jueves, 8 de noviembre de 2018

La convergencia de catástrofes (Guillaume Corvus)

La convergencia de catástrofes

Guillaume Corvus

Guillame Corvus
La convergence des catastrophes
DIE (Difusión Internacional Edition). Paris 2004 Pp191-218


Mañana, una nueva Edad media


Por primera vez en su historia, la humanidad está amenazada por una convergencia de catástrofes. Una serie de "líneas dramatúrgicas" se acercan y convergen como afluentes fluviales, con una perfecta concomitancia (entre 2010 y 2020) hacia un punto de ruptura y cambio en el caos. De este caos - que será extremadamente doloroso a escala mundial - puede surgir un nuevo orden basado en una visión del mundo, el arqueofuturismo, previsto como una concepción del mundo después de la catástrofe.

Resumamos brevemente la naturaleza estas de líneas de catástrofes:

1 °) La primera es la cancerización del tejido social europeo: La colonización de asentamiento del hemisferio Norte por los pueblos del Sur, cada vez más importante a pesar de las observaciones tranquilizando medios de comunicación, está  llena de situaciones explosivas, sobre todo asociadas al hundimiento de las Iglesias en Europa, vuelta tierra de conquista para el Islam; fracaso de la sociedad multirracial, siempre más multirracista y neotribal; la progresiva metamorfosis etnoantropológica de Europa, verdadero cataclismo histórico; la vuelta del pauperismo a Occidente y a Oriente; la progresión lenta, pero constante de la criminalidad y el consumo de estupefacientes; el desmoronamiento continuo de las estructuras familiares; la decadencia del marco educativo y de la calidad de los programas escolares; el agarrotamiento de la transmisión de los conocimientos culturales y disciplinas sociales (barbarización y descompetencia); la desaparición de la cultura popular en favor de una degradación de las masas pasivizadas por el electroaudiovisual (Guy Debord se suicidó porque había visto demasiado exactamente en su Sociedad del Espectáculo, redactado en 1967); la decadencia continua de los tejidos urbanos o comunitarios en favor de zonas periféricas borrosas sin legibilidad ni coherencia, ni legalidad, ni seguridad; la instalación, en Francia particularmente, de una situación endémica de motines urbanos – un Mayo que se arrastra en más  grave -; la desaparición de toda autoridad civil en los países de la antigua URSS presa de la decadencia económica. Todo eso se desarrolla en el momento en que los Estados-Nación ven declinar su autoridad soberana, sin llegar frenar pauperismo, paro, criminalidad, inmigración clandestina, potencia ascendente de las mafias y corrupción de las clases políticas; y en el momento en que las élites creativas y productivas, están tentadas por el gran viaje americano. Una sociedad cada vez más egoísta y salvaje, en curso de primitivismo, paradójicamente disimulada y compensada con el discurso de la "única moral", angélica y pseudohumanista, he ahí lo que se observa cada vez más, año tras año, hasta el punto de ruptura.

2°) Pero estos factores de ruptura social en Europa empeorarán por la crisis económico-demográfica que no hará más que empeorar. Desde 2010, el número de activos será insuficiente para financiar a los pensionistas de "baby-boom". Europa crujirá bajo el peso de los ancianos; ahora bien, los países que envejecen ven su economía retrasada y en desventaja por la financiación de los gastos de salud y las jubilaciones de ciudadanos improductivos; además, el envejecimiento deseca el dinamismo tecno-económico. La ideología igualitaria de la (vieja) modernidad ha impedido de poner remedio a esta situación, a causa de dos dogmas: en primer lugar el antinatalismo (este etno-masoquismo) que censuró las tentativas de rectificación voluntarista de la natalidad; a continuación la negativa igualitarista a pasar del sistema de seguridad social de distribución al sistema de capitalización (fondo de pensión). Resumidamente, no hemos visto nada todavía. El paro y el empobrecimiento empeorarán, mientras que una clase minoritaria, conectada en los mercados mundiales, apoyada por la clase de los funcionarios y asalariados protegidos, prosperará. El horror económico está en cita. El igualitarismo, por efecto perverso, probando por ahí que es lo contrario de la justicia en el sentido platónico, fabrica las sociedades de opresión socioeconómica. El Estado providencia socialdemócrata, fundado sobre el mito del Progreso, se hundirá también seguramente, pero en un mayor fracaso que el sistema comunista. Europa está en curso de tercer-mundialización. La crisis está ante nosotros, o más bien la ruptura de los cerrojos del edificio socioeconómico que celebra la civilización.
América, inmenso continente dedicado a las migraciones pioneras y acostumbrado una cultura brutal y un sistema conflictual de guetos étnicos y económicos, parece menos vulnerable que Europa. Ella puede encajar una ruptura de equilibrio. Por lo menos en cuanto a la estabilidad social, ya que no escapará un posible maelström general.

3°) Tercera línea dramatúrgica de catástrofe de la modernidad: El caos del Sur. Al industrializarse contra sus culturas tradicionales, los países del Sur, a pesar de un crecimiento engañoso y frágil, han creado en ellos un caos social que va empeorándose. Los recientes acontecimientos de Indonesia son una premonición. El hombre de negocios franco-inglés Jimmy Goldsmith, renegando con perspicacia de su familia de pensamiento, lo había analizado perfectamente: aparición de metrópolis-seta gigantescas (Lagos, México, Río, Calcuta, Kuala-Lampur...) que se convierten en selvas infernales; coexistencia de un pauperismo que participa  de  la esclavitud con ricos e insolentes burgueses autoritarios y minoritarios apoyados por "ejércitos de policía" destinados a la represión interior; destrucción acelerada del medio ambiente; subida de los fanatismos socio-religioso, etc. Los países del Sur son pudrideros. Los recientes genocidios del África central, la subida en la India, Malasia, Indonesia, México, etc, de conflictos civiles violentos (apoyados o no en el extremismo religioso y a menudo atizado por los Estados Unidos) solo constituyen la prueba de un futuro oscuro. La ideología igualitaria disimula esta realidad congratulándose por el "progreso de la democracia" en los países del Sur. Discurso engañoso, ya que se trata de simulacros de democracias. Y luego, ¿es que la "democracia" del modelo heleno europeo, por efecto perverso (la hétérotelia de Monnerot), por incompatibilidad mental, no es pesada en consecuencias de tragedias si se lo aplica por la fuerza a las culturas del Sur?. Resumidamente, el trasplante del modelo socioeconómico occidental en los países del Sur resulta explosivo.

4°)Cuarta línea de catástrofe, recientemente explicada por Jacques Attali: La amenaza de una crisis financiera mundial, que sería mucho más grave que la de los años treinta y encadenaría una recesión general. La caída de las bolsas y monedas este-asiáticas, como la recesión que afecta esta región, sería la señal precursora. Esta crisis financiera tendría dos causas:
a)   Demasiados países se endeudan con relación a las capacidades crediticias bancarias mundiales; y no solamente los países pobres. El servicio de la deuda de las naciones europeas es preocupante.
b)  La economía mundial se basa cada vez más en la especulación y la lógica de los flujos de colocaciones rentables (bolsas, sociedades fiduciarias, fondos de pensiones internacionales, etc.); este predominio del monetarismo especulativo sobre la producción hace correr el riesgo de un "pánico general" en caso de hundimiento de los recursos en un sector: los especuladores internacionales que retiran sus haberes, la economía mundial se encontraría "deshidratada", con inversiones en caída libre, a causa del hundimiento del mercado de capitales donde las empresas industriales y los Estados piden prestados. Consecuencia: una recesión global y brutal, desastrosa para una civilización que se basa enteramente en el empleo económico.

5°) Quinta línea de catástrofe: La subida de los fanatismos integristas religiosos, principalmente del Islam, pero no solamente, puesto que se incluyen los politeístas indios. La aparición del Islam radical es la repercusión de los excesos del cosmopolitismo de la modernidad que quiso imponer del mundo entero del modelo del individualismo ateo, el culto de la mercancía, la desespiritualización de los valores y la dictadura del espectáculo. Por reacción esta agresión, el Islam se ha radicalizado, al mismo tiempo que volvía a ser dominador y conquistador, de conformidad a su tradición. Su práctica global no deja de aumentar, en el momento en que el cristianismo, que perdió toda agresividad prosélita, declina - incluso en Sudamérica y África negra - como consecuencia del suicidio que fue el Concilio de Vaticano II, la más grande metedura de pata teológica de la historia de las religiones. A pesar de las negaciones  tranquilizadoras de los  medios de comunicación occidentales, el Islam radical progresa por todas partes como un incendio y amenaza nuevos países: Marruecos, Túnez, Egipto, Turquía, Pakistán, Indonesia, etc. Consecuencias: guerras civiles a suceder en los países bireligiosos, como  la India; confrontaciones en Europa - sobre todo en Francia y Gran Bretaña - donde el Islam corre el riesgo de pasar a ser en veinte años la primera religión practicada, y multiplicación de crisis internacionales implicando los Estados islamistas, algunos de los cuales podrán poseer armas nucleares "sucias". A este respecto, es necesario denunciar la tontería de todos los que creen que un "Islam occidentalizado y respetuoso de la laicidad republicana" es posible. Es imposible, porque el Islam es consubstancialmente teocrático y rechaza la idea de laicidad. El conflicto parece inevitable. Fuera de Europa y en Europa.

6°) Una confrontación Norte-Sur, de raíces teológico-étnicas se perfila. Sustituye, con una mayor probabilidad, al riesgo, por el instante conjurado, de un conflicto Este-Oeste. Nadie sabe la forma que tomará, pero será grave, ya que fundado sobre apuestas y sentimientos colectivos mucho más fuertes que la ex -polaridad polémica Estados-Unidos-URSS, capitalismo-comunismo, de carácter artificial. Las potentes raíces de esta amenaza son, en primer lugar, el resentimiento duro, rechazado y disimulado de los países del Sur cara sus antiguos colonizadores. El racialización de los discursos es impresionante. Recientemente un Primer Ministro asiático trató al Gobierno francés de "racista" al término de un litigio económico banal donde un inversor italiano había sido preferido una empresa de su país. Este racialización de los informes humanos, consecuencia concreta (heterotélica) del cosmopolitismo "antirracista" de la modernidad, se observa evidentemente también en Occidente: el líder musulmán negro americano Farakian, como los grupos de rap en los Estados Unidos y Francia (NTM, Ministére Amer, Doc' Gyneco, Black Military, etc.) no deja de llamar subrepticiamente una "venganza contra los blancos" y la desobediencia civil. El cosmopolitismo igualitario instaló paradójicamente el racismo globalizado para el instante subyacente e implícito, pero no por mucho tiempo.

Puesta en presencia, al contacto los unos con los otros en la "ciudad global" en que se ha convertido la Tierra, el pueblo se prepara enfrentarse. Y es  Europa, víctima de una colonización de asentamiento, que arriesga ser el campo de batalla principal. Y los que afirman que el mestizaje general es porvenir de la humanidad se equivocan: este último no prevalece más que en Europa.

Los otros continentes, principalmente Asia y África, forman cada vez más bloques étnicos impermeables que exportan el excedente de sus poblaciones, sin importar.

Punto capital: el Islam se convierte en el estandarte emblemático de esta rebelión contra el Norte, venganza freudiana contra "eI imperialismo occidental". En el inconsciente colectivo del pueblo del Sur se instala esta idea-fuerza: "las mezquitas se instalan en la tierra cristiana", Vieja venganza de las Cruzadas, retorno de lo arcaico, retorno de la historia, como un bumerán. La esencia  del Islam, como la del cristianismo medieval, es el totalitarismo teocrático imperial. En cuanto a los que se tranquilizan explicando doctamente que "están divididos" los países musulmanes, que sepan simplemente que se están menos desunidos entre ellos que ligados contra un adversario común, sobre todo cuando surgen los casos urgentes.

Esta colonización del Norte por el Sur aparece como un colonialismo suave, sin franquicia, apoyado por llamadas a la piedad, al asilo, a la igualdad. Es la "estrategia del zorro" (opuesta la del león) tenida en cuenta por Maquiavelo. Pero realmente, el colonizador, que se justifica por la ideología occidental y "moderna" de su víctima, cuyos valores finge adoptar, no los comparte de ninguna manera. Es antiigualitario, dominador (pretendiéndose dominado y perseguido), revanchista y conquistador. Bonito truco de una mentalidad quedada arcaica. Para contradecirlo, ¿no se trataría de volver a ser mentalmente arcaico y de deshacerse de la desventaja desmovilizadora del humanismo "moderno"?.

Otro fundamento de un conflicto Norte-Sur: un litigio político-económico global. Guerra por los mercados de los recursos raros en curso de agotamiento, (agua potable, reservas pesqueras, etc), negativa de las cuotas de descontaminación por los países recientemente industrializados del Sur, exigencia de estos últimos a verter sus excedentes de población hacia el Norte. En la historia, son los esquemas simples que se imponen. Un Sur acomplejado, pobre, joven, demográficamente prolijo, ejerce presión sobre un Norte moralmente desarmado y que envejece.

Y no olvidemos que el Sur se dota con armas nucleares mientras que el Norte pusilánime solo tiene las palabras "desarme" y "desnuclearización" en la boca.

7°) Séptima línea de catástrofe: El desarrollo de una contaminación incontrolada del planeta, que no amenaza a este último (el tiene aún cuatro mil millones años delante y puede reanudar desde cero toda la obra de Ia evolución), sino la supervivencia física de la humanidad. Este hundimiento del medio ambiente es el fruto del mito liberaligualitario (pero antes tan soviético) del desarrollo industrial universal y de una economía energética para todos. Fidel Castro, por una vez bien inspirado, declaraba en su discurso en la OMS Genéve el 14 de mayo de 1997: "El clima cambia, los mares y la atmósfera se recalientan, el aire y las aguas se contaminan, los suelos se erosionan, los desiertos se extienden, las selvas desaparecen, el agua se hace rara. ¿Quién salvará nuestra especie?. ¿Las leyes ciegas e incontrolables del mercado?. ¿La universalización neoliberal?. ¿Una economía que cree en si y para si como un cáncer que devora al hombre y destruye la naturaleza?. Esto no puede ser la vía, o solo lo será durante un período muy breve de la Historia”. No se podría decir mejor.

Fidel Castro, al pronunciar estas palabras proféticas, debía tener en la cabeza la arrogancia irresponsable de los Estados Unidos que se niegan a reducir (cumbres de Río, luego de Tokio) sus emisiones de dióxido de carbono. ¿Pero también este "marxista paradójico" piensa en la adhesión de todos los pueblos al modelo del beneficio comercial puro y a corto término, que promueve contaminar, deforestar, devastar las reservas halíeuticas oceánicas, pillar los recursos fósiles o vegetales sin ninguna planificación global? Fidel Castro apela aquí sin saberlo, no al marxismo tan devastador como el liberalismo, sino  a la antigua sabiduría justicialista platónica.

8°) Conviene añadir: que la "tela de fondo" de estas siete líneas catastróficas convergentes se satura de factores agravantes, de aceleradores, se podría decir. A granel: La fragilización de los sistemas tecno-económicos por la informática (el famoso virus del año 2000); la proliferación nuclear en Este asiático (China, la India, Pakistán, Irak, Irán, Israel, Corea, Japón...) por parte de países en intensa rivalidad, con reacciones nerviosas e imprevisibles; el debilitamiento de los Estados ante el poder de las mafias que controlan y amplían el comercio de las drogas (naturales y cada vez más quimio-genéticas ), pero se basan también en nuevos sectores económicos que van del armamento al inmobiliario pasando por el agroalimentario; estas mafias internacionales, informaba un reciente informe de Ia ONU, disponen de medios superiores a los de los organismos internacionales represivos. No olvidemos tampoco la vuelta de las enfermedades virales y microbianas arcaicas: el mito de la inmunidad sanitaria se hunde. El SIDA fue la  primera brecha. Estamos amenazados, por hecho en particular, del debilitamiento mutágeno de los antibióticos y por la intensidad de los desplazamientos humanos, por la vuelta de un desorden sanitario mundial. Recientemente, en Madagascar, catorce casos de peste pulmonar no pudieron ser tratados.

Resumidamente,¿no hay todas las razones pensar que la modernidad va derecho a la pared y que el accidente planetario es irreversible?. Seguramente no. Pero quizá. La esencia de la Historia, su motor,¿no es el combustible de la catástrofe?. Pero ahí, por primera vez, la catástrofe peligra de ser global en un mundo globalizado. Robert Ardrey, brillante etólogo y dramaturgo americano, profetizaba en 1973: "El mundo moderno se asemeja un tren de municiones que hunden, en la niebla, en una noche sin luna, todos fuegos apagados."

Estas catástrofes anunciadas son el fruto directo de la incorregible creencia en los milagros de la modernidad: Pensemos en el mito del elevado nivel de vida posible para todos a escala planetaria, y la generalización de economías con fuertes consumos energéticos. El paradigma del igualitarismo materialista dominante - una sociedad de consumo "democrática" para diez mil millones de hombres en el siglo XXI sin saqueo generalizado del medio ambiente - es una utopía en estado bruto.

Esta creencia onírica choca con las imposibilidades físicas. La civilización que produjo no podrá durar mucho tiempo. Paradoja del materialismo igualitario: es idealista y materialmente irrealizable. Y ello, por razones sociales (desestructura sociedades) y sobre todo ecológicas: el planeta no podrá físicamente soportar el desarrollo general de economías hiperenergéticas accesibles a todos los humanos. El "progreso de la ciencia" no está a la cita. No es necesario rechazar la tecno-ciencia, sino centrarla en una perspectiva desigual. Veremos eso más lejos.

El problema no es tanto saber si la civilización planetaria creada por la modernidad igualitaria va a hundirse, sino cuando. Estamos en situación de estado de urgencia (el Ernstfall del que hablaba Carl Schmitt explicando que el igualitarismo liberal no había nunca comprendido ni integrado este concepto capital, puesto que piensa en el mundo de manera providencial y milagrosa, dominado por la línea ascendente del progreso-desarrollo). La modernidad y el igualitarismo no han previsto nunca su final, nunca reconocido sus errores, nunca sabido que las civilizaciones eran mortales. Por primera vez, hay una certeza: un orden global de civilización está amenazado de hundimiento en cuanto  fundado sobre un paradójico y bastardo materialismo idealista. Se pide una nueva visión del mundo para la civilización de la post-catástrofe.


Caos y post-caos


Es necesario que se acostumbren a la idea de que la sociedad individualista de consumo, relativamente confortable, en la cual están aún, no tendrá probablemente ya para mucho tiempo. Sus costumbres burguesas viven quizá sus últimas luces. Su "tranquilidad", incluso relativa de hoy, no será ya más que un lejano recuerdo; y, en un futuro no más lejano que este, se nombrará edad oro a la segunda mitad del siglo XX . Lejos del final de la historia, las jóvenes generaciones presentes van a vivir el retorno de la historia, es decir el retorno de las tempestades.

Sé que los intelectuales parisienses consideran mis predicciones y mis ideas con horror, los mismos que no previeron la caída del comunismo, que creen posible la “integración" pacífica de los inmigrantes, que disertan con longitud de página sobre el sexo de los ángeles, que desgranan perogrulladas sobre la "democracia" y piadosos necedades sobre la "República". Con todo, mantengo mi pronóstico: la guerra avanza y se anuncia con una violencia nunca vista aún. Guerra de las calles, guerra civil, guerra terrorista de gran amplitud, confrontación generalizada con el Islam y, muy probablemente, conflictos nucleares: Tal será probablemente la cara de la primera mitad del siglo XXI.

Nunca hemos estado menos preparados: invadidos, desvirilizados, desarmados física y moralmente, presos de una cultura de la insignificancia y de la culpabilidad masoquista, los Europeos no han sido nunca tan débiles en toda su historia como en este momento en que se perfila la gran amenaza.

El caos es el estado de desorganización y anarquía de un conjunto, cualquiera que sea, después de su descomposición en una "catástrofe". El post-caos es la fase de reconstrucción de un nuevo orden, según una lógica de metamorfosis.

Es el ciclo eterno de la vida, la muerte y el renacimiento, expresado por Nietzsche en su teoría del eterno retorno de lo idéntico, y también por el matemático René Thom en su teoría de las catástrofes. La sociedad que conocemos no puede ser revocada, el sistema no puede ser salvado en el estado. Es la ilusión de los conservadores de todas las tendencias. La solución, la salvación no podrán venir sino de una situación de caos - guerra civil, crisis económica gigante, etc. - que trastornará las mentalidades, volverá aceptable e indispensable lo que no era posible antes. Ahí está lo que cambiará todos los datos y, permitirá la construcción de otro orden, el del post-caos. Sólo en la crisis se encuentran las soluciones. Para construir una nueva morada, es necesario que la antigua se hunda. Hacer este acto no es ser pesimista sino realista.


La humanidad, "variable de ajuste"



No será necesario creer que, en este ensayo, prediga el "final de la humanidad". En realidad, no soy ni optimista, ni pesimista, sino descriptivo. Una "catástrofe" no es ni buena: es el cambio brutal de estado del sistema. Todas las civilizaciones son mortales, decía Valéry, pensando en las civilizaciones locales. ¿Entonces por qué la civilización global, planetaria, que conocemos, no lo sería?

A diferencia de los Romanos, pero como los Incas o los Aztecas, nos hundiremos muy brutalmente, en veinte o diez años. Por supuesto, será un cataclismo como la humanidad nunca ha conocido. Pero la vida sobre Tierra vio tanto otros. La especie humana volverá a salir, sobre nuevas bases.

Simplemente, es necesario tener en cuenta bien este punto, que se desesperará o escandalizará a los humanistas incorregibles: Esta catástrofe - a mi juicio ineludible, es decir que no podrá ya ser frenada por las ilusorias tentativas minoritarias actuales de reorganizar o mejorar el mundo - hará enormes desgastes demográficos. La humanidad perderá mucha gente; volveremos de nuevo quizá a la población del siglo XVII (hipótesis alta, a mi juicio) y el nivel tecnológico se hundirá.

Se trata así de una constante en la historia de las civilizaciones: El hombre no siendo capaz de solucionar los propios problemas que plantea, es la naturaleza y la lógica de las cosas las que se encargan en su lugar. Una ecuación insoluble se soluciona por la desaparición del que la plantea.

Hacer vivir pacíficamente, en el siglo XXI, cerca de diez mil millones de humanos sobre este pequeño planeta con un nivel de consumo energético siempre creciente era una imposibilidad, y estaba incluido en las ideologías oníricas, dirán a los historiadores del futuro, de la nueva Edad media. La solución pues será encontrada por la lógica del vivo: La humanidad será la variable de ajuste.

En efecto, hambres, epidemias, guerras, desastres ecológicos y climáticos, hundimiento del nivel de vida y sanitario, causarán inevitablemente una caída demográfica mundial, como final de esta civilización, y este ajuste espontáneo solucionará los problemas. La Tierra (Gaia) "no está amenazada" por el hombre que es su huésped; posee aún varios miles de millones de años delante ella y puede promover otras especies sobre el camino de la evolución filogenética; y además ha conocido cataclismos ecológicos tanto más graves.

El hombre se amenaza a si mismo por su comportamiento; la ley natural encuentra las soluciones en su lugar. Gaia no se liberará (aún) del hombre, pero va a infligirle un severo castigo, durante este apasionante siglo XXI.

La paradoja inaudita de nuestra civilización mundial actual, es precisamente que tiene la apariencia de una civilización sin serlo: Se trata del sistema, de una máquina en la cual cohabitan civilizaciones diferentes pero apremiadas las unas contra otros, en dependencia constante las unas frente a las otras. No se vio nunca tal configuración histórica en la historia.

Dos movimientos contradictorios se realizaron durante el siglo XX: un movimiento de homogeneización de la humanidad, en torno al modelo económico tecno-occidental; y un movimiento de hétérogeneización a nivel etno-cultural, del que el resurgimiento del Islam es un buen ejemplo. Esta mezcla de dos principios opuestos es explosiva.

Nadie puede prever el futuro en lo que será, pero se puede al menos preverlo en lo que no será - y, de ahí, se pueden construir las hipótesis.

El futuro no será, en 2050, una civilización mundial tres veces "más desarrollada" que la nuestra. Los sueños de los años 60 no son realmente más de recibo. Vamos a vivir, mejor dicho ver, viviendo nosotros, el hundimiento del mundo que conocemos actualmente, con una caída extremadamente brutal de nuestro nivel de vida y nuestra relativa seguridad. Lo que comenzamos a sufrir hoy no es nada con relación a lo que nos espera; no tenemos aún nada a la vista. Vivimos los "últimos días bonitos ", el final del otoño de una civilización.

Las convulsiones que van a producirse serán mucho más importantes que las que precipitaron el final del Imperio romano, porque se referirán al mundo entero y porque serán mucho más rápidas. Hago la apuesta de que el año 2050 se asemejará más al año 500 que todo lo que se creen prometernos. Estamos el final de un ciclo pluri-milenario, que comenzó en el neolítico.


El barco ebrio


Nuestros dirigentes no ven nada, no comprenden nada. Y sus diplomas como su formación no los prepararon para entender el presente ni el futuro, puesto que todo los incitaron a preferir la gestión a la previsión. Sus preocupaciones de carrera los ciegan también. Creen siempre en un mundo estable, mientras que nunca lo fue tan poco. Están paralizados también por la ideología humanista y optimista, como los americanos, pero sin tener el pragmatismo de estos últimos.

No se ha hablado nunca tanto de "previsiones", nunca tanto se ha practicado la "racionalidad". Se diserta sobre el "desarrollo sostenible" y  se crea incluso ministerios que llevan este nombre. Las instituciones internacionales son innumerables, multiplican los seminarios, los coloquios, las convenciones. Las tomas de conciencia de que la humanidad ha entrado en un muy mal paso, como un barco borracho e incapacitado, no faltan y se expresan por las voces más autorizadas. Es obviamente difícil decir, como lo hago: es demasiado tarde. No evitaremos el aplastamiento sobre los arrecifes, porque están demasiado cerca.

Es necesario cultivar un optimismo de fachada y hacer creer que la situación puede darse la vuelta milagrosamente con la "buena voluntad", la "concertación", la "racionalidad". Pero, realmente, este planeta ahora mundializado donde reina por primera vez una civilización global, fue y es incapaz de controlarse, incluso a  medio plazo. Todo está fundado solo a corto plazo, sobre todo en una economía que solo descansa sobre los imperativos del "crecimiento", del "desarrollo" y, naturalmente, de la maximización del beneficio. Es decir la miopía generalizada.

¿Quién convencerá a los chinos que es ecológicamente imposible y suicida, habida cuenta el ecosistema  terrestre, que 1,3 mil millones de habitantes alcancen un nivel de vida equivalente al de Occidente en los años 60, lo que es con todo el objetivo oficial, al igual que en la India?. ¿Quién pudo convencer a los americanos ratificar el protocolo de Kyoto, sobre la limitación de las emisiones de los gases de efecto invernadero? Nadie. Los intereses inmediatos, industriales, financieros y políticos son los más fuertes. Se deforesta, se pillan las reservas marinas y pesqueros, se bombea el petróleo (clave de la economía mundial) como si las reservas fueran inagotables, se derrocha el agua dulce; la lista es larga. Incluso el ecologista parisiense que deplora el consumo excesivo energético es incapaz de prescindir de sonido 4 x 4, de su ducha diaria y su equipo electrodoméstico.

Nadie prevé seriamente la catástrofe global, porque, como el conductor que piensa que "el accidente, no sucede más que a los otros", esta civilización mundial tiene demasiado confianza en elle misma". Se cree inmortal, está penetrada siempre de los mitos occidentales del progreso (que no puede detenerse, por definición), mitos que son muy activos en los países del tercer mundo, como en la Europa del siglo XIX. La confianza en la omnipotencia de la tecno-ciencia, que solucionará los todos problemas, sigue estando muy presente y nos ciega. Somos víctimas de una visión lineal y ascendente de la Historia, mientras que la ley de la vida es la de los ciclos, con una fase de ascensión, luego de madurez y decadencia, lenta, luego brutal. La civilización mundial actual está en el estado que un hombre entrado en años, que se cree con buena salud, pero que experimenta no obstante señales inquietantes, dolores alarmantes, pero que se niega sacar conclusiones; o como un árbol que parece fuerte pero que está corroído por el interior y que se abate, de un golpe.

Es imposible detener la carrera al abismo de la civilización planetaria contemporáneo, porque no existe ninguna instancia decisoria para hacerlo. ¿Cómo reorientar más de seis miles millones de hombres?. El Estado mundial solo es un mito gracioso. La humanidad, de hecho, se mundializó, sin haber sabido controlarse; ya que no se pueden controlar enormes masas, sino solamente pueblos restringidos. Las instituciones internacionales son completamente impotentes para detener el encadenamiento de las líneas de catástrofes.

No es necesario asombrarse. Ya que no está en la naturaleza del hombre prever, estando acentuada esta tendencia instintiva por el individualismo exacerbado de la civilización contemporánea. La "sabiduría" no es propia de ninguna manera del ser humano, excepto, para los mejores, élites conscientes que, por otra parte, no la llevan a la práctica. El nombre de homo sapiens aplicado a nuestra  especie es impropio. El hombre está dificultado por su hybris, su desmesura agresiva, y puede preguntarse si en la evolución nuestra especie  no sería un callejón sin salida.

No es necesario descuidar el fenómeno de presciencia: en la literatura, el tebeo, el cine, etc, desde una cuarentena de años, varios autores prevén un final de nuestra civilización y una gigantesca vuelta atrás. Guardémonos de despreciar nunca la intuición de los poetas.

Es bien cierto que no se puede prever, en sus detalles, cómo el sistema planetarizado de la civilización mundial actual va a hundirse. Ni la fecha precisa de la catástrofe - que trascurrirá por otra parte en varios años. Pero es seguro que el acontecimiento se producirá y nos llenará de estupor. Ya que de un golpe, todo se detendrá, la magia terminará. Las teles dejarán de funcionar. Los teléfonos portátiles no responderán ya. La policía estará ausente, para impedir los saqueos. Todo el sistema  frágil de nuestra civilización caerá como un juego de dominó. Y quizá de un extremo a otro de la Tierra.
Contrariament
e a los escenarios de los años 60 y 70, basadas en la guerra fría y el espectro de una confrontación nuclear entre el Este y el Oeste, no es en absoluto la guerra atómica generalizada que es de temer y que echará abajo nuestra civilización, sino una adición de crisis que están hoy ya en gestación. El conflicto nuclear global no tendrá lugar (por ejemplo entre China y los EE.UU) y, el sólo, un conflicto nuclear limitado dos potencias medias (por ejemplo entre la India y Pakistán) es poco probable y, si ocurriera, no llegaría el solo a llevar el caos sobre la Tierra entera. En cambio, veremos muy probablemente atentados nucleares contra grandes ciudades, que harán decenas de millares de muertes, y que participarán de la desestabilización general.


Los escenarios de la catástrofe



He aquí lo que preveo. Estos pronósticos pueden revelarse justos, al menos aproximadamente. Retengamos tres situaciones, una primero "suave", una segunda "dura" y una tercera "muy dura". Partamos del principio, probable, que la gran crisis, salida de la convergencia de las líneas de catástrofes, se producirá entre 2010 y 2020. Estas fechas parecen cercanas, pero sufrimos actualmente una considerable aceleración de los acontecimientos y modificaciones históricas.

1°) El escenario suave


En dos o tres años, la economía europea se hunde y entra en una severa recesión. Está minada por los siguientes factores: el endeudamiento colosal de los Estados (situación "a la Argentina"), el peso considerable de las jubilaciones y asignaciones de paro y enfermedad que impiden las inversiones, la fuga de los jóvenes empresarios fuera del continente, las presiones fiscales insoportables, la reducción de la calidad de la mano de obra, la desindustrialización y la deslocalización que se aceleran. Francia es el país más afectado. El paro real alcanza un 20% y el nivel de vida general baja en dos años del 30 %. La crisis en Europa sobrepasa en amplitud a la de 1929.

A esto se añade una presión migratoria cada vez más fuerte, que la Unión Europea es incapaz de controlar, una criminalidad que no está ya controlada, la explosión de los guetos y las zonas-refugio para las clases afortunadas. Desbordadas las fuerzas del orden, hacen frente a una "guerra civil rampante". Atentados islamistas se vuelven repetitivos, pero ningún "gigaterrorismo" se produce. Por todas partes, los electorados musulmanes se ponen a votar por sus propias listas "étnicas" que eligen un número cada vez mayor de representantes, por las exigencias comunitarias crecientes. El Islam se convierte en la primera religión practicada. En frente, los partidos nacionalistas autóctonos y de "extrema-derecha" crecen inexorablemente.

La entrada de nuevos miembros - y de Turquía - en la Unión Europea vuelve a esta última inoperante, ingobernable, y se encuentra a bordo del estallido. Sin embargo, aunque dramático, la situación no alcanza el punto de ruptura. El sistema dura y se adapta a la nueva situación.

Simplemente, la Unión Europea se convierte muy simplemente en un país del tercer mundo, en el cual la esperanza de vida media comienza bajar lentamente, donde la recesión del PIB y del nivel de vida se acrecienta año tras año, donde la crisis política  es permanente y lo inseguridad mucho peor que hoy día. La catástrofe, o basculamiento de situación en el caos, no tiene (aún) lugar.

Esta depresión de Europa y de su economía tiene evidentemente un impacto muy negativo en el resto de la economía mundial que, sin embargo, no entra en recesión pero continua creciendo - sin embargo muy lentamente - gracias, en particular, a la locomotora asiática, sobre todo China.

Pero la situación del planeta no es brillante ya que otras crisis se agravan y los efectos se reflejan los unos sobre otros:
1)  Las catástrofes climáticas conocen una impresionante aceleración a partir de 2010, en relación con los países del Sur sobre todo, a las cuales se añaden hambres recurrentes, y la progresión de las epidemias, sobre todo el SIDA, que prosigue sus devastaciones más bellas.
2)  El fundamentalismo islámico se instala en un número creciente de país; el Oriente Medio abarcado y entrado en un estado de guerra total, envenenando todas las relaciones internacionales; atentados muy carniceros (del tipo Madrid) tienen lugar varias veces al año, afectando a los EE.UU, Europa y algunos países musulmanes en estado de guerra civil.
3)  África negra se inserta en la anarquía, las guerras y las recesiones económicas ante una ONU cada vez más impotente.

Pero, a escala mundial como a los planes franceses y europeo, la cuerda no rompe. La situación, aunque gravísima, permanece bajo control. Una situación de crisis generalizada duradera se instala. La civilización actual se mantiene, en el dolor, pero resiste. El hundimiento se teme, pero se rechaza  a las calendas griegas. El siglo XXI prosigue en su camino hipócrita. Sin embargo, el crecimiento demográfico de la población planetaria conoce un serio frenazo, a causa de la progresión generalizada de la mortalidad.

La fragilidad de este inmenso conjunto patituerto no es tan grande que pueda precipitar su caída. En 2020, lo peor se evita, por el momento. Con todo, ninguna medida seria se toma, ninguna lección se extrae. El destino concede a la tragedia un acto de más.

2°) El escenario "duro"


Los mismos elementos y los mismas causas que los mencionados en la situación anterior están en causa, pero se producen más brutalmente y su secuencia, su concomitancia tienen consecuencias mucho más severas.
Algunos ejemplos: la recesión económica europea es mucho más severa que anteriormente: el nivel de vida cae en algunos años el 50%. El límite máximo alcanzado por la guerra civil étnica en varios países de Europa no es ya "rampante", sino honesto y abierto. En todo el mundo, los conflictos implicando el Islam alcanzan una intensidad dramática. Las escaseces de petróleo, el agotamiento de las reservas agrícolas y alimentarías comienzan seriamente hacerse sentir. Todos los parámetros siguen siendo los mismos, pero se agravan. El abrasamiento Oriente Medio toma proporciones dramáticas. Guerras nucleares localizadas han estallado; los giga- atentados han conocido varios episodios nucleares. Las epidemias, las hambres, los choques climáticos se encadenan.

Se asiste una desestabilización psicológica de la humanidad que, hasta en el inconsciente colectivo, tiene efectos devastadores. La humanidad baja los brazos, en estado de entorpecimiento. Ningún cambio voluntario tiene lugar y se instala una clase de "caos que se arrastra", pero de caos dominado.

El sistema global de la civilización mundial para el golpe, pero una metamorfosis radical se produce, sin que se trate de una ruptura fractal. En algunos años, la situación se vuelve la siguiente:

ü  La Unión Europea desaparece pura y simplemente, convertida en completamente ingobernable. Europa se organiza como una especie de calidoscopio neomedieval, extremadamente borroso, aunque en teoría la existencia jurídica de los Estados-nación subsiste siempre. Se crean zonas islamizadas en las Repúblicas autónomas, lo mismo que espacios hiperprotegidos reservados a los ricos autóctonos. Los conflictos son incesantes, pero no sobrepasan un umbral tolerable. El nivel de vida de los habitantes de  Europa sigue lentamente reduciéndose, pero una clase minoritaria afortunada se mantiene.

ü  El sistema global llega a sobrevivir. La Bolsa funciona siempre. La ley de la adaptación juega. Se vive en las ruinas o en las semiruinas del Antiguo mundo, pero finalmente se vive aún. El nivel tecno-científico disminuye, no obstante no de manera drástica. Sin embargo, no se habla ya "progreso" tecnológico.

ü  El empobrecimiento alcanza, a escala planetaria, niveles los astronómicos; sobre todo en el tercer mundo. La población humana disminuye bastante rápidamente, lo mismo que las emisiones contaminantes (pero es demasiado tarde) a causa de la regresión económica gigante. A escala internacional, guerras locales, macroatentados, enganches incesantes con el Islam suceden sin respiro. El movimiento de democratización del mundo se interrumpe.


3°) El escenario "muy duro"



Es el que, a mi juicio, tiene más oportunidades de ocurrir. Es quizá, por otra parte, el más deseable.

La ruptura fractal se produce, la cuerda rompe. El edificio de la civilización mundial no pudo resistir. Los factores precedentemente descritos conocen una intensidad aún más acentuada, sobre todo en el ámbito climático donde una ruptura cataclísmica se produce hacia 2015. Como un juego de dominós todo se aplasta. El cambio ocurre entre 2010 y 2020, pero el naufragio tarda diez años en cumplirse. En 2030, el estado del planeta no tiene ya nada ver con lo que estaba previsto por los "expertos" y los científicos autorizados de hoy.

1)  La población mundial se reduce drásticamente. Pasa de algo más de seis mil millones a mil millones y sigue declinando a gran velocidad. Las causas son simples el hundimiento de los suministros alimentarios y de agua potable, así como el final del acceso a los medicamentos debido al cese de las industrias farmacéuticas y estructuras médicas. En medio del siglo XXI la especie  humana se estabiliza en algo menos de 300 millones de humanos. Todo pasa como si la humanidad hubiera servido de variable de ajuste para pasar de un sistema no viable hacia un sistema viable. África es el continente más afectado por la despoblación. Encuentra su nivel de asentamiento de antes de la colonización. La humanidad (ley de los ciclos) se encuentra propulsada en la "situación de equilibrio" que conocía desde hace numerosos siglos.
2)  Los supervivientes huyen de las ciudades y las megalópolis en masa, cuyos edificios, invadidos por la vegetación, comienzan  a deteriorarse, donde ya no subsisten más que bandas, que operan razzias en los campos. En estos últimos, donde el remanente de la población se refugió, se vive de agricultura de subsistencia y de artesanía.
3)  En efecto, todas las industrias se han detenido. La fantástica y brutal regresión técnica comienza y que no hace más que acentuarse puesto que no hay más transmisión posible de los conocimientos. Tres tipos de "niveles de civilización" se observan: en primer lugar, zonas (esencialmente en el actual tercer mundo) donde se vuelve de nuevo al neolítico, con una economía agrícola primitiva; a continuación otras zonas - por ejemplo en Europa y en los antiguos países desarrollados - donde se retorna a la situación de la primer Edad media (del VI al X siglo); finalmente islotes de subsistencia (de los cuales no es posible prever el sitio algunas décadas antes de la Catástrofe) que conservan, levantados barricadas, una parte de los acervos técnicos de la antigua civilización. Se basan en parte en el reciclaje de los gigantescos rechazos dejados por esta última. Pero, dado que necesitan petróleo, no es impensable que se instalen en la proximidad de los lugares actuales de extracción. Estos islotes de subsistencia mantienen un nivel técnico muy variable, pero que solo supera muy raramente (y no en todas materias) el del principio del siglo XX. Sin embargo probablemente utilizando las últimas tecnologías del siglo XXI, en vigor justo antes del hundimiento, subsiste alguna parte de una "microcivilización" hipertecnológica en el mundo. Estas zonas se asemejan a "Ciudades-Estado" y más bien son dirigidas por dictaduras militares.
4)  A nivel político, todos los Estados-Nación se hundieron así como las instituciones internacionales. La humanidad conoce - o reencuentra - una situación a la vez medieval y tribal. Los imperativos de subsistencia, protección y depredación son la ley general, por lo tanto la guerra. Pero estas luchas incesantes no ponen ya a la Tierra en peligro: Las armas de destrucción masiva ABC (atómicas, bacteriológicas, químicas) no existen ya. En la zona A (neolítico), es el reino de las tribus y la vuelta a lo que se conoció desde milenios. En las zonas B y C (véase más arriba), la situación es más compleja. Se crean feudalidades y nuevas relaciones políticas se instauran, bastante similares a lo que se vio a principios de la Edad Media. Es, hasta cierto punto, una repetición del pasado, pero según una diferente modalidad, siendo la  Historia un eterno retorno "aproximativo.
5)  En el ámbito religioso y espiritual, se asiste una verdadera explosión. El escrito permanece. Las grandes religiones de la antigua civilización siguen transmitiéndose, pero se modifican y retornan a las fuentes. El hundimiento, sobre la Tierra entera, de la sociedad de consumo individualista, señala el fin del materialismo y el desarrollo de un espiritualismo. Nuevos cultos, sincretismos nacen, incluidos resurgimientos de los antiguos paganismos. Al hundimiento del ámbito material del antiguo mundo, responde un desarrollo del ámbito espiritual del nuevo mundo, y que no es artificial (como en nuestros días), puesto que corresponde a condiciones de vida extremadamente difíciles, en particular, causa de las condiciones climáticas rigurosas.

Una nueva humanidad está en tren de nacer por todas partes, basada en bases radicalmente nuevas. Lentamente, la ley de la vida se restablece. La Tierra respira. Las contaminaciones cesaron - se respeta el protocolo de Kyoto, en el dolor, al precio de una gigantesca hecatombe humana. Es una victoria de Gaia, la Tierra. Bien seguro, los efectos de las terribles contaminaciones de los siglos XIX y XX, así como del principio del XXI, siguen haciéndose sentir. Pero la Tierra absorbe y se rehace en salud. Un nuevo Ciclo comienza. ¿Los hombres que sobrevivieron son menos felices o más felices que sus padres y ancestros?. Probablemente más.


El final de Ia humanidad actual, predicha por la Tradición



La convergencia de las catástrofes y el final brutal de la presente civilización puede deducirse de la observación experimental de distintos fenómenos, como acabamos de hacerlo. Pero sería deshonesto no mencionar que varias Tradiciones, de los Druidas a los Tibetanos pasando por la India, parecen haber predicho un  hundimiento similar, a escala de la humanidad, y que ya se había visto antes, sin que la historia oficial lo mencione. En todas las antiguas tradiciones, vuelve de nuevo la idea que la humanidad conocía edades sucesivas, marcadas por catástrofes. Pero la que ahora corremos el riesgo de vivir sería la más grande.

El indianista Alain Daniélou en El destino del mundo según de la tradición shivaita (Alain Michel, 1985) escribe: "Según la tradición shivaita, desde que la Tierra es habitable, ya existieron varias humanidades. Cada una tuvo su período de gloria, de desarrollo técnico, de saber, luego de decadencia, y encontró su final en un cataclismo. Formamos parte de la séptima humanidad. La Tierra ya conoció a seis humanidades sucesivas que desaparecieron, dejando a la humanidad siguiente algunos rastros de su conocimiento y a veces el recuerdo de su gloria. Después del final de la humanidad actual, la Tierra conocerá siete veces aún especies humanas o similares antes de convertirse en inhabitables. Los todas las especies vivas evolucionan como entidades, individualidades. Tienen su gestación, su infancia, su adolescente, su edad madura, su decadencia".

Daniélou marca bien la diferencia entre las humanidades que se suceden, y las civilizaciones sucesivas que cada una conoce en su seno. Cree descifrar en los relatos consagrados de los Puranas, la descripción del final de una humanidad que precedió la nuestra, la los Asuras, de hace 60.000 años, y que se asemeja sorprendentemente a lo que la tradición shivaita denomina el Kali- Yuga, esto es la Edad Oscura en la cual estamos y que concluirá en la fase  terminal de la humanidad presente. No escaparemos la ley de los ciclos, y la visión lineal y ascendente que la modernidad posee de la historia humana, heredada del cristianismo, no tiene razón de ser.

Daniélou escribió: "la historia de los Asuras es a la vez un relato del pasado y una predicción del futuro. Existe un paralelismo evidente entre los acontecimientos, las concepciones religiosas, las ideologías, las teorías sociales y morales que provocaron la destrucción de los Asuras y las que, desde el principio del Kali-Yuga, caracterizan a la humanidad actual y parecen deber conseguir la "catástrofe provocada que, eventualmente les espera". Daniélou considera que las  minorías, hoy, pueden rechazar los antivalores que están perdiendo la humanidad actual, y preparar el renacimiento de nuevos valores vitales "lo que podría permitir que algunos crucen el cataclismo y participen en la Edad de Oro de la humanidad futura".

Daniélou, al reflejar fielmente los textos consagrados del Shiva, Vishnu y Linga Purana, da del final de los Asuras un relato que se asemeja extrañadamente lo que podría ser el nuestro, en particular, por lo que se refiere a las causas morales de la decadencia.

Un falso dios (Aryat, o "destructor de la gente piadoso") comienza por "condenar las castas y los deberes de las diversas edades de la vida". Por todas partes se impone el igualitarismo y la no violencia, este última prohibiendo oponerse a los invasores. La decadencia de esta potente humanidad comenzó así, según este texto que es también una predicción de lo que se repetirá: "el número de príncipes y agricultores declina poco a poco. Las clases obreras quieren asignarse el poder real y compartir el conocimiento, las comidas y las camas de los antiguos príncipes. La mayoría de los nuevos jefes es de origen obrero. Persiguieron a los sacerdotes y a los detentadores del conocimiento". La función económica y mercantil  substituye por todas partes a la función espiritual.

El texto sagrado, citado por Daniélou, prosigue: "se matarán los fetos en el vientre de su madre y se asesinarán a los héroes." Los Shudras podrán  comportarse como los Brahmanes y los sacerdotes como los obreros. Los ladrones se convertirán en reyes, los reyes serán ladrones. Los dirigentes confiscarán la propiedad y harán un mal uso de ella. Dejarán de proteger al pueblo. La comida ya cocinada se pondrá en venta [... ] . Grupos de bandidos se organizarán en las ciudades y en los campos. Habrá muchas personas desplazados, errante de un país a otro. Los comerciantes harán operaciones deshonestas. Se rodearán con falsos filósofos pretenciosos [los que, tranquilizadores y mentirosos, intentan encubrir la decadencia, NDA]. Todo el mundo empleará palabras duras y groseras y no podrá fiarse de nadie. La gente del Kali-Yuga pretenderá ignorar las diferencias de raza y el carácter sagrado del matrimonio, las relaciones de maestro a discípulo, la importancia de los ritos. Los agricultores abandonarán sus trabajos de labores y cosechas para convertirse en obreros no especializados fuera de las castas [¿Alusión a la industria agroalimentaria que sustituye a la agricultura? NDA ]. El agua faltará , los frutos serán poco abundantes. Muchos estarán vestidos de harapos, sin trabajo, durmiendo en la tierra, viviendo como los miserables. La gente creerá en teorías ilusorias. Se venerarán falsos dioses en falsos ashrams en los cuales ahora se decretará arbitrariamente ayunos, peregrinajes, penitencias, donaciones de sus bienes, austeridades, en nombre de pretendidas religiones".

El texto sagrado precisa a continuación que, constatando esta terrible decadencia de la humanidad de los Asuras, el dios Shiva utilizó un arma de fuego que destruyó toda vida. Los supervivientes, según del mito,  huyeron al "mundo Mahar", es decir al mundo extraterrestre Luego, ellos volvieron de nuevo sobre la Tierra, después de haber preservado en secreto ciertos elementos del conocimiento de los Asuras, antes de trasmitirlos a una nueva humanidad, la nuestra. Que hoy día revive exactamente el mismo fin de ciclo. Todo eso se produjo hace 60.000 años.

Bien seguro, tomamos nuestra distancia con este texto consagrado hindú, que puede dar lugar a locos vaticinios. No obstante, no es ni científico, ni honesto despreciar los textos de las antiguas Tradiciones, y de publicar perentoriamente que "los Asuras no han existido nunca ". Ya que todo mito, como lo mostró Mircea Eliade, se basa en una memoria, en una parte de verdad, incluso transfigurada.

Uno de los discípulos de Daniélou y Eliade, Pierre-Émilie Blairon, dirigente de la muy seria revista tradicionalista Roquefavour, duda de la veracidad de la historia oficial y de su arqueología: "Alain Daniélou retoma la hipótesis de todos los especialistas honestos de las civilizaciones antiguas, es decir que es poco probable, desde que el hombre habita nuestro planeta, que deba ser acreditada la tesis lineal de una única humanidad, que arqueólogos, antropólogos, etnólogos, no dejan de retroceder el nacimiento sin sacar las consecuencias. A saber que las tesis oficiales, en su dogmatismo forzado, se niegan admitir la idea misma que decenas, o incluso cientos de civilizaciones, espiritual o técnicamente tan evolucionadas como la nuestra hayan podido aparecer y desaparecer sin dejar trazas o, cuando estos trazas existen, de negarse a tenerlos en cuenta "(Roquefavour, febrero de 2003)".

El mismo autor considera que "la semejanza de las dos decadencias, el de los Asuras y la nuestra, es alucinante. Por ello, podríamos conceder algún crédito a las predicciones de los textos sánscritos que se refieren a la actual humanidad". Analizando el capítulo 40 del Linga Purana, piensa que esta humanidad actual fallecerá, en tiempo bastante cercano, durante una monstruosa guerra generalizada que no será más que el punto clave de la convergencia de todas las catástrofes en curso, su leitmotiv final. Esta catástrofe terminal será al mismo tiempo una purificación y el tímido principio de una regeneración, según la ley de los ciclos.

He aquí, en efecto, lo que lee en este famoso capítulo 40: "Durante el período de crepúsculo que termina el Kali- Yuga, el justiciero vendrá y matará los malvados. Habrá nacido la dinastía de la Luna. Su nombre es guerra (Samiti). Errará sobre toda la Tierra con un vasto ejército. Destruirá el Mléccha [ Bárbaros de  Occidente ] por millares. Destruirá a la gente de baja casta de que se han apoderado del poder real y se exterminará los falsos filósofos, a los criminales y a la gente de sangre mezclada".

Estos textos consagrados hindúes parecen obviamente que chocan nuestras mentalidades de occidentales". Con todo, no es consecuente silenciarlos.

He aquí ahora lo que Daniélou escribió, en su ensayo antes citado, todo comentario sería superfluo: "Según la teoría de los ciclos que regulan la evolución del mundo, nos acercamos hoy al final del Kali- Yuga, la edad de los conflictos, de la guerras, de los genocidios, de las malversaciones, de los sistemas filosóficos aberrante, del desarrollo maléfico del conocimiento que cae en manos irresponsables. Las razas, las castas se mezclan. Todo tiende a nivelarse y la nivelación, en todos los dominios, es el preludio de la muerte. Al final del Kali-Yuga, este proceso se acelera. El fenómeno de la aceleración es uno de las señales de la catástrofe que se aproxima".


Del caos a la luz



Esta "convergencia de las catástrofes" no debe incitarnos al pesimismo, muy al contrario, sino quizá prepararnos a lo que Daniélou, antes citado, nombraba "la edad de oro de una humanidad futura"; incluso si corremos el riesgo de asistir, por primera vez en nuestra historia, al hundimiento global de una civilización planetaria, con todos los dolores y desamparos que eso supone. ¿Pero cómo no alegrarse del final de un mundo detestable a nivel ético, y corroído por su propio menosprecio de la vida?.

Toda civilización es un ciclo, que incluye tres partes una lenta subida, un breve apogeo y una caída brutal. Hasta el presente, este modelo se aplicaba a civilizaciones geográficamente separadas - los Egipcios, los Romanos, los Amerindios, etc . Hoy día, por primera vez, se refiere al conjunto de la humanidad; por último, "la primera vez" en el tiempo histórico conocido, ya que, como acabamos de verlo, la Tradición precisa que esta metamorfosis cataclísmica de la humanidad no sería la primera.

Dicho de otra manera, hemos llegado quizá al fin de un ciclo general de la historia humana, historia que se había extraviado en un callejón sin salida, el que vivimos hoy. Estamos seguramente el final de la Edad de hierro, la víspera inminente del caos. Pero de este último, surgirá un nuevo período de la humanidad, quizá espiritualmente superior, desembarazado de los pesos materialistas e individualistas; ello corresponderá a Ia emergencia de una "nueva raza" (al sentido metafísico y no biológico), gracias a la cual la civilización volverá a salir, renacerá sobre fundamentos mucho más estables y éticamente más elevados. ¿Habrán sido entendidas las lecciones del gran cataclismo del siglo XXI?. Mircea Eliade escribía en Simbolismo del diluvio, Tratado de historia religiones (Payot): "la humanidad desaparece periódicamente en el diluvio o inundación a causa de sus" pecados"."[... ] Nunca perece definitivamente, sino que ella reaparece bajo una nueva forma, reanudando el mismo destino, esperando el retorno de la misma catástrofe que la reabsorberá en las aguas"."Y en la Luna y las aguas, anota: "un diluvio solo destruye porque las “formas" están usadas y agotadas, pero siempre va seguido de una nueva humanidad y de una nueva historia".

Para parafrasear al poeta Hölderlin, un visionario, entramos en la noche, en la "medianoche del mundo". Estamos en el crepúsculo. Pero después de la prueba de la noche, no podrá surgir sino la mañana, puesto que el sol renace siempre. Sol Invictus.

Ya que el término "catástrofe" no debe ser percibido en el sentido de "Apocalipsis", sino de "transformación" y de "metamorfosis". No estamos aún en el tiempo de la Muerte. El sol no está presto a apagarse. Simplemente, la humanidad llega un punto crucial de su milenaria historia y debe esperarse un basculamiento hacia el abismo, pero al mismo tiempo un renacimiento, una regeneración, que estará fundada sobre un nuevo tipo humano.

Lo que intenté expresar de manera científica y racional en este libro, es decir esta aceleración objetiva de los síntomas del final de un ciclo, ha sido también percibido por poetas o gente de fe desde hace varios siglos. Aunque estoy muy poco versado en el esoterismo y que mi enfoque de los hechos sea siempre racional y experimental, creo que no es necesario subestimar o descuidar las percepciones intuitivas, las que proceden de un planteamiento irracional, arraigado en otra dimensión.

En todas las grandes "religiones", ya se trate del Islam, del cristianismo, el budismo, los cultos célticos, etc, esta idea, esta intuición difusa que la humanidad iba a dirigirse hacia un cambio global de donde renacería un nuevo ciclo para la entera especie, siempre han estado presentes y profetizadas. Este tiempo, este momento desde tan largo tiempo adivinado, hemos quizá finalmente llegado en el siglo XXI. A una decadencia general, a una  tragedia, las que se perfilan hoy día y que habían sido anunciadas desde hace tiempo por lo que se podría llamar las voces de la "tradición", se substituirá otra cosa que es imposible aún describir. Prever la nueva civilización humana es arriesgado y aleatorio; pero lo que es cierto, es que la civilización actual está sobre la pendiente de la muerte y que esta última tomará, antes del medio del siglo XXI, la forma de un cataclismo horrible. Mi diagnóstico es despiadado. Pero a cada muerte sucede un nacimiento, una reencarnación.

La desesperación no es de recibo. El final de este mundo es una buena noticia, incluso si se realizará pronto en el desamparo y el dolor. Después de las tinieblas que comienzan, vendrá la luz; la historia humana está lejos terminarse. Prepararse para la catástrofe y al renacimiento, es transformarse a si mismo desde el interior. La tragedia que se perfila quizá se quiso por lo que se llama Dios o el destino. Nos dominan fuerzas, que no comprendemos y que juegan a los dados con nosotros. Un nuevo mundo se arriesga a nacer. El hombre es desesperante, pero desesperar es inhumano. El futuro es apasionante porque es catastrófico. Somos dados en la mano de Dios. ¿Quién es Dios?.

 



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