sábado, 12 de noviembre de 2022

PANTEISMO. (Jean -Mark Vivenza)

 

Diccionnnaire de René Guénon.

Jean-Mark Vivenza

Le Mercure Dauphinois . Grenoble 2002 pp. 365-367


PANTEISMO.


Una teoría esencialmente "antimetafísica", según René Guénon, el panteísmo es una forma bastante extendida de confusión intelectual puntual, que sin embargo marca profundamente una buena parte de la filosofía occidental desde hace siglos, por una tentación constante de esta última hacia un tipo de tesis que halaga desconsideradamente la mente de los pensadores y los hace muy complacientes con relación a esa concepciones más que "dudosas" desde el punto de vista de la Verdad tradicional.

Por otra parte, se ha pretendido desde hace mucho tiempo en ciertos medios, por ignorancia o mala fe, cuando no era por una combinación de estos dos elementos, que las doctrinas orientales no eran en realidad más que Panteísmo "disfrazado". Uno puede asombrarse legítimamente de que algunas personas, en una época aún reciente, hayan creído que tenían que "pontificar" sobre estos asuntos con tal ligereza y una falta también vertiginosa de honestidad intelectual, dando lugar a generaciones de ecólatras estériles que se hacen repetidores poco inspirados de este pensamiento indigente.

Por ello, Guénon se tomó la molestia, en múltiples ocasiones, de precisar bien las bases que fundan verdaderamente las concepciones metafísicas de las doctrinas orientales, con el fin de evitar los errores y falsas interpretaciones erróneas que se cometen regularmente en estas áreas. Así, gracias a estas explicaciones detalladas y precisas que tienen el mérito de clarificar numerosos puntos que quedarían obscuros para la gran mayoría de las personas, nos es posible constatar, en cuanto a la relación entre la relación entre Dios y la Naturaleza cuando se considera desde el punto de vista de su relación recíproca, que está lejos de reducirse a una simple confusión" o "indistinción". Dios y la Naturaleza, en efecto, " aparecen respectivamente como el principio activo y el principio pasivo de la Manifestación, o como "acto" y la "potencia" en el sentido aristotélico de estos dos términos: acto puro y potencia pura con relación a la Manifestación universal, acto relativo y el poder relativo en cualquier otro nivel más determinado y más restringido que este, es decir siempre, en suma como “esencia” y “substancia”… ". La dificultad viene de que Dios, cuando es percibido en el plano de la Manifestación, "no puede ser enfocado como el Principio tal como es en sí,  pues este, estando más allá de toda distinción, no puede entrar en correlación con lo que sea, y la manera que se presenta el ternario (Dios, Hombre, Naturaleza), implica una cierta correlación, e incluso una especie de complementarismo, entre Dios y Naturaleza; se trata pues necesariamente, precisa  Guénon, de un punto de vista que puede decirse que es más bien "inmanente" que "trascendente" en relación al Cosmos, del que estos dos términos son como los dos polos, que, aunque estén fuera de la Manifiestación, no pueden no obstante ser considerados distintamente más que desde el punto de vista esta. El problema proviene del hecho de que ni la "teología natural", incapaz de llegar a un alto nivel de abstracción metafísica por sus propios medios, ni la "teología revelada", aunque incomparablemente superior a la a la primera, pero que no representa el conocimiento del Principio más que en el orden exotérico, es decir de una manera no suprema, no son capaces de alcanzar o captar el Principio en su Verdad misma, es decir, libre de su relación con la Manifestación. Este límite es la causa de importantes confusiones que, desgraciadamente, no son superables en tanto sobre posiciones "racionales", "lógicas " o "dogmáticas", no dejando ninguna parte de la Verdad última por falta de comprensión.

Según los orientales, 'El Cielo el instrumento del  Principio", y a este título no es más que el rostro "divino" de ese mismo Principio, una simple imagen para el mundo manifestado, nada más que una "rostro", no el Principio mismo. Guénon indica por otra parte que los misioneros cristianos cuando quieren traducir "Dios" en chino, lo hacen por Tien o por Chang-ti, es decir, el "Soberano de lo alto", equivalente, desde el punto de vista del significado, al Cielo. "Esto parecería indicar, probablemente sin que tengan claramente consciencia, que para ellos el punto de vista "teológico" en sí mismo, en sentido más propio y más completo de la palabra, escribe Guénon, no va realmente hasta el Principio". Y esta es toda la dificultad pues la metafísica integral enseña que el Principio no es Dios más que con relación al Mundo. Permaneciendo no afectado en tanto que Principio, dos modalidades han surgido del Ser primordial (Tai-ki) " la pasividad de la Tierra que se ofrece al Cielo, la actividad del Cielo que se ejerce en sobre la Tierra, de ambos nacieron todos los seres".

Es a partir de la acción y reacción entre el Cielo y Tierra que se produce toda modificación, como se expresa Tchouang-tseu: "Comienzo y cesación, plenitud y vacío (...). La vida se desarrolla hacia un fin, la muerte es un retorno a un término. Las génesis y las disoluciones se suceden sin que se sepa el origen, sin que se vea el término (origen y término estando el uno y el otro escondidos en el principio)". Cielo y Tierra surgen del mismo Principio; Dios (Natura naturans) y la naturaleza (Natura naturata), el Yin y el Yang, Inicio y disolución están unidos en el seno de la misma Realidad primordial (o Suprema) y aquí está claro que estamos muy lejos, en lo que concierne a la doctrina y formalmente tanto del panteísmo como del dualismo.

(Apreciaciones sobre el esoterismo islámico y el taoísmo, cap. IX, "Creación y manifestación". La Gran Tríada, cap XIX, "Deus", "Homo", "Natura'. Los estados múltiples del ser, cap. I, "Infinito y posibilidad", cap.XVII, "Necesidad y Contingencia". El hombre y su devenir según el Vedânta, cap. I, "Generalidades sobre el Vedânta', cap. IV, 'Purusha y Prakriti").

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