Figuras platónicas
José Jiménez Lozano, Premio Cervantes
(A LA LUZ DE UNA CANDELA Diario de Ávila 7 junio de 2009 )
DESDE luego, lo que dice aquel verso de las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique acerca de que «cómo a nuestro parescer / cualquier tiempo pasado fue mejor» parece una evidencia, pero no están tan claras las cosas. Y no hacen falta muchas filosofías, para comprobar que, sin ir más allá, el pan o la leche de ahora mismo son más bien imágenes platónicas, más o menos, ingeribles, del pan y la leche de otro tiempo; es decir, del pan y la leche simplemente. Y otra cosa es que, conforme a criterios científico-dietéticos, o científico-literarios, se nos ofrezcan, luego, productos muy superiores al pan, la leche, o los libros. Yo en eso no me meto.
A lo que quería referirme es a que, sean como sean las cosas, lo cierto es que la especie ha dado algunas, bastantes y hasta muchas, docenas de individuos absolutamente extraordinarios, y bastantes miles o millones muy aceptables, que han hecho, y hacen, que el planeta no sea un puro corral de vacas.
Y es que, pese a todo, ha habido civilizaciones espléndidas, y superiores a la nuestra, y, sobre todo que la pequeña bondad humana de que habla Víctor Grossman, ha sobrevivido a todos los desastres, desengaños, y desesperanzas. Sigue siendo algo perfectamente antinatural, pero, por eso mismo, aquello por lo que sabemos que un hombre es un hombre y no un puro bípedo. De manera que quien ayuda a otro ser humano, así sea a subir dos peldaños de escalera, resulta el espejo mismo de lo que es específicamente ser hombre, y de la civilidad y la cultura.
En medio de una indecente retórica acerca del pluralismo y la libertad, lo que impera en nuestro -mundo, y parece que a lo largo y lo ancho de él, es la voluntad y puesta en práctica de homologación del pensamiento, la palabra y la escritura más recónditos, y desde luego del vivir.
E iba a decir, ingenuamente, que gracias a aquellas civilizaciones, a su espléndido arte extraordinariamente o refinado, y a su pensar libre en cuyo ámbito cada cual era cada cual,
podemos ser también nosotros hombres; pero parece que esto es precisamente lo que se trata de encubrir y diluir del todo y como sea, a lo largo de lo que se llama educación de la personalidad.
Las noticias que tenemos -cada vez más escasas y disimuladas, por cierto- nos hablan, como digo, del aplastamiento más o menos directo de los últimos restos de esas viejas civilizaciones, en medio de la indiferencia general O, lo que es lo mismo, del triunfo más rotundo de la homologación en la aldea global, todo lo global que se quiera, pero ciertamente aldea, con bandos municipales para el orbe entero acerca de cómo gobernar el ánima de cada quien y cada cual ara que se asimile a la del atajo general de ovejos, balando incluso lo del pluralismo y la libertad.
Así que realmente no solo vivimos de metáforas y comparaciones, o de figuras de la realidad, sino también de paradojas y oxímoros. Y estamos tan encantados y contentos
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