miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿ A mi que me importa la Navidad?


 

¿A mi que me importa la Navidad ?

 

 

1. Nueva Navidad y nuevas formalidades y reverencias al uso que cada vez más reúnen en una especie de totum revolutum una mezcla de tradiciones paganas, cristianas y sobre todo vaysanas - de vaysa casta hindú de los mercaderes -; recuerdo que ya desde de pequeño –época mucho menos consumista que la actual- me era difícil distinguir entre el niño y papá Noel, entre la mula y el ciervo, entre el pesebre y el trineo, entre la nieve polar y la escarcha palestina; por otra nunca se preocuparon mucho de aclararme el potpourri . Viejas épocas anteconciliares donde tronaba la infalible voz papal en contra del abeto como símbolo navideño, considerado como una monstruosidad protestante; manera simple pero equivocada de señalar a unos terribles enemigos de la fe católica. Equivocada, digo, porque desde hacía siglos los pastores protestantes clamaban contra el uso del árbol de navidad considerado – esta vez con toda razón- como un símbolo pagano. Inútil tal alarma papal, en plena España nacional católica las más rancias familias católicas ponían su arbolito de navidad, desoyendo todas las admoniciones papales; más tarde, un poco más mayor, comprobé como los católicos pasaban ampliamente de otras muchas admoniciones, por no decir de casi todas las admoniciones, con una tranquilidad que causaba asombro.

 

2. Navidad y promoción de ventas es todo uno, se identifican por así decir sin resquicio alguno de discrepancia.  Hace algunas décadas  aún existía en el viejo nacional catolicismo un añadido emocional a la temporada navideña que se llamaba Campaña de Navidad; eran de ver altavoces en parroquias, ferias y mercados solicitando ayuda para los pobres, en dinero o en especie, en especial aquella de “siente un pobre en su mesa”. Conviene aclarar que desde el punto de vista actual en aquellas épocas la mayoría de los españolitos de a pie eran pobres, por lo que para aclara a que refería entonces la palabra pobre habría que matizar que era más bien un pobre de solemnidad  o variante similar. Se podía entonces tener una idea clara de estas cosas acercándose a lo que entonces se denominaba suburbios de las grandes ciudades españolas, y que hoy se denominan con nombres variados en la geografía tercermundista: bidonvilles, favelas, ranchitos…, bien representados en Etiopía, Haití, Bangla Desh  y otros tantos lugares de cuyo nombre es preferible no acordarse.

 

3. Cada vez más detesto el tiempo navideño; más profana, laica y descreída se vuelve esta sociedad y más agresivos los anuncios, propagandas comerciales y mercachiflerías varias. Como una ventosa fatal todos los mitos, leyendas y escrituras propio de la época solsticial, lo mismo paganos, que cristianos se convierten en intrascendentes burbujas episódicas, en algunos casos sentimentales y en la mayoría de ellos pueriles. Claro que la cosa no es de hoy: los viejos misterios griegos nunca llegaron a occidente, lo más que nos quedó del viejo terror metafísico del hombre ante el imponente solsticio de invierno fueron las degeneradas fiestas saturnales de Roma . Hasta el catolicismo occidental sufrió la ventosa de la paganidad romana –casi inevitable  por la situación geográfica de la sede-; la fiesta raíz cristiana – La Pascua-  se deslizó de manera imperceptible pero fatal a ser una fiesta secundaria en el imaginario popular de los países cristianos occidentales. Muy diferente en esto del oriente originario, donde a la Navidad se le da el título claramente subordinado de Pascua de invierno,  que en ningún momento se pretende equipara a la verdadera Pascua, lo que por otra parte permite tener una claridad de ideas muy de agradecer. La confusión occidental era y sigue siendo tan grande que en época navideña se felicitan las pascuas, y también de paso nos hacen la pascua a los que detestamos este tiempo de iluminaciones, belenes y campanillas de opereta o zarzuelilla. Tenía cierta majestad aquellos carteros, barrenderos o serenos que llamaban a la puerta felicitando las pascuas y solicitando de manera implícita aguinaldo. ¿Porqué se llamaba Pascua a la Navidad , siendo la Pascua netamente distinta a la Navidad ?. Jamás me lo explicaron en los años de la infancia de manera convincente; explicación es  probablemente el resultado de un progresivo extravío bastante lamentable y descorazonador que sin duda  irá a más.

 

4. Los bienpensantes sin duda pensarán que pesar de todo procede una verdadera conmemoración histórica de unos hechos acaecidos hace más de dos mil años, el la cual historia se dice que Jesús nació de María en un portal de Belén con un buey una mula y un San José con barbas; una historia ciertamente respetable pero que lógicamente – como toda historia-, su repetición puramente cronológica cansa y extraña cada vez más al personal. ¡Ah Occidente tierra de la lógica y el silogismo, de Santo Tomás, Descartes y Hegel!  Que bien ordenadas están las cosas: aquí el hombre y allí lejos el Dios trascendente bien diferenciados y sin confundir – como decía Epicuro y su seguidor Lucrecia, autor de De rerum natura-, aquí el fiel corriente y allá el papa, aquí nosotros y allá lejos en tiempo y espacio la cueva de Belén; incluso todavía algún buen fiel  conmemorará  con sinceros sentimientos de devoción  el tiempo litúrgico de la Navidad. Bien ordenado y racional todo –hasta la fe incomprensible-; rigurosa y rígida razón cultivada con esfuerzo durante 20 siglo de progreso ininterrumpido, tan rigurosa y rígida que finalmente se empieza a hacer presente un “ rigor mortis” que ya ninguna emoción puede ahuyentar.

 

5. Extraño a occidente queda aun un oriente originario reacio a silogismos, escolásticas y reducción suprema a la razón. También hay un cristianismo originario y oriental  que desde de occidente se juzga asilvestrado, atrasado, desobediente y acrático, poco refinado por silogismos escolásticos y convenientemente estigmatizado como herético, cismático, políticamente incorrecto y convenientemente recluido en el  calabozo del desprecio y el ninguneo a la espera de su conversión salvífica.  Incluso han habido algunos cristianos occidentales demasiado próximos a este cristianismo oriental acaso por ignorancia involuntaria, que en lo posible se ha tratado de corregirlos fraternalmente a lo largo de la historia con la excomunión, la inquisición y algún que otro correctivo enérgico-incluida la hoguera-.  Precisamente un ilustre excomulgado – en sus proposiciones por lo menos- escribió un interesante sermón acerca de la Natividad :

 

Celebrarnos aquí en esta vida temporal el nacimiento eterno que Dios Padre ha realizado y realiza aun sin interrupción en la "eternidad" y que este mismo nacimiento se ha producido también en el tiempo, en la naturaleza humana. Este nacimiento se produce siempre, dice Agustín. Pero cuando no se produce "en mí", ¿qué me importa? ¡Que, por el contrario se produzca en mi, es toda la cuestión!

 

(DEL NACIMIENTO ETERNO Tomado de Maestro Eckhart, Obras escogidas, Barcelona, Visión Libros, 1980.)

 

El escándalo es monumental y morrocotudo; un maestro dominico, discípulo de Santo Tomás y profesor de Sorbona dice: ¿a mi que me importa la Navidad ?, es decir esa Navidad histórica que se conmemora en un momento del ciclo litúrgico. Y eso que en Edad Media no había agresivas e intolerables campañas de propaganda mediática, solo campos apacibles llenos de nieve y lobos en invierno – más o menos como Lamalonga-.

 

6.  ¿Y que enormidad es eso de que el nacimiento eterno de Dios Padre se produce en la eternidad y en el tiempo se produce también en mi?.  Preparen los doctores de la Iglesia - occidental naturalmente - mazmorras, cepos, grilletes, potros y edictos atronadores y terribles. Solo con paradojas terrenamente insolubles, con trampas sin salida a la razón discursiva y con atentados intolerables al sentido común se puede uno internar en ese terreno resbaladizo. Veamos en que consiste eso del nacimiento eterno:

 

Ser alumbrador de su propio Padre y  habitado por Dios  

Devenir al mismo tiempo:

Virgenengendrador.

Criatura y creador .

     Nueva Eva y Adán lavados del pecado original de la existencia separada.

 

Estas son además las condiciones para la felicidad absoluta o beatitud de la divinización o theosis del hombre, como se dice en el ámbito de la ortodoxia oriental – a no confundir con la salvación católicoromana -, que nunca se encontrarán en las cosas y sus imágenes, como bien se atreve a decir Eckhardt:

 

Una imagen no se tiene a sí misma como propósito, no se propone a sí misma: siempre te conducirá y te enviará hacia eso de lo que es imagen. Y como sólo se tienen imágenes de lo que está fuera y es percibido por los sentidos, es decir de las criaturas y que además ella te envía siempre hacia eso de lo que es imagen, sería imposible que nunca pudieras llegar a ser feliz por no importa qué imagen.

 

(DEL NACIMIENTO ETERNO Tomado de Maestro Eckhart, Obras escogidas, Barcelona, Visión Libros, 1980.)

 

 

¡Contradictorio, absurdo, ilógico!, grave atentado a la cordura, peligroso potencial de delirios y desmanes sin cuento: yo a la vez Padre y Madre, Virgen y engendrador , Dios y criatura, Jesús y María, Padre e Hijo, Cristo y Dios, hombre y mujer…¡ Rápido, avisemos a urgencias psiquiátricas de Leganés,!

 

7 . La Iglesia católica de occidente sabia previsora de tranquilidades aparentemente apaciguadoras no tardó en condenar mediante una Bula ( Constitución In Agro Dominico 27 de marzo de 1329) proclamada  en Avignon por el papa Juan XXII; en ella se condenaron  las proposiciones escandalosas, sospechosas y temerarias del maestro  Eckhardt, después de su muerte, para no tener que pensar y debatir demasiado. Como botón de muestra se recuerdan algunas de las proposiciones condenadas referentes a la Natividad :

 

(10) Nosotros nos transformamos totalmente en Dios y nos convertimos en Él. De modo semejante a como en el sacramento el pan se convierte en cuerpo de Cristo; de tal manera me convierto yo en Él, que Él mismo me hace ser una sola cosa suya, no cosa semejante: por el Dios vivo es verdad que allí no hay distinción alguna.

 

(11) Cuanto Dios Padre dio a su Hijo unigénito en la naturaleza humana, todo eso me lo dio a mi; aquí no exceptúo nada, ni la unión ni la santidad, sino que todo me lo dio a mi como a Él.

(12) Cuanto dice la Sagrada Escritura acerca de Cristo, todo eso se verifica también en todo hombre bueno y divino.

(13) Cuanto es propio de la divina naturaleza, todo eso es propio del hombre justo y divino. Por ello, ese hombre obra cuanto Dios obra y junto con Dios creó el cielo y la tierra y es engendrador del Verbo eterno y, sin tal hombre, no sabría Dios hacer nada.

(20) El hombre bueno es Hijo unigénito de Dios.

 

(21) El hombre noble es aquel Hijo unigénito de Dios, a quien el Padre engendró eternamente.

(22) El Padre me engendra a mí su Hijo y el mismo Hijo. Cuanto Dios obra, es una sola cosa; luego me engendra a mí, Hijo suyo sin distinción alguna.

 

8.- Puestas las cosas sensatamente en su lugar, sin sobresaltos fulgurantes, sin peligrosos saltos en un vertiginoso vacío –horror vacui a la theosis-: aquí la criatura; allí Dios, aquí el adorador allí el adorado, aquí el hombre, allí la mujer, trascendencia temerosa , preventiva y asustada, pedestre dualismo. El hombre criatura para siempre definitivamente separado del ámbito alejado y exclusivo de lo divino, no encontrará ya la felicidad absoluta en la plena divinización o theosis; se propondrán a cambio una extensa colección de cánones, moralidades y ritualismos a seguir -cada vez menos refulgentes-  aptos para el púlpito y la retórica pero en el fondo ineficaces para el hombre arrojado a la sensata y limitada y evanescente finitud terrenal, que lógicamente, presa de un escepticismo creciente, buscará sucedáneos terrenales a la beatitud inefable de la theosis, inaccesible por principio doctrinal: unos milloncejos en la cuenta corriente, un harén, una plaza de señorito feudal con derecho de horca y cuchillo en algún dominio de la vida para satisfacer un poco la erótica del poder y trastos varios para satisfacer caprichos pasajeros, la cupiditas o concupiscencia de la vida que se diría en lenguaje frailuno; todo ello compatible, eso si, con moralismos, cánones muchos y pálidos ritos externos que con un raro mecanicismo mágico pretenden una acumulación de méritos para un futuro difícilmente conjeturable y asegurable. Lo malo es que pocos alcanzan siquiera un sucedáneo mínimamente aceptable y al final acaba crujiendo todo el invento con peligro de ruina inminente, como vemos claramente en los tiempos que corren. Maravillas y asombro del Occidente del hombre blanco.

 

9.- El verdadero nacimiento eterno de Dios en el hombre: la Natividad – a distinguir de la convencional conmemoración del 24 de diciembre- aunque a simple vista es locura y disparate de esos que no hay por donde cogerlo, es sin embargo firme prenda de felicidad absoluta o beatitud sin medida que nunca se podrá reducir al pálido reflejo de un cumplido.

 

Kontaquio

 

Tono 3:

 

Hoy la virgen da a luz al excelso en esencia.

La tierra ofrece acceso a una  cueva al que es inaccesible.

Los ángeles con los pastores alaban, y los magos siguen la estrella en el camino.

Porque por nosotros ha nacido un nuevo Infante, que es Dios intemporal.

 

                            (Himno de Navidad de la Iglesia Ortodoxa)

 

 

No hay comentarios: