JEAN DURING:
LA ASCENSION DEL PROFETA
El mi'raj, el viaje celestial de Muhammad, es uno de los
acontecimientos más relevantes de su misión profética, o sus milagros. De esta
experiencia interior no habló mucho, pues muy pocos eran los que podían
percibir cuál era su naturaleza real. Así, se discutió en vano para saber si
este viaje se llevó a cabo fisicamente o tan sólo en espíritu. Los que creían
en un viaje físico, no comprendían que el mi'raj era una visión, no un
sueño, luego una experiencia mucho más fuerte que cualquier experiencia
sensible, como lo sugiere el dicho: "Los hombres están soñando; cuando
mueren despiertan". Parece ser que también dijo que estaba entre el sueño
y la vigilia cuando el ángel fue a su encuentro. Aisha, su mujer, afirmaba que
su cuerpo había permanecido en el mismo lugar. Lo que hemos de retener es que
el mi'raj, pese a las apariencias, nada tiene de relato de las mil y una
noches, sino que es el prototipo del ascenso del alma al mundo espiritual.
Muchos místicos musulmanes han seguido más o menos la Vía trazada por el
Profeta en el otro mundo. El caso más famoso es el de Abu Yazid al-Bistami, de
quien se dice que, llegado al Loto del Limite, rechazó todas sus visiones como
vanas ilusiones, a fin de acceder a Dios sólo, "volverse" Dios.
Hay también los conocidos textos de 'Attar (El lenguaje de los
Pájaros) y Sohrawardi (Relato del Exilio Occidental). En estos tres
casos, el sujeto se describe a sí mismo en forma de un pájaro que vuela a los
mundos suprasensibles. En Europa, se conocieron muy pronto tradiciones del mi'raj
por la traducción que se hizo al latín con el título de "Libro de la
Escala". Este texto suscitó muchos relatos del mismo tipo, el más célebre
de los cuales es la Divina Comedia de Dante.
La versión de la que proponemos aquí una traducción, está sacada
de una obra persa del siglo XII (52011) de 'Abdol Fazi Rashidoddín Meybodi,
discípulo del famoso sufí Ansari, y se titula Kash ol-Asrar wa 'oddat
al-abrar, más conocido con el título de Tafsir-e Khwaja 'Abdullah Ansarí
(1). Se trata de una compilación de diversas tradiciones referidas por Anas Ibn
Malik, Abu Sa'id Khadari, Abu Hureira, 'Aisha, ibn Abbas, etc., ordenadas y
empalmadas para que constituyan un relato homogéneo (2).
Por supuesto, ningún relato del mi'raj del Profeta tiene
valor de testimonio seguro y completo. El Corán evoca el acontecimiento de
manera lacónica, y, como para compensar ese silencio, los transmisores de
tradiciones han añadido muchos detalles, tomados de otras tradiciones del
Profeta.
El Enviado de Dios, con él sea la paz, dice:
"El Arcángel Gabriel (3) apareció y me sacó del sueño. Me llevó a la fuente
Zemzem y me hizo sentar. Me abrió el vientre hasta el pecho (4), y con sus
propias manos me lavó las entrañas con agua de Zemzem (5). Con él estaba el
arcángel Miguel, que sostenía un barreño de oro que contenía fe y sabiduría.
Gabriel llenó con ellas mi pecho, y luego cerró la herida de tal modo que mi
pecho quedó como estaba antes, sin que por todo ello sintiera yo el menor
dolor. Entonces me ordenó que hiciese mis abluciones y me dijo que fuese con
él. Le pregunté que a dónde, y respondió: "A la corte de nuestros Dios, el
Señor del universo y de las criaturas". Tomó entonces mi mano y me sacó
fuera de la mezquita. Allí vi a Alborac, que estaba entre Safâ y Marwa (6).
Era un cuadrúpedo parecido a un asno o una mula. Su cara era semejante a la de
una mujer; tenía orejas como de elefante, unas crines como las de un caballo,
patas parecidas a las del camello, cola de caballo y unos ojos como el planeta
Venus; su lomo era de rubí escarlata, su vientre de esmeralda verde, y su pecho
de perla inmaculada; tenía dos alas hechas de joyas resplandecientes, y
llevaba en el lomo una silla tejida de oro y seda del paraíso. Gabriel dijo: Oh
Muhammad, siéntate en la montura que llevó a Abraham en peregrinación a la
Kaaba (7)".
"En cuanto le puso la mano en el lomo,
Alborac se apartó. Gabriel la agarró de las crines, y oí un murmullo de perlas
y rubíes. Entonces dijo Gabriel: "Cálmate, Alborac, y tranquilízate; ¿no
conoces a Muhammad? Por Dios el Único, nunca profeta más querido por Dios se
sentará en tu lomo". Cuando Alborac hubo oido sus palabras, sudó de
confusión, agachó la cabeza y se echó en el suelo en señal de sumisión. Gabriel
me sujetó al estribo para hacerse montar, y Miguel arregló mis ropas.
En camino, Gabriel iba a mi derecha, Miguel a
la izquierda, y, delante, Rafael sujetaba las riendas. Alborac avanzaba a una
velocidad prodigiosa sin dejar de comportarse según mi deseo; quería yo que
avanzase, avanzaba; que saltase, saltaba; que se detuviese, se detenía.
Durante aquel largo camino oí una llamada
que venía del lado derecho: "¡Muhammad, detente, he de hacerte una
pregunta!" Por tres veces me llamaron, pero yo no hice caso y seguí mi
camino. Por el lado izquierdo oí tres veces la misma llamada: "¡Oh
Muhammad, hay una pregunta para el Profeta!" Y otra vez pasé de largo sin
ocuparme de aquello. Cuando estuve más lejos, vi a una anciana cubierta de
joyas que decía: "¡Oh Muhammad, ven hacia mi!". No le presté atención
y continué. Entonces pregunté: "Gabriel, ¿qué era la llamada que oí a la
derecha?". Respondió: "Era la invitación de los judíos. Si hubieses
acudido, tu pueblo habría sido el de los judíos. Y la llamada que oíste a la
izquierda era la de los cristianos; si hubieses acudido, tu pueblo habría sido
el de los cristianos. Y la anciana que has visto, con sus joyas y ornamentos,
era el mundo. Si hubieses ido hacia ella, tu comunidad habría escogido el
mundo en vez de la vida eterna (8)".
Llegué a un palmeral, y Gabriel me dijo:
"Desmonta y haz la oración". La hice, y luego me dijo que aquel país
era Yatrib (9). Después, llegué al desierto, y también allí me ordenó desmontar
y hacer la oración ritual. Y me preguntó: "¿Sabes qué lugar es éste"
Dije yo: "Dios es más sabio". Respondió: "Es Medina, y allá
están el Sinaí y la zarza en llamas. Después de esto llegue a una extensa
llanura donde había fortalezas. Me dijo que hiciera la oración, cosa que hice,
y luego me contó que aquel lugar era Belén donde nació Jesús. En aquel momento
tuve sed, y vi un ángel que llevaba tres copas, en una había miel, en otra
leche, y en otra vino. Me dijo: "Escoge y bebe lo que quieras". Tomé
leche y un poco de miel. Gabriel dijo: "Por tu naturaleza y la de tu
pueblo, sientes inclinación por lo sano y lo bueno. Mas si hubieses bebido
vino, habrías cometido una falta contra tu pueblo y vuestra
naturaleza"(10). Y los ángeles proclamaron: "Salud a Ti, oh Primero,
oh Último, oh Resurrector"(11)
Después de esto, vi un país triste, angosto
y sombrío. De allí pasé a cruzar un país risueño, amplio y claro. Le pregunté a
Gabriel: "¿Qué país era aquél, y cuál es éste?" Aquél era el
infierno, y éste el paraíso. "Luego me tomó Gabriel de la mano y me llevó
a una roca.
Llamó a Miguel, y Miguel llamó a todos los
ángeles por sus nombres, para que hiciesen descender el mi 'raj desde el
paraíso hasta el cielo de este mundo, y desde el cielo de este mundo hasta
Jerusalén. Y el mi'raj era semejante a una escala (12) con un extremo
apoyado sobre la roca y el otro de crisolita verde. Y sus escalones, uno de
oro, otro de plata, otro de rubí, y, luego, de esmeralda, y de perla.
Gabriel me puso en el primer escalón, y vi
mil ángeles que cantaban la gloria de nuestro Señor muy amado, y cuando advirtieron
mi presencia, me alabaron, y se acercaron a mí, anunciándome el paraíso para mi
comunidad. Subí luego al segundo escalón, y vi dos mil ángeles de la misma
clase; en el tercer escalón vi tres mil, y así sucesivamente hasta cincuenta y
cinco escalones. Cuando llegaba a un nuevo escalón, los ángeles se
multiplicaban hasta que llegué al cielo de este mundo. Las criaturas del cielo
preguntaron: "¿Quién es éste?" "Es Muhammad" dijo Gabriel.
"¿Está elegido para la profecía? dijeron. "Si", respondió. Y
ellos exclamaron:
"¡Exito para el y su pueblo! ¡Qué buen invitado!".
"A nuestra llegada, los ángeles se regocijaron
y se anunciaron entre sí la buena nueva, saludándome y acogiéndome. Vi grandes
ángeles cuyo representante es Esmail, que los tiene a todos bajo su autoridad.
Con él estaban otros setenta mil ángeles, y, como los setenta mil ángeles,
otros cien mil, todos ellos guardianes del cielo. Contemplaba su multitud
cuando Gabriel dijo: "los soldados de Dios no conocen otra cosa que a
Él". Luego vi a un hombre hermosisímo y de naturaleza excelente, y le
pregunté a Gabriel quién era. Me dijo: "Es tu padre Adán". Lo saludé
y él me devolvió así el saludo: "Bienvenida a este hijo justo y al pueblo
de este profeta justo. ¡Qué buen
huésped ha llegado!"
"Y vi las almas de los descendientes de
Adán, que se presentaban ante él. Cuando pasaba el alma de un creyente, decía:
"Alma pura y perfume puro. Poned su respaldo en el piso más elevado.
"Y cuando veía el alma de un no creyente, decía: "Alma impura, olor
impuro y sucio, poned su respaldo en el piso más bajo del infierno".
Y según la
tradición referida por Ibn' Abbâs (13), el Profeta había contado: "En el
cielo vi un gallo de un blanco intenso; bajo su plumaje había plumas verdes, de
un verde intenso; su cresta era del color de la esmeralda verde, sus pies se
apoyaban en la séptima tierra y su cabeza en el trono supremo, y tenía dos alas
tan grandes que, si las abría, recubrían Oriente y Occidente. Cuando hubo
transcurrido parte de la noche, abrió sus alas, las agító y cantó esta
oración: "Alabado sea Dios, Señor Santo. Alabado sea Dios, el Grande, el
Altísimo". En el momento en que cantó, se pusieron a cantar y agitar las
alas todos los gallos de la tierra, y cuando se detuvo y calló, todos los
gallos de la tierra se detuvieron y callaron. Luego, cuando hubo transcurrido
otra parte de la noche, batió de nuevo las alas y proclamó esta oración:
alabado sea Dios Altísimo, el Sublime, el Inmenso, el Destínador. Alabado sea
Dios y su trono elevado". Y otra vez lo imitaron todos los gallos de la
tierra. En cuanto vi aquel gallo, deseé contemplarlo de nuevo (12).
"Gabriel me llevó en sus alas al segundo
cielo.
La distancia entre el primer cielo y el segundo,
dicen, era de quinientos años de viaje. Gabriel llamó para que los guardianes
del segundo cielo abrieran paso. Preguntaron: "¿Quién va?" Respondió
"Gabriel". "¿Y quién hay contigo?" "Es Muhammad".
"¿El profeta de Dios?" "Si" "¡Bienvenido aquél al que
se esperaba! ¡Qué buena visita! Vi a dos jóvenes en el segundo cielo. Gabriel
me dijo: "Uno es Juan Bautista, el otro es Jesús. Son primos, salúdales"
"Los saludé y me respondieron: "Bienvenida al hermano justo y el
profeta justo". Luego me llevó al tercer cielo, y todo ocurrió de la
misma forma. Vi a José, el que ostenta la Hermosura. Lo saludé y me respondió
con estas palabras: "Bienvenida al hermano justo y al profeta justo".
Luego me condujo al cuarto cielo. Allí vi a Enoc, que me acogió en los mismos
términos, y yo recité esta aleya del Corán: "Accedió a una dignidad muy
elevada". Luego me condujo al quinto cielo, en el que vi a Aarón (15) y lo
saludé. Me respondió de igual forma y me acogió calurosamente.
"Según M.B. Ishaq, el Profeta dijo:
"En el quinto cielo vi ángeles mitad de cielo, mitad de fuego", y
todos decían: "Dios puede conciliar la nieve y el fuego. Así establece la
amistad entre los creyentes". Tras esto, me llevó Gabriel al sexto cielo.
Vi a Moisés, lo saludé, y él me respondió. Cuando lo dejaba se puso a llorar.
"Moisés, ¿por qué lloras? le dije. Respondió "Lloro a causa de este
hombre de cuyo pueblo entrará en el paraíso más gente que del mio". En el
sexto cielo vi una morada que llaman la Morada gloriosa. Es el lugar donde los
escribas y secretarios consignan el Corán que Gabriel les enseña. Dios glorioso
los llama "los emisarios nobles e íntegros" (Corán 30,15). Después
de esto me llevó al séptimo cielo. Los ángeles eran tantos allí, que no había
el más mínimo lugar en que hubiera uno en oración derecho, inclinado
prosternado. Y vi a Abraham (16) y lo saludé. Me respondió en estos términos:
"Bienvenida al hijo justo y al profeta justo. Trae a tu pueblo contigo
para aumentar el número de árboles del paraíso, cuya tierra es pura y
amplia". Luego recité estas aleyas del Corán: "Los más cercanos a Él
son los que han obedecido a Abraham y al Profeta". Y en el séptimo cielo
vila Morada Edificada (bayt al ma'mur), entré en ella e hice la oración.
Ante ella había un mar en el que entraban por grupos los ángeles, luego,
volvían a salir y se sacudían. Y de cada gota creaba el Todopoderoso un ángel
que hacía la peregrinación a la morada edificada.
"También vi un ángel sentado en un trono
con algo parecido a un vaso delante de él; en su mano había una mesa cubierta
de inscripciones de luz que él escrutaba sin apartar nunca la cabeza ni a
derecha ni a izquierda, como alguien que está pensativo y triste. Pregunté:
"Gabriel, ¿quién es?" Me dijo: "El ángel de la muerte, Muhammad.
Tal como ves, está siempre absorto en su trabajo, que eternamente consiste en
apoderarse de las almas" Le dije: "Gabriel ¿todo aquel que muere lo
ve?" "Sí" dijo. "Pues entonces la muerte es un asunto
grande y difícil". "Sí, Muhammad, pero lo que sucede después de la
muerte es un asunto más grande y más difícil".
Y, acercándome, anunció: "He aquí a
Muhammad, profeta de Misericordias, el Enviado de los árabes". Entonces lo
saludó y me devolvió el saludo mostrándome sus atenciones y sus gracias.
"Muhammad, regocíjate de todo el bien que veo en tu comunidad".
Dije: "Gracias a a Dios, el Dispensador me favorece". Luego, pregunté: ''¿Qué
es la mesa que contemplas?"
"En ella está escrito el destino de los seres ", respondió. Está
decretado que yo examine el destino de cada cual y que cuando llega a su fin
le tome el alma". Yo dije: "¡Alabado sea Dios! ¿Puedes tomar desde
aquí el alma de los seres de la tierra sin moverte de tu morada?"
"Si -respondió-, el vaso que ves ante mí es semejante al universo, y todas
las criaturas de la tierra están ante mis ojos. A todos los veo, y mi mano a
todos alcanza, así cuando quiero, puedo arrebatarles el alma".
Seguí más allá del séptimo cielo hasta que llegué al Loto del
Límite, un árbol inmenso. "Un árbol plantado en el suelo, de tamaño
extraordinario, más dulce que la miel y más delicioso que la nata. Sus hojas
eran tan grandes como orejas de elefante". Del pie de este árbol salían
cuatro ríos (17), dos aparantes y dos ocultos (bâtin). Gabriel dijo:
"Los dos ríos aparentes son el Nilo y el Éufrates; los dos ríos secretos,
corren en el paraíso". Vi una luz cegadora que brillaba en aquel árbol, y
una mariposa viva de oro, así como una multitud de ángeles cuyo número sólo
Dios lo sabe. Gabriel me dijo: "Muhammad, ve delante". Dije yo:
"¡Oh, no! Tú primero". Gabriel dijo: "Para Nuestro Dios
Bienamado, eres tú más querido, y más digno que yo de avanzar". Entonces
pasé delante y Gabriel seguía mis pasos, hasta que llegué al primer velo de los
velos del Umbral del Todopoderoso. Gabriel tiró el velo diciendo: "Soy
yo, Gabriel, y está conmigo Muhammad". Desde el otro lado del velo un
ángel proclamó: "Dios es el más grande", luego pasó por la mano
debajo del velo y me atrajo a si, mientras Gabriel quedaba tras el velo. Le
dije: "Gabriel, ¿por qué te quedas?" (18). Me dijo: "Muhammad,
es este el lugar que me corresponde, éste es el límite de la ciencia de las criaturas;
el saber de las criaturas no puede extenderse más allá; llegado a este punto se
detiene".
En un abrir y cerrar de ojos, el ángel me
llevó de aquel velo al segundo, separado por una distancia de un siglo de
viaje. De igual forma llamó, diciendo que era el guardían del primer velo y que
Muhammad lo acompañaba. El ángel del segundo velo exclamó: "¡Dios es
grande!", pasó la mano por la cortina, me hizo pasar al interior, y en un
abrir y cerrar de ojos me condujo al tercer velo, distante tres siglos de
camino. Y así sucesivamente fui conducido al velo setenta". La anchura de
cada velo equivalía a quinientos años de viaje; entre dos velos, la distancia
era también de quinientos años. Dicen que estos velos están hechos de luz y
tinieblas, de agua y nieve, y dicen también que algunos de estos velos es de
perlas, otros, de mariposas de oro. Según otra tradición, Gabriel estaba con él
cuando atravesó estos velos:
Entonces
vi una cortina verde (19) colgada de una cornisa, y su luz era tan
brillante que eclipsaba a la del sol.
Gabriel me puso en la cornisa y dijo: "He vagado por todos
los pisos del paraíso, de arriba abajo, hasta que fui colocado en este trono.
Contempla el Trono, la tabla guardada y los porteadores del trono divino y de
los misterios de Dios, el Magnífico. Cuando llegué a esta estación fui acogido
por Dios Todopoderoso", Muhammad recibió revelaciones, contempló lo que
contempló, y oyó lo que oyó. Fue testigo del estado (maqâm) de
Proximidad divina. Su alma conoció el estado de des-cubrimiento de los misterios
(mukâshifah); su corazón conoció el gozo del Testigo de Dios (mushâhadah).
Su espíritu probó la dulzura de la Visión, y su secreto (sirr) llegó
al estado de Unión. Al contemplar este universo, lleno de temor respetuoso, de
majestad, de orden y de divinidad, perdió conciencia de sí mismo. Quedó
perplejo y agachó la cabeza. De esto nada puede explicarse con palabras, y ni
el espíritu ni el alma pueden concebirlo. Quedó estupefacto y perdido hasta que
una gracia emanada del Umbral del Gran Señor, del Señor de la Gloria, que
devolvió el orden a su corazón, le echó una mirada y le testimonió sus gracias
y favores. Dios le dijo "Mi profeta posee la fe en Mi libro, y ha
transmitido Mi mensaje en la verdad, con rectitud, con exactitud"(20).
Cuando Muhammad hubo oído aquellas palabras de gracia que Dios le prodigaba, y
fue testigo de aquella bondad, se recobró y se irguió, su cuerpo se unió a su
corazón, su corazón a su alma (jân), y su secreto a su yo sutil (zamir).
Volvió a sentir ánimo, recobró el uso de la lengua y se acordó de su
pueblo. Dijo esta aleya: "Y todos los creyentes tienen fe en Dios y Sus
ángeles, en Sus libros y Sus Profetas. Y no hacemos ninguna distinción entre
Sus profetas, como hacen los judíos y los cristianos"(21).
El profeta contó: "Después que hubimos
cambiado confidencias con Dios, y que Él me hubo colmado de sus bondades, El
que gobierna el universo ordenó: "Muhammad, vuelve a la tierra, di lo que
has de decir y lleva el mensaje que has de llevar. Guarda esta cortina verde
para que te cubras con ella y seas, por ella, elevado hasta el nivel del Loto
del Límite".
»Cuando volví al Loto del Límite, Gabriel me
dijo: 'Regocijate de la acogida, de la bondad, de la gracia y de la dignidad
que has recibido por parte del Todopoderoso. Nunca un ángel de los más
cercanos, ni ningún profeta misionado llegó hasta la morada espiritual (manzilât)
a la que has llegado, y nadie ha visto lo que tú. Da gracias a Dios
Altísimo, sé agradecido, pues Él ama a los que Le dan las gracias".
Entonces le referí a Gabriel una parte de las maravillas de la potencia divina
que habia visto en tan alto lugar; le hice parte de aquel océano de agua, de
fuego, de luz y de otras cosas, y él me dijo:
"Son los baldaquines de Dios Altísimo, en medio de los cuales se encuentra
el Trono. Si no hubiese esta pantalla, sus luces, y el resplandor de sus velos
de oro aniquilaría todas las criaturas y muchas otras maravillas tan
extraordinarias como nunca has visto". Yo exclamé: "Alabado sea Dios,
el Inmenso, las maravillas de su creación son incontables". Pregunté:
"Gabriel, esos ángeles que he visto en aquella mar inmensa, dispuestos en
tantas filas, y cuya esencia parece de pura luz, ¿quiénes eran?" Gabriel
dijo:
"Eran los espirituales (ruhaniân), de los cuales dice
el Señor Todopoderoso: El día de la resurrección, las almas y los ángeles
estarán en filas", "Gabriel, he visto una muchedumbre inmensa en la
mar altísima, que estaba ordenada por encima de todas las dignidades y se
encontraba alrededor del Santo Trono. ¿Quiénes son aquéllos seres?" Me
dijo: "Son los querubines, lo más nobles y más grandes entre los ángeles,
Muhammad. Su misión es demasiado considerable para que pueda yo comprenderla o
conocer su secreto".
Después de esto, Gabriel me tomó de la mano y
me condujo a la puerta del paraíso para que yo lo viera, con sus grados y las
moradas de los creyentes, los lugares que les estaban destinados y a donde
habían llegado. En la puerta del Paraíso había escrito esto: "Por una
limosna diez veces la recompensa; por un préstamo, dieciocho veces".
"Gabriel -dije-, ¿cómo es que prestar es mejor que dar limosna?" Y él
dijo: "Porque el mendigo siempre pide dinero, lo necesite o no. Pero el
que pide prestado sólo lo hace impulsado por la necesidad".
Luego entré en el Paraíso: vi casitas y
castillos de nácar, de rubí y de esmeralda; las paredes eran de ladrillo de oro
y plata, el suelo era de almizcle oloroso y el revestimiento era de azafrán. Vi
un árbol de ramas de oro, hojas de seda, tronco de perla, y raíz de plata. Vi
unos riachuelos, uno era de agua, otro de leche, otro de miel y otro de vino.
También vi un río inmenso cuya agua era más blanca que la leche, más dulce que
la miel y más perfumada que el almizcle; las piedras de su lecho eran perlas y
rubíes. Gabriel dijo: "Muhammad, son el Kawthar y el Tasnim,
a los que el Todopoderoso ha concedido la gracia de hacerlos tuyos. Su fuente
está situada bajo el Santo Trono; por cada palacio, casa o mansión solariega
de las moradas del paraíso pasa un brazo de estos ríos, de tal manera que se
mezclan miel, leche y vino. Dicen que hay una fuente en la que beben los
servidores de Dios y se vuelven luminosos por su luz".
Salí del Paraíso y deseé ver cómo era el
infierno. Vi un ángel de rostro muy feo, cruel, iracundo y amargo. Sentí miedo
de él y le pregunté a Gabriel: "¿Quién es ese, que al verlo soy presa de
temor y espanto?". Gabriel me dijo: "No es asombroso, pues todos
nosotros, los ángeles, sentimos ante él el mismo temor y espanto. Es Malik, el
señor del infierno; en él no fueron creadas ni alegría ni felicidad, y jamás
sonríe". Y le dijo: "Malik, éste es Muhammad; es el último profeta de
los tiempos, el enviado de los árabes". Él, entonces, me miró, me saludó y
cumplimentó y me anunció el paraíso. Le dije: "Dime cómo es el
infierno". Respondió: "Lo cocieron mil años hasta que se puso al
rojo, lo cocieron mil años hasta que se puso al blanco, lo cocieron otros mil
años hasta que se puso negro. Ahora es negro, tenebroso como una montaña de
fuego, y en él la gente se mata y se devora. Mohammed, si a un anillo de esta
cadena de fuego lo pusieran sobre una montaña de la tierra, la quemadura
fundiría la montaña como si fuera estaño, y llegaría hasta las entrañas de la
tierra". Yo dije: "Malik, muéstrame una parte del infierno".
Entonces me abrió un rincón de él: una llama de las llamaradas de la hoguera
surgió negra y tremenda. El humo cubrió los horizontes, que quedaron sumidos
en tinieblas. Sentí un espanto inmenso ante aquella cosa horrible, tanto que
no puedo expresarlo. Viendo aquello, perdí el conocimiento, y Gabriel tuvo que
sostenerme y ordenó a Malik que devolviera a su sitio aquel trozo del infierno
(22).
El Profeta se alejó de aquel lugar, Gabriel
lo tomó en sus alas y lo bajó al séptimo cielo. Encontró de nueva Moisés, que
le dijo: "¿Qué te ha ordenado Dios Altísimo para tu comunidad?"
Respondió: "cincuenta oraciones rituales cada día y cada noche".
Moisés le dijo: "Muhammad, yo he visto a los hombres, los he conocido y
puesto a prueba; los de tu comunidad son débiles y no tienen la capacidad de
someterse a cincuenta oraciones. Vuelve y pide a Dios una reducción".
Entonces se volvió Muhammad y pidió una reducción de diez oraciones. Volvió con
Moisés y volvieron a hablar. Moisés le dijo otra vez lo mismo: su comunidad no
tenía capacidad suficiente para cuarenta oraciones. Volvió atrás de nuevo y
pidió otra reducción, y obtuvo diez oraciones menos. Después de haber ido
cuatro veces a pedir una reducción, volvió a Moisés, y ésté lo mandó de vuelta
tras haberle repetido las mismas palabras. Muhammad se volvió y pidió una
última reducción, de tal suerte que las cincuenta oraciones quedaron en cinco.
Después de hacer ido cinco veces, y haber reducido a cinco las oraciones,
Moisés le dijo otra vez que volviese atrás y consiguiera una reducción mejor.
Entonces dijo Muhammad: "Después de todo esto me da vergúenza volver a
la carga". Aceptó las cinco y se sometió (23). Luego, cuando dejó a
Moisés, oyó una voz tras de sí: "He consolidado Mi orden y he perdonado a
Mi servidor. Y el día en que creé el cielo y la tierra, hice obligatorias para
tu pueblo cinco oraciones, y lo que he decretado no cambia, y recompensa
cincuenta veces cada día de oraciones, diez veces cada acto bueno".
Según algunas tradiciones, el Profeta dijo:
"Cuando volvía al cielo terrenal, miré bajo el cielo y vi polvareda y
humo, y oí un canto hechizante. Pregunté: "Gabriel, ¿qué es eso?"
"Son los demonios, dijo, que se ponen ante los ojos de los hijos de Adán
y les cierran las facultades de pensamiento y de reflexión para que no piensen
en el mundo espiritual del cielo y de la tierra. De no ser así, ¿qué maravillas
podrían contemplar?". Luego me llevó Gabriel con el pueblo de Moisés,
aquel del que dijo el Todopoderoso:
"Hay, en el pueblo de Moisés, un grupo que conduce la gente a
Dios", y les hablé. Después de esto, volvimos al Templo de Jerusalén, a
cuya puerta seguía estando Alborac".
El Profeta montó, con Gabriel, que le condujo de vuelta a La Meca, y,
allí, lo devolvió a su lecho (24). Aún quedaban varias horas para que terminase
la noche. Gabriel dijo: Muhammad, cuéntale a tu pueblo todo cuanto has visto
entre los grandes signos y los poderosos misterios del Dios de Gracia".
Muhammad dijo: "Gabriel, me tratarán de mentiroso y no me creerán".
Gabriel respondió: "Y qué te importa a ti sí ellos no creen?".
(1) Editado por 'Ali Asqar Hekmat, Teherán, Ibn
Sina, T.V. (1338-9 h.).
(2) No obstante hemos aplicado al relato algunos
recortes menores a fin de aligerar ciertos pasajes de autenticidad dudosa o de
interés secundario.
(3) Gabriel, Miguel y Rafael son tres de los
cuatro o cinco grandes ángeles enviados a los hombres. A Gabriel se lo
identifica las más de las veces con el Espiritu Santo, el Logos cuya revelación
le fue transmitida al Profeta en forma de Corán. Rafael es el ángel del
socorro y la guía espiritual (es él quien sujeta las riendas en el texto),
pero según otras fuentes, este papel le corresponde a Miguel.
(4) Según otras tradiciones, el Profeta sufrió
esta operación en su infancia.
(5) El Zemzem es la fuente milagrosamente
descubierta por Ismael y su madre Flagar, la sirva de Abraham. Sigue manando
cerca de la Kaaba, y su agua es sagrada.
(6) Son dos montículos de La Meca que señalan una
etapa importante en las deambulaciones rituales de la peregrinación.
(7) Alborac,
animal fabuloso, corresponde, a mi entender, a la facultad de imaginación
activa que le permite al iniciado visionar, visualizar, las verdades
metafísicas en su aspecto sensible, como formas puras, así como desprender del
mundo material formas ideales pero no menos reales. Así el Espíritu Santo toma
el rostro del Angel, y la ciudad de Jerusalén es contemplada en su forma arquetípica.
No obstante, esta facultad no puede abrirse sin la intervención de una gracia
sobrenatural, sin lo cual amenaza llevar a la locura o a la perdición. Por eso,
primero, Alborac está rebelde, y luego se calma ante la exhortación del Angel.
Entonces, Muhammad, haciendo uno solo con su montura, empieza a evolucionar
por el espacío terreno, o más bien por el reflejo imaginal de ese espacio, en
la parte inferior del doble barzakh, al que toda forma terrena envía su
imagen. Por eso durante el camino podrá ver la imagen de una caravana que se
dirige concretamente a La Meca. Más tarde, después de haber dirigido la oración
en Jerusalén, alcanza una región más elevada del barzakh, donde
contempla, ya no el reflejo espiritual del mundo, sino aquel mundo de las
formas arquetipo del que los seres terrenales no son más que sombras hundidas
en la materia. Allí descubre un aspecto del infierno provisional reservado a
los malos antes de su comparecencia al Juicio Final y su condenación
definitiva.
Finalmente,
en el estadio último, ya no halla a Alborac, pues el encuentro con Dios no
requiere la misma facultad visionaria sino que se produce tras pasar por los
velos de tinieblas y los velos de luz, que evocan la noche de los sentidos, la
aniquilación y supraexistencia.
(8) La llamada de los judíos que viene de la
derecha, entiendo que significa el rigor del dogma que conduce al fariseismo.
La llamada de los cristianos a la izquierda, la religión del puro espíritu,
que conduce a la trampa de las vanas especulaciones teológicas sobre la
naturaleza de la Trinidad, la divinidad de Cristo, etc... Los judíos quieren
confundir a Muhammad, corno habían hecho con Jesús haciéndoles preguntas que
incumbían a la Ley exotérica. Los cristianos quieren hacerle una de aquellas
preguntas que por aquel entonces habían dividido a la Iglesia suscitando
disputas bizantinas.
(9) Es el nombre
antiguo de Medina, adonde emigraron los primeros musulmanes. Curiosamente, la
misma ciudad aparece más adelante con su nombre nuevo.
(10) Según otra tradición, le presentaron vino, agua y leche. El
ángel le dijo: "Has sabido elegir la veradadera naturaleza primordial
(fítrah). Dios salvaguardará por ti a tu comunidad". Según otra
tradición, dijo: "Si hubieras escogido el vino, tu comunidad se habría
extraviado, y si hubieses elegido el agua, se habría dispersado". Según
Ibn 'Arabí, la leche simboliza siempre el conocimiento, el vino simboliza la
ebriedad y el amor espirituales, y el agua la pureza receptiva del alma (cf. La
Sagesse des Prophétes, de Ibn 'Arabí. Traducción y comentarios de Titus
Burckhardt, Paris 1979, pp. 160).
Después
de que le hayan lavado las entrañas, y que haya pasado la prueba de las tres
tentaciones, y las tres copas, Mohammed ha alcanzado el grado de pureza, de
dominio y de sabiduría, requeridos para dirigir la oración de todos los
profetas en la Jerusalén celestial. El hecho de dirigir la oración no señala
realmente superioridad con respecto a los demás enviados, sino que más bien
indica que a partir de ahora, el Islam, está consagrado como religión universal,
con el privilegio de que le corresponde en cuanto último mensaje divino y
última revelación del pasado y las culmina y lleva a la perfección.
No obstante,
algunos místicos proponen otra interpretación: "Un día -cuentan- un grupo
de místicos de la época habían venido a visitar a nuestro maestro Jalaluddin
Rûmî. Uno de ellos le preguntó cuál era el misterio contenido en la tradición
del profeta: 'Dios Altísimo tiene un licor que ha preparado para sus santos:
cuando lo han bebido, están embriagados, y cuando se sienten bien, se vuelven
locos, etc.'. Para saber cuál era aquél liquido, Rûmi respondió: "Cuando
Muhammad (que Dios lo bendiga y le dé la Paz) recibió el favor particular a que
alude el Corán con sus expresiones «a la distancia de dos tiros de arco o
incluso más cerca», dominó las partes eminentes de las verdades, contempló con
el ojo de la inteligencia la belleza y la perfección del Ser, supremo único,
tras haber descubierto las sutilezas indecibles y haber profundizado en los
secretos de los tesoros inefables, le fueron enviadas por el Altísimo dos copas
de luz, una llena de vino puro y otra llena de leche fácil de absorber, y se le
indicó que debía escoger entre aquellas dos copas. El Profeta dijo: «He
escogido la leche (para mi), y he ocultado el vino para los mejores de mí
nación». En efecto, aquella época era el comienzo de los juicios traídos por
los reglamentos de la ley canónica, y el refuerzo la base de las órdenes de la
vía religiosa; conservó la copa mostrando el mundo de la verdad para los
místicos de su nación y los espíritus distinguidos de su comunidad; del
perfume agradable de aquel vino viene que algunos santos perfectos se desmayen
durante los éxtasis y descubran (a los demás) los secretos". Aflaki: Les
Saints des derviches tourneurs (trad. Cl. Huart, París 1918, p. 179).
(11)
Peregrinación a Jerusalén, que es
también un viaje en el tiempo de las
fuentes históricas del
monoteísmo, comienza el viaje en la dimensión vertical, que lo conducirá a la
fuente metafísica del monoteísmo: el frente a frente con Dios.
(12)
La palabra mi'raj, de
origen etíope, significa escala, y, por extensión, ascensión.
(13)
Uno de los más célebres
transmisores de tradiciones, contemporáneo del Profeta.
(14)
Esta ave extraordinaria es el
arquetipo celestial de todos los cuerpos terrenales, la forma primordial cuya
visión no puede percibirse más que con la imaginación activa. Su canto
consiste en una alabanza a Dios. Según el Corán, toda criatura, excepto el
hombre, está en constante estado de adoración.
(15) En
el Islam, a Aarón, hermano de Moisés, se le considera investido de misión
profética.
(16) Los profetas, así como el orden
de su encuentro varían según las tradiciones. Abraham ocupa el lugar más alto
como fundador del monoteísmo.
(17)
Según algunos comentadores, estos
cuatro ríos son las realidades ideales de la Forma y la Sustancia, de la
Corporalidad y la Materia. También pueden significar los cuatro elementos de la
Materia Prima (tierra, agua, fuego, aire).
(18) Gabriel está obligado a detenerse
allí porque sólo el hombre tiene el poder de elevarse tan alto. Tal poder
dimana del riesgo que ha asumido de tomar una condición material que igualmente
le permite caer más bajo que ninguna criatura.
(19)
En el simbolismo esotérico de los
colores, después del negro luminoso de la aniquilación en Dios (fanâ)
viene el verde esmeralda de la supraexistencia en Dios (baqâ). El verde
es, pues, el color de la perfección.
(20)
Este pasaje evoca un principio
importante de la mística islámica. Lo único que Dios espera de un ser es que
cumpla escrupulosamente el trabajo que le ha encomendado. Sólo a condición de
esto puede el hombre conformarse al deseo divino y recibir todas las gracias
que se desprenden del contentamiento de Dios. Para él, ese conocimiento es el
único fin y la más alta felicidad interior. Muhammad nunca apuntó a otra cosa
que cumplir perfectamente su misión. Incluso en este instante inefable
encuentra fuerza para recordarlo y aboga por su pueblo allí donde cualquier
otro se hubiera sumido en el éxtasis, olvidándolo todo. Muhammad nunca aludió
a su categoría espiritual; estaba totalmente sometido al designio divino, que
aprendió a realizar sin añadirle ni quitarle nada, considerando suficiente el
título de "servidor".
(21)
Señalemos
que la tradición no dice qué vio de Dios el Profeta, sino que refiere solamente
un diálogo. Más tarde, a los que le preguntarán, dirá que vio a Dios "con
el corazon".
(22)
Mientras
que la primera imagen del infierno era muy concreta, la segunda, en su
simplicidad, es mucho más terrible, como si Muhammad hubiese vislumbrado la
nada causada por el alejamiento del Principio.
(23)
El número cinco tiene una
importancia particular en la tradición islámica: los cinco pilares de la fe
activa, los cinco elegidos (Muhammad, 'Ali, Fátima, Hussein y Hassân), las
cinco oraciones diarias, la estrella de cinco brazos y la mano de Fátima).
(24)
Según ciertas fuentes, el viaje
fue tan breve en tiempo terrenal, que cuando el profeta volvió a encontrarse
en su habitación acababa de vaciarse una jarra que se había tomado en el
momento en que Gabriel lo sacó del sueño.
(Publicado en "Cielo y
Tierra", nº 6, Barcelona, 1983-84).
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