jueves, 13 de noviembre de 2008

It's the demography, stupid. por Mark Stein

It's the demography, stupid. por Mark Stein

Al problema demográfico de Europa se agrava dramáticamente en algunas de sus partes como es España y más concretamente en Castilla.

Un informe de la ONU de 20 de marzo del 2000 decía que se necesitan 700 millones de inmigrantes – es decir bastantes más de la actual población europea- de aquí al 2050 para substituir la declinante población de Europa.

Un ínfimo 1% de esa cantidad es mayor que la actual población castellana.

Lo que en su día fue Castilla ha quedado disperso en diversas regiones meramente administrativas y burocráticas sin ninguna a referencia étnica , identitaria o de cualquier otro tipo; leoneses, manchegos todo queda mezclado en un totum revolutun, vagamente unificado por el uso de una lengua común, que por otra parte no es más que la lengua oficial del estado.

Entes abstractos donde los haya, en las nuevas autonomías centropeninsularas poco significa ya ser burgalés, segoviano o abulense como algo diferente de leonés, manchego o toledano.

El futuro de tales abstracciones estará repleto de cosas todavía más insólitas: senegaleses, mauritanos, burkineses, gambianos, chadianos, caboverdianos y otros; probablemente se diga entonces que esos son los castellanos de turno. Nada del Cid, del Monasterio de San Millán, o de la Catedral de Burgos, una uniforme marea islámica convertirá todo eso en un baúl de recuerdos lejanos.

A falta de hacer otra cosa no está mal ilustrase;" hombre precavido vale por dos", acaso sea esa una posible clave demográfica.

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Tomado de la bitácora 'Alianza de Civilizaciones)

. It’s the demography, stupid

Es la demografía, estúpido.La razón verdadera. El Oeste está en el peligro de la extinción.

Por Mark Steyn

La mayoría de los que leen esto tienen la mente curtida, así que permítanme exponerlo tan libremente como pueda: Mucho de lo que generalmente llamamos mundo occidental no sobrevivirá este siglo, y gran parte de él desaparecerá de hecho durante nuestras vidas, incluyendo si no la mayoría, muchos de los países de Europa occidental.

Probablemente existirá un área geográfica en el mapa señalada como Italia, o Países Bajos -probablemente- así como en Estambul hay todavía un edificio llamado Catedral de Santa Sofía. Pero no es una verdadera catedral, sino meramente una designación para una pieza inmobiliaria. Igualmente, Italia y los Países Bajos serán meramente designaciones inmobiliarias.
Para los que consideran que la civilización occidental está en la balanza más que las alternativas, el reto es imaginar una forma de salvar al menos algunas partes de Occidente.

Un obstáculo para hacerlo es que, en una elección típica en nuestras democracias industriales avanzadas, las plataformas políticas de al menos un partido en Estados Unidos y casi todos los partidos en el resto de Occidente, tratan de lo pudiéramos llamar impulsos secundarios de la sociedad - atención gubernamental de la salud, guarderías gubernamentales (que Canadá está pensando en establecer), licencia paternal gubernamental (que Inglaterra acaba de establecer). Hemos dado prioridad al impulso secundario sobre los primarios -defensa nacional, familia, fe y, el más básico de todos, la actividad reproductiva -"Creced y multiplicaos"- porque si no lo hace, no será capaz de permitirse todos los otros impulsos secundarios, como el bienestar de la cuna hasta la tumba.

Los norteamericanos no entienden cuán lejos ha ido por ese camino la mayor parte del mundo desarrollado: En el gabinete canadiense y la mayor parte de los europeos occidentales, el ministerio de defensa es una etapa por la que pasa un político ambicioso en su ascenso a otros trabajos importantes como el Departamento de la Salud.

No creo que Donald Rumsfeld consideraría un ascenso el que lo trasladaran al departamento de Salud. El fallo en el diseño del estado social democrático secular es que, para sostenerlo, requiere la tasa de nacimientos de una sociedad religiosa. El hiperracionalismo post cristiano es, objetivamente, mucho menos racional que el catolicismo o el mormonismo. En verdad, al confiar en la inmigración para asegurar su futuro, la Unión Europea ha adoptado una variación siglo vigésimo primero de la estrategia de los shakers, a quienes se les prohibió reproducirse, y sólo mediante la conversión podían aumentar su número. El problema está en que las sociedades de impulso secundario confunden sus debilidades con fortalezas o -al menos- virtudes, y es por eso que están demostrando ser tan débiles al enfrentar una fuerza primaria como el Islam.

Hablando de lo cual, si estamos en guerra -y la mitad del pueblo norteamericano y porcentajes significativamente más altos en Inglaterra, Canadá y Europa no aceptan esa definición- entonces ¿sobre qué es, exactamente, la guerra?

Sabemos que no es realmente una "guerra contra el terrorismo". Ni es, en el fondo, una guerra contra "El Islam", ni inclusive contra el "Islam radical". La fe musulmana, cualquiera que sean sus méritos para los creyentes, es un asunto problemático para el resto de nosotros.

Hay muchos puntos conflictivos en el mundo pero, por regla general, es fácil hacer una conjetura ilustrada sobre uno de los participantes:- musulmanes contra judíos en "Palestina", musulmanes contra hindúes en Cachemira, musulmanes contra cristianos en África, musulmanes contra budistas en Tailandia, musulmanes contra rusos en el Cáucaso, musulmanes contra turistas mochileros en Bali.

Estas gentes, igual que los ambientalistas, aunque de pensamiento global, actúan localmente. Sin embargo, aunque el Islamismo es el enemigo, no es de eso de lo que se trata. El islamismo radical es una infección oportunista, igual que el SIDA: no es el VIH lo que le mata, es la neumonía que usted adquiere cuando su cuerpo está demasiado débil para combatirla.

Los yihadistas pierden cuando se enfrentan con los militares norteamericanos -como lo hicieron en Afganistán e Irak Si esto fuera como la Primera Guerra Mundial con unos en una trinchera y otros en otra, todo se terminaría muy rápido. De lo que se han dado cuenta los yihadistas más astutos. Ellos saben que no nos pueden ganar en el campo de batalla, pero creen que hay una gran posibilidad de que puedan prolongar las cosas hasta que la civilización occidental colapse por si misma y que el Islam herede por defecto.

Y la guerra gira sobre eso: sobre la falta de confianza en nuestra civilización.

Como lo dice una cita famosa de Arnold Toynbee: "Las civilizaciones mueren por suicidio, no por asesinato" - como puede verse ahora mismo en parte del "Mundo occidental".

La agenda progresista –espléndido bienestar social, aborto, secularismo, multiculturalismo,- es colectivamente el único verdadero ataque suicida. Tomen el multiculturalismo. El multiculturalismo no implica saber algo sobre otras culturas -la capital de Bután, las exportaciones principales de Malawi, ¿a quién le importa? Lo único que requiere es sentirse bien acerca de otras culturas.

Fundamentalmente es un fraude, y yo diría que, subliminalmente, fue aceptado sobre esa base. La mayoría de los adherentes de la idea de que todas las culturas son iguales, no quieren vivir en ningún otro lado que no sea una sociedad occidental avanzada. El multiculturalismo significa que su hijo tiene que aprender un canto fúnebre terrible para el concierto del día festivo escolar en lugar de cantar un villancico tradicional o que su masajista holística use técnicas de los indios americanos, pero no que usted vaya a tener que vivir en una sociedad africana o india. Es una verdadera maravilla de idiotez progresista.

Entonces ocurrió lo del 11 de Septiembre. Y, extraño, la reacción de casi todos los líderes occidentales fue visitar una mezquita: Lo hizo el presidente Bush, lo hizo el príncipe de Gales, lo hizo el primer ministro del Reino Unido, lo hizo el primer ministro de Canadá, etc. El primer ministro de Ontario no, y por lo tanto 20 líderes comunitarios musulmanes tuvieron una reunión cumbre para denunciarlo por no haber visitado una mezquita. No sé por qué no lo hizo. Quizá tenía muchos asuntos atrasados, eran momentos de mucho tráfico hacia las mezquitas.

Primeros ministros en congestiones de tráfico arriba y abajo de las carreteras tratando de llegar a la mezquita de la Espada del Ejecutor de los Infieles. Pero, por alguna razón, no lo pudo incluir en su agitado itinerario. El ministro de la ciudadanía de Ontario sí asistió a una mezquita, pero los Imanes lo tomaron como un gran insulto, como si la Reina hubiera enviado a Fergie a inaugurar los juegos de la Comunidad Británica.

De suerte que el Primer Ministro de Ontario tuvo que celebrar una nutrida reunión con los ofendidos Imanes, para excusarse por no ir a una mezquita y, como informó el periódico Star de Toronto, "asegurarles enfáticamente de que el gobierno provincial no los ve como enemigos" .

De todas formas, la fiebre de "lléveme-a-la-mezquita-a-tiempo" desapareció, pero creó la tónica para nuestro enfoque general a esas atrocidades. La vieja definición de nanosegundo era el lapso de tiempo que transcurre en Nueva York entre el cambio de luces del semáforo y el primer bocinazo del carro de atrás. La nueva definición es el lapso entre un bombazo terrorista y la declaración de prensa de un grupo islámico advirtiendo contra una reacción violenta contra los musulmanes.

En la mayoría de las circunstancias, sería considerado de mal gusto vergonzoso desviar la atención de un verdadero "crimen de odio" para alarmar sobre otro puramente hipotético. Por supuesto que no hay ninguna campaña de crímenes de odio islamofóbicos.

Más bien el Occidente está inundado por una epidemia de crímenes de odio contra si mismo. Un comentarista de la página de Internet de Tim Blair, en Australia, lo resumió con una parodia perfecta de un titular de The Guardian:- " Líderes de la Comunidad Musulmana advierten contra las reacciones violentas por el ataque terrorista de mañana por la mañana". Esos líderes comunitarios han sabido medirnos.

El islamismo radical es lo que el multiculturalismo ha estado esperando todo este tiempo. En "La supervivencia de la cultura", yo cité a la eminente abogada Helena Kennedy, del Consejo de la Reina. Poco después del 11 Septiembre, la baronesa Kennedy arguyó, en un programa de la BBC, que era demasiado fácil menospreciar a los "fundamentalistas islámicos". "Nosotros, como liberales occidentales, somos fundamentalistas con demasiada frecuencia", se quejó. "No observamos nuestro propio fundamentalismo".

Bien, dijo el entrevistador, ¿qué sería exactamente ese liberalismo fundamentalista? "Una de las cosas en que insistimos demasiado es que somos gente tolerante, y que la intolerancia es propia de otros países como los islámicos. Y yo no estoy segura de que eso sea cierto".

Caramba. Lady Kennedy argumentaba que la tolerancia de nuestra propia tolerancia nos está haciendo intolerantes de la intolerancia de otra gente, lo que es intolerable. Y, aunque pueda sonar improbable, esto se ha convertido ahora en la más alta y rarificada forma de multiculturalismo. ¿Así que usted es delicado con los homosexuales y los esquimales? Eso no tiene mérito. Cualquiera puede ser tolerante con gente así, pero tolerancia con la intolerancia da a los masoquistas multiculturales un estremecimiento de placer aun más intenso.

En otras palabras, al igual que el SIDA pandémico facilitó grandemente la rendición social a la agenda de los homosexuales, el 09/11 está facilitando grandemente nuestra rendición a los aspectos más extremos de la agenda multicultural.

Por ejemplo -un día de 2004, una par de canadienses en regreso a su hogar, llegaron al aeropuerto internacional Lester B. Pearson, en Toronto. Eran el hijo y viuda de un sujeto llamado Ahmed Said Khadr que, en la frontera de Pakistán-Afganistán era conocido como "al-Kanadi". ¿Por qué? Porque era el canadiense de más alto rango en al Qaida, era "el Número Uno".

En verdad, se puede argumentar que la familia Khdar es la principal contribución a la guerra contra el terrorismo. Admitamos que están en el lado equivocado (si ustedes me perdonan que yo emita juicio) pero nadie puede discutir que están en el meollo de la cuestión. Uno de los hijos de Khdar fue capturado en Afganistán después de matar a un paramédico de las fuerzas especiales norteamericanas. Otro fue capturado y detenido en Guantánamo. Un tercero se voló con una bomba mientras estaba matando a un soldado canadiense en Kabul. El mismo papá Khdar murió en una balacera con fuerzas paquistaníes a principios de 2004. ¡Y dicen que nosotros los canadienses no estamos poniendo nuestro granito de arena en esta guerra!

En el curso de la fatal balacera de al-Kanadi, su hijo menor quedó paralizado. Y, muy razonablemente, el menor no quería un hospital carcelario en Peshawar. Así que la Sra. Khadr y su hijo regresaron a Toronto para poder disfrutar los beneficios del sistema gubernamental de salud de Toronto. "Soy un canadiense, y no estoy mendigando mis derechos", declaró la viuda Khadr, "Estoy exigiendo mis derechos".

Como siempre se dice, la traición es difícil de probar ante los tribunales, pero dadas las circunstancias de la muerte del señor Khadr, parece claro que no sólo él estaba dando "ayuda y ánimo a los enemigos de la Reina", sino que él era, de hecho, el enemigo de la Reina. La infantería ligera de la Princesa Patricia, el vigésimo segundo regimiento real y otros canadienses han estado sirviendo en Afganistán, en una de las partes en el conflicto, y la familia Khadr ha estado allá sirviendo en la otra parte. Sin embargo, el Primer Ministro de Canadá pensó que las demandas del muchacho Khadr al sistema de salud pública era una excelente oportunidad para demostrar su hondo compromiso personal a la "diversidad". Interrogado sobre el regreso de Khadr a Toronto, dijo: "Creo que una vez que se es ciudadano canadiense, se tiene derecho a opiniones propias, y a disentir".

Eso es lo maravilloso del multiculturalismo. Se puede escoger en que parte de la guerra se quiere militar. Cuando llega la tarjeta de reclutamiento, simplemente marque "amigo", o "enemigo", según su gusto.

El Primer Ministro canadiense es un típico político occidental de la etapa tardía. Él pudiera haber dicho, bien, ésta es gente despreciable, y sé que muchos de nosotros estamos disgustados con la idea de que los dólares de nuestros impuestos sean usados para dar atención sanitaria a un hombre cuya ciudadanía canadiense no es más que una bandera de conveniencia pero, desafortunadamente, esa es la ley, y mientras tratamos de ajustarla, parece que este chusma se salió con la suya.

En su lugar, su reflejo instintivo fue proclamar esto como una demostración de las virtudes del estado multicultural. Como muchos líderes occidentales iluminados, el Primer Ministro canadiense se estará congratulando a sí mismo de su ilimitada tolerancia hasta que las fuerzas de la intolerancia acaben con él.

Eso, digámoslo, es un punto de similitud entre el yihad y movimientos terroristas convencionales como el IRA y la ETA. Los grupos terroristas se mantienen debido a una falta de confianza de lado de sus objetivos.

El IRA, por ejemplo, calculó correctamente que los ingleses tenían la capacidad, pero no la voluntad, de aplastarlos totalmente, Sabían así que mientras que nunca podrían triunfar militarmente, tampoco nunca podrían ser derrotados. Los islamitas han razonado de la misma manera. La única diferencia es que la mayoría de las guerras terroristas está altamente localizada. Tenemos ahora la primera verdadera insurgencia terrorista global porque los islamitas miran el mundo entero en la misma forma que el IRA contempla los territorios de Fermanagh. Lo quieren para sí, y han calculado que nuestra civilización carece de voluntad para impedírselo.

En The New Criterion pasamos mucho tiempo atacando a las elites, y tenemos derecho a hacerlo. Las esferas dirigentes de la cultura han sido una desgracia en las últimas décadas. Pero si fuera sólo un problema con las elites, no sería tan serio. Las turbas pudieran alzarse y colgarlos de los faroles -escenario no improbable en ciertos países del continente. Pero ahora el problema va más allá de los grupos dirigentes. La anexión gubernamental de la mayoría de las responsabilidades claves de la vida - crianza de los hijos, cuidar de los padres ancianos - ha cambiado profundamente la relación entre el ciudadano y el estado. En algún momento -yo diría que la socialización del cuidado de la salud - se cruza una línea y es muy difícil persuadir a una ciudadanía, cuando está disfrutando tanta prodigalidad gubernamental, a que dé marcha atrás. Recientemente, en National Review, saqué a colación esa línea que Gerald Ford siempre usa para congraciarse con las audiencias conservadoras:

"Un gobierno que es suficientemente grande como para darle todo lo que usted quiere, es suficientemente grande para quitarle todo lo que tiene". En realidad, las dificultades empiezan mucho antes de ese punto. Un gobierno que es suficientemente grande como para darle todo lo que quiere, no es todavía suficientemente grande como para hacer que usted devuelva algo. Eso es lo que están descubriendo las clases políticas francesas y alemanas.

Vuelva a esa lista de conflictos locales que mencioné. La yihad ha resistido durante mucho tiempo contra enemigos muy fuertes. Si usted es audaz contra los israelíes, los rusos, los indios y los nigerianos, ¿por qué no puede pensar que también pudiera serlo contra los belgas, los españoles y alemanes?.

De modo que los yihadistas no están haciendo más que empujarnos por el trasero mientras caminamos sonámbulos hacia el precipicio. Cuando digo "sonámbulos" no es porque seamos una cultura hastiada de la vida. Al contrario, una de las señales más claras de nuestro declinar es la forma en que gastamos tanta energía en preocuparnos por lo que no lo merece.

Si ustedes han leído el libro -entre los más vendidos- "Colapso: cómo las sociedades deciden fracasar o triunfar", de Jared Diamond, recordarán que él explica minuciosamente como las islas de Pascuas se han destruido porque talaron sus árboles.

Aparentemente, es por eso que no son miembro del G-8 o del Consejo de Seguridad de la ONU. Lo mismo con respecto a los groenlandeses y los mayas y los curiosos ejemplos de sociedades seleccionados por Diamond. En verdad, según el autor, casi todas las sociedades colapsan porque talan sus árboles.

El pobre Diamond no puede ver el bosque por su obsesión con los árboles (Rusia está colapsando aunque está haciendo una gran reforestación). Una de las formas en que "las sociedades escogen fracasar o triunfar" es al escoger de qué preocuparse.

El mundo occidental ha dado más riqueza y comodidades a más de sus ciudadanos que cualquier otra civilización en la historia. Como pago hemos desarrollado un gran culto a la preocupación.

Ustedes conocen los clásicos del género: en 1968, en su libro, de los más vendidos, "La bomba demográfica”, el eminente científico Paul Ehrlich declaró: "En los 1970 el mundo atravesará hambrunas -cientos de millones de personas van a morir de hambre". En 1972, en su famoso estudio "Los límites del crecimiento", el Club de Roma anunció que el oro se agotaría en el mundo para 1981, el mercurio para 1985, el estaño para 1987, el zinc para 1990, el petróleo para 1992, y el plomo el gas para 1993.

Nada de eso sucedió. En verdad, está sucediendo lo opuesto. Estamos casi inundados de recursos, pero se nos está acabando la gente, sin las cuales nada de lo demás importa. Rusia es el ejemplo más obvio: es el país más grande de la tierra, está lleno de recursos naturales y, sin embargo, está muriendo, su población disminuye en forma calamitosa.

Según el estado de ánimo de nuestras elites, cualquier cosa que sucede, de terrorismo a tsunamis, sólo puede ser entendido, por defecto, como derivado de lo pernicioso de la civilización occidental.

Como escribió Jean-Francois Ravel, "Está claro que una civilización que se siente culpable de todo lo que es y hace, carecerá de la energía y convicción para defenderse."

Y aunque ninguno de los pronósticos de los apocalípticos de los 1970 se realizó, eso sólo quiere decir que, en treinta años, el fin del mundo tiene que actualizarse. El tiempo de llegada, según los estimados corregidos, es el 2032. Es decir, en 2002, el panorama ambiental global de las Naciones Unidas predijo "la destrucción del 70 por ciento del mundo natural en treinta años, extinción masiva de las especies... más de la mitad del mundo estará afectado por carencias de agua, con el 95 por ciento de la gente del medio oriente con severos problemas... 25 por ciento de todas las especies de mamíferos y 10 por ciento de los pájaros estarán extintos, etc., etc.

En 450 páginas. O, para abreviar, como dijo el periódico The Guardian: "A menos que cambiemos nuestra conducta, el mundo afronta el desastre".

Bien, aquí va mi predicción para el 2032: a menos que cambiemos nuestra conducta, el mundo afronta un futuro donde el ambiente tendrá muy buen aspecto. Si usted es un árbol, o una roca, estará muy bien. Son los italianos y los suecos los que estarán afrontando la extinción y la pérdida de su hábitat natural.

No habrá ningún Apocalipsis ambiental. El petróleo, el carbón, las emisiones de dióxido de carbono, la deforestación, ninguna de esas cosas merece preocupación. Lo que es preocupante es que empleamos mucho tiempo preocupándonos de cosas que no merecen preocupación y que no nos preocupamos de cosas de las que debíamos preocuparnos.

Durante 30 años nos han llamado en infinitas ocasiones a despertarnos por problemas que no tenían por qué perturbar nuestro sueño. Pero para los muy reales cambios en nuestra sociedad, que no nos causan remordimiento, los que en verdad amenazan nuestro futuro, permanecemos profundamente dormidos.

El mundo está cambiando dramáticamente, ahora mismo, y expertos histéricos cotorrean sobre una hipotética disminución del camarón antártico que puede suceder, concebiblemente, tan lejos de ahora, que es improbable que para entonces quede vivo alguno de los preocupados ambientalistas japoneses o italianos a ser devastado (por ese hecho)...

En una economía globalizada, los ambientalistas quieren que nos preocupemos de que el capitalismo del Primer Mundo imponga sus normas sobre un Tercer Mundo bucólico, pastoral y primitivo. Sin embargo, en tanto que la "globalización" sea una amenaza, el verdadero peligro es precisamente lo opuesto -que las peculiaridades del atraso puedan saltar instantáneamente al primer mundo.

Los cerdos son bienes valiosos, y duermen en la sala, en la China rural, y de pronto una enfermedad respiratoria desconocida está matando gente en Toronto, simplemente porque alguien montó en un avión.

Esa es la forma en que hay que mirar el islamismo.

Nos inquietamos sobre los McDonalds y Disney, pero la historia del gran éxito de la globalización es la forma en que los sauditas han tomado una brutal, oscura e irrelevante forma del Islam, practicada por beduinos errantes, y la han exportado exitosamente al corazón de Copenhague, Rótterdam, Manchester, Buffalo...

¿Cuál es mejor? ¿Una globalización que exporta hamburguesas de queso y canciones populares o una que exporta los aspectos más feroces de su cultura? Cuando se trata de predecir el futuro, la tasa de natalidad es lo más cercano al realismo.

Si sólo un millón de bebés nacen en 2006, es difícil conseguir dos millones de adultos para que entren en la fuerza laboral de 2026 (ó 2033 ó 2037, ó cuando terminen de superar el manejo de sus cóleras o se gradúen de sus estudios grotescos).

Y la información seria sobre bebés en todo el mundo es que se están agotando más rápido que el petróleo. La tasa de fertilidad de "reemplazo", i.e., el número que se necesita para el menos tener una población estable, que no disminuya, es de 2.1. bebés por mujer. Algunos países, están muy por encima: el líder mundial de la fertilidad, Somalia, es 6.91, Afganistán 6.78, Yemen 6.75.

¿Han advertido que tienen en común esas naciones?

Siga bajando en la lista de los cien más fértiles y eventualmente encontrará a Estados Unidos, manteniéndose justo en la tasa de reemplazo, con 2.07 por mujer, Irlanda 1.87, Nueva Zelanda 1.79, Australia 1.76. Pero la tasa de fertilidad de Canadá está en 1.5, muy por debajo de la tasa de reemplazo; Alemania y Austria están en 1.3, Rusia e Italia en 1.2, España en 1.1, a mitad de la tasa de reemplazo, Es decir, la población de España disminuye la mitad en cada generación.

Para 2050, la población de Italia habrá disminuido en un 22%, Bulgaria en un 36%, Estonia en un 52%. En Estados Unidos la tendencia demográfica sugiere que los estados azules deberán solicitar membresía honoraria en Estados Unidos: en las elecciones de 2004, John Kerry ganó los 16 estados con la más baja tasa de natalidad; George Bush ganó 25 de los 26 estados con la más alta. Para 2050 habrá cien millones menos de europeos, 100 millones más norteamericanos, la mayor parte de los estados rojos.

A medida que se marchita la fertilidad, las sociedades envejecen: Japón y Europa parecen encaminarse a ser más viejas que sociedad funcional alguna lo haya sido jamás. Y sabemos lo que viene después de la vejez, Estos países dejarán de contar, a menos que encuentren la voluntad de cambiar sus procedimientos.

¿Es eso probable? No lo creo. Si se mira a los resultados de las elecciones europeas -más recientemente en Alemania- no es difícil concluir que, aunque los electores están insatisfechos con sus establecimientos políticos, están insatisfechos principalmente porque les molesta que se les pida reconsiderar sus beneficios gubernamentales y, aunque estos sean insostenibles de aquí a una generación, no tienen ninguna intención de reconsiderarlos.

El poder ejecutivo escocés recientemente se retractó de una propuesta a aumentar la edad de los trabajadores públicos escoceses. Actualmente es de 60 años, que es agradable pero insostenible. Pero la reacción del trabajador común escocés es que ése es un problema de otros. El trabajador común alemán trabaja un 22% de menos horas que su contrapartida norteamericana, y ningún político que quiera permanecer electoralmente viable propondrá cerrar la brecha en cualquier forma significativa.

Esta no es una diferencia cultural de hondas raíces entre el viejo y el nuevo mundo. Se origina en, digamos, los 1970. Si alguien quisiera responsabilizar a alguien, se pudiera argumentar que es producto de la presencia militar norteamericana.

Esa seguridad estadounidense liberó los presupuestos europeos: en lugar de tener que gastar dinero en cañones, se pudieron concentrar en mantequilla y en halagar a los votantes. Si el problema de Washington es que estos no son aliados serios, entonces, ¿de quién es la culpa? ¿Quién, en los años después de la Segunda Guerra Mundial, creó la OTAN como una alianza militar posmoderna? El "mundo libre", como los norteamericanos lo llamaron, fue un viaje gratis para todos los demás. Y, habiendo sido liberados de las responsabilidades primarias de ser nación, es apenas sorprendente que las naciones europeas tengan poco deseo de compartir la carga. En realidad, los absurdamente pródigos niveles del cuidado de la salud pública en el continente son subsidiados por los contribuyentes norteamericanos. Y este persistente ablandamiento de vastos sectores de Occidente los ha hecho incapaces de resistir una fuerza primaria como la del Islam.

No hay una "bomba demográfica". Nunca la hubo. Las tasas de nacimiento están declinando en todo el mundo -eventualmente cada pareja en el planeta pudiera decidirse a optar por el modelo occidental yuppy de tener, a los 39 años, un bebé diseñado.

Pero la demografía es un juego del último hombre en pie. Los grupos que sucumban últimos a la apatía demográfica tendrán una enorme ventaja. Ya en 1968 Paul Ehrlich y semejantes entendían que la llamada explosión demográfica era en realidad un ajuste masivo de la población. Del aumento de la población mundial entre 1970 y 2000, el mundo desarrollado respondía por menos del 9%, mientras que en el mundo musulmán era del 26%. Entre 1970 y 2000, el mundo occidental declinó de casi un 30% de la población mundial a un poco más del 20%, el mundo musulmán, de alrededor de un 15%, creció hasta un 20%.

1970 no parece ser hace mucho tiempo. Si usted es de la edad que suelen ser muchos de los que hoy dirigen el mundo occidental, sus pantalones son más estrechos de lo que eran entonces, y su pelo menos llamativo, pero el paisaje de su vida - la apariencia de su casa, el diseño de su automovil, la forma de sus útiles de cocina, las marcas de las cosas que tiene en su refrigerador -no es significativamente diferente. Aparte de Internet, el teléfono celular y los CD, todo en su mundo parece ser lo mismo, ligeramente modificado.

Y sin embargo, el mundo está completamente alterado. Sólo para coronar esas desnudas estadísticas: En 1970, el mundo desarrollado tenía una porción de la población mundial que era el doble de la musulmana: 30% a 15%. En el 2000 eran la misma: cada uno tenía alrededor del 20%. ¿Y para el 2020?

De forma que la población mundial es mucho más islámica de lo que era entonces, y mucho menos "occidental". Europa es significativamente más islámica, habiendo recibido durante ese período unos 20 millones de musulmanes (oficialmente)- o el equivalente de la población de cuatro países de la Unión Europea (Irlanda, Bélgica, Dinamarca y Estonia). El Islam es la religión de más rápido crecimiento en Occidente. En el Reino Unido, más musulmanes que cristianos asisten semanalmente a los servicios religiosos.

¿Pueden seguir estas tendencias por otros treinta años sin tener consecuencias? Al final de este siglo, Europa será un continente después de la bomba neutrónica: Los grandes edificios estarán aún en pie, pero habrá desaparecido la gente que los construyeron. Estamos viviendo en un período notable de la auto-extinción de las razas que, para bien o para mal, formaron el mundo moderno.

¿Cómo será Europa al final de este proceso? ¿Quién puede saberlo? Por otro lado, hay algo que puede decirse acerca de que Estados Unidos encontrará más fácil tratar con una Europa islamizada que con Chirac, Schroeder y compañía.

Por otra parte, dado el historial de Europa, llegar a ese punto puede resultar muy sangriento. Pero, sea como fuere, esto es un verdadero campo de batalla. Los alocados de al Qaida nunca podrán encontrar suficientes pilotos suicidas para volar suficientes aviones contra suficientes rascacielos para derribar a Estados Unidos.

Pero, a diferencia de nosotros, los islamitas piensan a largo plazo y, dada su ventaja demográfica en Europa y el tono de sus emergentes grupos cabilderos musulmanes, lo que persiguen estrellando aviones contra edificios lo pueden obtener con sólo esperar unos pocos años más. Si los rascacielos serán de ellos ¿para qué derribarlos?

La segunda mitad de la decadencia y caída de las grandes civilizaciones sigue un patrón familiar: abundancia, flojedad, decadencia, extinción. Usted no se nota deslizándose por esas etapas, porque usualmente hay a mano un politicón seductor que provee una consigna taimada, auto engañosa -como aquella de Bill Clinton: "Se trata del futuro de nuestros hijos"...

Nosotros, en la derecha, pasamos los 1990 ridiculizando jubilosamente la tediosa invocación del Sr. Clinton, que lloviznaba como jarabe sobre todo, desde la guerra de Kosovo hasta las asignaciones para carreteras. Pero la mayor parte del Occidente no puede ni si siquiera copiarle sus lugares comunes.

Una sociedad que no tiene niños no tiene futuro.

La permanencia es la ilusión de cada era. En 1913 nadie pensó que los imperios rusos, austriaco, alemán y turco habrían desaparecido cinco años después. Después de los años setenta, todos aquellos que tildaban a Reagan de "burro amable" (en la frase de Clark Clifford) nos aseguraban que la Unión Soviética estaba aquí para quedarse. La posición de los analistas de la CIA sobre Alemania oriental es que era la novena potencia económica del mundo...En 1987 no había ninguna avalancha de expertos prediciendo la caída inminente de la muralla de Berlín, el Pacto de Varsovia y la misma Unión Soviética.
Sin embargo, aun en las normas mínimas de estos desgraciados precedentes, las así llamadas civilizaciones post cristianas -como un prominente funcionario de la Unión Europea me describió su continente- están más inclinadas que las sociedades tradicionales a confundir tiempo presente con rasgo permanente.

Las culturas religiosas tienen un mucho mayor sentido tanto de pasado como de futuro, como lo hacíamos hace un siglo, cuando hablábamos de la muerte como de la forma de unirse a "la gran mayoría de un mundo no visto". Pero si el punto de partida del secularismo es que esto es todo lo que hay, no hay que sorprenderse de que, conscientemente o no, inviertan el aquí y ahora con muchos mayores poderes de resistencia de los que nunca realmente ha tenido.

La idea de que el progresivo estado de bienestar europeo es el lugar de descanso permanente del desarrollo humano fue siempre idiota; ahora sabemos que lo es, y en forma suicida.

Para evitar el colapso, las naciones europeas tendrán que admitir inmigrantes a una tasa que ninguna sociedad estable ha intentado nunca. La CIA predice que la Unión Europea colapsará hacia el 2020. Dado que la CIA se ha equivocado en casi todo durante medio siglo, eso sugeriría que la Unión Europea está asegurada de ser el coloso del nuevo milenio. Pero inclusive un agente fracasado acierta dos veces por generación.

El dato del colapso de la Unión Europea es, si acaso, un estimado cauteloso. Parece más probable que, dentro de los dos próximos ciclos de elecciones europeas, las contradicciones internas de la Unión Europea se manifestarán en la forma acostumbrada, y que para 2010 estaremos contemplando, cada noche, edificios ardiendo, motines callejeros, y asesinatos en la cadenas de noticias norteamericanas.

Inclusive, si logran evitar eso, la idea de una Europa sin niños rivalizando militar o económicamente con Estados Unidos es risible. En algún momento de este siglo habrá 500 millones de norteamericanos, y lo que quede de Europa será o muy viejo o muy musulmán.

Japón enfrenta el mismo problema. Su población está en declive absoluto, la primera ladera suave de una espiral de muerte de la que es muy improbable que pueda remontarse. ¿Será Japón una central económica si está poblado de coreanos y filipinos? Muy posible. ¿Lo será Alemania si poblada por argelinos? Eso es mucho más difícil...

¿El mejor escenario? El continente terminará como una Viena con tasas de impuesto suecas.

¿El peor escenario? Sharia, alrededor de 2040; semi-Sharia bastante antes, y ya estamos viendo una corriente en esa dirección.

En Julio de 2003, hablando ante el Congreso norteamericano, Tony Blair señaló: "Como lo sabe Inglaterra, todo poder predominante luce por algún tiempo invencible pero, de hecho, es transitorio. La cuestión es: ¿qué dejas atrás?

Excelente pregunta. La Gran Bretaña nunca más esgrimirá el poder incontestable que disfrutó durante su apogeo imperial, pero el legado británico perdura, en un grado u otro, en muchos de los actores claves en el mundo de hoy -Australia, India, Sudáfrica - y en docenas de islas estado del Caribe al Pacífico.

Si alguna vez China toma su lugar como nación avanzada, será porque la República Popular aprende más del Hong Kong británico que lo que Hong Kong aprende del librito rojo. Y, por supuesto, el poder dominante de nuestro tiempo deriva su carácter político de los súbditos británicos del siglo XVIII, que llevaron las ideas inglesas un poco más allá de donde la Madre Patria estaba dispuesta a ir.

Una década y media después de la victoria en la Guerra Fría y el triunfalismo del "fin de la historia", la cuestión de "¿qué dejamos atrás?" es más urgente de lo que la mayoría de nosotros esperaba. "El Occidente", como concepto está muerto, y como cuestión de hecho demográfico, está muriendo.

¿Cómo serán Londres, o París, o Ámsterdam, a mediados de los 2030? Si los políticos europeos no hacen esfuerzos serios durante esta década para destetar al populacho de sus insostenibles semanas de 35 horas, retiro a los 60, etc., entonces, para mantener los actuales niveles de pensiones y beneficios de salud, la Unión Europea necesitará importar tantos trabajadores de Africa del Norte y el Medio Oriente, que estará bien en camino hacia una mayoría islámica para el 2035.

Como están las cosas, los musulmanes son hoy la primera fuente de crecimiento de población en las ciudades inglesas. ¿Puede una nación hacerse crecientemente islámica en su carácter demográfico sin hacerse crecientemente islámica en su carácter político?

Esto debiera ser la cuestión izquierdista. Soy conservador- no estoy enteramente de acuerdo con el programa islámico en cuanto a decapitar sodomitas se refiere y todo lo demás, pero estoy de acuerdo en que Britney Spears se viste como una mujerzuela: en eso estoy con los talibanes.

¿Por qué pues, si su gran tema es el feminismo, o el aborto, o el matrimonio homosexual, está usted tan seguro de que el culto a la tolerancia prevalecerá una vez que la mayoría demográfica en su sociedad es alegremente intolerante? ¿Quiénes, después de todo, serán las primeras víctimas de las tasas de nacimiento colapsadas en Occidente?

Aún si se adoptara la posición optimista de que Europa será capaz de resistir la creciente imposición del Sharia que actualmente envuelve a Nigeria, queda el caso de que el mundo musulmán no se destaca por darle mucha oportunidad al "derecho de la mujer a escoger", en ningún sentido.

Yo vi la gran manifestación por el aborto en Washington en 2004, donde Ashley Judd y Gloria Steinen fueron aclamadas por mujeres esgrimiendo cartelones de "Aparta a Bush de mi cuerpo", y pensé que era el equivalente de una reunión para tomar té en la Rusia Blanca de 1917.

Dando prioridad al "derecho a la mujer para escoger", las mujeres occidentales están entregando sus sociedades en manos de gente más patriarcal que un padre de las comedias de 1950. Si alguna de esas mujeres manifestándose por sus "derechos reproductivos" todavía tienen niños, les agradaría reflexionar sobre realidades demográficas. Es sumamente improbable que una niñita que nazca hoy pueda pavonearse, cuando tenga 40 años, en manifestaciones del París o Ámsterdam eurábicos, cantando "fuera las manos de mi cuerpo".

Justo antes de la elección de 2004, la eminente analista política Cameron Díaz apareció en el programa de Oprah Winfrey para explicar lo que estaba en juego.

"Las mujeres tienen tanto que perder. Quiero decir, pudiéramos perder el derecho a nuestros cuerpos. Si usted piensa que la violación deba ser legal, entonces no vote. Pero si usted cree que usted tiene un derecho a su cuerpo", le aconsejó a los espectadores de Oprah, "entonces usted debe votar"

Pobre Cameron. Un par de semanas más tarde, la gente asustada ganó. Ella perdió todos los derechos sobre su cuerpo. A diferencia de Alex Baldwin, no pudo ni irse a vivir a Francia.

Pero después de rotular la elección presidencial como un referendo al derecho a la violación, Cameron Díaz pudiera estar interesada en saber que la espera en el futuro.

En su libro "La Cuna Vacía", Philip Longman pregunta: "¿De dónde vendrán los niños del futuro? En forma creciente vendrán de gente que está en conflicto con el mundo moderno. Tal tendencia, de mantenerse, pudiera conducir la cultura humana fuera de su curso orientado por el mercado, individualista, modernista, creando gradualmente una cultura anti-mercado, dominada por el fundamentalismo: una nueva Edad de las Tinieblas".

Conclusión para Cameron Diaz: Hay por ahí cosas peores que John Ashcroft.

Hay que reconocer el punto de Longman. Los reflejos de los liberales occidentales hacen que siempre que se formule la pregunta de si dentro de dos o tres generaciones habrá algunos italianos viviendo en la zona geográfica marcada como Italia, ellos griten "¡racismo!

" Por supuesto que preocuparse sobre que porción de la población será "blanca" es grotesco e inapropiado. Pero no es cuestión de raza, sino de cultura. Si el 100% de su población cree en la democracia liberal pluralista, no importa que el 70% sea "blanca" o sólo lo sea el 5%. Pero si una parte de su población cree en la democracia liberal pluralista y la otra no, entonces es una cuestión importante si la parte que lo cree es un 90%, o sólo un 60%, 50% o 45%.

Desde que el Presidente anunció la llamada "Doctrina Bush" -el plan de promover la libertad a través del mundo árabe- innumerables "progresistas" han afirmado, rutinariamente, que no hay evidencia de que los musulmanes quieran libertad y que, en verdad, el islamismo es incompatible con la democracia.

De ser así, no es un problema para el Oriente Medio de hoy sino para la Europa de pasado mañana. De acuerdo con una encuesta hecha en 2004, más del 60% de los musulmanes en Inglaterra quiere vivir bajo el Sharia - en Inglaterra. Si "una población en conflicto con el mundo moderno" es el más acelerado grupo procreador del planeta -si hay más naciones islámicas, más musulmanes fundamentalistas dentro de esas naciones, más y más musulmanes dentro de las naciones no-musulmanas, y más y más musulmanes representados en más y más instituciones transnacionales

-¿cuán segura es una apuesta sobre la supervivencia del "mundo moderno"? No muy buena. "¿Qué deja usted atrás?" preguntó Tony Blair.

Habrá muy pocos y muy viejos alemanes, franceses e italianos a mediados de este siglo. ¿Que dejarán atrás? ¿Territorios que portarán sus nombres y mantengan algunos de sus viejos edificios? ¿O entenderán las moribundas razas europeas que el único legado que importa es si los pueblos que vivirán en esas tierras después de ellos van a compartir la democracia pluralista, liberal?

Es la demografía, estúpido. Si pueden conseguir la voluntad de cambiar de curso, entonces "¿Qué deja usted atrás?" es la única pregunta que importa"

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