¿A
mi que me importa la Navidad ?
1. Nueva Navidad y nuevas formalidades y
reverencias al uso que cada vez más reúnen en una especie de totum revolutum
una mezcla de tradiciones paganas, cristianas y sobre todo vaysanas - de vaysa
casta hindú de los mercaderes -; recuerdo que ya desde de pequeño –época mucho
menos consumista que la actual- me era difícil distinguir entre el niño y papá
Noel, entre la mula y el ciervo, entre el pesebre y el trineo, entre la nieve
polar y la escarcha palestina; por otra nunca se preocuparon mucho de aclararme
el potpourri . Viejas épocas anteconciliares donde tronaba la infalible voz
papal en contra del abeto como símbolo navideño, considerado como una
monstruosidad protestante; manera simple pero equivocada de señalar a unos
terribles enemigos de la fe católica. Equivocada, digo, porque desde hacía
siglos los pastores protestantes clamaban contra el uso del árbol de navidad
considerado – esta vez con toda razón- como un símbolo pagano. Inútil tal
alarma papal, en plena España nacional católica las más rancias familias
católicas ponían su arbolito de navidad, desoyendo todas las admoniciones
papales; más tarde, un poco más mayor, comprobé como los católicos pasaban
ampliamente de otras muchas admoniciones, por no decir de casi todas las
admoniciones, con una tranquilidad que causaba asombro.
2. Navidad y promoción de ventas es todo
uno, se identifican por así decir sin resquicio alguno de discrepancia.
Hace algunas décadas aún existía en el viejo nacional catolicismo un
añadido emocional a la temporada navideña que se llamaba Campaña de Navidad;
eran de ver altavoces en parroquias, ferias y mercados solicitando ayuda para
los pobres, en dinero o en especie, en especial aquella de “siente un pobre en
su mesa”. Conviene aclarar que desde el punto de vista actual en aquellas
épocas la mayoría de los españolitos de a pie eran pobres, por lo que para
aclara a que refería entonces la palabra pobre habría que matizar que era más
bien un pobre de solemnidad o variante similar. Se podía entonces tener
una idea clara de estas cosas acercándose a lo que entonces se denominaba
suburbios de las grandes ciudades españolas, y que hoy se denominan con nombres
variados en la geografía tercermundista: bidonvilles, favelas, ranchitos…, bien
representados en Etiopía, Haití, Bangla Desh y otros tantos lugares de
cuyo nombre es preferible no acordarse.
3. Cada vez más detesto el tiempo
navideño; más profana, laica y descreída se vuelve esta sociedad y más
agresivos los anuncios, propagandas comerciales y mercachiflerías varias. Como
una ventosa fatal todos los mitos, leyendas y escrituras propio de la época
solsticial, lo mismo paganos, que cristianos se convierten en intrascendentes
burbujas episódicas, en algunos casos sentimentales y en la mayoría de ellos
pueriles. Claro que la cosa no es de hoy: los viejos misterios griegos nunca
llegaron a occidente, lo más que nos quedó del viejo terror metafísico del
hombre ante el imponente solsticio de invierno fueron las degeneradas fiestas
saturnales de Roma . Hasta el catolicismo occidental sufrió la ventosa de la
paganidad romana –casi inevitable por la situación geográfica de la
sede-; la fiesta raíz cristiana – La Pascua- se deslizó de manera
imperceptible pero fatal a ser una fiesta secundaria en el imaginario popular de
los países cristianos occidentales. Muy diferente en esto del oriente
originario, donde a la Navidad se le da el título claramente subordinado de
Pascua de invierno, que en ningún momento se pretende equipara a la
verdadera Pascua, lo que por otra parte permite tener una claridad de ideas muy
de agradecer. La confusión occidental era y sigue siendo tan grande que en
época navideña se felicitan las pascuas, y también de paso nos hacen la pascua
a los que detestamos este tiempo de iluminaciones, belenes y campanillas de
opereta o zarzuelilla. Tenía cierta majestad aquellos carteros, barrenderos o
serenos que llamaban a la puerta felicitando las pascuas y solicitando de
manera implícita aguinaldo. ¿Porqué se llamaba Pascua a la Navidad , siendo la
Pascua netamente distinta a la Navidad ?. Jamás me lo explicaron en los años de
la infancia de manera convincente; explicación es probablemente el
resultado de un progresivo extravío bastante lamentable y descorazonador que
sin duda irá a más.
4. Los bienpensantes sin duda pensarán que
pesar de todo procede una verdadera conmemoración histórica de unos hechos
acaecidos hace más de dos mil años, el la cual historia se dice que Jesús nació
de María en un portal de Belén con un buey una mula y un San José con barbas;
una historia ciertamente respetable pero que lógicamente – como toda historia-,
su repetición puramente cronológica cansa y extraña cada vez más al personal.
¡Ah Occidente tierra de la lógica y el silogismo, de Santo Tomás, Descartes y
Hegel! Que bien ordenadas están las cosas: aquí el hombre y allí lejos el
Dios trascendente bien diferenciados y sin confundir – como decía Epicuro y su
seguidor Lucrecia, autor de De rerum natura-, aquí el fiel corriente y
allá el papa, aquí nosotros y allá lejos en tiempo y espacio la cueva de Belén;
incluso todavía algún buen fiel conmemorará con sinceros
sentimientos de devoción el tiempo litúrgico de la Navidad. Bien ordenado
y racional todo –hasta la fe incomprensible-; rigurosa y rígida razón cultivada
con esfuerzo durante 20 siglo de progreso ininterrumpido, tan rigurosa y rígida
que finalmente se empieza a hacer presente un “ rigor mortis” que ya
ninguna emoción puede ahuyentar.
5. Extraño a occidente queda aun un
oriente originario reacio a silogismos, escolásticas y reducción suprema a la
razón. También hay un cristianismo originario y oriental que desde de
occidente se juzga asilvestrado, atrasado, desobediente y acrático, poco
refinado por silogismos escolásticos y convenientemente estigmatizado como
herético, cismático, políticamente incorrecto y convenientemente recluido en
el calabozo del desprecio y el ninguneo a la espera de su conversión
salvífica. Incluso han habido algunos cristianos occidentales demasiado
próximos a este cristianismo oriental acaso por ignorancia involuntaria, que en
lo posible se ha tratado de corregirlos fraternalmente a lo largo de la
historia con la excomunión, la inquisición y algún que otro correctivo
enérgico-incluida la hoguera-. Precisamente un ilustre excomulgado – en
sus proposiciones por lo menos- escribió un interesante sermón acerca de la
Natividad :
Celebrarnos aquí en esta vida temporal el
nacimiento eterno que Dios Padre ha realizado y realiza aun sin interrupción en
la "eternidad" y que este mismo nacimiento se ha producido también en
el tiempo, en la naturaleza humana. Este nacimiento se produce siempre, dice
Agustín. Pero cuando no se produce "en mí", ¿qué me importa? ¡Que,
por el contrario se produzca en mi, es toda la cuestión!
(DEL NACIMIENTO ETERNO Tomado de Maestro
Eckhart, Obras escogidas, Barcelona, Visión Libros, 1980.)
El escándalo es monumental y morrocotudo;
un maestro dominico, discípulo de Santo Tomás y profesor de Sorbona dice: ¿a mi
que me importa la Navidad ?, es decir esa Navidad histórica que se conmemora en
un momento del ciclo litúrgico. Y eso que en Edad Media no había agresivas e
intolerables campañas de propaganda mediática, solo campos apacibles llenos de
nieve y lobos en invierno – más o menos como Lamalonga-.
6. ¿Y que enormidad es eso de que el
nacimiento eterno de Dios Padre se produce en la eternidad y en el tiempo se
produce también en mi?. Preparen los doctores de la Iglesia - occidental
naturalmente - mazmorras, cepos, grilletes, potros y edictos atronadores y
terribles. Solo con paradojas terrenamente insolubles, con trampas sin salida a
la razón discursiva y con atentados intolerables al sentido común se puede uno
internar en ese terreno resbaladizo. Veamos en que consiste eso del nacimiento
eterno:
Ser alumbrador de su
propio Padre y habitado por Dios
Devenir al mismo tiempo:
Virgen y engendrador.
Criatura y creador .
Nueva Eva y Adán lavados del pecado original de la existencia
separada.
Estas son
además las condiciones para la felicidad absoluta o beatitud de la divinización
o theosis del hombre, como se dice en el ámbito de la
ortodoxia oriental – a no confundir con la salvación católicoromana -,
que nunca se encontrarán en las cosas y sus imágenes, como bien se atreve a
decir Eckhardt:
Una imagen no se tiene a sí misma como
propósito, no se propone a sí misma: siempre te conducirá y te enviará hacia
eso de lo que es imagen. Y como sólo se tienen imágenes de lo que está fuera y
es percibido por los sentidos, es decir de las criaturas y que además ella te
envía siempre hacia eso de lo que es imagen, sería imposible que nunca pudieras
llegar a ser feliz por no importa qué imagen.
(DEL NACIMIENTO ETERNO Tomado de Maestro
Eckhart, Obras escogidas, Barcelona, Visión Libros, 1980.)
¡Contradictorio, absurdo, ilógico!, grave
atentado a la cordura, peligroso potencial de delirios y desmanes sin cuento:
yo a la vez Padre y Madre, Virgen y engendrador , Dios y criatura, Jesús y
María, Padre e Hijo, Cristo y Dios, hombre y mujer…¡ Rápido, avisemos a
urgencias psiquiátricas de Leganés,!
7 . La Iglesia católica de occidente sabia
previsora de tranquilidades aparentemente apaciguadoras no tardó en condenar
mediante una Bula ( Constitución In Agro Dominico 27 de marzo de 1329)
proclamada en Avignon por el papa Juan XXII; en ella se condenaron
las proposiciones escandalosas, sospechosas y temerarias del
maestro Eckhardt, después de su muerte, para no tener que pensar y
debatir demasiado. Como botón de muestra se recuerdan algunas de las
proposiciones condenadas referentes a la Natividad :
(10) Nosotros nos transformamos totalmente
en Dios y nos convertimos en Él. De modo semejante a como en el sacramento el
pan se convierte en cuerpo de Cristo; de tal manera me convierto yo en Él, que
Él mismo me hace ser una sola cosa suya, no cosa semejante: por el Dios vivo es
verdad que allí no hay distinción alguna.
(11) Cuanto Dios Padre dio a su Hijo
unigénito en la naturaleza humana, todo eso me lo dio a mi; aquí no exceptúo
nada, ni la unión ni la santidad, sino que todo me lo dio a mi como a Él.
(12) Cuanto dice la Sagrada Escritura
acerca de Cristo, todo eso se verifica también en todo hombre bueno y divino.
(13) Cuanto es propio de la divina naturaleza,
todo eso es propio del hombre justo y divino. Por ello, ese hombre obra cuanto
Dios obra y junto con Dios creó el cielo y la tierra y es engendrador del Verbo
eterno y, sin tal hombre, no sabría Dios hacer nada.
(20) El hombre bueno es Hijo unigénito de
Dios.
(21) El hombre noble es aquel Hijo
unigénito de Dios, a quien el Padre engendró eternamente.
(22) El Padre me engendra a mí su Hijo y
el mismo Hijo. Cuanto Dios obra, es una sola cosa; luego me engendra a mí, Hijo
suyo sin distinción alguna.
8.- Puestas las cosas sensatamente en su
lugar, sin sobresaltos fulgurantes, sin peligrosos saltos en un vertiginoso
vacío –horror vacui a la theosis-: aquí la criatura; allí Dios, aquí el
adorador allí el adorado, aquí el hombre, allí la mujer, trascendencia temerosa
, preventiva y asustada, pedestre dualismo. El hombre criatura para siempre
definitivamente separado del ámbito alejado y exclusivo de lo divino, no
encontrará ya la felicidad absoluta en la plena divinización o theosis; se
propondrán a cambio una extensa colección de cánones, moralidades y ritualismos
a seguir -cada vez menos refulgentes- aptos para el púlpito y la retórica
pero en el fondo ineficaces para el hombre arrojado a la sensata y limitada y
evanescente finitud terrenal, que lógicamente, presa de un escepticismo
creciente, buscará sucedáneos terrenales a la beatitud inefable de la theosis,
inaccesible por principio doctrinal: unos milloncejos en la cuenta corriente,
un harén, una plaza de señorito feudal con derecho de horca y cuchillo en algún
dominio de la vida para satisfacer un poco la erótica del poder y trastos
varios para satisfacer caprichos pasajeros, la cupiditas o concupiscencia de la
vida que se diría en lenguaje frailuno; todo ello compatible, eso si, con
moralismos, cánones muchos y pálidos ritos externos que con un raro mecanicismo
mágico pretenden una acumulación de méritos para un futuro difícilmente
conjeturable y asegurable. Lo malo es que pocos alcanzan siquiera un sucedáneo
mínimamente aceptable y al final acaba crujiendo todo el invento con peligro de
ruina inminente, como vemos claramente en los tiempos que corren. Maravillas y
asombro del Occidente del hombre blanco.
9.- El verdadero nacimiento eterno de Dios
en el hombre: la Natividad – a distinguir de la convencional conmemoración del
24 de diciembre- aunque a simple vista es locura y disparate de esos que no hay
por donde cogerlo, es sin embargo firme prenda de felicidad absoluta o beatitud
sin medida que nunca se podrá reducir al pálido reflejo de un cumplido.
Kontaquio
Tono 3:
Hoy la virgen da a luz al excelso en
esencia.
La tierra ofrece acceso a una cueva al
que es inaccesible.
Los ángeles con los pastores alaban, y los
magos siguen la estrella en el camino.
Porque por nosotros ha nacido un nuevo
Infante, que es Dios intemporal.
(Himno
de Navidad de la Iglesia Ortodoxa)