jueves, 8 de septiembre de 2022

PERSPECTIVA METAFÍSICA Y LA TRADICIÓN ESPIRITUAL (Georges Vallin)

 

PERSPECTIVA METAFÍSICA Y LA TRADICIÓN ESPIRITUAL

La perspective métaphysique.

Georges Vallin. Presses Universitaires de France pp. 61-83


La perspectiva metafísica, cuya doctrina nos parece superar el dogmatismo antinómico, se presenta como un ejemplo de la coincidencia de aspectos opuestos, ya que une la extrema universalidad de su contenido doctrinal y sus implicaciones espirituales con la extrema singularidad de su de sus raíces en una tradición espiritual particular. Antes de destacar la universalidad, es decir, la naturaleza de la perspectiva metafísica, creemos que es útil precisar su situación, es decir, las modalidades de su inserción en una tradición espiritual.

Recordemos primero que nos centraremos sobre todo en la expresión "filosófica" de la perspectiva metafísica. Los pensadores a los que apelaremos, tales como Plotino o Shankara, pertenecen a tradiciones en las que su obra filosófica tiene fuertes raíces. Son los diversos aspectos de este arraigo que intentaremos captar, antes de determinar el contenido particular de sus respectivas formulaciones. Especifiquemos primero lo que entendemos por el término "tradición espiritual", que preferimos al de "religión". Una tradición espiritual, como el Hinduismo, el Taoísmo o el Cristianismo, esencialmente comporta, desde el punto de vista que nos interesa, las escrituras sagradas y los ritos por los que los hombres que pertenecen a ella se ponen en relación con la Trascendencia (1). Esta tradición, que implica la transmisión y, por tanto, la continuidad de las doctrinas escriturales tanto como los ritos destinados a regular y armonizar la vida espiritual y moral, puede ser ella  misma sea de modo religioso, cuando se basa, como es el caso en las tres tradiciones espirituales del cristianismo, el islam y el judaísmo, sobre una doctrina monoteísta y el culto exclusivo a un Dios personal, sea de modo "mitológico-metafísico", cuando se basa en la coexistencia de un aparente politeísmo y una doctrina  propiamente metafísica, en la que el aspecto "personal" de Dios es superado por el "suprapersonal" del Uno o de la Deidad (2), como es el caso del Budismo, el Taoísmo y el Hinduismo (3), o la tradición neoplatónica.

Preferimos reservar el nombre de religión para las tradiciones monoteístas para señalar la diferencia fundamental que separa estas últimas de las tradiciones mitológicas-metafísicas, especialmente en lo que concierne a la situación respectiva de la perspectiva metafísica en estos dos tipos de tradición. El monoteísmo exclusivo y dogmático de las tradiciones religiosas condena en efecto  la perspectiva metafísica a limitarse a un esoterismo más o menos extraoficial y herético, mientras que la ausencia de dogmatismo doctrinal de las tradiciones mitológicas-metafísicas, especialmente en el hinduismo, permite una expresión más libre y natural de esta perspectiva, teniendo en cuenta el esoterismo de hecho que esta última implica por esencia, en virtud de su  ilimitación interna, lo que desemboca inevitablemente en lo inexpresable, y constituye a la vez un peligro y un obstáculo para una mentalidad pasional y dogmatizante.

Sin duda hay excepciones, que se explican por la extrema universalidad de la perspectiva metafísica, y en virtud de las cuales esta última puede reencontrar la adhesión

(1) Utilizamos el término general Trascendencia para designar lo “divino” en los diversos ritos y actitudes espirituales del hombre tradicional en general (Los dioses, Dios personal, Deidad suprapersonal).

(2) Según las palabras de Plotino o las del Maestro Eckhart.

(3) Nuestra distinción es un poco masiva y esquemática. En este sentido, podría decirse que si el hinduismo puede clasificarse a primera vista como la tradición griega en la categoría "mitológico-metafísica", comporta un componente "teísta" muy importante que está vinculado a una corriente deνοcional (Bhakti) del cual el mismo Shankara tiene en la más grande cuenta y que no tiene un equivalente riguroso en la Antigüedad pagana, sino en la espiritualidad de los Padres griegos de la Iglesia cristiana.

de espíritus que no están integrados en un verdadera tradición espiritual (4). Es probable que este caso sea más frecuente en el marco el mundo moderno, y sobre todo contemporáneo, que se caracteriza por la desaparición o al menos por la debilitación del espíritu tradicional en general y religioso en particular. (Antigüedad grecolatina, Edad Media occidental,Antigüedad y Edad Media Oriental).

De hecho, es el marco espiritual del mundo tradicional el que constituye el terreno más favorable para la expresión de la perspectiva metafísica. Es por eso natural constatar el enraizamiento de sus representantes en una tradición determinada.

Lo primero que hay que señalar es que este enraizamiento aparentemente paradójico no hace más que sumergir y simbolizar lo que en el marco mismo de la perspectiva metafísica constituye la manifestación necesaria del Principio o del Absoluto. El Principio, por su propia infinitud, no puede dejar de "negarse" a sí mismo aparentemente manifestándose, bajo pena de dejar por así decir esta negación fuera de sí misma. Toda tradición espiritual, cualquiera que sea su origen y estructura (ya se basen en el carácter sagrado del mensaje condensado en la Escritura, como en el caso del judaísmo, Islam, del Hinduismo, o en el "mensajero", como en el Cristianismo) aparece como la manifestación continuada del Principio (5) que prolonga en el plano de las colectividades, presas del desorden y la confusión (6), la acción ordenadora del del Espíritu iluminando el caos de las "potencialidades" cósmicas. Al igual que el mundo, los fundamentos y los elementos de una de una tradición espiritual aparecen como símbolos que manifiestan el Principio al mismo tiempo que establecen un vínculo espiritual, tanto intelectual como existencial, entre el hombre y el Absoluto. Nos parece curioso

(4) Un ejemplo típico a este respecto parece ser el de Simone Weil que, sin integrarse en el judaísmo tradicional ni en la cristiandad, y quizás en cierta medida por este hecho, ha enunciado  muchas formulaciones desde la perspectiva metafísica.

(5) Esta doctrina del "descenso" necesario de lo divino, que está relacionada con la teoría tradicional de los ciclos cósmicos, está claramente expuesta en el Bhagavad-Gita."Bhagavad-Gîta", cap. IV, párrafos 7 y 8, p. 14 - trans. Sénart – Belles Lettres. "Cuando surge el desorden, me produzco a mí mismo...De edad en edad he nacido para el triunfo del orden.”

(6) Tal era aparentemente el estado espiritual del antiguo mundo occidental mundo de la antigüedad occidental, donde se entrelazaban las más variadas creencias en favor del debilitamiento de las creencias tradicionales en la época del nacimiento de Cristo, que fue el origen de lo que sería la tradición espiritual de Occidente.

señalar que el representante de la perspectiva metafísica, que por comodidad llamaremos el metafísico puro (7) prolonga a su vez la inserción aparentemente paradójica  del Principio en el mundo por el enraizamiento de  lo ilimitado de su perspectiva doctrinal en el marco necesariamente limitado de una tradición espiritual. Este enraizamiento aparentemente paradójico es, de hecho, tan "natural", desde el punto de vista de esta perspectiva, como la manifestación misma del "Principio" en el mundo.

Así como ve el mundo en su transparencia simbólica e identidad esencial con el Principio, el metafísico puro capta los elementos constitutivos de su tradición como reflejos simbólicos y no como "sustancias" (8). Percibe lo ilimitado de la Esencia a través de la limitación de las formas tradicionales. Por lo tanto, no siente la necesidad de enfrentarse a estas formas de forma frontal y negarlas de forma masiva y exterior (9) para superarlos, ni siente la necesidad de odiar al mundo o al yo para trascenderlos. Esta trascendencia se logra de forma natural, por así decirlo. Así, el metafísico puro se encuentra perfectamente a gusto en medio de las formas que su intuición intelectual percibe en su esencia, en su transparencia simbólica. Abraza espontáneamente la ortodoxia de las formulaciones escriturarias o de los ritos de su tradición, en los que no ve de ninguna manera absurdos infantilismos, sino vehículos providenciales que él mismo utiliza para la purificación de su psiquismo (10). Y cuando los otros utilizan estas mismas "formas" de forma más "literal", dogmática  y apasionada, de acuerdo con las exigencias de una intelectualidad más limitada, no busca en absoluto rechazarlos, ya que entiende el valor relativo  (11), la eficacia así como el contenido simbólico de tal comportamiento. Sin duda la ortodoxia del metafísico puro adquiere un aspecto diferente según

(7) Por la pureza o el rigor con que se concibe el Absoluto en esta perspectiva.

(8) En el sentido aristotélico del término.

(9) A la manera de los “heréticos”.

(10) El no-dualista Shankara escribió oraciones a Shiva concebidas como

Dios personal (cf. J. ΗΕSΒΕΒΤ: Hymnes á Shiva , Derain, Lyon) y Maestro Eckhart se dirige en particular en sus Sermones al Dios personal del exoterismo cristiano". (Traités et Sermons, p. 258, trans. de Gandillac, Aubier.)

(11) Cf. las palabras de Cristo hacia los fariseos: α En verdad yo os digo que reciben su recompensa. (San Mateo - 6, 2.)

que se considera en el marco de una tradición monoteísta o desde el punto de vista de una tradición mitológica-metafísica, desde el punto de vista mismo de la autoridad espiritual de las tradiciones en cuestión.

Shankara, en su lucha contra el budismo, fue el defensor de la ortodoxia brahmánica y aunque su interpretación de los Upanishads y los Brahma-sutras, es decir del Vedanta, no es aceptado por la gran mayoría de los hindúes que son adeptos del camino del amor (bhakti-marga) o la vía de la acción (karma-marga) y no la vía metafísica del Conocimiento (jnana-marga) (12), este último  sin embargo es considerado generalmente como la cumbre de la espiritualidad (13) y la doctrina del "no dualismo" shamkariano  como una formulación perfectamente ortodoxa de la tradición hindú. El maestro Eckhart, por el contrario, en el marco religioso del monoteísmo cristiano es más bien un hereje, como lo testimonia la bula del Papa Juan XXII condenando veintiocho artículos del maestro dominico. Esta apariencia inevitable se explica por la fosa que separa la universalidad de la perspectiva metafísica, del "dogmatismo” rebanado de las formulaciones religiosas.

Pero la sinceridad de la ortodoxia del metafísico puro no puede ser válidamente puesta en duda. La retractación del maestro Eckhart parece significativo en este sentido. No podía considerar su doctrina como heterodoxa ya que tenía el sentimiento de captar y expresar la esencia  profunda, más allá de las limitaciones formales de la expresión dogmática. Fue capaz de retractarse sin hipocresía (14) en la medida en que se dio cuenta del peligro de sus formulaciones metafísicas para las mentes que no podían captar su verdadero significado y sólo podían ver en ellos  orgullo, panteísmo, maniqueísmo, etc... Su retractación esencialmente significa que reconoce el peligro de falsas interpretaciones,

(12) LANZA DEL VASTO (Peregrinación a las fuentes, p. 94 y ss.) nos habla de un "vishnuista". que aunque reconoce la superioridad de los ascetas shivaitas  que siguen a Shankara, no se reconoce el derecho a adherirse a su doctrina, que considera que va más allá de sus límites psíquicos y mentales.

(13) Cf. J. HERBERT: Spiritualité hindoue, p. 371.

(14) Cf. Traités et Sermons o. c. Introducción de M. DE GANDILLAC, p. 11 : Eckhart hizo una declaración pública en la que, mientras protestaba por la pureza de sus intenciones, se inclinó de antemano ante cualquier condena doctrinal  de cualquiera de sus fórmulas imprudentes o equívocas.

, por otra parte inevitables, de su pensamiento, y no que rechace una doctrina que sabe ser la verdad profunda de los dogmas de su tradición. Sin duda tal actitud no puede dejar de parecer hipócrita a los ojos de la ortodoxia "exotérica", pero se trata de una mera apariencia que se explica por las limitaciones intelectuales, inherentes al exoterismo como tal. De hecho, no lo es a los ojos del mismo metafísico, cuya sumisión a la autoridad tradicional se extiende y  simboliza tanto el sometimiento de su individualidad "al Principio trascendente, o del yo al Sí.

El arraigo del metafísico puro puede revestir una doble forma, dependiendo de la naturaleza exotérica o esotérica de los ritos y las instituciones tradicionales que pone en juego.

En primer lugar, está su enraizamieno en el exoterismo tradicional que constituye la forma más aparente de su ortodoxia, sobre todo en las tradiciones monoteístas. No solamente el maestro Eckhart es católico (15) así como  su sucesor espiritual, Nicolás de Cusa, o uno de sus maestros preferidos , Juan Escoto Erigena (16), sino que como  ellos pertenece al clero (17). Eckhart es un monje dominico: Nicolás de Cusa es un cardenal. Igualmente, Shankara, que nació en la casta sacerdotal de los brahmanes, pronto se convirtió en sannyasin", es decir, un monje mendicante, de acuerdo con la regla de vida ideal del brahmán perfecto. También fue el fundador de la primera orden monástica (18) de tendencia shiνaita.

En lo que concierne a los principales representantes griegos del perspectiva metafísica, especialmente Platón y Plotino, su relación con el exoterismo griego es menos profunda que la de Shankara con el exoterismo brahmánico o de Eckhart  con el exoterismo cristiano. Este enraizamiento parece esencialmente esotérico, debido a la estrecha relación que

(15) Son el platonismo y el neoplatonismo los que constituyen el vehículo doctrinal de la perspectiva metafísica en el marco de las tradiciones monoteístas,  en el sufismo de un Ibn Arabi, en el Zohar de un Moisés de León, así como en las doctrinas cristianas de un Escoto Erigena, de un Eckhardt o de un Nicolás de Cusa. Para el "sufismo", que constituye la forma musulmana de la perspectiva metafísica, véase T. BUCKHARDT: Du soufisme (Derain) y las traducciones de BURCKHARDT 1ª) Del Hombre Universal de Al Jili (Derain); 2°) de La sabiduría de los profetas de ibn Arabi (Albin Michel). Para Moisés de León y el Zohar, cf. Scholem; Las grandes corrientes de la mística judía  , c h . 6 , p . 2 2 1 s q .

(16) Cf.M. CAPPUINS .  : Jean Scot Erigene ( Desclée de Brouwer ) .

(17) Pour Jean Scot esta pertenencia es controvertida, cf. ibid. p. 67.

1()) Cf. RENOU: India clásica, párr. 1238, p. 604.

enlazan platonismo y neoplatonismo al orfismo y sus misterios (19) por intermedio del Pitagorismo.

Teón de Esmirna trató de mostrar el paralelismo existente entre la filosofía de Platón, definida como una transmisión de los verdaderos Misterios (20), y los Misterios; como estos comportarían cinco partes que van desde la purificación inicial a la felicidad final. Del mismo modo se ha podido sacar a luz el paralelismo entre los Misterios y las Enéadas de Plotino, cuya doctrina se dice que fue fundida en molde mismo de estos últimos (21). Sin duda no estamos tratando aquí con "órdenes religiosas" como las pertenecían Eckhardt o Shankara , pero se sabe que la Academia, por ejemplo, era como la secta pitagórica, una asociación religiosa, una "cofradía" dedicado al culto de las Musas (22) y que, tras la muerte de  Platón, rindieron culto a este último.

Por otro lado, la enseñanza de las doctrinas platónicas parece haber revestido el aspecto de una iniciación a una vida espiritual superior reservada a un pequeño número de discípulos. Se conoce la promesa que se hicieron entre sí los tres discípulos del neoplatónico Amonio, Herennius, Origenes y Plotino (23) para mantener en secreto la doctrina de su maestro, que recuerda el secreto impuesto al iniciado en los Misterios.

Este aspecto de la iniciación también es característico de la enseñanza de las doctrinas metafísicas en el marco de la enseñanza νedántica. La iniciación comporta aquí en particular la transmisión de un "mantram" o fórmula simbólica del maestro al discípulo (24), la meditación de esta fórmula siendo concebido simultáneamente como un esfuerzo de desvinculación existencial y de intelección "filosófica". La transmisión de la enseñanza en su aspecto doctrinal va a la par con la una de una influencia espiritual, y los problemas de las relaciones personales entre maestro y discípulo aparecen

(19) Interesantes indicios de la relación entre el platonismo, neoplatonismo y los misterios griegos en la obra de V. MAGNIEN, Les Mystéres d'Εleusis (Ρayot) especialmente p. 162 ss.

(20) Theon de SMYRNE, Mathem, Prooem. p. 20-23, ed. Dupuís citada según Magnien, o. c. p. 154.

(21) Cf. MAGNIEN O. c. p. 165 ; Las Enéados son 6 porque los Misterios tienen seis grados. Cada eneada corresponde a un grado".

(22) Cf. MARROU: Histoire de l'Education dans l'Aintiquité, p. 107

(23) Cf. PORFIRIO: Vida de Plotino en: Εnéada I. trad. Bréhier, p. 3

(24) Cf. J. HERBERT: Spiritualité hindoue, p. 359

particularmente importante en este sentido (25). El enraizamiento de la perspectiva metafísica en el terreno de una tradición espiritual tiene como complemento necesario de la penetración ‘existencial’ de la doctrina en ' el alma toda entera', para retomar la fórmula platónica de la “ República”.

La enseñanza de las doctrinas metafísicas y cosmológicas del Vedanta en la India tradicional no se concebían independientemente de inserción en un linaje espiritual a través de una "secta", en particular "shiνaita", agrupando a "personas religiosas" cuya "realización" del Absoluto a través del Conocimiento metafísico era el objetivo fundamental y el asunto esencial de sus vidas. La realización de la verdad metafísica se concibe también aquí como una iniciación progresiva a puntos de vista cada vez más profundos. El esoterismo de la perspectiva metafísica está ligado al principio según el cual hay varios grados de realidad, cada uno de los cuales constituye, por así decirlo, la "verdad", en el sentido hegeliano de la palabra, del precedente. De ahí la distinción, muy frecuente en los textos, entre el Conocimiento superior y el inferior (26), que implica la posibilidad de una de una interpretación más o menos profunda (27) de la misma formulación doctrinal.

Esto nos conduce al importante problema de la exégesis de las escrituras sagradas o de los mitos tradicionales que juega un papel de primer plano en la expresión doctrinal de la perspectiva metafísica.

El aspecto más característico del enraizamiento de la doctrina metafísica y sus representantes en una tradición espiritual está constituida, en efecto, por la propia estructura de su expresión doctrinal.

Esta reviste esencialmente el aspecto de una exégesis o de un comentario sobre los textos canónicos o de las Sagradas Escrituras o de los mitos de las distintas tradiciones espirituales (28).

(25) Encontramos el mismo tipo de relación entre maestro y discípulo, basada en la absoluta obediencia y devoción de ésta hacia el primero, en el marco del esoterismo taoísta (cf. GRANET: El Pensamiento chino, p. 241) y el esoterismo mahayanista, especialmente en el Tíbet (cf. A.DAVID-ΝEEL Iniciaciones Lamaicas - Adyar).

(26) Por ejemplo: Bhagavad-Gita con el comentario de Shankara traducido por A.M. Sastry, p. 309.

(27) Esta distinción se convierte, en el marco Mahayana de la escuela Nagarjuna, en la de la "verdad última" y la de la verdad práctica ι. Cf. DE JONG: Cinco capítulos del Prasannapada. Ch, 18, p. 15 (Geuthner).

(28) Entre los neoplatónicos puede decirse que los diálogos de Platón constituyen el equivalente de un texto inspirado. No olvidemos el culto que la Academia rindió después de su muerte a Platón “heroizado”

La expresión de las verdades metafísicas, religiosas, cosmológicas en las diversas "Escrituras” tradicionales (Veda, Antiguo y Nuevo Testamento, Corán, Canon budista etc.) pueden ser considerados, en el marco de la perspectiva metafísica, como una forma universal de la manifestación del Verbo. Esta puede hacerse "carne” en el sentido de la Encarnación, tal como la concibe el cristianismo, en una individualidad humana. El Verbo puede igualmente convertirse en "Ley", como en el judaísmo mosaico o en el budismo, o “Libro ", como en el hinduismo o el Islam.

Los representantes "filosóficos" de la perspectiva metafísica se enraízan esencialmente en sus respectivas tradiciones por el intermediarios de esta  manifestación del Verbo universal en las diversas Escrituras "inspiradas". En las tradiciones que pasan por "reveladas", y especialmente en las tradiciones cristianas o hindúes la distinción entre  "Revelación" y "Tradición" es especialmente importante en este sentido. Los "metafísicos puros" que se adscriben a una determinada religión o tradición "revelada “ se sitúan en el marco de la "Tradición" en sentido restringido, en contraposición a la "Revelación",  este último término se refiere a la "inspiración" que se sitúa en el origen de las escrituras “de base”;  así los Vedas y los Upanishads en el contexto del hinduismo, los dos Testamentos con los escritos de los Apóstoles en el cristianismo constituyen la "Revelación" en sentido estricto (29); los representantes de la perspectiva metafísica se sitúan sea en el  propio marco (como Shamikara en el hinduismo) o más bien en la prolongación  (como Eckhart en el cristianismo) de lo que la teología católica llama "Tradición" (30). En los límites de la tradición griega, donde esta distinción no está puesta de forma literal, se puede sin embargo encontrar su equivalente, si se piensa en el  papel de los diálogos de Platón entre los neoplatónicos.

En los unos como en los otros se trata siempre de

(29) En sánscrito: el término e shruti a que es el equivalente del término “Revelación” en la teología dogmática del catolicismo, designa lo que es lo que se oye , la inmediatez de la audición  se opone al carácter mediato de la rememoración evocada por el término e smriti a (misma raíz que manas  = mental) que corresponde a la  Tradición a de la terminología católica.. Cf. R. Guénon: L'homme et son devenir, o. c. p. 13 sq.

(30) Cf. B. BARTMANN: Précis de théologíe dogmatique. Tomo I, p. 31 y ss.

relacionarse con una expresión doctrinal planteada como "original", es decir, como directamente  "inspirada" ( sea por "gracia divina en las tradiciones de forma religiosa o en el aspecto "religioso" de las tradiciones mitológico-metafísicas (31), sea por el "Νοûs inmanente al hombre en un marco rigurosamente metafísico).

Y esta conexión se traduce en el comentario e interpretación de los textos "inspirados" o "canónicos", así como de los mitos. Tal método es bastante común en el marco del pensamiento tradicional en general en todas sus formas, ya sea la cosmología, de teología revelada, o metafísica, en el sentido más general de este término.

Intentemos determinar brevemente el aspecto que reviste en la perspectiva metafísica. Los dos aspectos fundamentales de este "método" están constituidos, por un lado, por la explicitación y, por otra parte por la interpretación simbólica.

La explicitación de un texto por parte de los comentaristas es un proceso que también puede encontrarse igualmente en otras formas de expresión del pensamiento tradicional. Se mezcla en general en las doctrinas metafísicas con el método de la exégesis simbólica, que también puede encontrarse en textos que no está directamente relacionado con la perspectiva metafísica. Así, este método de interpretación de las Escrituras es común en la patrología griega, en un Dionisio Areopagita (32), un Gregorio de Nisa o Máximo el Confesor.

Pero se puede decir que, en este caso, el pensamiento de los autores que utilizan este método simbólico está bañado en una atmósfera espiritual impregnada por la perspectiva metafísica. La patrología griega es una extensión innegable del platonismo. Pero es en los escritos de los representantes de la Perspectiva Metafísica que este método se revela en toda su amplitud.

Los comentarios de explicitación o exégesis simbólica se justifican generalmente por la concisión o la ambigüedad de textos sagrados sin alcance simbólico, sea por la oscuridad y la aparente ininteligibilidad de los símbolos que ocultan (cf.el Apocalipsis) y sobre todo los mitos. La legendaria oscuridad de los Brahma-sutras ha dado lugar a varios comentarios.

(31) Véase el recurso a la noción de "gracia".

(32) Cf. ΡSEUDO-DYONISIO; Obras Completas. Trad, de Gandillac p.237 sg. (Aubier)

(33), además del comentario clásico sobre Shankara (34). Asimismo, la extrema concisión de PIatón concerniente a los aspectos importantes de su doctrina justifica aquí los comentarios de los neoplatónicos, especialmente en lo que se refiere a la trascendencia del Bien, en el sexto libro de la República.

El comentario de la explicación puede revestir aspectos diferentes : a veces se trata de seguir metódicamente la letra de un texto: así el comentario shankariano a los Brahmasutras, al Βhagavad-Gitâ o los Upanishads principales (35). A veces el comentario pretende seguir un texto y , de hecho, lo devora por la superabundancia y prolijidad de sus desarrollos. Este es, por ejemplo, el caso de Proclo, comentando el Parménides de Platón (36). A veces, se trata más bien, a propósito de la exposición personal de la doctrina', de una referencia constante a un texto que se comenta ocasionalmente: así lo hace Plotino con respecto a los diálogos platónicos. Mencionemos de nuevo el método clásico de los sermones, comúnmente utilizado por Eckhart, que comienza con una cita bíblica y apoya su comentario con innumerables citas de las Escrituras. Este último rasgo se encuentra en Shankara y Plotino, que se refieren constantemente a los textos tradicionales del Hinduismo (Vedas, Upanishads, Gita, etc.) y el otro a los textos platónicos (37). También hay que señalar igualmente que la exégesis simbólica se mezcla frecuentemente con la explicitación propiamente dicha en la expresión doctrinal de la perspectiva metafísica de ciertos mitos griegos en las Enéadas (38), de ciertos textos bíblicos en el Maestro Eckhart). No solamente este último se apoya en los

(33) Cf. V. S. GRATE: Étude sur les Brahma-Sutras et leurs cinq commentaires.Tesis. París 1918.

(34) Que constituye su obra fundamental. Cf. los Vedanta-Sutras con Comentario de Shankara. Traducido por Thibaut (2 volúmenes), Oxford 1890 y 1896.

(35) Cf. por ejemplo el Mandukopanishad, comentado por SHANKARA. Traducido al francés por M. SAUTON. Adyar, 1950. El método de argumentación de Shankara en sus Comentarios a los Brama-sutras recuerda mucho en su forma al método escolástico de de Santo Tomás en la Summa.

(36) Cf. PROCLO.us : Comentario sobre el Ρarménides de Platón. Trad.Chaignet (Leroux, 1900).

(37) También hay que señalar que las referencias plotinianas nunca son explícitas y literales,  a diferencia de las de Shankara, por ejemplo.

(38) Cf. por ejemplo, el 8º tratado de la 5ª Enéada, cap. 12 y 13 (tract.Budé, p. 150 y 151) donde Plotino da una interpretación simbólica de la genealogía hesiódica de los dioses; Uranos, Cronos y Zeus son respectivamente las tres hipóstasis el Uno, la inteligencia y el Alma universal.

 símbolos o parábolas utilizadas por Cristo en los Evangelios, sino que confiere a su vez un valor simbólico a ciertos acontecimientos de las Escrituras (39), y también recurre a símbolos para tratar de expresar lo inexpresable (cf. la imagen del arca, la chispa, el castillo, etc. para designar a la Deidad que está en la raíz del alma).

El enraizamiento de la perspectiva metafísica en una tradición espiritual determinada le asegura una continuidad y permanencia que simboliza en cierta medida la propia inmutabilidad de los "primeros principios" que pretende sacar a la luz. Es, por tanto, la inserción en una tradición espiritual en el sentido a la vez rico y preciso de la palabra que nos parece constituir la condición por excelencia de la continuidad de la de la verdadera "filosofía eterna".

Pero no debemos olvidar que esto último también implica también el rechazo de una idolatría de las "formas", sean las que sean. Las formas limitadas no son más que reflejos, no sustancias. Así que la permanencia que enfoca el comentarista no es tanto la de la literalidad integral de una cierta expresión doctrinal como el de la verdad que está hecha para vehicular. Si el contenido esencial sigue siendo rigurosamente el mismo, la forma en que se expresa puede evidentemente cambiar, aunque sólo sea para adaptarse a nuevas exigencias intelectuales y espirituales. Sin duda el origen mismo de la expresión escrita y especialmente "filosófica" se encuentra en la necesidad de adaptarse a dichas condiciones. Se admite corrientemente que en las antiguas tradiciones de China e India, la fijación por escrito de las grandes doctrinas es un fenómeno relativamente tardío, precedido por un modo de transmisión exclusivamente oral (40).

La "transmisión" de las doctrinas metafísicas en el contexto de la expresión "filosófica" a la que nos limitamos en este trabajo, corresponde aproximadamente a una explicitación

(39) Por ejemplo, el episodio de Cristo expulsando a los mercaderes del templo. Cf.Sermón nº 1, p. 117 (Aubier).

(40) Se conoce por otra parte la desconfianza de Platón y los platónicos con respecto a la fijación escrita de las doctrinas. Cf. PLATON: Cartas VII, 344,c. p. 54 (Budé). “Cualquier hombre serio se cuidará de no tratar asuntos serios por escrito.”  Cf. también PROCLO: Comm. Parmén, o. c., Tomo I, p. 163 c Las obras verdaderamente profundas sólo deben publicarse con gran prudencia ... para que, sin saberlo, no revelemos, como a traición, los misteriosos pensamientos de las almas divinas a los oídos vulgares y a los corazones corruptos”

presionada más y más, que parece acompañarse de una preponderancia creciente de raciocinios mentales así como de un deseo de “precisión” y “sistematización” teórica. -En el no-dualismo νedántico de Shankra se puede constatar que la expresión doctrinal comporta una cierta indeterminación, similar a la que se encuentra en los diáΙogos de Platón, y que algunos de sus sucesores y comentaristas han tratado de superar (41) mediante un esfuerzo de precisión. Este esfuerzo ha dado lugar a interpretaciones contradictorias (42). Es importante subrayar aquí los peligros de una "precisión" conceptual, correlativa a la explicitación, aplicada a las realidades "principales" que constituyen el objeto fundamental de la metafísica o de la teología (43); esta "precisión", que es aquí lo contrario de un verdadero rigor, corre el riesgo de paralizar la intuición intelectual que consiste en la captación simultánea de aspectos aparentemente contradictorios aspectos simultáneamente, y que la precisión conceptual  corre el riesgo de congelar y aislar (44).

No es más que en la medida en que la formulación conceptual y la argumentación son conscientes de su valor esencialmente simbólico y partiendo de su carácter fundamentalmente inadecuado, como pueden seguir siendo instrumentos de conocimiento metafísico, es decir, los vehículos de intuición intelectual. Nos parece que el mérito de la explicación racional de un Shankara o un Plotino radica precisamente en el hecho de que el concepto, en particular gracias a

(41) Una mentalidad raciocinante y dogmátizante no puede impedir confundir la interdeterminación de la plenitud y la indeterminación de la pobreza. De ahí la incomprensión de Aristóteles de la idea platónica, ese verdadero “universal concreto”, así como la confusión antimetafísica de Hegel entre el Ser puro y la Nada.

(42) Por ejemplo, con respecto al valor respectivo de ciertas metáforas utilizadas por Shankara para designar el alma humana: la imagen de la chispa y la del reflejo en el agua: sus discípulos se dividirán en dos escuelas según se apoyen en la primera o en la segunda. Cf. LACOMBE, o. c., p. 258.

(43) A este respecto, señalemos el aspecto dogmático de las formulaciones de la teología católica, en relación con la exigencia de precisión "jurídica" del espíritu latino, frente a la ausencia de dogmatismo en las formulaciones de

la teología oriental, que nos ayudan a comprender en qué sentido un  dogma religioso puede constituir un vehículo de intuición intelectual, más allá de la abstracción racional y de los sentimientos y de las demandas de las exigencias sentimentales y pasionales.

(44) Cabe recordar aquí la crítica hegeliana del entendimiento que divide o la crítica bergsoniana al concepto que trocea artificialmente lo real; pero veremos que la crítica metafísica del concepto se sitúa en una perspectiva diferente de las que inspiran estas dos célebres críticas.

Al método apofático y antinómico, nunca permanece congelado en sus aparentes limitaciones: mantiene profundos vínculos con el simbolismo de los mitos y ritos de las tradiciones espirituales a las que se adhieren sus doctrinas. Pero se entiende muy bien el riesgo, inherente a la explicitación como tal, de una ruptura con las formas simbólicas que constituyen un vínculo vital entre el hombre y la trascendencia. Es el enraizamiento de la especulación metafísica en el simbolismo tradicional lo que le permite a esta conservar a la vez tanto su vitalidad como su profunda continuidad.

El ejemplo de la metafísica νedántica nos parece particularmente iluminante a este respecto. La meditación ininterrumpida de los mismos textos fundamentales, especialmente el Gita y los Upanishads, ha suscitado numerosos comentarios desde Shankara a Shri Aurobindo (45), manteniendo hasta nuestros días la continuidad de una misma óptica metafísica, que se ha reflejado en expresiones diferentes y originales. Los peligros de la esclerosis escolástica y de dogmatismo filosófico o teológico (46) se encuentran compensados con por el enraizamiento en el simbolismo tradicional. Y sin duda también por la experiencia espiritual (47) que está en la base de las formulaciones doctrinales y que está en relaciones estrechas con el enraizamiento del metafísico en una tradición espiritual. No es casualidad que Shankara, que se nos presenta como un verdadero filósofo, aparece igualmente y sobre todo a veces como "místico".

Y sin duda la originalidad de las formulaciones metafísicas en el interior de una misma tradición espiritual se debe tanto a la necesidad de una explicitación particular de tal o cual aspecto de los principios" o del "Principio" en función de las nuevas exigencias intelectuales como del carácter particular de una experiencia espiritual determinada. Es así como el “Yoga” integral (48) de Aurobindo pedía una interpretación

(45) Véase el Bh. Gîta comentado por S. Aurobindo, trad. C. Rao y J. Herbert (Albin Michel).

(46) Veremos que el “dogmatismo”, es uno, ya sea filosófico como aquel que atacaba Kant, “teológico" como el que ataca  el racionalismo en general.

(47) Este aspecto tan importante lo estudiaremos en detalle en la segunda parte de este trabajo.

(48) Cf. AUROBINDO: La Synthése des Yogas (Albin Michel).

  nueva y por tanto “ortodoxa” de la célebre Bhagavad-Gita, donde hace un síntesis de los tres yogas tradicionales de Acción , Amor y Conocimiento, mientras que la interpretación de Shankara se basaba en la primacía exclusiva del "yoga" del Conocimiento. Más de diez siglos separan a "filosofía" de Aurobindo o la experiencia espiritual de un Ramana Maharshi - el último gran sabio de la India contemporánea -(49) de las de un Shankara; y, sin embargo, se trata de la misma metafísica.  Esta no ha hecho ningún "progreso".  La esencia misma del contenido doctrinal del Vedânta no dualista ha permanecido igual desde Shankara hasta su actual sucesor oficial (50).  Tal vez no sería inútil subrayar aquí lo que la idea de un "progreso" de la metafísica nos parece tener de quimérico. Se sabe que, a pesar de Kant, la metafísica occidental ha hecho  "progresos” transponiendo, por así decir, sobre el plano temporalista el sueño dogmático" de la ontología del cual  Kant intentó vanamente sacarlo. De hecho, hubo tantos progresos que los sucesivos y contradictorios dogmatismos, y estos progresos consistieron precisamente en un alejamiento progresivo del Ser, es decir, en un espesamiento del famoso sueño dogmático o en una degradación y un retroceso cada vez mayor de la metafísica. Sin duda el único progreso posible de la metafísica está en redescubrir lo que llamamos "perspectiva metafísica".  Tal es, al menos, la convicción de los representantes de esta última, que no han buscado tanto contribuir al progreso de la metafísica como redescubrir, tras las formulaciones simbólicas inherentes al contenido de sus respectivas tradiciones espirituales, verdades propiamente eternas a las que simplemente han tratado de dar una forma original, susceptible de comunicar a esos a los que se dirigían, las evidencias fundamentales que se encontraban en la raíz de las formulaciones “originales”. Es a Plotino que tomaremos prestada una declaración en parte significativa a este respecto: “ Nuestras teorías no tienen nada de nuevo y no son de hoy: ellas han sido enunciadas hace mucho tiempo, pero sin ser desarrollado, y nosotros no somos hoy más que exégetas de estas viejas doctrinas

(49) Cf. RAMANA ΜΑΗΑRSΙ. Colección de textos publicados por J.Herbert (Aydar).

(50) El  Jagad-Guru o gran maestro del monasterio de Sringert fundada por Shankara.

cuya antigüedad está atestiguada por los escritos de Platón" (51).

Ya habíamos señalado que el arraigo en una tradición espiritual no es una característica propia de la metafísica, sino un carácter que comparte con las otras formas de pensamiento tradicional. La permanencia y la continuidad de la perspectiva metafísica que acabamos de sacar a luz es bastante análoga a la continuidad de los "dogmas" dentro del marco tradicional de la Iglesia Católica (52).

Pero lo que nos parece digno de mención aquí es, en particular en el caso de Vedanta (53), el hecho de que esta continuidad no es la de los "dogmas" religiosos que se dirigen a la "fe" para ser "creídos", sino la de una doctrina "filosófica" que se dirige a la inteligencia a fin de ser comprendida. Y es por ello que constituye en ciertos aspectos un equivalente de lo que estamos acostumbrados a llamar "filosofía", en oposición a la "teología". En realidad, la perspectiva metafísica va más allá de la oposición de "filosofía" y "teología" (54) que ya era clásica en la época de Santo Tomás, y es la permanencia del aspecto "filosófico" - que tiende al primado del conocimiento en la "vida espiritual" o, más precisamente, en la vía de la Sabiduría en la cual se encarna la "metafísica integral"- que nos parece que hay que subrayar. Esta continuidad es la de una doctrina eminentemente "filosófica" o "metafísica", y por eso parece interesante esbozar una rápida comparación con los "sistemas" que nos presenta la historia de la filosofía moderna desde Descartes en adelante. Tras las apariencias de una pseudo "philosophia perennis", es difícil apercibirse que la situación de los sistemas filosóficos

(51) Cf. Enéadas V, 1, 8 p. 26 de la traducción. Bréhier (Ed. Budé).

(52) Estas dos continuidades coinciden de hecho cuando la formulación metafísica está arraigada en el marco exotérico del dogmatismo religioso, como fue el caso del Maestro Eckhart.

(53) La ventaja que el Vedanta tiene a este respecto sobre su equivalente occidental, el platonismo, es la continuidad vital de una tradición totalmente metafísica que aún pervive en la actualidad, mientras que el platonismo platonismo sólo sobrevive virtualmente a través de los dogmas religiosos, sin estar actualizado en un apoyo institucional, como fue el caso de la Academia y las escuelas neoplatónicas.

(54) Del mismo modo que supera las contradicciones que separan los dogmatismos teológicos (islam, cristianismo) o los dogmatismos filosóficos (idealismo, realismo, etc.)

 es radicalmente opuesta a la de la perspectiva metafísica tal y como la acabamos de describir".

1°) Y en primer lugar en lo que respecta al arraigo de una tradición espiritual. Mientras que el filósofo se encuentra integrado en una tradición espiritual, su obra propiamente filosófica se sitúa, como mínimo, al margen de esta tradición, es decir, de su religión. Y esta situación no se debe tanto al filósofo moderno como al corte neto entre la especulación filosófica y la teología dogmática, que ya es netamente acusado en los escritos de los grandes escolásticos, y especialmente de Santo Tomás, es decir, en una época en la que la especulación "filosófica" seguía conservando un carácter eminentemente "tradicional". La separación radical y dogmática que instauró el exoterismo religioso entre la "naturaleza" y la "gracia", la "razón" y la "revelación", al menos en el marco de la teología dogmática del catolicismo romano (55) y que ciertamente no es ajeno a la primacía filosófica del aristotelismo sobre el platonismo en el marco de la cosmología y la antropología tomistas (56), es ya como una virtual consagración de la autonomía de la razón. La impotencia radical de una razón aislada del Intelecto universal, análoga a la impotencia de la naturaleza separada de la gracia, que se funda en una aparente humildad, conduce de hecho a un orgullo "humanista" que empujará la razón  separada de la "gracia" a resolver por sí misma los grandes "problemas" filosóficos. La autonomía de la especulación filosófica está en sus inicios en los fundamentos del dogmatismo religioso. "El 'racionalismo' filosófico en general, o el dogmatismo racionalista, no es en el fondo más que el desarrollo de una tendencia inherente al propio dogmatismo religioso. Por lo tanto, no es sorprendente ver los sistemas filosóficos de pensadores que, como Descartes, están apegados a su tradición espiritual, evolucionar al menos al margen de las especulaciones "teológicas propiamente dichas ". Sin duda, Descartes es llevado a discutir de "teología" y, en particular, de la

(55) La teología ortodoxa evita, gracias a su apofatismo, una dogmática clara formulaciones dogmáticas, y la "especulación filosófica" no está tan claramente separada de la especulación teológica como la escolástica occidental. Cf. Lοssky, o. c., p. 45.

(56) El platonismo se encuentra la “mística', aún más alejada de la'filosofía  que de 'teología  misma

"transubstanciación" (57). pero es en vista de responder a las objeciones y ponerse a cubierto de los reproches de los teólogos. Las Meditaciones mismas están puras de toda referencia a la teología dogmática", a los “dogmas revelados”, lo mismo por otra parte que los tratados propiamente filosóficos de la Suma de Santo Tomás . Pero es curioso constatar que los dos representantes  "católicos" más destacados de la perspectiva metafísica no distinguieron en sus escritos el aspecto “teológico" o revelado del aspecto "filosófico" o "racional". No es sin duda por casualidad que el Maestro Eckhart aborda la cumbre de sus especulaciones verdaderamente "metafísicas" con ocasión de sus meditaciones sobre la Trinidad, y entonces nos da la sensación, en las páginas que forman parte de lo que se suele llamar la “ mística especulativa ", de superar la oposición entre el dogmatismo religioso y el especulación filosófica. Lo mismo ocurre con Nicolás de Cusa cuyas especulaciones propiamente metafísicas sobre el hombre maximum  (58), es decir sobre Cristo enfocado según una óptica  propiamente metafísica, se enraíza también en los dogmas trinitarios que nos parecen superar, conforme a la actitud que hemos analizado antes, las limitaciones dogmáticas  (59).

La autonomía de la filosofía se convertirá pronto, como se sabe, en hostilidad y desprecio por una teología de la rechaza ser la sirvienta (60). Spinoza, que    aparece como un caso particularmente significativo de no enraizamiento en su tradición espiritual, el Judaísmo, estará en oposición manifiesta con los teólogos cristianos, así como con los rabinos de Amsterdam. Excomulgado por la Sinagoga, en relación con los Menonitas que se inspiraron en la gnosis

(57) Cf. 4" Réponses aux objections. Ed. de la Pléiade, p. 357 y ss,

(58) Cf. Docte ignorancia, libro 3, cap. 2, p. 143 (trans. de GΑΝDΙLLΑC). el Hombre máximo del Cusano tiene su equivalente en el "Purusha" del hinduismo. (Cf. Guénon). El hombre y su devenir (p. 55) o en El hombre trascendente (Cheun-jen) de la tradición taoísta (Cf, GUÉNON: La Gran Tríada, cap. 18, p. 126).

(59) No hace falta decir que en Shankara también es imposible discernir una especulación teológica" de una "especulación propiamente filosófica", aunque distingue entre Razón y Revelación, pero la razón siempre está apoyada sobre una Revelación que no es en definitiva  más que el símbolo y soporte de la intuición metafísica que está en acción en no importa que especulación del maestro de  Vedanta. Cf. Lacombe: L’absolu selon le Vedanta, pp. 219 y ss.

(60) Esta emancipación va por otra parte  acompañada de una nueva servidumbre: la filosofía se convierte en ancilla seientíae, al menos en sus creaciones más válidas.

de Marción (61), el se rebela contra el dogmatismo religioso del pueblo judío, pues no sabe reencontrar la dimensión universal y espiritual a la manera de Isaac Lurna o de un Moisés de León (62). Al dogmatismo religioso opone su dogmatismo filosófico. Es insensible al aspecto “simbólico" de las formas tradicionales (63) de las que sólo captó los contornos y las implicaciones pasionales, pero en nombre de una intelectualidad que está lejos de estar ella misma despojada de todo elemento “dogmático” y pasional, Y este dogmatismo suscitará como un legítimo contra golpe la crítica kantiana del “dogmatismo” filosófico. 

La especulación intelectual que se opone a una tradición espiritual (64) cuyo significado profundo ya no comprende más, se arriesga a volar hacia Dios con sus propias alas. Y el filósofo nos aporta con la Ética un magistral y genial caricatura de la perspectiva metafísica en un dogmatismo racional  que se opone masivamente a las evidencias que niega porque se sabe incapaz de integrarlas, a diferencia del metafísico que practica naturalmente y sobre todos los planos la síntesis de las contradicciones.

El monismo masivo de la Ética excluye la vida, la libertad de elección o la "persona", que el no dualismo más sutil del metafísico puro consigue integrar en el universo concreto de su perspectiva.

Sería tan fácil como tedioso mostrar ejemplos del no enraizamiento de los sistemas filosóficos en las tradiciones espirituales que les corresponden. Nos parece más útil destacar algunos casos ambiguos. Se sabe que para  Descartes, cuya fe no podía ser puesta en duda, la metafísica es sólo la antesala de la física y no su y no su finalización. Lo esencial es la promoción de un ciencia que nos hará “dueños y poseedores de la naturaleza” de la naturaleza" mientras que el "película" divina se limita a mantener la misma cantidad de movimiento en la extensión.

(61) Cf. LEISEGANG: La Gnose (trad. Gouillard, p. 188 y ss).

(62) Cf. Scholem: Les grands courants de la mystique juive (trad. Davy,

pp. 172-304).

(63) Cf. ETICA: Apéndice al Libro I, pp. 66-69 (Ed. Vloten),

(64) Sin duda Spinoza se nutrió de la teología hebraica tanto como de la filosofía. Pero lo que pudo incorporar de elementos tradicionales en su doctrina queda subordinada a la síntesis individual de su dogmatismo filosófico. Es el spinozismo el que subordina al Judaismo en general, así como los vestigios del esoterismo cabalístico que pudo comportar.

El humanismo antitradicional estaba claramente en germen en esta actitud fundamental.

Un ejemplo más instructivo es sin duda el de Hegel. La filosofía de este protestante nutrido de teología podría plantear a primera vista un enraizamiento en una tradición espiritual (65). Pero esto no es más que una apariencia. Su sistema es por otra parte un ejemplo típico, análogo al de Spinoza, de una "racionalización" de ciertos aspectos de la perspectiva metafísica. Ávido por superar las antinomias del dogmatismo religioso, construye, como Nicolás de Cusa una síntesis de contradicciones y, como él, introdujo la dialéctica del hombre-Dios en el corazón de su filosofía. El "Hombre-máximo" del Cusano se convierte en el Universal concreto del Sistema. Su filosofía no está al margen de la teología; se puede decir que la teología constituye el centro, con el dogma fundamental de la Encarnación, pero es una teología profanada, en el sentido más fuerte del término.

Es la teología la que se hace aquí la sirviente de la metafísica, o más bien de un sistema filosófico fundado sobre el contrasentido metafísico de la temporalización del Absoluto. La encarnación no está aquí, como en Eckhart o en el Cusano, interiorizada hasta su dimensión metafísica que preserva su aspecto de misterio. La necesidad de la Encarnación está concebida en Hegel de forma masiva y racional: el Verbo añade alguna cosa al Ser del Padre al encarnarse, Dios tenía necesidad de encarnarse para realizarse. La necesidad no es aquí rigurosamente idéntica a la libertad divina, es más bien la expresión de una carencia y no de una plenitud; es "cosmológica" y no "metafísica". El misterio intemporal de la coincidencia de los opuestos se espesa en una dialéctica de la tesis y la antítesis, donde la oposición de términos no se encuentra superada más que al precio de una relativización recíproca que  nos prohíbe captarlos a cada uno en su verdadera estructura metafísica: el Infinito es degradado y la finitud escamoteada (66). La superación del principio de no contradicción, que se encuentra igualmente en el corazón de la perspectiva metafísica está masivamente proyectada aquí sobre un

(65) Véase el excelente libro de J. Wahl sobre “La infelicidad de la conciencia en la filosofía de Hegel" donde se ve netamente el importante lugar de la teología en las meditaciones del joven Hegel.

(66) A este respecto, recordemos los reproches del existencialismo contra el "totalitarismo" del sistema hegeliano, al que se acusa, con razón, de ocultar la individualidad y la subjetividad reales.

 plano al nivel del cual engendra confusión y no la unidad verdadera .

Y esta laicización  "filosófica" de la teología por medio de una aplicación a los "Misterios revelados" de un sistematización racional de los "Misterios revelados" conduce de hecho a la divinización de una Humanidad y Naturaleza que han perdido definitivamente sus relaciones de participación metafísica con la Trascendencia. El enraizamiento caricaturesco del sistema hegeliano en el cristianismo conduce de hecho a una negación infinitamente más insidiosa y temible de la espiritualidad tradicional que la oposición del racionalismo "ateo" o la cautelosa indiferencia prudente del positivismo con relación a la "teología".

2°La diferencia entre la perspectiva metafísica y el sistema filosófico es también muy muy neta en lo que concierne a la continuidad tradicional.  El nacimiento de un sistema filosófico tiene lugar bajo el doble signo de la discontinuidad y la originalidad.

Hay ciertamente una originalidad que no es en absoluto incompatible con la continuidad tradicional y que se debe a la necesaria refracción de la universalidad metafísica a través de las singularidades de un lugar, una época y un "temperamento", pero que no afecta en absoluto a los fundamentos esenciales de la doctrina. Es igualmente evidente que el hecho mismo de la evolución o de la historia de la filosofía implica la continuidad del pensamiento filosófico como tal, que se encuentra en todos los sistemas, sin olvidar la relativa continuidad de ciertas "tradiciones filosóficas" como el idealismo, el realismo, el "espiritualismo", etc... Pero estas dos formas de continuidad son muy diferentes de la que se encuentra en la perspectiva metafísica. La continuidad no es más la de una "tradición" cuyo aspecto no es el mismo que el de la perspectiva metafísica cuyo aspecto de "revelación" es al mismo tiempo un símbolo y un sustituto de la intuición intelectual en toda la fuerza de su significación platónica: esta continuidad es la de una razón que no estando ya  está sometida ni a la intuición intelectual o a su sustituto (la "fe", la "Revelación") está subordinada a las fluctuaciones de la "opinión". La razón, ya no iluminada por la Inteligencia, está condenada a someterse a las contingencias históricas y a las vicisitudes de la "experiencia". Así, la originalidad de los sistemas filosóficos se refiere a la esencia misma de su contenido y no sólo a las modalidades de su expresión. Apenas hay un gran filósofo que no haya tenido dada la sensación, por otra parte perfectamente justificada, de que aportaba una nueva visión del mundo, una concepción original del ser. Su contemporánea Nicolás, en su " Traité .de la faiblesse humaine" (cap. VII) había podido decir de Descartes: "Se había filosofado durante tres mil años sobre diversos principios, y en un rincón de la tierra se levanta un hombre que cambia toda la cara de la filosofía y pretende hacer ver que todos los que vinieron antes que él no han escuchado nada en los principios de la naturaleza. Leibnitz, que, sin embargo, pretende vincularse a Aristóteles, por debajo de la ruptura inaugurada por el mecanismo cartesiano, no tiene menos la sensación de que la metafísica está aún por constituir. " Nadie debería sorprenderse", escribe (67), "de que esta ciencia primordial a la que responde el nombre de Filosofía primera sigue estando hoy entre las ciencias que hay que buscar”.

Y sabemos que Leibniz espera contribuir a la promoción de esta ciencia" mediante un análisis más riguroso de la noción de sustancia.

La crítica kantiana, que condena el dogmatismo "sustancialista" de la ontología clásica, pretende abrir una nueva era en la historia de la filosofía prescribiendo sus límites a "toda metafísica futura". En efecto, contribuyó a la promoción del idealismo y el temporalismo modernos, introduciendo una profunda ruptura en la "tradición" filosófica.

Más cercade nosotros, sabemos que Bergson también creía que podía renovar la metafísica gracias a su "intuición", que seguiría los contornos de esta “creación continua de novedad imprevisible” que situó en la raíz de lo real, , demostrando que todos los sistemas anteriores han desconocido la realidad del tiempo (68).

Si nos dirigimos a Husserl, nos llama la atención una exigencia similar de innovación revolucionaria.” Yo no digo que la filosofía es una ciencia imperfecta", escribe (69), simplemente digo que todavía no es una ciencia", y se sabe que cuenta con la "fenomenología" para hacer de la filosofía una "ciencia rigurosa". Muy cerca de

(67) Cf. Selección de opúsculos filosóficos escogidos. Sobre la reforma de la filosofía primera, pl. 79 (trad. Schreeker). Ed. Hatier-Boivin.

(68) Cf. El pensamiento y lo moviente, p. 10. c Ninguno de ellos (es decir, los filósofos) investigaron los tiempos de los tributos positivos en el tiempo".

(69) Cf. La filosofía como ciencia rigurosa, trad.. LAUER, p. 53 (P.U.F.).

nosotros, finalmente, hemos visto que Heidegger reprocha a todos los filósofos anteriores de haber  confundido el Siendo y el Ser y que el sueña una superación de la metafísica que permitiría al hombre acceder al pensamiento del Ser.

Tal es la situación de los sistemas filosóficos. Un pensamiento supuestamente liberado de la autoridad de una tradición espiritual, es decir  privado de la luz más o menos indirecta de la intuición intelectual, se encuentra sometida de hecho al dogmatismo anárquico de las opiniones individuales y de las posiciones que presuponen. El filósofo liberado del aparente dogmatismo de una tradición espiritual tiene la ilusión de que es libre para la verdad: de hecho, no utiliza su libertad más que para destruir los sistemas anteriores cuyos defectos a menudo detecta pero no para abrirse a una experiencia verdaderamente integral de lo real, pues siempre vuelve a caer en la prisión de nuevas limitaciones intelectuales y pasionales. Su rechazo masivo de los 'dogmatismos' anteriores no está condicionada en efecto más que por un dogmatismo que se ignora.

La situación del "metafísico puro" es, por así decirlo, inversa: se mantiene en el marco de una tradición espiritual que aparentemente limita su libertad y que en la práctica controla y modera su individualidad psíquica y mental, él llega a superar desde dentro las limitaciones dogmáticas de esta tradición, profundizando en el contenido de su mensaje. La sumisión de sus poderes individuales a la exterioridad de una tradición limitada aparece entonces como la condición paradójica de una perfecta disponibilidad que le permite una captación "libre" y "desinteresada" de las verdades universales

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