Diccionnnaire de René
Guénon.
Jean-Mark Vivenza
Le Mercure Dauphinois . Grenoble 2002 pp. 365-367
PANTEISMO.
Una teoría esencialmente "antimetafísica", según René
Guénon, el panteísmo es una forma bastante extendida de confusión intelectual puntual,
que sin embargo marca profundamente una buena parte de la filosofía occidental desde
hace siglos, por una tentación constante de esta última hacia un tipo de tesis
que halaga desconsideradamente la mente de los pensadores y los hace muy
complacientes con relación a esa concepciones más que "dudosas" desde
el punto de vista de la Verdad tradicional.
Por otra parte, se ha pretendido desde hace mucho tiempo en
ciertos medios, por ignorancia o mala fe, cuando no era por una combinación de
estos dos elementos, que las doctrinas orientales no eran en realidad más que
Panteísmo "disfrazado". Uno puede asombrarse legítimamente de que
algunas personas, en una época aún reciente, hayan creído que tenían que
"pontificar" sobre estos asuntos con tal ligereza y una falta también
vertiginosa de honestidad intelectual, dando lugar a generaciones de ecólatras estériles
que se hacen repetidores poco inspirados de este pensamiento indigente.
Por ello, Guénon se tomó la molestia, en múltiples
ocasiones, de precisar bien las bases que fundan verdaderamente las
concepciones metafísicas de las doctrinas orientales, con el fin de evitar los
errores y falsas interpretaciones erróneas que se cometen regularmente en estas
áreas. Así, gracias a estas explicaciones detalladas y precisas que tienen el
mérito de clarificar numerosos puntos que quedarían obscuros para la gran mayoría
de las personas, nos es posible constatar, en cuanto a la relación entre la
relación entre Dios y la Naturaleza cuando se considera desde el punto de vista
de su relación recíproca, que está lejos de reducirse a una simple
confusión" o "indistinción". Dios y la Naturaleza, en efecto,
" aparecen respectivamente como el principio activo y el principio pasivo
de la Manifestación, o como "acto" y la "potencia" en el
sentido aristotélico de estos dos términos: acto puro y potencia pura con
relación a la Manifestación universal, acto relativo y el poder relativo en
cualquier otro nivel más determinado y más restringido que este, es decir
siempre, en suma como “esencia” y “substancia”… ". La dificultad viene de que
Dios, cuando es percibido en el plano de la Manifestación, "no puede ser enfocado
como el Principio tal como es en sí, pues
este, estando más allá de toda distinción, no puede entrar en correlación con
lo que sea, y la manera que se presenta el ternario (Dios, Hombre, Naturaleza),
implica una cierta correlación, e incluso una especie de complementarismo,
entre Dios y Naturaleza; se trata pues necesariamente, precisa Guénon, de un punto de vista que puede decirse
que es más bien "inmanente" que "trascendente" en relación al
Cosmos, del que estos dos términos son como los dos polos, que, aunque estén
fuera de la Manifiestación, no pueden no obstante ser considerados
distintamente más que desde el punto de vista esta. El problema proviene del
hecho de que ni la "teología natural", incapaz de llegar a un alto
nivel de abstracción metafísica por sus propios medios, ni la "teología
revelada", aunque incomparablemente superior a la a la primera, pero que
no representa el conocimiento del Principio más que en el orden exotérico, es
decir de una manera no suprema, no son capaces de alcanzar o captar el Principio
en su Verdad misma, es decir, libre de su relación con la Manifestación. Este límite
es la causa de importantes confusiones que, desgraciadamente, no son superables
en tanto sobre posiciones "racionales", "lógicas " o
"dogmáticas", no dejando ninguna parte de la Verdad última por falta
de comprensión.
Según los orientales, 'El Cielo el instrumento del Principio", y a este título no es más que
el rostro "divino" de ese mismo Principio, una simple imagen para el
mundo manifestado, nada más que una "rostro", no el Principio mismo. Guénon
indica por otra parte que los misioneros cristianos cuando quieren traducir "Dios"
en chino, lo hacen por Tien o por Chang-ti, es decir, el "Soberano de lo
alto", equivalente, desde el punto de vista del significado, al Cielo.
"Esto parecería indicar, probablemente sin que tengan claramente consciencia,
que para ellos el punto de vista "teológico" en sí mismo, en sentido
más propio y más completo de la palabra, escribe Guénon, no va realmente hasta
el Principio". Y esta es toda la dificultad pues la metafísica integral enseña
que el Principio no es Dios más que con relación al Mundo. Permaneciendo no
afectado en tanto que Principio, dos modalidades han surgido del Ser primordial
(Tai-ki) " la pasividad de la Tierra que se ofrece al Cielo, la actividad
del Cielo que se ejerce en sobre la Tierra, de ambos nacieron todos los seres".
Es a partir de la acción y reacción entre el Cielo y Tierra
que se produce toda modificación, como se expresa Tchouang-tseu: "Comienzo y cesación, plenitud y vacío (...).
La vida se desarrolla hacia un fin, la muerte es un retorno a un término. Las génesis
y las disoluciones se suceden sin que se sepa el origen, sin que se vea el
término (origen y término estando el uno y el otro escondidos en el
principio)". Cielo y Tierra surgen del mismo Principio; Dios (Natura
naturans) y la naturaleza (Natura naturata), el Yin y el Yang, Inicio y disolución
están unidos en el seno de la misma Realidad primordial (o Suprema) y aquí está
claro que estamos muy lejos, en lo que concierne a la doctrina y formalmente
tanto del panteísmo como del dualismo.
(Apreciaciones sobre
el esoterismo islámico y el taoísmo, cap. IX, "Creación y manifestación".
La Gran Tríada, cap XIX,
"Deus", "Homo", "Natura'. Los estados múltiples del ser, cap. I, "Infinito y
posibilidad", cap.XVII, "Necesidad y Contingencia". El hombre y su devenir según el Vedânta,
cap. I, "Generalidades sobre el Vedânta', cap. IV, 'Purusha y Prakriti").
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