comerciante y burguesa, sólo son correctas de una manera global; hay que añadirles toda clase de matices. Así, por ejemplo, el espíritu burgués y urbano, es decir, el espíritu de la tercera casta —cuya preocupación natural es conservar y aumentar los bienes desde el doble punto de vista de la ciencia y de la utilidad práctica— se manifiesta ya en ciertos aspectos del arte gótico; es en esa época, por otra parte, cuando se desarrolla el urbanismo. Del mismo modo, si bien el arte gótico está fuertemente impregnado del espíritu caballeresco, no deja de estar determinado, en su conjunto, por el espíritu sacerdotal, y esto es significativo en cuanto a la relación normal entre las dos primeras castas; la ruptura con [a tradición, la incomprensión con respecto al simbolismo, sólo comienza con la hegemonía de la casta burguesa. Pero también en este caso debemos hacer algunos retoques: los inicios del arte renacentista se caracterizan indudablemente por cierto sentido de la nobleza; se podría incluso decir que reaccionan, en parte, contra las tendencias burguesas que se manifiestan en el arte gótico tardío. Pero éste es sólo un momento intermedio; de hecho, el Renacimiento fue favorecido por nobles convertidos en mercaderes y mercaderes convertidos en príncipes.  

El Barroco representa una reacción aristocrática con formas burguesas, y de ahí su aspecto y a menudo sofocante. La verdadera nobleza ama las formas marcadas y ligeras, viriles y graciosas, como las del blasón medieval. Del mismo modo, el clasicismo de la época napoleónica representa una reacción burguesa con formas aristocráticas. 

La cuarta casta, la de los siervos, o, más generalmente, la de los hombres ligados a la tierra, preocupados nicamente por su bienestar físico y desprovistos de genio intelectual o social, no produce ningún estilo propio, ni siquiera ningún arte, hablando en rigor, es decir, dando a esta palabra su sentido completo. Bajo la hegemonía de esta casta el arte será sustituido por la industria, que es la última creación de la casta de los comerciantes y artesanos, ya desvinculados de la tradición. 


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