miércoles, 24 de mayo de 2023

MUERTE. (Jean –Marc Vivenza)

 

MUERTE.

Jean –Marc Vivenza . Le Diccionaire de René Guénon. Le Mercure Dauphinois. Grenoble 2002 p.314-316

 

Muerte corporal. Muerte iniciática.

Muerte en sentido físico, es decir, la Muerte corporal, no representa necesariamente un cambio de estado , sino que "puede representar un simple cambio de modalidad en el interior del mismo estado de existencia individual". Es una muerte que se recibe, se sufre, y no es de hecho más que el fruto natural de un proceso de envejecimiento o un cese brutal de la actividad de la existencia, sin que por todo ello el nivel espiritual del individuo no sea modificado. El ser, habiendo agotado su ciclo de existencia, pasa a otro estado, sin que este cambio afecte en modo alguno a su naturaleza. Guénon nos dice: "La muerte corporal no sabría cambiar en el nivel espiritual donde (los hombres) se encuentra en el momento en que sobreviene.

Es una muy extraña ilusión imaginar en efecto que la muerte va a procurar cualidades intelectuales o espirituales que faltaron durante la vida de la persona. La muerte actúa, para la mayoría de la gente, como un simple retorno al Origen primero, sin interferencia cualitativa sobre el ser mismo de la persona afectada por ella.

El hombre, en su estado natural, está bajo el dominio de la "Voluntad del Cielo", no es dueño de nada, permanece bajo el peso de una ley de hierro. Permanece bajo el peso de una ley de hierro de la que no controla ningún elemento, una especie de brutal y categórico "ciclo de la necesidad". A este respecto, Guénon cita, para ilustrar la fuerza de esta determinación esta frase pertinente de Matgioi: "El hombre terrestre es esclavo en su nacimiento y muerte, es decir, en relación con  los dos actos principales de su vida individual, a los únicos que  resumen en suma su evolución especial con respecto a los ojos del infinito.

Muy diferente a este respecto, como vamos a ver, es la Muerte iniciática, que, ella, va a modificar profundamente la naturaleza del ser, y le hará acceder a un estado incontestablemente muy superior a su simple determinación según la carne, liberándole potencialmente en todos los casos, de la prisión que constituye su "ciclo de necesidad", por la recepción de lo que se denomina un "nuevo nacimiento", un "segundo nacimiento". Si se ha afirmado que la iniciación es un "segundo nacimiento ", "es que es en efecto", escribe René Guénon, este "segundo nacimiento" implica necesariamente la muerte al mundo profano  y le sigue de alguna manera inmediatamente, ya que no son , hablando propiamente , más que las dos caras de un mismo cambio de estado". Hay pues un paso de lo profano a través de muerte", y en este caso a través de la "muerte iniciática", durante este cambio de estado que conduce al nuevo iniciado de las tinieblas a la luz mediante el abandono del "hombre viejo". Además, muy concretamente, el candidato debe, en efecto, pasar "por las tinieblas completas antes de entrar en la "verdadera luz", y es en este pasaje propiamente dicho, "que se efectúa lo que se denomina el "descenso a los infiernos". Guénon añade a este respecto, para comprender mejor la naturaleza del proceso puesto en práctica en "descenso": "Es, se podría decir, como una especie de "recapitulación" de los estados anteriores, mediante la cual las posibilidades que se refieren al estado profano se agotará definitivamente, de modo que ser pueda entonces desarrollar libremente las posibilidades de un orden superior que lleva en sí, y cuya realización pertenece propiamente al dominio iniciático. La muerte iniciática es, pues, una forma de abandono de la vieja naturaleza, una auténtica ruptura con la existencia profana, un "segundo nacimiento", y el acceso al reino de las verdaderas realidades metafísicas a través de la calcinación del individuo profano, de donde la importancia simbólica del color negro

La Muerte iniciática lleva al profano de la "existencia por la carne" a la "existencia por el espíritu", al tomar el camino del buscador que conduce, por extrañas y misteriosas puertas de la "oscuridad" a la "Luz", y hace, por este motivo, a la recepción de esta última, un verdadero "Hijo de la Luz" para siempre.



 (Reflexiones sobre la Iniciación, cap. XXVΙ, "Sobre la Muerte Iniciática".

Iniciación y Realización Espiritual, cap. VIII "Salvación y Liberación", cap. XXIX, "La unión de los extremos", cap.XXXI, "Las dos noches".

 El simbolismo de la Cruz, cap. XXΙI, "El Símbolo extremo oriental del Yin-Yang; equivalencia metafísica del nacimiento y la muerte".

El hombre y su devenir según el Vedanta, cap. XX, "La arteria coronal y el "rayo solar

rayo".

La Gran Tríada, cap. XIII, "El ser y el medio".

Error espiritista, cap. IV, "El carácter moderno del Espiritismo", cap. VII, "La explicación de

de los fenómenos, cap. VIII, "Los límites de la experimentación").

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