lunes, 28 de octubre de 2019

Las 12 tesis del obispo episcopal John Shelby Spong


Las 12 tesis del obispo Spong

Extraídas de: Why Christianity Must Change or Die:  A Bishop Speaks to Believers in Exile (1998) ¿Por qué el cristianismo ha de cambiar o morir? Un obispo habla a los creyentes en el Exilo

El 31 de octubre de 1517 Martín Lutero dejaba clavadas sus 95 tesis en las puertas de la capilla de Wittenberg. Era el origen de la Reforma del siglo XVI. Hoy publico en el boletín de la diócesis de Newark, The Bishop's Voice, este manifiesto dirigido a todos los cristianos. Y, publicándolo también por internet, envío estas 12 tesis a los principales responsables de las Iglesias de todo el mundo, invitándolos a un debate. No son tantas como las de Martín Lutero, pero son mucho más radicales.


  1. El teísmo, como forma de hablar de Dios, es ya cosa muerta.
    Dios ya no puede ser comprendido con credibilidad como un Ser, de poder sobrenatural, viviendo por encima de los cielos y siempre preparado para invadir la historia humana para imponer su divina voluntad. Por lo cual casi todo nuestro hablar sobre Dios de hoy día no tiene ningún sentido, a no ser que encontremos una nueva manera de hablar de Dios   
  2. Si Dios ya no puede ser comprendido en términos teísticos, el querer seguir entendiendo a Jesús como la encarnación de una divinidad teística se ha convertido en un sin-sentido. Por lo cual la cristología de épocas pasadas ha hecho "bancarrota".
     
  3. La historia bíblica de una perfecta y acabada creación y la posterior caída en pecado de los hombres es una mitología pre-darwiniana y un sin-sentido post-darwiniano.
      
  4. El nacimiento virginal, entendido biológicamente, imposibilita la comprensión tradicional de la divinidad de Cristo.
      
  5. Las narraciones de milagros del Nuevo Testamento no pueden ser interpretadas en un mundo post-newtoniano como acontecimientos sobrenaturales realizados por una divinidad encarnada.
      
  6. La cruz como sacrificio por los pecados es una idea bárbara, fundamentada en primitivos conceptos de Dios, que ha de ser abandonada
      
  7. La Resurrección es una acción de Dios, quien elevó a Jesús al significado de Dios. Por lo cual no puede ser una resurrección física ocurrida dentro de la historia humana.
      
  8. La narración de la Ascensión presupone un universo a tres niveles: ya no es posible traducirla a una concepción post-copernicana del espacio-tiempo.
      
  9. No hay ninguna norma externa, objetiva, revelada, formulada en la Escritura o sobre tablas de piedra, que deban regir nuestra conducta ética para siempre.
      
  10. La plegaria no puede ser una petición dirigida a una deidad teística para que actúe dentro de la historia humana de una manera determinada.
     
  11. La esperanza de una vida después de la muerte ha de quedar separada de toda concepción de premio o castigo. Por lo cual Iglesia no debe seguir apoyándose sobre la culpa para motivar una buena conducta.
      
  12. Todos los seres humanos son portadores de la imagen de Dios y han de ser respetados por aquello que cada uno es. Por lo cual ninguna descripción externa, basada en la raza, en la etnia, en el sexo u orientación sexual, puede ser usada como fundamento de una discriminación o rechazo.

Las iglesias históricas, católica y protestantes, oscilan entre un fundamentalismo primario y un secularismo vacío. Ninguna renovación podemos esperar ni del fundamentalismo ni de este secularismo. 
Sólo una Nueva Reforma, mucho más radical que todas las conocidas hasta ahora, que no tenga miedo de tocar el mismo corazón de la fe, podrá salvar la fe cristiana y darle un futuro. Ya nunca más los antiguos conceptos pre-modernos serán portadores de significado en un siglo post-moderno. 
Es cuestión de vida o muerte. No se trata ahora de reformar el funcionamiento de la autoridad en la iglesia, ni cambiar la administración eclesiástica, ni discutir sobre la validez de las ordenaciones o de los sacramentos; ahora se trata de repensar hasta sus raíces el mismo contenido de la fe cristiana, para adaptarla a nuestra mentalidad cada vez menos religiosa.

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