jueves, 8 de noviembre de 2018

Volveremos a ser campesinos (Philippe Desbrosses)


PHILIPPE DESBROSSES,

NOUS REDEVIENDRONS PAYSANS,

 Editions du Rocher 1993


CAPÍTULO VIII

LOS ESCENARIOS DEL  APOCALIPIS

“Nadie sabe cuando ni cómo la crisis monetaria internacional va a producirse, arrastrando e1 hundimiento del sistema de especulación y valores ficticios... Lo que es seguro, es que estos plazos son ineludibles...”

 Así se expresa uno de los más grandes expertos financieros de Wall Street, John Kenneth Galbraith, en una entrevista titulada “ Apocalypse tomorrow “, aparecido en el Nouvel Observateur del 6 de febrero de 1987.


¿CUÁLES SON LOS ESCENARIOS POSIBLES PARA LOS DIEZ AÑOS VENIDEROS?

Es muy probable que 1a Historia se embalará más fuertemente aún que 1a aceleración conocida hoy.

El Acta Única de 1992, que crea un mercado libre el interior de la Comunidad Europea, con 1a entrada posible de Turquía, cabeza de puente ideal para las producciones del Oriente, va a poner en presencia economías completamente diferentes en una confrontación donde todo el sistema occidental corre el riesgo de volar en esquirlas.

Este mercado libre europeo es en realidad una apertura al mercado mundial, cuya presión se hace cada vez más fuerte en nuestras fronteras, hasta el punto que ella la sumerge a veces. La mantequilla neozelandesa, los carneros australianos, los relojes electrónicos vendidos a puñados (20 francos pieza, 3,048 euros) procedente de Formosa o Singapur, los automóviles y las motos japonesas, los ordenadores de nuestras grandes marcas fabricados para un bocado de pan en Taiwán, y todo lo que no se sabe o que  se finge no saber, para no llevarse del vértigo...

Cuando las últimas defensas que protegen nuestras economías envejecidas, asfixiadas, cedan delante de las de los nuevos países, China, Indonesia, y en general todo el Sudeste asiático, vigoroso, ofensivo, saltando ya de impaciencia a las puertas de nuestros mercados, capaz de fabricarlo todo y de imitarlo todo (en mejor a veces, Japón es un ejemplo), y sobre todo capaces de inundar nuestros mercados con precios de veinte a treinta veces inferiores a los nuestros, la competencia habrá dado paso a una pesadilla, para todo industrial o jefe de empresa concienzudo. En efecto, ¿quien podrá seguir ejerceiendo sus talentos bajo nuestras latitudes, jugar un papel cívico de creador de riquezas y empleos para sus compatriotas, resistir en tal coyuntura? ¿No se ha convertido en locura emprender en Europa?

Por otra parte las potencias financieras internacionales han dado la tónica desde hace tiempo. Invierten desde años en estos nuevos países donde las leyes sociales, los reglamentos son inexistentes, donde se puede aún hacer trabajar a las poblaciones por salarios ridículos comparados los de nuestros países. Los campos de explotación de la energía humana se han desplazado hacia estas zonas más propicias, por eso Europa ha alcanzado los diez millones de parados, de los que tres para Francia. Es una situación explosiva.

Es inevitablemente mucho más ventajoso para las  empresas industriales abandonar los lugares de implantación y producción en Europa para transferirlos en los países en vías de desarrollo, con manos de obra a 2,50 francos de la hora (0,38 euros), sin cargas sociales. Los ejemplos pululan, sería necesario un libro para citarlos. Eso va desde los objetos usuales de los que abundan nuestros bazares, a los productos agroalimentarios, pasando por los ultramarinos finos, los cosméticos, los pesticidas, los ordenadores, los vestidos...

¿Qué puede  esperarse de la generalización de estas tendencias? Bien seguro que aprovecharán a algunos multimillonarios internacionales y que suscitan nuevos, que quizá eliminarán a los primeros, por esto no son más que epifenómenos. Lo más grave, es que nuestra economía bascula en un pozo sin fondo arrastrando todas las consecuencias que se adivinan: recesión, paro acrecentado, conflictos sociales, empobrecimiento acelerado de las poblaciones, por lo tanto hundimiento de los mercados por insolvencia creciente, de donde mercados negros o mercados paralelos que empeorará aún las situaciones; advenimiento de una economía diversificada de supervivencia, sobre todo de supervivencia alimentaria.

Hay que tener en cuenta por otra parte que la debilidad de los países en curso de desarrollo, entre los que pueden provocar el hundimiento de los sistemas económicos occidentales, es la agricultura.

Qué puede ocurrir sobre un planeta donde solamente se será capaz de vender tres automóviles para el precio de uno y ordenadores en saldo la docena, mientras que la producción alimentaria va a continuar cayendo, como es fácil de imaginar a partir de los elementos que se han sido presentados en este libro.

La agricultura industrial y sus resultados provisionales, concentrados sobre zonas limitadas de la tierra, no puede mantener indefinidamente sus rendimientos, su derroche energético, su costes de producción cada vez más elevados y aún menos sus desórdenes ecológicos. Cada población, cada familia incluso, va a comprender, tanto más  rápidamente cuanto  crezca la necesidad, de producir directamente lo esencial de sus propias necesidades de subsistencias. Volverá a ser ventajoso cultivar su jardín o agruparse por pequeñas comunidades para producir su alimentación.

En los países donde el hambre prevalece, se seguirá muriendo  de hambre, hasta el renacimiento de sistemas agrícolas convenientes, autónomos y autosuficientes, de los que citamos algunos ejemplos. Los países cuya agricultura pletórica da por el momento 1a ilusión de la seguridad alimentaria van a confrontarse con una revisión desgarradora de su situación por la sinergia de varios factores.

- en primer lugar su poder adquisitivo va a bajar considerablemente, por la competencia de las economías más jóvenes que van a sumergir el  nuestro (de donde paro, pauperización entre nosotros);

- los precios de los productos de 1a agricultura industrial, mantenidos artificialmente bajos estos últimos años, van a sufrir subidas muy importantes, ya que no se pueden camuflar los costes reales y seguir indefinidamente las transferencias de cargas que también ellas han alcanzado sus límites;

- contrariamente a los abastecimientos de productos usuales de origen industrial procedente de los países en vías de desarrollo, los consumidores occidentales no podrán esperar los mismas ventajas con los productos agrícolas, ya que precisamente estos nuevos países no tienen la posibilidad de alimentarnos y sus campesinos son también un especie en curso de desaparición, 1o probamos sobreabundantemente a lo largo de esta obra.
La conclusión, es que la supervivencia de la mayoría de las poblaciones del globo pasa por una vuelta la tierra. Para algunos parcialmente, como complemento de actividad o como ocios útiles. Para otros, de buen o de mal grado, porque no habrán encontrado nada mejor para garantizar su propia subsistencia, y para una tercera categoría de manera más profesional, en los planes de adaptación y desarrollo rurales que obligará a los Gobiernos a establecer para reconstituir la primera de las actividades indispensables la vida en este mundo: la agricultura.

Entonces, ¡volveremos a ser campesinos... ¡

Pp 211-214

CAPÍTULO IX

El MUNDO CAMBIA

Nada es más fuerte que una idea que llega a su hora...
V. Hugo

En 1988 y 1989, realicé un periplo a través de numerosas regiones de Francia sobre del tema de < Quiebra alimentaria >.
Pude medir el interés del público con motivo de conferencias o coloquios sobre lo que está en juego a niveles socioeconómicos de este fin de siglo y sobre el porvenir de 1a agricultura. Las inversiones de tendencias en materia de comportamiento, aspiración, método de vida, son reveladoras de la revolución en curso.

Todas las grandes epopeyas humanas están basadas en creencias, deseos, imágenes... La energía de la fe es así perceptible en las realizaciones humanas del pasado y el presente: las Pirámides, el Partenón, Notre Dame de Chartres o los cohetes interplanetarios, gloria de la ciencia contemporánea. La conquista de la luna forma también parte de estos milagros de la creencia por la cual el pueblo se deja imponer los más pesados sacrificios.

Pero hoy el ideal común de la felicidad y las imágenes que están vinculadas no son ya las mismas que hace treinta años. El sueño de potencia industrial, de abundancia de bienes materiales no suscita ya los fantasmas de los años 1960. Incluso si la competición sigue siendo salvaje, como consecuencia de las prácticas y obligaciones del pasado, el corazón no está en ello y una sorda inquietudes golpean ligeramente los espíritus. Observamos en efecto que cuanto más se desarrollan los resultados, más generan consecuencias insoportables, y el torno se estrecha progresivamente para rápidamente amenazar la seguridad de los que se creían mejor protegidos.

La crisis económica, o más bien la <  
crisis de consciencia  > que prevalece ha pues puesto en entredicho los modelos y los mitos de la sociedad productivista. Después de haber creído en el bienestar por 1a acumulación de bienes materiales - producir más para consumir aún más, divisa de la civilización industrial - y haber mantenido la ilusión de su infalibilidad tecnológico, la sociedad moderna, desilusionada, descubre la contrapartida de su extraño progreso: mercancías sin mercado, éxodo rural, paro, droga, delincuencia, recursos naturales saqueados, empresas arruinadas y restaurantes del corazón... Parece urgente definir otros criterios, forjar nuevos valores, establecer un consenso social lejos de los espejismos de la competencia económica y de la < ley del mercado >, de las que se pudieron medir los límites y derivas funestas.

Nuestro planeta Tierra, no lo dudemos, es una nave cuyas dimensiones se estrechan de día en día, y nuestra supervivencia de todos depende en adelante de nuestra aptitud administrar solidariamente y equitativamente los recursos.

El derroche no está pues ya permitido. Se considera como indecente con respecto de estas multitudes famélicas que se insertan de día en día en un abismo de sufrimiento y desamparo, en parte a causa de las expoliaciones que genera el método de vida de los países ricos. Indecencia, nuestras tierras quedan en barbecho, cuando el tercio de humanidad muere de hambre. Las tierras no han sobreproducido nunca , son los abonos químicos contaminantes, las hormonas y los pesticidas lo que es necesario congelar, ya que destruyen las bases de la vida sobre el conjunto del planeta: los recursos naturales, la fertilidad de los suelos y los campesinos, cuya presencia y actividades son prenda de seguridad para el porvenir.

¿Cómo no indignarse ante la absurdidad de los programas puestos en marcha estos últimos años, cuando de un lado las instituciones financian a  golpes de mil millones de francos o ecus (nuestro dinero, hoy día euros) la puesta fuera del circuito de millones de hectáreas de tierras fértiles, y de otro lado subvencionan 1a adaptación de territorios no agrícolas - saneamiento, drenaje de zonas húmedas vocación ecológica - para transformarlos en superficies de producción agrícola? ¿Cómo aceptar que una parte del territorio se ponga en barbecho para justificar la sobreexplotación de la otra parte con el mantenimiento de métodos intensivos, lo que  en término final conducirá a  dos desastres: una Francia del vacío y una Francia polucionada?

La congelación de las tierras es una constatación de fracaso de las políticas agrícolas pasadas. Es un consentimiento de impotencia ante la necesidad reformar las orientaciones y los métodos de la agricultura industrial.

 Afortunadamente nadie más garantiza tales orientaciones. Es la gran victoria de la década 1990, la agricultura biológica ganó su apuesta. Ella aparece hoy día como un recurso indispensable ante lo que está en juego del mundo moderno. Constituye un conjunto coherente de técnicas realmente productivas, respetuosas de los recursos y del entorno, que hizo sus pruebas para un desarrollo sostenible. Incluso sí mañana se olvida su nombre, habrá reformado de manera definitiva los conceptos materialistas de 1a agroquímica.

La ilustración más espectacular de los cambios de mentalidad se encuentra en dos discursos, habidos con dieciséis años de intervalo por una de las personalidades más influyentes del mundo agrícola en Francia.

El 12 de mayo de 1972, el Diario La Marne agricole publicaba, bajo la referencia < Cultivo biológico >, el texto siguiente:

 Lo que es grave para los agricultores, es la campaña hecha por ciertos especialistas en favor del < cultivo biológico >... los debates tuvieron lugar en la radio, donde se cargaron en cuenta las inexactitudes más flagrantes, y los agricultores se dejaron tentar por estos manifestantes que no conocen nada, pero están al servicio de gente muy interesada {...}. Un reciente estudio de 1' INRA, cuya imparcialidad no se podría poner en duda , ha concluido la ineficacia total de tales métodos. Es hora de decir a los agricultores que esta <  agricultura biológica > los minaría rápidamente, sin beneficio para los consumidores, pero en de beneficio de charlatanes que explota el gusto bien natural de los Franceses por los productos de calidad...

Dieciséis años y mitad más tarde, el 10 de enero de 1989, en el Diario L’Union del departamento del Marne, la misma personalidad se hacía el intérprete de la Comunidad Europea, en una sesión de la cámara agrícola de este departamento. He aquí los extractos que yo  he retenido:

Durante siglos, la actividad agrícola se practicó en armonía con  el medio ambiente, pero no va más de lo mismo con algunas tendencias de 1a agricultura actual, que la evolución tecnológica desde la última guerra plantea una serie de problemas a los hombres y a los medios naturales, a los cuales es necesario poner remedio {...}. La actividad agrícola no debe ya ser considerada solamente como productora de géneros, sino cada vez más como generadora de marco de vida y servicios.
Lo cualitativo debería pues alzarse en el cuantitativo en las preocupaciones [...} El papel de  la agricultura es no solamente asegurar las funciones estratégicas, económicas y sociales, sino también de conservar el entorno rural. {... }. El  FEOGA (Fondo Europeo de Orientación y de Garantía Agrícola) debería financiar programas regionales en favor de prácticas agrícolas ecológicas, para evitar la desaparición de los especies autóctonas, la contaminación de las aguas por los abonos y los pesticidas, la degradación de los suelos, la acumulación de metales pesados, las concentraciones inoportunas, la destrucción de los setos..., tantas prácticas que, a largo término, pueden volver los suelos impropios para el cultivo.
Entre estos objetivos, la CEE tiene la intención de revisar la legislación sobre los pesticidas. La política agrícola debe permitir reducir al estricto minimum el uso de estos productos químicos, no solamente habida cuenta de los riesgos que hacen correr al hombre, la fauna y la flora, sino teniendo en cuenta también los efectos a largo término sobre el entorno. Por lo que se refiere a la producción animal y vegetal, se trataría de favorecer  la extensificación y de limitar los esparcimientos de abonos mineral y animales en algunas zonas. Finalmente la comisión prevé favorecer la aprobación de los productos biológicos...

Agradezcamos al Sr. Philippe Neeser, miembro eminente de 1a Asamblea permanente de las cámaras agrícolas, de haber hecho esta constatación objetiva sobre la agricultura moderna, después de  haber sido, quince años antes,  uno de los más fervientes promotores. Rindámosle homenaje por este testimonio de lucidez.

Este ejemplo de toma de conciencia de los peligros de la agricultura industrial no es el único. Demuestra los cambios en curso en la opinión pública, de la que podemos predecir que se van acelerar. Varias razones para eso.

La mayoría de las guías espirituales del planeta se comprometieron sin ambigüedad  en esta revolución ecológica, ya se trate del Papa o el Dalai- lama, entre otros. El significado de su compromiso es considerable. El hecho de fundar una nueva moral cristiana sobre el respeto del medio ambiente para que la paz reine sobre la tierra, como lo hizo Juan- Pablo II dedicando a este tema la totalidad de su mensaje de final de año (1), o como el – Dalai-lama cuando alega la responsabilidad universal y el altruismo como nueva norma social, en su mensaje para la protección del plan y el advenimiento de una comunidad global (2), son anunciadores de profundas metamorfosis en el pensamiento y los comportamientos humanos.

(1) La croix 6 diciembre de 1989
(2) Édition Olizane, Genève 258, 1990

Pp 215-218

LA TIERRA

Para
la tercera edición de este libro, cuya escritura me ha sido inspirada al final de los años setenta y cuya presentación he madurado hasta 1987, quiero añadir de manera  más precisa lo que es mi convicción profunda, y que compruebo cada día el sentido premonitorio.

En la actualidad, en julio de 1993, constato que no tengo nada que cambiar, a los pronosticos del texto original. Las derivas anunciadas se han amplificado y vuelven más evidente esta necesidad:
volver a ser campesinos, si queremos evitar el Apocalipsis  alimentario.

El futuro de la tierra, y por consiguiente el porvenir del mundo vivo, dependen de la capacidad de los ecosistemas para producir, de manera duradera, los flujos de energía necesarios para la alimentación de las  especies, de 1o infinitamente pequeño al más grande de los mamíferos.
La primera necesidad es la nutrición, de la que el agua potable es un elemento mayor. La calidad de la comida y la calidad del agua deben responder a las exigencias fisiológicas y biológicas de los seres vivos. Ellas dependen de nuestras aptitudes para preservar los recursos, en primer lugar de nuestros métodos de producción agrícola. Ahora bien no sabemos más que muy pocas cosas del medio en el cual vivimos y de sus interacciones. En lengua sabia se llama eso < biocenosis> Nosotros no conocemos casi nada de las relaciones de la planta con suelo. Conocemos menos aún las relaciones de las plantas entre ellas. Solo tenemos algunos conceptos insignificantes sobre la sociología de los insectos, sus relaciones con las plantas y con los pájaros. Comenzamos solamente e enfocar el concepto de equilibrio de los agro-sistemas y las relaciones de causa efecto entre las calidades de un suelo y salud de los seres que lleva. En esta interdependencia, ¿es el suelo el que hace la planta o la planta la que hace el suelo, o quizá los dos la vez? ¿Es que una planta empuja bien porque no está enferma... o es que no está enferma porque empuja bien ? (3)En otros términos, ¿es necesario rodearla permanentemente con un arsenal medicamentoso con carácter preventivo? ¿O es necesario más bien aumentar su resistencia natural por un equilibrio alimenticio conforme sus necesidades? Tantas cuestiones que requieren otro enfoque, otra manera de administrar tierra, otra agricultura.


La agricultura es la más importante de las actividades del hombre sobre la tierra, incluso si la confusión intelectual de nuestro tiempo conducido a esta, por ignorancia o por codicia, arruinar esta base esencial de su existencia. Toda vida sobre tierra se basa en la planta verde (4), que es de 1a energía solar condensada. Pero en realidad la planta verde tiene también otras funciones vitales que 1a alimentación de las otras especies. Juega de un papel entre las sustancias minerales groseras de la tierra y los mecanismos sutiles de la atmósfera. Liberación de oxigeno, fijación y almacenamiento del carbono libre (CO2), reglamento hídrico del  entorno por evapotranspiración, proteosíntesis, fijación del nitrógeno atmosférico, formación del humus, verdadera piel viva del suelo... La planta verde juega un papel purificador en el ciclo del agua y en la calidad del aire que respiramos. Participa en la regulación del clima: higrometría, régimen de vientos, erosión, desertización.

En efecto, se observa desde hace treinta años: todos los esfuerzos tendieron disociar las plantas cultivadas de la naturaleza, hasta el paroxismo del cultivo hidropónico o  <cultivo sin tierra >, que es un despilfarro organizado
. Con medios desproporcionados: se produce una caloría de energía consumible gastando 500 calorías de energía fósil. Y la cima de la absurdidad reside en el hecho de que se ponen, al mismo tiempo, millones de hectáreas de tierras fértiles al paro a causa de excedentes. ¿Quién paga para estas inconsistencias, si no la colectividad?

Todas estas divergencias traducen perfectamente el mal de nuestra sociedad moderna, librada a la economía mercantil, completamente dominada por la especulación donde el único valor contabilizable es el dinero. El dinero considerado por la moral burguesa como
elemento esencial de respetabilidad, cualquiera que sea la manera de ganarlo. A esta perversión se añade la confusión intelectual resultante de los conceptos de la ciencia analítica que solo conoce lo que es mensurable y disociable respecto a estos instrumentos. Eso nos da una especialización exceso y la disociación de producciones antes complementarias, como la agricultura y 1a ganadería, los cereales y las leguminosas, las producciones de víveres y el equilibran demográfico de los territorios...

La llegada del tractor sonó el tañido del equilibrio agro-silvo-pastoral, conduciendo al matadero contingentes de millones de caballos a partir de la Segunda Guerra Mundial. La desaparición de estos animales liberó de un único golpe 38% de las superficies cultivadas, más de un tercio del territorio, antes consagrado la producción de energía para la tracción animal (heno, avena, paja)... < Es como si, explica Jean-Pierre Berlan (5), se hubiera de un solo golpe descubierto un continente entero en la segunda mitad del siglo XX, explotable inmediatamente...>

En los Estados Unidos (nuestro modelo ideal), se buscó rentabilizar estas superficies disponibles estableciendo un nuevo cultivo que no entraba en competencia con las producciones tradicionales de cereales (trigo, maíz). Fue la llegada de la soja, planta resultante del continente asiático que tomó un desarrollo considerable, al punto convertirse en indispensable allí donde algunos años ella era aún desconocida.

El éxito de la soja no es el fruto de la casualidad. Esta planta rica en aceite es una leguminosa que se integra perfectamente en las rotaciones de cultivos, sin perturbar las cosechas, puesto que los períodos de madurez son diferentes, y sobre todo sin competir con el mercado de los cereales, puesto que la vocación de la soja era en primer lugar producir materias grasas vegetales alimentarias. La naturaleza de los métodos de extracción necesarios para su utilización hizo una planta privilegiada de la industria, su paso obligado por tecnologías costosas hizo un instrumento de soberanía del sector industrial. Lo que aumentó su poder y permitió el desarrollo de verdaderos imperios. Muy rápidamente, la presión de estos grupos de presión ante el Congreso y el Gobierno de Washington entrama una serie de decretos, de medidas de desgravación, que privilegiaron la utilización de las materias grasas de origen vegetal en detrimento de los materias grasas animales tradicionales, leche, mantequilla, crema...

Pequeña anécdota: una información ampliamente recogida por la prensa mundial especializada, bajo la tutela de los industriales del aceite, fue el < descubrimiento > de un investigador soviético que denunciaba la responsabilidad de la mantequilla y la leche en la formación del colesterol. Hoy sus afirmaciones se baten en retirada por los científicos independientes de los grupos de presión aceiteros, que aconsejan al contrario consumir razonablemente mantequilla para favorecer el buen colesterol, pero la publicidad funcionó a manera de un lavado de cerebro para varias generaciones.

A este nivel de 1a historia de 1a agricultura moderna, el lector va a comenzar comprender 1a amplitud de las metamorfosis de nuestro sistema alimentario y 1a increíble dependencia y vulnerabilidad de la cual es objeto. Ante esta competencia insoportable de los potentes fabricantes de margarinas, mantequillas vegetales y otros sustitutos de la verdadera mantequilla, la verdadera leche y el verdadero queso, el último eslabón de independencia y autonomía se pasó de rosca. Los rebaños lecheros de rumiantes pastando y valorizando aún las fibras de los prados desaparecieron, encadenando la desaparición de la fertilización natural de los suelos y la reconversión de los prados en tierras desnudas libradas a la intensificación y a 1a erosión. Como se puede comprender, los campesinos no dudaron demasiado en abandonar las ganaderías que  quedaron poco rentables y extremadamente vinculantes para sustituirlos por monocultivos estacionarios, que tienen 1a ventaja de no ocuparlos sino tres meses en al año. En Francia, antes de la crisis, se ironizaba sobre el ciclo de las  <tres M >, Mégéve-Mais-Méditerranée, modelo  favorito de las grandes explotaciones cerealistas de la cuenca parisina, que transponían así el modelo americano importado en Europa después de la guerra por el plan Marshall...


La ruptura total del ciclo natural y la división de las producciones como tantas funciones extrañas las unas a las otras no dejaron de desarrollarse desde esta revolución silenciosa de la colonización de 1a agricultura por 1a industria.

Fue necesario comprar a1 exterior el carburante para abastecer las máquinas, esto fue la
primera etapa del sometimiento de 1a agricultura. Fue necesario comprar simultáneamente los abonos industriales para sustituir al abono de los animales ausentes, fue la segunda etapa de esta dependencia... las otras se encadenaron en consecuencia. Estas modificaciones de las prácticas culturales acarrearon un debilitamiento de los sistemas, con la aparición de mayores parasitismos que, su vuelta, necesitaron el uso sistemático de un arsenal de pesticidas cada vez más sofisticados. Y, hoy, 1a apropiación de las semillas de la tierra, patrimonio público transformado en bien privado por un puñado de multinacionales, completa la obra de dominación adoptada desde la llegada de 1a agricultura industrial.

(3) F.Chaboussou. Santé des cultures, Éditions Flammarion, Paris.

(4) J.-M Gatheron. Servitude et grandeur paysanne, Éditions Jeheber, Genève, Paris

(5). Ingeniero, encargado de investigaciones la sección socioeconómica de 1' INRA.

Pp 219-222

 
VIAJE A LA ABSURDO

 La división del trabajo y las producciones hizo nacer grandes regiones especializadas, los cerdos en Bretaña, los cereales en Beauce, la concentración de las ganaderías y el alejamiento de las zonas de producción vegetal que hacen imposible la complementariedad beneficiosa de estos producciones así como su alta rentabilidad.

El ganadero bretón solo sabe hacer montañas de estiércol líquido que producen sus fábricas cerdos. Este <oro negro> podría fertilizar las tierras agrícolas de la cuenca parisina en lugar de los abonos químicos, y recibir a cambio las producciones vegetales para 1a alimentación animal, en vez de las hogazas exóticas y otros P.S.C. que componen un 80% de nuestras importaciones (55 millones de toneladas al año para los ganaderos europeos). Pero los transportes serían, parece, demasiado costosos. Esta es la razón por la que el ganadero bretón utiliza las proteínas de soja de Brasil o la mandioca de Tailandia, a cambio de las cuales el cerealista beauceron (de Beauce) expide a países alejados los contingentes de cereales de los no sabe que  hacer. Es mucho más complicado, es preciso pensar, pero no se pagan a los tecnócratas para hacer cosas simples, y sobre todo es mucho más rentable para algunas sociedades anónimas que regulan el juego de los intercambios haciendo pagar altos precios a los protagonistas ciegos de la comedia y prorrogando los desórdenes y los costos sociales, paro, escasez, excedentes, contaminaciones, déficit de la balanza comercial, sobre la colectividad de los contribuyentes. Sin olvidar las campañas de caridad pública para volver a dar algunas migajas a los que han organizado tan bien la penuria.

A parte de eso, nuestra alimentación no es cara, como lo dicen con un tan bonito coro los <observadores > económicos y políticos. Lo que es muy costoso en cambio, son las medidas de apoyo del sistema, que afortunadamente no figuran en las mismas estadísticas...

El GATT (6) vela para que esta maravillosa máquina de fabricar rehenes económicos pueda seguir funcionando, guardando bien seguro la mejor parte para el Tío Sam, como 1o ilustran sus tentativas actuales de hegemonía sobre el sistema  alimentario mundial por medio de 1a Ronda de Uruguay. Por ello se impusieron progresivamente <
circuitos largos >, devastadores de espacio y entorno, donde se ve a los alimentos hacer tres veces la vuelta de la Tierra antes de llegar al plato del consumidor europeo (espárragos de Perú, pepinillos de Sri Lanka, zanahorias de Turquía, soja de Brasil, judías del Africa subsahariana, miel de China...) Esta situación es explosiva ya que debilita en exceso los sistemas alimentarios de todos los países, del nuestro incluso. No solamente dependemos de una única energía,  el petróleo, sino comprometemos o abandonamos progresivamente nuestras herramientas de producción en favor de países alejados que pueden dejar de la noche a la mañana de abastecerlos. ¿Cuánto tiempo será preciso  para reconstituir las explotaciones agrarias necesarias, y lo que es que costará si de un único golpe debemos encontrar nuestra autonomía de subsistencia?


Es a la vez la seguridad alimentaria y la paz civil que se cuestiona en tales derivas, si continuamos a mecernos en ilusiones en cuanto a la infalibilidad de nuestro sistema. Sin olvidar el número creciente de los excluidos del progreso, que hacen que pronto las muchedumbres sin rentas bordearan  montañas de mercancías sin mercado. Es la parada inevitable delante de la cual se romperán las locas ambiciones de la minoría egoísta de los especuladores financieros.

En una economía agrícola respetuosa con los hombres y territorios, la política urgente sería reconstituir los
circuitos cortos, al menos para lo esencial de nuestras necesidades. El sistema de aprovisionamiento actual es una aberración, consecuencia de una competición internacional suicida. Es incontrolable y perjudicial para los recursos energéticos del planeta. Su costo social es insoportable: energía, transportes, conservación, largos almacenamientos, embalajes especiales, alteración de la calidad, contaminaciones múltiples... En Francia se pudo medir su vulnerabilidad. ¡La huelga de los camioneros en el  verano de 1992 ha estado a punto de  instaurar el hambre en ocho días, en un mundo reputado de abundancia! No es normal que nuestros productos alimenticios, nuestros bienes esenciales, estén producidos al  otro extremo del mundo, cuando podemos y debemos producirlos en casa, en condiciones económicas y ecológicas más satisfactorias, mientras que ponemos las tierras en erial y los hombres dejan en barbecho... Una región debe poder producir lo  esencial de las necesidades de su población, sin ir a expoliar, por multinacionales interpuestas, los recursos vitales del pueblo del Tercer mundo, del que las mejores tierras sirven fabricar nuestros excedentes, mientras que dejamos los nuestras  en barbecho.

Podríamos así encontrar un equilibrio y una seguridad, mucho mejor que en objetivos obsesionales de monocultivo e importaciones. Estas orientaciones conducen uniformar los sistemas destruyendo todo el tejido de microactividades necesarias para la vida de una región, no promover más que algunas grandes producciones especializadas que no solamente absorben la mayor parte de las ayudas públicas (subvenciones), pero que, bajo el pretexto de
ser competitivas, suprimen al mismo tiempo los empleos. Lo que no les impide ser rápidamente fragilizados y desestabilizados  por la competencia mundial, como fue el caso de la metalurgia, de la viticultura en otro tiempo, el pastoreo y los cereales hoy día... En lengua campesina, se llamaba a esto < poner todos sus huevos en la misma cesta >.

Esta cesta, los campesinos de hoy, hiperespecializados
y tan dependientes como los urbanícolas, van a llenarla al supermercado de la ciudad, con quizá los espárragos de Perú, la miel de México, la mantequilla de palma tailandesa, las fresas de Chile, las judías de la África subsahariana, el leche en polvo y la oveja neozelandesa, etiquetada < cordero de Sisteron >.

La historia que me dijo el profesor Mathé ilustra con humor las absurdidades de la situación. Hace algún tiempo, un accidente banal causó  importantes desgastes y un bloqueo prolongado de la circulación en la región parisiense. Un semirremolque procedente de Holanda, cargado de tomates para  España, tomó en contrasentido un ramal de la autopista del Sur. Entró en colisión con un semirremolque español, cargado de tomates para Holanda... ¿Quién gana en esta persecución cruzada, esta noria de camiones, que unas veces transportan sobre millares de kilómetros géneros que pueden ser producidos localmente, y que otras veces los retoman para retransportarlos lejos, en forma de basuras domésticas, en vez de reciclarlos in situ?

Este sistema antieconómico, antiecológico e antisocial subsiste porque la sociedad prefiere cerrar los ojos sobre las consecuencias de estas prácticas, que vamos a deber pagar mañana a alto precio después de haberse negado a asumirlos hoy a su costo real. Y también porque no tenemos el valor de reformar prácticas altamente nocivas e inútiles, que hipotecan nuestro futuro y el de nuestros niños.

Es una verdadera carrera contra el reloj que es necesario comprometer, en el momento en que constatamos sobre los grandes relojes de la Historia que la deforestación avanza al ritmo de 25 hectáreas al minutos, que el desierto absorbe una hectárea cada cuatro segundos, o sea el equivalente anual de un territorio como Bélgica, que los campesinos desaparecen por millones cada año, una explotación cada treinta segundos en el mundo, todos los cuartos de hora en Francia, mientras que en el mismo tiempo la población mundial aumenta en tres individuos todos los segundos... una China cada diez años (según Cousteau).
Por supuesto este catálogo de desórdenes no tiene solamente por respuestas  las soluciones técnicas. Si bastara con remediar técnicamente los males que nos abruman, seríamos muy eficaces y muy felices hoy.
Pero la crisis hunde sus raíces en e1 alma  humana, y son en primer lugar los desórdenes del corazón del hombre, y su cabeza lo que es preciso cuidar. Rehabilitar la función de campesino, cesar de vaciar los campos para llenar suburbios superpoblados, donde se desarrollará pronto un nuevo terror de los bárbaros a imagen de la sociedad americana, donde la coronación del progreso será a fin de cuentas < Terminator >; ¡sublime éxito de lo que se denomina aún la civilización!... < los hombres son como las manzanas, cuando se los apila, se pudren... >, decía Mirabeau. Es una reflexión a meditar.

Parece en cualquier caso indispensable proponer otros objetivos que la carrera por la posesión y el consumo de bienes materiales. Puesto que el hombre, se dice, es un animal social capaz vivir y morir como héroe por el reconocimiento social, mostrémosle que existen otros elementos de valorización personal a través de bienes inmateriales como la belleza de una obra, la calidad de la vida, el respeto de otros, la amistad, la solidaridad, la fiesta, la felicidad de ser útil... Todos estos valores antes vinculados tradicionalmente a la tierra pueden reconquistar juventud incapacitada, mayoritariamente en busca de absoluto, de ideal y de hazañas.
Quizá podemos proponerle el nuevo concepto de 1ª  <
Inteligencia verde (7) > como horizonte ampliado de creatividad, acción humanitaria, protección de la naturaleza, de gestión de los recursos... La Inteligencia verde, es la vez 1a inteligencia de lo viviente, gran motor universal que manifiesta la planta verde, con los todos recursos inexplorados e inexplotados que nos ofrece de manera duradera y reproductible. A título de ejemplo,  a penas se conoce el  10% de las especies vegetales del planeta , muchas de las cuales poseen  aptitudes y virtudes incomparables para el progreso y el bienestar de 1a humanidad, así como nos lo demuestren magistralmente los investigadores inspirados como Jean-Marie Pelt, Michel Bounias, Rémy Chauvin, Jacqueline Bousquet... La < Inteligencia verde  >, es también la de los <  agri -innovadores  > y de todos los  que sabrán trabajar de acuerdo con la naturaleza < sol-agua-suelo-plantas - microorganismos >, los que sabrán descubrir y valorizar los recursos renovables de nuestro medio ambiente, los que sabrán transformar la tierra en un jardín inagotable, como, quizá, el de los orígenes de los que nos hablan con delicias todos los cuentos, las leyendas y las religiones.


La primera condición, es que todos los adultos conscientes de las amenazas que pesan sobre la vida terrestre estén animados por el mismo sentimiento de responsabilidad colectiva y se unan para participar en una obra pedagógica de reconciliación con la naturaleza, con la vida, con e1 orden cósmico... Un reto que coloca e1 amor en el centro de toda realización y ambición humana. Una clase de desafío donde se haría jugar de alguna manera el poder del amor contra amor del poder (8).

Este término de amor en el sentido de compasión parece muy ingenuo, o incluso pasado de moda, en el mundo de 1a eficacia tecnológica, del arma nuclear, de la competición de los tipos de cambio. No hago  aquí el discurso de una noticia de lección de moral ni de una generosidad decente, sino solamente creo tener un razonamiento lúcido.

Los profetas bíblicos no han  inventado nada. Ellos no han hecho más que observar 1a historia humana de su época, que se repite invariablemente como una serie de hipos. Mi convicción profunda es que si queremos salvarnos y salvar el frágil  esquife sobre el cual estamos embarcados, debemos actuar  todos juntos, los unos para los otros,  y no en una confrontación fratricida de todos contra todos, como los marineros de un buque que pronto habría hecho ir al naufragio. Con todo estamos en esta situación paradójica: más va mal esto, más nuestro instinto egoísta nos arrastra a una fuga ciega y prepara nuestra pérdida creyendo sacar partido del asunto en detrimento de nuestros semejantes.

Sin hacer referencia a la sabiduría innata de las comunidades primitivas, cuya cohesión reflejaba la solidaridad del grupo, interroguémonos sobre la salida de nuestra guerra económica que sacrifica caiga quien caiga todos los recursos vitales del planeta para 1a instauración o el mantenimiento de los poderes efímeros de algunos grandes primates retrasados. Las reflexiones más pertinentes, los esquemas más rigurosos, los programas más brillantes de 1a inteligencia humana para solucionar la crisis actual no lo pueden conseguir sin una condición esencial, es que cada uno respeta las reglas del juego. Ahora bien esta es precisamente la causa principal de las crisis y el mal profundo de los que sufre la sociedad moderna: 1a ausencia de solidaridad nos inclina a no jugar el juego y, situación agravante,
cuando todo el mundo engaña, se puede esperar a que el juego se convierta en un juego de masacre.

Esta es la razón por la que no hay otra salida que encontrar estos valores que hacían antes la cohesión espontánea de las comunidades campesinas y su sentido común del interés general: solidaridad, responsabilidad, cooperación, respeto del próximo como de si mismo. ¡He ahí porqué
volveremos a ser campesinos!

(6). General Agreement on Tariffs and Trade, conjunto de acuerdos interacciónales impuestos por los países ricos para la libre circulación de mercancías, cuyas consecuencias son desastrosas sobre el conjunto del plan. En realidad, se trata de la más formidable empresa de exacción contra los derechos del hombre, bajo 1a apariencia virtuosa de la libertad de los intercambios. Es la destrucción de las economías locales para 1a extensión incontrolada de las multinacionales. Una red internacional de resistencia se constituyó bajo la sigla de la ALIANZA, cuya side para Francia es: la Alianza Campesinos, Ecologistas, Consumidores, 53, calle de Renaudes 75017 París - telf.: (1) 42.67.04.11.

(7) Ideas desarrollada por primera vez por F.  Plassard en las Conversaciones de Millangay, coloquio sobre e1 futuro del mundo rural, en septiembre de 1992.

(8). Fórmula muy bonita de Nicou Leclercq para la edad  de Acuario.

Pp 222-227

PHILIPPE DESBROSSES,NOUS REDEVIENDRONS PAYSANS,Editions du Rocher 1993, ISBN 2-268-01569-6

pp.215-227

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