Los escenarios de la catástrofe
He aquí lo que preveo. Estos pronósticos pueden revelarse justos, al menos aproximadamente. Retengamos tres escenarios, un primero "suave", un segundo "duro" y un tercero "muy duro". Partamos del principio, probable, que la gran crisis, salida de la convergencia de las líneas de catástrofes, se producirá entre 2010 y 2020. Estas fechas parecen cercanas, pero sufrimos actualmente una considerable aceleración de los acontecimientos y modificaciones históricas.
1°) El escenario suave
En dos o tres años, la economía europea se hunde y entra en una severa recesión. Está minada por los siguientes factores: el endeudamiento colosal de los Estados (situación "a la Argentina"), el peso considerable de las jubilaciones y asignaciones de paro y enfermedad que impiden las inversiones, la fuga de los jóvenes empresarios fuera del Continente, las presiones fiscales insoportables, la reducción de la calidad de la mano de obra, la desindustrialización y la deslocalización que se aceleran. Francia es el país más afectado. El paro real alcanza un 20% y el nivel de vida general baja en dos años de 30 %. La crisis en Europa sobrepasa en amplitud el de 1929.
A esto se añade una presión migratoria cada vez más fuerte, que la Unión Europea es incapaz de controlar, una criminalidad que no está ya controlada, la explosión de los guetos y las zonas-refugio para las clases afortunadas. Desbordadas las fuerzas del orden, hacen frente una "guerra civil rampante". Atentados islamistas se vuelven repetitivos, pero ningún "gigaterrorismo" se produce. Por todas partes, los electorados musulmanes se ponen a votar por sus propias listas "étnicas" que eligen un número cada vez mayor de representantes, por las exigencias comunitarias crecientes. El Islam se convierte en la primera religión practicada. En frente, los partidos nacionalistas autóctonos y de "extrema-derecha" crecen inexorablemente."
La entrada de nuevos miembros - y de Turquía - en la Unión Europea vuelve a esta última inoperante, ingobernable, y se encuentra a bordo del estallido. Sin embargo, aunque dramático, la situación no alcanza el punto de ruptura. El sistema dura y se adapta la nueva situación.
Simplemente, la Unión Europea se convierte muy simplemente en un país del tercer mundo, en el cual la esperanza de vida media comienza bajar lentamente, donde la recesión del PIB y del nivel de vida se acrecienta año tras año, donde la crisis política es permanente y lo inseguridad mucho peor que hoy día. La catástrofe, o basculamiento de situación en el caos, no tiene (aún) lugar.
Esta depresión de Europa y de su economía tiene evidentemente un impacto muy negativo en el resto de la economía mundial que, sin embargo, no entra en recesión sino que continua creciendo - sin embargo muy lentamente - gracias, en particular, a la locomotora asiática, sobre todo china.
Pero la situación del planeta no es brillante ya que de otras crisis se agravan cuyos efectos se reflejan los unos sobre otros :
1) Las catástrofes climáticas conocen una impresionante aceleración ir de 2010, en relación con los países del Sur sobre todo, a las cuales se añaden hambres recurrentes, y la progresión de las epidemias, sobre todo el SIDA, que prosigue sus devastaciones más bellas.
2) El fundamentalismo islámico se instala en un número creciente de países; el Oriente Medio abarcado y entrado en un estado de guerra total, envenenando todas las relaciones internacionales; atentados muy carniceros (del tipo Madrid) tienen lugar varias veces al año, afectando los EE.UU, Europa y algunos países musulmanes en estado de guerra civil.
3) África negro se inserta en la anarquía, las guerras y las recesiones económicas ante una ONU cada vez más impotente.
Pero, a escala mundial como a los planes franceses y europeo, la cuerda no rompe. La situación, aunque gravísima, permanece bajo control. Una situación de crisis generalizada duradera se instala. La civilización actual se mantiene, en el dolor, pero resiste. El hundimiento se teme, pero se rechaza a las calendas griegas. El siglo XXI prosigue a su camino hipócrita. Sin embargo, el crecimiento demográfico de la población planetaria conoce un serio frenazo, a causa de la progresión generalizada de la mortalidad.
La fragilidad de este inmenso conjunto patituerto no es tan grande que pueda precipitar su caída. En 2020, el peor se evita, por el momento... Con todo, ninguna medida seria se toma, ninguna lección se extrae. El destino concede la tragedia un acto de más...
2°) El escenario "duro"
Los mismos elementos y los mismas causas que los mencionados en la situación anterior están en causa, pero se producen más brutalmente y su secuencia, su concomitancia tienen consecuencias mucho más severas.
Algunos ejemplos: la recesión económica europea es mucho más severa que anteriormente: el nivel de vida cae en algunos años el 50%. El límite máximo alcanzado por la guerra civil étnica en varios países de Europa no es ya "rampante", sino honesto y abierto. En todo el mundo, los conflictos implicando el Islam alcanzan una intensidad dramática. Las escaseces de petróleo, el agotamiento de las reservas agrícolas y alimentarías comienzan seriamente hacerse sentir. Todos los parámetros siguen siendo los mismos, pero se agravan. El abrasamiento Oriente Medio toma proporciones dramáticas. Guerras nucleares localizadas han estallado; los giga- atentados han conocido varios episodios nucleares. Las epidemias, las hambres, los choques climáticos se encadenan.
Se asiste una desestabilización psicológica de la humanidad que, hasta en el inconsciente colectivo, tiene efectos devastadores. La humanidad baja los brazos, en estado de entorpecimiento. Ningún cambio voluntario tiene lugar y se instala una clase de "caos que se arrastra", pero de caos dominado.
El sistema global de la civilización mundial para el golpe, pero una metamorfosis radical se produce, sin que se trate de una ruptura fractal. En algunos años, la situación se vuelve la siguiente:
La Unión Europea desaparece pura y simplemente, convertida en completamente ingobernable. Europa se organiza como una especie de calidoscopio neomedieval, extremadamente borroso, aunque en teoría la existencia jurídica de los Estados-nación subsiste siempre. Se crean zonas islamizadas en las Repúblicas autónomas, lo mismo que espacios hiperprotegidos reservados a los ricos autóctonos. Los conflictos son incesantes, pero no sobrepasan un umbral tolerable. El nivel de vida de los habitantes de Europa sigue lentamente reduciéndose, pero una clase minoritaria afortunada se mantiene.
El sistema global llega a sobrevivir. La Bolsa funciona siempre. La ley de la adaptación juega. Se vive en las ruinas o en las semiruinas del Antiguo mundo, pero finalmente se vive aún. El nivel tecno -científico disminuye, no obstante no de manera drástica. Sin embargo, no se habla ya "progreso" tecnológico.
El empobrecimiento alcanza, a escala planetaria, niveles los astronómicos; sobre todo en el tercer mundo. La población humana disminuye bastante rápidamente, lo mismo que las emisiones contaminantes (pero es demasiado tarde) a causa de la regresión económica gigante. A escala internacional, guerras locales, macroatentados, enganches incesantes con el Islam suceden sin respiro.' El movimiento de democratización del mundo se interrumpe.
3°) El escenario "muy duro"
Es el que, a mi juicio, tiene más el de oportunidades de ocurrir. Es quizá por otra parte el más deseable...
La ruptura fractal se produce, la cuerda rompe. El edificio de la civilización mundial no pudo resistir. Los factores precedentemente descritos conocen una intensidad aún más acentuada, sobre todo en el ámbito climático donde una ruptura cataclísmica se produce hacia 2015. Como un juego de dominós todo se aplasta. El cambio ocurre entre 2010 y 2020, pero el naufragio tarda diez años en cumplirse. En 2030, el estado del planeta no tiene ya nada ver con lo que estaba previsto por los "expertos" y los científicos autorizados de hoy.
1) La población mundial se reduce drásticamente. Pasa de algo más de seis mil millones a mil millones y sigue declinando a gran velocidad. Las causas son simples el hundimiento de los suministros alimentarios y de agua potable, así como el final del acceso a los medicamentos debido al cese de las industrias farmacéuticas y estructuras médicas.' En medio del siglo XXI la especie humana se estabiliza en algo menos de 300 millones de humanos.' Todo pasa como si la humanidad hubiera servido de variable de ajuste para pasar de un sistema no viable hacia un sistema viable. África es el continente más afectado por la despoblación. Encuentra su nivel de asentamiento de antes de la colonización.
La humanidad (ley de los ciclos) se encuentra propulsada en la "situación de equilibrio" que conocía desde hace numerosos siglos.
2) Los supervivientes huyen de las ciudades y las megalópolis en masa, cuyos edificios, invadidos por la vegetación, comienzan a deteriorarse, donde ya no subsisten más que bandas, que operan razzias en los campos. En estos últimos, donde el remanente de la población se refugió, se vive de agricultura de subsistencia y de artesanía.
3) En efecto, todas las industrias se han detenido. La fantástica y brutal regresión técnica comienza y que no hace más que acentuarse puesto que no hay más de transmisión posible de los conocimientos.
Tres tipos de "niveles de civilización" se observan: en primer lugar, zonas (esencialmente en el actual tercer mundo) donde se vuelve de nuevo al neolítico, con una economía agrícola primitiva; a continuación otras zonas - por ejemplo en Europa y en los antiguos países desarrollados - donde se retorna a la situación de la primer Edad media (del VI al X siglo); finalmente islotes de subsistencia (de los cuales no es posible prever el sitio algunas décadas antes de la Catástrofe) que conservan, levantadas barricadas, una parte de los acervos técnicos de la antigua civilización.' Se basan en parte en el reciclaje de los gigantescos rechazos dejados por esta última. Pero, dado que necesitan petróleo, no es impensable que se instalen en la proximidad de los lugares actuales de extracción.
Estos islotes de subsistencia mantienen un nivel técnico muy variable, pero que solo supera muy raramente (y no en todas materias) el del principio del siglo XX. Sin embargo probablemente utilizando las últimas tecnologías del siglo XXI, en vigor justo antes del hundimiento, subsiste alguna parte de una "microcivilización" hipertecnológica en el mundo. Estas zonas parte se asemejan "ciudades-Estado" y más bien son dirigidas por dictaduras militares.
4) A nivel político, todos los Estados-nación se hundieron así como las instituciones internacionales. La humanidad conoce - o reencuentra - una situación la vez medieval y tribal.
Los imperativos de subsistencia, protección y depredación son la ley general, por lo tanto la guerra. Pero estas luchas incesantes no ponen ya la Tierra en peligro: las armas de destrucción masiva ABC (atómicas, bacteriológicas, químicas) no existen ya. En la zona A (neolítico), es el reino de las tribus y la vuelta a lo que se conoció desde milenios. En las zonas B y C (véase más arriba), la situación es más compleja. Se crean feudalidades y nuevos relaciones políticos se instauran, bastante similares lo que se vio a principios de la Edad Media. Es, hasta cierto punto, una repetición del pasado, pero según una diferente modalidad, siendo la Historia un eterno retorno "aproximativo '.
5) En el ámbito religioso y espiritual, se asiste una verdadera explosión. El escrito permanece. Las grandes religiones de la' antigua civilización siguen transmitiéndose, pero se modifican y retornan a las fuentes.' El hundimiento, sobre la Tierra entera, de la sociedad de consumo individualista, señala el fin del materialismo y el desarrollo de un espiritualismo. Nuevos cultos, sincretismos nacen, incluidos resurgimientos de los antiguos paganismos. Al hundimiento del ámbito material del antiguo mundo, responde un desarrollo del ámbito espiritual del nuevo mundo, y que no es artificial (como en nuestros días), puesto que corresponde a condiciones de vida extremadamente difíciles, en particular, causa de las condiciones climáticas rigurosas.
Una nueva humanidad está en tren de nacer por todas partes, basada en bases radicalmente nuevas. Lentamente, la ley de la vida se restablece. La Tierra respira. Las contaminaciones cesaron - se respeta el protocolo de Kyoto, en el dolor, al precio de una gigantesca hecatombe humana. Es una victoria de Gaia, la Tierra. Bien seguro, los efectos de las terribles contaminaciones de los siglos XIX, y XX, así como del principio del XXI, siguen haciéndose sentir. Pero la Tierra absorbe y se rehace en salud. Un nuevo Ciclo comienza. ¿Los hombres que sobrevivieron son menos felices o más felices que sus padres y ancestros? Probablemente más.
El final de Ia humanidad actual, predicha por la Tradición
La convergencia de las catástrofes y el final brutal de la presente civilización puede deducid irse de la observación experimental de distintos fenómenos, como acabamos de hacerlo. Pero sería deshonesto no mencionar que varias Tradiciones, de los Druidas a los Tibetanos pasando por la India, parecen haber predicho un hundimiento similar, a escala de la humanidad, y que se había ya visto antes, sin que la historia oficial lo mencione. En todas las antiguas tradiciones, vuelve de nuevo la idea que la humanidad conocía edades sucesivas, marcados por catástrofes. Pero la que corremos el riesgo de vivir sería la más grande.
El indianista Alain Daniélou en El destino del mundo según de la tradición shivaita (Alain Michel, 1985) escribe: "Según la tradición shivaita, desde que la Tierra es habitable, ya existieron varias humanidades. Cada una tuvo su período de gloria, de desarrollo técnico, de saber, luego de decadencia, y encontró su final en un cataclismo. Formamos parte de la séptima humanidad. La Tierra ya conoció a seis humanidades sucesivas que desaparecieron, dejando a la humanidad siguiente algunos rastros de su conocimiento y a veces el recuerdo de su gloria. Después del final de la humanidad actual, la Tierra conocerá siete veces aún especies humanas o similares antes de convertirse en inhabitables. Los todos las especies vivas evolucionan como entidades, individualidades. Tienen su gestación, su infancia, su adolescente, su edad madura, su decadencia. ".
Daniélou marca bien la diferencia entre las humanidades que se suceden, y las civilizaciones sucesivas que cada una conoce en su seno. Cree descifrar en los relatos consagrados de los Puranas, la descripción del final de una humanidad que precedió la nuestra, la los Asuras, de hace 60.000 años, y que se asemeja sorprendentemente lo que la tradición shivaita denomina el Kali- Yuga, esto es la Edad Oscura en la cual estamos y que concluirá en la fase terminal de la humanidad presente. No escaparemos la ley de los ciclos, y la visión lineal y ascendente que la modernidad posee de la historia humana, heredada del cristianismo, no tiene razón de ser.
Daniélou escribió: "la historia de los Asuras es a la vez un relato del pasado y una predicción del futuro. Existe un paralelismo evidente entre los acontecimientos, las concepciones religiosas, las ideologías, las teorías sociales y morales que provocaron la destrucción del Asuras y las que, desde el principio del Kali-Yuga, caracterizan a la humanidad actual y parecen deber conseguir la" catástrofe provocada "que, eventualmente les espera". Daniélou considera que las minorías, hoy, pueden rechazar los antivalores que están perdiendo la humanidad actual, y preparar el renacimiento de nuevos valores vitales "lo que podría permitir algunos cruzar el cataclismo y de participen Edad de Oro de la humanidad futura".
Daniélou, al reflejar fielmente los textos consagrados del Shiva, Vishnu y Linga Purana, da del final de los Asuras un relato que se asemeja extrañadamente lo que podría ser el nuestro, en particular, por lo que se refiere a las causas morales de la decadencia.
Un falso dios (Aryat, o "destructor de la gente piadoso") comienza por "condenar las castas y los deberes de las diversas edades de la vida". Por todas partes se impone el igualitarismo y la no violencia, este última prohibiendo oponerse a los invasores. La decadencia de esta potente humanidad comenzó así, según este texto que es también una predicción de lo que se repetirá: "el número de príncipes y agricultores declina poco a poco. Las clases obreras quieren asignarse el poder real y compartir el conocimiento, las comidas y las camas de los antiguos príncipes. La mayoría de los nuevos jefes es de origen obrero. Persiguieron a los sacerdotes y a los detentadores del conocimiento ". La función económica y mercantil substituye por todas partes a la función espiritual.
El texto sagrado, citado por Daniélou, prosigue: "se matarán los fetos en el vientre de su madre y se asesinarán a los héroes." Los Shudras podrán comportarse como los Brahmanes y los sacerdotes como los obreros. Los ladrones se convertirán en reyes, los reyes serán ladrones. Los dirigentes confiscarán la propiedad y harán un mal uso de ella. Dejarán de proteger al pueblo. La comida ya cocinada se pondrá en venta [... ] . Grupos de bandidos se organizarán en las ciudades y en los campos. Habrá muchas personas desplazados, errante de un país a otro. Los comerciantes harán operaciones deshonestas. Se rodearán con falsos filósofos pretenciosos [ los que, tranquilizadores y mentirosos, intentan encubrir la decadencia, NDA ]. Todo el mundo empleará palabras duras y groseras y no podrá fiarse de nadie. La gente del Kali- Yuga pretenderá ignorar las diferencias de raza y el carácter sagrado del matrimonio, las relaciones de maestro a discípulo, la importancia de los ritos. Los agricultores abandonarán sus trabajos de labores y cosechas para convertirse en obreros no especializados fuera de casta [ ¿alusión la industria agroalimentaria que sustituye a la agricultura? NDA ]. El agua faltará , los frutos serán poco abundantes. Muchos estarán vestidos de harapos, sin trabajo, durmiendo en la tierra, viviendo como los miserables. La gente creerá en teorías ilusorias. Se venerarán falsos dioses en falsos ashrams en los cuales ahora se decretará arbitrariamente ayunos, peregrinajes, penitencias, donaciones de sus bienes, austeridades, en nombre de pretendidas religiones. "
El texto sagrado precisa a continuación que, constatando esta terrible decadencia de la humanidad de los Asuras, el dios Shiva utilizó un arma de fuego" que destruyó toda vida. Los supervivientes, según del mito, huyeron al "mundo Mahar", es decir al mundo extraterrestre Luego, ellos volvieron de nuevo sobre Tierra, después de haber preservado en secreto ciertos elementos del conocimiento de los Asuras, antes de la trasmitirlos a una nueva humanidad... la nuestra. Que hoy día revive exactamente el mismo fin de ciclo. Todo eso se produjo hace 60.000 años...
Bien seguro, tomamos nuestra distancia con este texto consagrado hindú, que puede dar lugar a locos vaticinios. No obstante, no es ni científico, ni honesto despreciar los textos de las antiguas Tradiciones, y de publicar perentoriamente que "los Asuras no han existido nunca ". Ya que todo mito, como lo mostró Mircea Eliade, se basa en una memoria, en una parte de verdad, incluso transfigurada.
Uno de los discípulos de Daniélou y Eliade, Pierre-Émilie Blairon, dirigente de la muy seria revista tradicionalista Roquefavour, duda de la veracidad de la historia oficial y de su arqueología: "Alain Daniélou retoma la hipótesis de todos los especialistas honestos de las civilizaciones antiguas, es decir que es poco probable, desde que el hombre habita nuestro planeta, que deba ser acreditada la tesis lineal de una única humanidad, que arqueólogos, antropólogos, etnólogos, no dejan de retroceder el nacimiento sin sacar las consecuencias. A saber que las tesis oficiales, en su dogmatismo forzado, se niegan admitir la idea misma que decenas, o incluso cientos de civilizaciones, espiritual o técnicamente tan evolucionadas como la nuestra hayan podido aparecer y desaparecer sin dejar trazas o, cuando estos trazas existen, de negarse a tenerlos en cuenta "(Roquefavour, febrero de 2003)."
El mismo autor considera que "la semejanza de las dos decadencias, el de los Asuras y la nuestra, es alucinante. Por ello, podríamos conceder algún crédito a las predicciones de los textos sánscritos que se refieren a la actual humanidad "." Analizando el capítulo 40 del Linga Purana, piensa que esta humanidad actual fallecerá, en tiempo bastante cercano, durante una monstruosa guerra generalizada que no será más que el punto clave de la convergencia de todas las catástrofes en curso, su leitmotiv final. Esta catástrofe terminal será al mismo tiempo una purificación y el tímido principio de una regeneración, según la ley de los ciclos.
He aquí, en efecto, lo que lee en este famoso capítulo 40: "Durante el período de crepúsculo que termina el Kali- Yuga, el justiciero vendrá y matará los malvados. Habrá nacido la dinastía de la Luna. Su nombre es guerra (Samiti). Errará sobre toda la Tierra con un vasto ejército. Destruirá el Mléccha [ Bárbaros de Occidente ] por millares. Destruirá a la gente de baja casta de que se han apoderado del poder real y se exterminará los falsos filósofos, a los criminales y a la gente de sangre mezclada. "
Estos textos sagrados hindúes parecen obviamente que chocan nuestras mentalidades de occidentales. Con todo, no es consecuente silenciarlos.
He aquí ahora lo que Daniélou escrito, en su ensayo antes citado. Todo comentario sería superfluo: "Según la teoría de los ciclos que regulan la evolución del mundo, nos acercamos hoy al final del Kali- Yuga, la edad de los conflictos, de la guerras, de los genocidios, de las malversaciones, de los sistemas filosóficos aberrantes, del desarrollo maléfico del conocimiento que cae en manos irresponsables. Las razas, las castas se mezclan. Todo tiende a nivelarse y la nivelación, en todos los dominios, es el preludio de la muerte. Al final del Kali-Yuga, este proceso se acelera. El fenómeno de la aceleración es uno de las señales de la catástrofe que se aproxima. "
Del caos a la luz
Esta "convergencia de las catástrofes" no debe incitarnos al pesimismo, muy al contrario, sino quizá prepararnos a lo que Daniélou, antes citado, nombraba "la edad de oro de una humanidad futura"; incluso si corremos el riesgo de asistir, por primera vez en nuestra historia, al hundimiento global de una civilización planetaria, con todos los dolores y desamparos que eso supone. ¿Pero cómo no alegrarse del final de un mundo detestable a nivel ético, y corroído por su propio menosprecio de la vida?
Toda civilización es un ciclo, que incluye tres partes una lenta subida, un breve apogeo y una caída brutal. Hasta el presente, este modelo se aplicaba civilizaciones geográficamente separadas - los Egipcios, los Romanos, los Amerindios, etc . Hoy día, por primera vez, se refiérela conjunto de la humanidad; por último, "la primera vez" en el tiempo histórico conocido, ya que, como acabamos de verlo, la Tradición precisa que esta metamorfosis cataclísmica de la humanidad no sería la primera.
Dicho de otra manera, hemos llegado quizá al fin de un ciclo general de la historia humana, historia que se había extraviado en un callejón sin salida, el que vivimos hoy. Estamos seguramente el final de la Edad de hierro, la víspera inminente del caos. Pero de este último, surgirá un nuevo período de la humanidad, quizá espiritualmente superior, desembarazado de los pesos materialistas e individualistas; ello corresponderá a Ia emergencia de una "nueva raza" (al sentido metafísico y no biológico), gracias a la cual la civilización volverá a salir, renacerá sobre fundamentos mucho más estables y éticamente más elevados. ¿ Habrán sido entendidas Las lecciones del gran cataclismo del siglo XXI? Mircea Eliade escribía en Simbolismo del diluvio, Tratado de historia religiones (Payot): "la humanidad desaparece periódicamente en el diluvio o de inundación a causa de sus" pecados "." [... ] Nunca perece definitivamente, sino que ella reaparece bajo una nueva forma, reanudando el mismo destino, esperando el retorno de la misma catástrofe que la reabsorberá en las aguas "" Y en La luna y las aguas, anota: "un diluvio solo destruye porque las ` formas" están usados y agotadas, pero siempre va seguido de una nueva humanidad y de una nueva historia ".
Para parafrasear al poeta Hölderlin, un visionario, entramos en la noche, en la "medianoche del mundo". Estamos en el crepúsculo. Pero después de la prueba de la noche, no podrá surgir sino la mañana, puesto que el sol renace siempre. Sol Invictus.
Ya que el término "catástrofe" no debe ser percibido en el sentido de "Apocalipsis", sino de "transformación" y de "metamorfosis"." No estamos aún en el tiempo de la Muerte. El sol no está presto a apagarse. Simplemente, la humanidad llega un punto crucial de su milenaria historia y debe esperarse un basculamiento hacia el abismo, pero al mismo tiempo un renacimiento, una regeneración, que estará fundada sobre un nuevo tipo humano.
Lo que intenté expresar de manera científica y racional en este libro, es decir esta aceleración objetiva de los síntomas del final de un ciclo, ha sido también percibido por poetas o gente de fe desde hace varios siglos. Aunque estoy muy poco versado en el esoterismo y que mi enfoque de los hechos sea siempre racional y experimental, creo que no es necesario subestimar o descuidar las percepciones intuitivas, las que proceden de un planteamiento irracional, arraigado en otra dimensión.
En todas las grandes "religiones", ya se trate del Islam, del cristianismo, el budismo, los cultos célticos, etc, esta idea, esta intuición difusa que la humanidad iba a dirigirse hacia un cambio global de donde renacería un nuevo ciclo para la entera especie, siempre han estado presentes y profetizadas. Este tiempo, este momento desde tan largo tiempo adivinado, hemos quizá finalmente llegado en el siglo XXI. A una decadencia general, a una tragedia, las que se perfilan hoy día y que habían sido anunciadas desde hace tiempo por lo que se podría llamar las voces de la "tradición", se substituirá otra cosa que es imposible aún describir. Prever la nueva civilización humana es arriesgado y aleatorio; pero lo que es cierto, es que la civilización actual está sobre la pendiente de la muerte y que esta última tomará, antes del medio del siglo XXI, la forma de un cataclismo horrible. Mi diagnóstico es despiadado. Pero cada muerte sucede un nacimiento, una reencarnación.
La desesperación no es de recibo. El final de este mundo es una buena noticia, incluso si se realizará pronto en el desamparo y el dolor. Después de las tinieblas que comienzan, vendrán la luz; la historia humana está lejos terminarse. Prepararse a la catástrofe y al renacimiento, es se transformarse a si mismo desde el interior. La tragedia que se perfila quizá se quiso por lo que se llama Dios o el destino. Nos dominan fuerzas, que no comprendemos y que juegan a los dados con nosotros. Un nuevo mundo arriesga a nacer. El hombre es desesperante, pero desesperar es inhumano. El futuro es apasionante porque es catastrófico. Somos dados en la mano de Dios. ¿Quién es Dios?
Guillame Corvus.
La convergence des catastrophes.
DIE (Difusión Internacional Edition). Paris 2004
Pp191-218
viernes, 17 de octubre de 2008
FUTURO IMPERFECTO 3 .Continuación (Caos y postcaos)
Caos y post-Caos
(tomado de "La convergencia de catástrofes" ,Guillaume Corvus)
Es necesario acostumbrarse a la idea de que la sociedad individualista de consumo, relativamente confortable, en el cual se está aún, no tendrá probablemente ya para mucho tiempo. Sus costumbres burguesas viven quizá sus últimas luces. Su "tranquilidad", incluso relativa de hoy, no será ya más que un lejano recuerdo; y, en un futuro no más lejano que este, se nombrará edad oro a la segunda mitad del siglo XX . Lejos del final de la historia, las jóvenes generaciones presentes van a vivir el retorno de la historia, es decir el retorno de las tempestades.
Sé que los intelectuales parisienses consideran mis predicciones y mis ideas con horror, los mismo que no previeron la caída del comunismo, que creen posible la `integración" pacífica de los inmigrantes, que disertan con longitud de página sobre el sexo de los ángeles, que desgranan perogrulladas sobre la "democracia" y piadosos necedades sobre la "República"." Con todo, mantengo mi pronóstico: la guerra avanza y se anuncia con una violencia nunca vista aún. Guerra de las calles, guerra civil, guerra terrorista de gran amplitud, confrontación generalizada con el Islam y, muy probablemente, conflictos nucleares: tal será probablemente la cara de la primera mitad del XXI.
Nunca hemos estado menos preparados: invadidos, desvirilizados, desarmados física y moralmente, presos de una cultura de la insignificancia y de la culpabilidad masoquista, los Europeos no han sido nunca tan débiles en toda su historia como en este momento en que se perfila la gran Amenaza
El caos es el estado de desorganización y anarquía de un conjunto, cualquiera qué que sea, después de su descomposición en una "catástrofe". El post-caos es la fase de reconstrucción de un nuevo orden, según una lógica de metamorfosis.Es el ciclo eterno de la vida, la muerte y el renacimiento, expresado por Nietzsche en su teoría del eterno retorno de lo idéntico, y también por el matemático René Thom en su teoría de las catástrofes. La sociedad que conocemos no puede ser revocada, el sistema no puede ser salvado en el estado. Es la ilusión de los conservadores de todas las tendencias. La solución, la salvación no podrán venir sino de una situación de caos - guerra civil, crisis económica gigante, etc. - que trastornará las mentalidades, volverá aceptable e indispensable lo que no era posible antes. Ahí está lo que cambiará todos los datos y, permitirá la construcción de otro orden, el del post-caos. Sólo en la crisis se encuentran las soluciones. Para construir una nueva morada, es necesario que la antigua se hunda. Hacer esta acta no es ser pesimista sino realista.
La humanidad, "variable de ajuste"
No será necesario creer que, en este ensayo, prediga el "final de la humanidad". En realidad, no soy ni optimista, ni pesimista, sino descriptivo. Una "catástrofe" no es ni buena: es el cambio brutal de estado del sistema. Todas las civilizaciones son mortales, decía Valéry, pensando en las civilizaciones locales. ¿Entonces por qué la civilización global, planetaria, que conocemos, no lo sería?A diferencia de los Romanos, pero como los Incas o los Aztecas, nos hundiremos muy brutalmente, en veinte o diez años. Por supuesto, será un cataclismo como la humanidad nunca ha conocido. Pero la vida sobre Tierra vio tanto otros. La especie humana volverá a salir, sobre nuevas bases.
Simplemente, es necesario tener en cuenta bien este punto, que desesperará o escandalizará los humanistas incorregibles: esta catástrofe - a mi juicio ineludible, es decir que no podrá ya ser frenada por las ilusorias tentativas minoritarias actuales de reorganizar o mejorar el mundo - hará enormes desgastes demográficos. La humanidad perderá mucha gente; volveremos de nuevo quizá a la población del siglo XVII (hipótesis alta, a mi juicio) y el nivel tecnológico se hundirá.
Se trata así de una constante en la historia de las civilizaciones: el hombre no siendo capaz de solucionar los propios problemas que plantea, es la naturaleza y la lógica de las cosas la que se encargan su lugar. Una ecuación insoluble se soluciona por la desaparición del que la plantea.
Hacer vivir pacíficamente, en el siglo XXI, cerca de diez mil millones de humanos sobre este pequeño planeta con un nivel de consumo energético siempre creciente era una imposibilidad, y estaba incluido en las ideologías oníricas, dirán a los historiadores del futuro, de la nueva Edad Media. La solución pues será encontrada por la lógica de lo vivo: la humanidad será la variable de ajuste.
En efecto, hambres, epidemias, guerras, desastres ecológicos y climáticos, hundimiento del nivel de vida y sanitario, causarán inevitablemente una caída demográfica mundial, como final de esta civilización, y este ajuste espontáneo solucionará los problemas. La Tierra (Gaia)"no está amenazada" por el hombre que es su huésped; posee aún varios mil millones de años delante ella y puede promover otras especies sobre el camino de la evolución filogenética; y además ha conocido cataclismos ecológicos tanto más graves...
El hombre se amenaza a si mismo por su comportamiento; la ley natural encuentra las soluciones en su lugar. Gaia no se liberará (aún) del hombre, pero va a infligirle un severo castigo, durante este apasionante siglo XXI.
La paradoja inaudita de nuestra civilización mundial actual, es precisamente que tiene la apariencia de una civilización sin serlo: se trata del sistema, de una máquina en la cual cohabitan civilizaciones diferentes pero apremiadas las unas contra otros, en dependencia constante las unos frente a las otras. No se vio nunca tal configuración histórica en la historia.Dos movimientos contradictorios se realizaron durante el siglo XX: un movimiento de homogeneización de la humanidad, en torno lo a modelo económico tecno- occidental; y un movimiento de hétérogeneización a nivel etno -cultural, del que el resurgimiento del Islam es un buen ejemplo. Esta mezcla de dos principios opuestos es explosiva.
Nadie puede prever el futuro en lo que será, pero se puede al menos preverlo en lo que no será y, a partir de ahí, se pueden construir las hipótesis.
El futuro no será, en 2050, una civilización mundial o tres veces "más desarrollada" que el nuestro. Los sueños de los años 60 no son realmente más de recibo. Vamos a vivir, mejor dicho ver, viviendo nosotros, el hundimiento del mundo que conocemos actualmente, con una caída extremadamente brutal de nuestro nivel de vida y nuestra relativa seguridad. Lo que comenzamos a sufrir hoy no es nada con relación a lo que nos espera; no hemos visto aún nada. Vivimos los "últimos días bonitos ", el final del otoño de una civilización.Las convulsiones que van a producirse serán mucho más importantes que las que precipitaron el final del Imperio romano, porque se referirán al mundo entero y porque serán mucho más rápidas. Hago la apuesta de que el año 2050 se asemejará más al año 500 que todo lo que se cree prometernos. Estamos el final de un ciclo pluri-milenario, que comenzó en el neolítico.
El barco ebrio
Nuestros dirigentes no ven nada, no comprenden nada. Y sus diplomas como su formación no los prepararon a entender el presente ni el futuro, puesto que todo los incitaron preferir la gestión a la previsión.' Sus preocupaciones de carrera los ciegan también. Creen siempre en un mundo estable, mientras que nunca lo fue tan poco. Están paralizados también por la ideología humanista y optimista, como los Americanos, pero sin tener el pragmatismo de estos últimos.
No se ha hablado nunca tanto de "previsiones", nunca tan practicada la "racionalidad". Se diserta sobre el "desarrollo sostenible" y se crea incluso ministerios que llevan este nombre. Las instituciones internacionales son innumerables, multiplican los seminarios, los coloquios, las convenciones. Las tomas de conciencia que la humanidad ha entrado en un muy mal paso, como un barco borracho e incapacitado, no faltan y se expresan por las voces más autorizadas. Es obviamente difícil decir, como lo hago: es demasiado tarde. No evitaremos el aplastamiento sobre los arrecifes, porque están demasiado cerca.
Es necesario cultivar un optimismo de fachada y hacer creer que la situación puede darse la vuelta milagrosamente con la "buena voluntad", la "concertación", la "racionalidad". Pero, realmente, este planeta ahora mundializado donde reina por primera vez una civilización global, fue y es incapaz de controlarse, incluso a medio plazo. Todo está fundado solo a corto plazo, sobre todo en una economía que solo descansa sobre los imperativos del "crecimiento", del "desarrollo" y, naturalmente, de la maximización del beneficio. Es decir la miopía generalizada.
¿Quién convencerá a los Chinos que es ecológicamente imposible y suicida, habida cuenta el ecosistema terrestre, que 1,3 mil millones de habitantes alcancen un nivel de vida equivalente al de Occidente en los años 60, lo que es con todo el objetivo oficial, al igual que en la India? ¿Quién pudo convencer a los Americanos a ratificar el protocolo de Kyoto, sobre la limitación de las emisiones de los gases de efecto invernadero? Nadie. Los intereses inmediatos, industriales, financieros y políticos son los más fuertes. Se deforesta, se pillan las reservas marinas y pesqueros, se bombea el petróleo (clave de la economía mundial) como si las reservas fueran inagotables, se derrocha el agua dulce; la lista es larga. Incluso el écolo parisiense que deplora el consumo excesivo energético es incapaz de prescindir de sonido 4 x 4, de su ducha diaria y su equipo electrodoméstico.
Nadie prevé seriamente la catástrofe global, porque, como el conductor que piensa que "el accidente, no sucede más que a los otros", esta civilización mundial tiene demasiado confianza en elle misma." Se cree inmortal, está penetrada siempre de los mitos occidentales del Progreso (que no puede detenerse, por definición), mitos que son muy activos en los países del tercer mundo, como en la Europa del siglo XIX. La confianza en la omnipotencia de la tecno-ciencia, que solucionará los todos problemas, sigue estando muy presente y nos ciega. Somos víctimas de una visión lineal y ascendente de la Historia, mientras que la ley de la vida es la de los ciclos, con una fase de ascensión, luego de madurez y decadencia, lenta, luego brutal. La civilización mundial actual está en el estado que un hombre entrado en años, que se cree con buena salud, pero que experimenta no obstante señales inquietantes, dolores alarmantes, pero que se niega sacar conclusiones; o como un árbol que parece fuerte pero que está corroído por el interior y que se abate, de un golpe.
Es imposible detener la carrera al abismo de la civilización planetaria contemporáneo, porque no existe ninguna instancia decisoria para hacerlo. ¿Cómo reorientar más de seis miles millones de hombres? El Estado mundial solo es un mito gracioso. La humanidad, de hecho, se mundializó, sin haber sabido controlarse; ya que no se pueden controlar enormes masas, sino solamente pueblos restringidos. Las instituciones internacionales son completamente impotentes para detener el encadenamiento de las líneas de catástrofes.
No es necesario asombrarse. Ya que no está en la naturaleza del hombre prever, estando acentuada esta tendencia instintiva por el individualismo exacerbado de la civilización contemporánea.' La "sabiduría" no es la propio de ninguna manera del ser humano, excepto, para los mejores, élites conscientes que, por otra parte, no la llevan a la práctica. El nombre de homo sapiens sapiens aplicado a nuestra especie es impropio. El hombre está dificultado por su hybris, su desmesura agresiva, y puede preguntarse si en la evolución nuestra especie no sería un callejón sin salida.
No es necesario descuidar el fenómeno de presciencia: en la literatura, el tebeo, el cine, etc, desde hace una cuarentena de años, varios autores prevén un final de nuestra civilización y una gigantesca vuelta atrás. Guardémonos de despreciar nunca la intuición de los poetas.Es bien cierto que no se puede prever, en sus detalles, cómo el sistema planetarizado de la civilización mundial actual va a hundirse. Ni la fecha precisa de la catástrofe - que trascurrirá por otra parte en varios años. Pero es seguro que el acontecimiento se producirá y nos llenará de estupor. Ya que de un golpe, todo se detendrá, la magia terminará. Las teles dejarán de funcionar. Los teléfonos portátiles no responderán ya. La policía estará ausente, para impedir los saqueos. Todo el sistema frágil de nuestra civilización caerá como un juego de dominó. Y quizá de un extremo a otro de la Tierra.
Contrariamente a los escenarios de los años 60 y 70, basadas en la Guerra fría y el espectro de una confrontación nuclear entre el Este y el Oeste, no es en absoluto la guerra atómica generalizada que es de temer y que echará abajo nuestra civilización, sino una adición de crisis que están hoy ya en gestación. El conflicto nuclear global no tendrá lugar (por ejemplo entre China y los EE.UU) y, el sólo , un conflicto nuclear limitado dos potencias medias (por ejemplo entre la India y Pakistán) es poco probable y, si ocurriera, no llegaría el solo a llevar el caos sobre la Tierra entera. En cambio, veremos muy probablemente atentados nucleares contra grandes ciudades, que harán decenas de millares de muertes, y que participarán de la desestabilización general.
(tomado de "La convergencia de catástrofes" ,Guillaume Corvus)
Es necesario acostumbrarse a la idea de que la sociedad individualista de consumo, relativamente confortable, en el cual se está aún, no tendrá probablemente ya para mucho tiempo. Sus costumbres burguesas viven quizá sus últimas luces. Su "tranquilidad", incluso relativa de hoy, no será ya más que un lejano recuerdo; y, en un futuro no más lejano que este, se nombrará edad oro a la segunda mitad del siglo XX . Lejos del final de la historia, las jóvenes generaciones presentes van a vivir el retorno de la historia, es decir el retorno de las tempestades.
Sé que los intelectuales parisienses consideran mis predicciones y mis ideas con horror, los mismo que no previeron la caída del comunismo, que creen posible la `integración" pacífica de los inmigrantes, que disertan con longitud de página sobre el sexo de los ángeles, que desgranan perogrulladas sobre la "democracia" y piadosos necedades sobre la "República"." Con todo, mantengo mi pronóstico: la guerra avanza y se anuncia con una violencia nunca vista aún. Guerra de las calles, guerra civil, guerra terrorista de gran amplitud, confrontación generalizada con el Islam y, muy probablemente, conflictos nucleares: tal será probablemente la cara de la primera mitad del XXI.
Nunca hemos estado menos preparados: invadidos, desvirilizados, desarmados física y moralmente, presos de una cultura de la insignificancia y de la culpabilidad masoquista, los Europeos no han sido nunca tan débiles en toda su historia como en este momento en que se perfila la gran Amenaza
El caos es el estado de desorganización y anarquía de un conjunto, cualquiera qué que sea, después de su descomposición en una "catástrofe". El post-caos es la fase de reconstrucción de un nuevo orden, según una lógica de metamorfosis.Es el ciclo eterno de la vida, la muerte y el renacimiento, expresado por Nietzsche en su teoría del eterno retorno de lo idéntico, y también por el matemático René Thom en su teoría de las catástrofes. La sociedad que conocemos no puede ser revocada, el sistema no puede ser salvado en el estado. Es la ilusión de los conservadores de todas las tendencias. La solución, la salvación no podrán venir sino de una situación de caos - guerra civil, crisis económica gigante, etc. - que trastornará las mentalidades, volverá aceptable e indispensable lo que no era posible antes. Ahí está lo que cambiará todos los datos y, permitirá la construcción de otro orden, el del post-caos. Sólo en la crisis se encuentran las soluciones. Para construir una nueva morada, es necesario que la antigua se hunda. Hacer esta acta no es ser pesimista sino realista.
La humanidad, "variable de ajuste"
No será necesario creer que, en este ensayo, prediga el "final de la humanidad". En realidad, no soy ni optimista, ni pesimista, sino descriptivo. Una "catástrofe" no es ni buena: es el cambio brutal de estado del sistema. Todas las civilizaciones son mortales, decía Valéry, pensando en las civilizaciones locales. ¿Entonces por qué la civilización global, planetaria, que conocemos, no lo sería?A diferencia de los Romanos, pero como los Incas o los Aztecas, nos hundiremos muy brutalmente, en veinte o diez años. Por supuesto, será un cataclismo como la humanidad nunca ha conocido. Pero la vida sobre Tierra vio tanto otros. La especie humana volverá a salir, sobre nuevas bases.
Simplemente, es necesario tener en cuenta bien este punto, que desesperará o escandalizará los humanistas incorregibles: esta catástrofe - a mi juicio ineludible, es decir que no podrá ya ser frenada por las ilusorias tentativas minoritarias actuales de reorganizar o mejorar el mundo - hará enormes desgastes demográficos. La humanidad perderá mucha gente; volveremos de nuevo quizá a la población del siglo XVII (hipótesis alta, a mi juicio) y el nivel tecnológico se hundirá.
Se trata así de una constante en la historia de las civilizaciones: el hombre no siendo capaz de solucionar los propios problemas que plantea, es la naturaleza y la lógica de las cosas la que se encargan su lugar. Una ecuación insoluble se soluciona por la desaparición del que la plantea.
Hacer vivir pacíficamente, en el siglo XXI, cerca de diez mil millones de humanos sobre este pequeño planeta con un nivel de consumo energético siempre creciente era una imposibilidad, y estaba incluido en las ideologías oníricas, dirán a los historiadores del futuro, de la nueva Edad Media. La solución pues será encontrada por la lógica de lo vivo: la humanidad será la variable de ajuste.
En efecto, hambres, epidemias, guerras, desastres ecológicos y climáticos, hundimiento del nivel de vida y sanitario, causarán inevitablemente una caída demográfica mundial, como final de esta civilización, y este ajuste espontáneo solucionará los problemas. La Tierra (Gaia)"no está amenazada" por el hombre que es su huésped; posee aún varios mil millones de años delante ella y puede promover otras especies sobre el camino de la evolución filogenética; y además ha conocido cataclismos ecológicos tanto más graves...
El hombre se amenaza a si mismo por su comportamiento; la ley natural encuentra las soluciones en su lugar. Gaia no se liberará (aún) del hombre, pero va a infligirle un severo castigo, durante este apasionante siglo XXI.
La paradoja inaudita de nuestra civilización mundial actual, es precisamente que tiene la apariencia de una civilización sin serlo: se trata del sistema, de una máquina en la cual cohabitan civilizaciones diferentes pero apremiadas las unas contra otros, en dependencia constante las unos frente a las otras. No se vio nunca tal configuración histórica en la historia.Dos movimientos contradictorios se realizaron durante el siglo XX: un movimiento de homogeneización de la humanidad, en torno lo a modelo económico tecno- occidental; y un movimiento de hétérogeneización a nivel etno -cultural, del que el resurgimiento del Islam es un buen ejemplo. Esta mezcla de dos principios opuestos es explosiva.
Nadie puede prever el futuro en lo que será, pero se puede al menos preverlo en lo que no será y, a partir de ahí, se pueden construir las hipótesis.
El futuro no será, en 2050, una civilización mundial o tres veces "más desarrollada" que el nuestro. Los sueños de los años 60 no son realmente más de recibo. Vamos a vivir, mejor dicho ver, viviendo nosotros, el hundimiento del mundo que conocemos actualmente, con una caída extremadamente brutal de nuestro nivel de vida y nuestra relativa seguridad. Lo que comenzamos a sufrir hoy no es nada con relación a lo que nos espera; no hemos visto aún nada. Vivimos los "últimos días bonitos ", el final del otoño de una civilización.Las convulsiones que van a producirse serán mucho más importantes que las que precipitaron el final del Imperio romano, porque se referirán al mundo entero y porque serán mucho más rápidas. Hago la apuesta de que el año 2050 se asemejará más al año 500 que todo lo que se cree prometernos. Estamos el final de un ciclo pluri-milenario, que comenzó en el neolítico.
El barco ebrio
Nuestros dirigentes no ven nada, no comprenden nada. Y sus diplomas como su formación no los prepararon a entender el presente ni el futuro, puesto que todo los incitaron preferir la gestión a la previsión.' Sus preocupaciones de carrera los ciegan también. Creen siempre en un mundo estable, mientras que nunca lo fue tan poco. Están paralizados también por la ideología humanista y optimista, como los Americanos, pero sin tener el pragmatismo de estos últimos.
No se ha hablado nunca tanto de "previsiones", nunca tan practicada la "racionalidad". Se diserta sobre el "desarrollo sostenible" y se crea incluso ministerios que llevan este nombre. Las instituciones internacionales son innumerables, multiplican los seminarios, los coloquios, las convenciones. Las tomas de conciencia que la humanidad ha entrado en un muy mal paso, como un barco borracho e incapacitado, no faltan y se expresan por las voces más autorizadas. Es obviamente difícil decir, como lo hago: es demasiado tarde. No evitaremos el aplastamiento sobre los arrecifes, porque están demasiado cerca.
Es necesario cultivar un optimismo de fachada y hacer creer que la situación puede darse la vuelta milagrosamente con la "buena voluntad", la "concertación", la "racionalidad". Pero, realmente, este planeta ahora mundializado donde reina por primera vez una civilización global, fue y es incapaz de controlarse, incluso a medio plazo. Todo está fundado solo a corto plazo, sobre todo en una economía que solo descansa sobre los imperativos del "crecimiento", del "desarrollo" y, naturalmente, de la maximización del beneficio. Es decir la miopía generalizada.
¿Quién convencerá a los Chinos que es ecológicamente imposible y suicida, habida cuenta el ecosistema terrestre, que 1,3 mil millones de habitantes alcancen un nivel de vida equivalente al de Occidente en los años 60, lo que es con todo el objetivo oficial, al igual que en la India? ¿Quién pudo convencer a los Americanos a ratificar el protocolo de Kyoto, sobre la limitación de las emisiones de los gases de efecto invernadero? Nadie. Los intereses inmediatos, industriales, financieros y políticos son los más fuertes. Se deforesta, se pillan las reservas marinas y pesqueros, se bombea el petróleo (clave de la economía mundial) como si las reservas fueran inagotables, se derrocha el agua dulce; la lista es larga. Incluso el écolo parisiense que deplora el consumo excesivo energético es incapaz de prescindir de sonido 4 x 4, de su ducha diaria y su equipo electrodoméstico.
Nadie prevé seriamente la catástrofe global, porque, como el conductor que piensa que "el accidente, no sucede más que a los otros", esta civilización mundial tiene demasiado confianza en elle misma." Se cree inmortal, está penetrada siempre de los mitos occidentales del Progreso (que no puede detenerse, por definición), mitos que son muy activos en los países del tercer mundo, como en la Europa del siglo XIX. La confianza en la omnipotencia de la tecno-ciencia, que solucionará los todos problemas, sigue estando muy presente y nos ciega. Somos víctimas de una visión lineal y ascendente de la Historia, mientras que la ley de la vida es la de los ciclos, con una fase de ascensión, luego de madurez y decadencia, lenta, luego brutal. La civilización mundial actual está en el estado que un hombre entrado en años, que se cree con buena salud, pero que experimenta no obstante señales inquietantes, dolores alarmantes, pero que se niega sacar conclusiones; o como un árbol que parece fuerte pero que está corroído por el interior y que se abate, de un golpe.
Es imposible detener la carrera al abismo de la civilización planetaria contemporáneo, porque no existe ninguna instancia decisoria para hacerlo. ¿Cómo reorientar más de seis miles millones de hombres? El Estado mundial solo es un mito gracioso. La humanidad, de hecho, se mundializó, sin haber sabido controlarse; ya que no se pueden controlar enormes masas, sino solamente pueblos restringidos. Las instituciones internacionales son completamente impotentes para detener el encadenamiento de las líneas de catástrofes.
No es necesario asombrarse. Ya que no está en la naturaleza del hombre prever, estando acentuada esta tendencia instintiva por el individualismo exacerbado de la civilización contemporánea.' La "sabiduría" no es la propio de ninguna manera del ser humano, excepto, para los mejores, élites conscientes que, por otra parte, no la llevan a la práctica. El nombre de homo sapiens sapiens aplicado a nuestra especie es impropio. El hombre está dificultado por su hybris, su desmesura agresiva, y puede preguntarse si en la evolución nuestra especie no sería un callejón sin salida.
No es necesario descuidar el fenómeno de presciencia: en la literatura, el tebeo, el cine, etc, desde hace una cuarentena de años, varios autores prevén un final de nuestra civilización y una gigantesca vuelta atrás. Guardémonos de despreciar nunca la intuición de los poetas.Es bien cierto que no se puede prever, en sus detalles, cómo el sistema planetarizado de la civilización mundial actual va a hundirse. Ni la fecha precisa de la catástrofe - que trascurrirá por otra parte en varios años. Pero es seguro que el acontecimiento se producirá y nos llenará de estupor. Ya que de un golpe, todo se detendrá, la magia terminará. Las teles dejarán de funcionar. Los teléfonos portátiles no responderán ya. La policía estará ausente, para impedir los saqueos. Todo el sistema frágil de nuestra civilización caerá como un juego de dominó. Y quizá de un extremo a otro de la Tierra.
Contrariamente a los escenarios de los años 60 y 70, basadas en la Guerra fría y el espectro de una confrontación nuclear entre el Este y el Oeste, no es en absoluto la guerra atómica generalizada que es de temer y que echará abajo nuestra civilización, sino una adición de crisis que están hoy ya en gestación. El conflicto nuclear global no tendrá lugar (por ejemplo entre China y los EE.UU) y, el sólo , un conflicto nuclear limitado dos potencias medias (por ejemplo entre la India y Pakistán) es poco probable y, si ocurriera, no llegaría el solo a llevar el caos sobre la Tierra entera. En cambio, veremos muy probablemente atentados nucleares contra grandes ciudades, que harán decenas de millares de muertes, y que participarán de la desestabilización general.
lunes, 13 de octubre de 2008
Una guía sobre ausencias.José Jiménez Lozano
Una guía sobre ausencias
Bien pensado, lo que Europa fue y sigue siendo para nosotros, los viejos europeos, que a lo mejor no somos ya otra cosa que una especie de supérstites de una cultura que ahora parece desplomarse, se reduce, pero no a nada menos, a una serie de nombres del pensamiento y el arte, y a una serie de lugares ligados a momentos fundantes de su historia, muchos de los cuales han sido arruinados por el discurrir de ésta, aunque ahí está la poderosa presencia de su inmenso hueco. Por ejemplo, de aquí a poco, el vacío de siglos enteros a los que se lleva por delante tanto la legalidad como la educación y la "neo-cultura'; por llamarla de alguna manera; parece que será borrada por las famosas democracias avanzadas, que así recogen la siniestra herencia de los dos grandes totalitarismos del siglo pasado. "Una desbandada hacia la servidumbre", que decía Tácito. Por lo menos entre nosotros, los españolitos.
Lo que no se sabe es lo que se piensa hacer con los huecos o reliquias de pongamos por caso el cristianismo cuidadosamente evitado y que también es políticamente-incorrectísimo nombrar. ¿Se van a liquidar como la Revolución Cultural china hizo con toda "antigualla" de pensamiento, artística, literaria y religiosa? Porque, si vacíos y huellas siguen estando ahí, ¿qué explicación daremos, entonces y sin ir más allá, a un no europeo o a las nuevas generaciones, por ejemplo ante una iglesita cisterciense o una vieja universidad? ¿De dónde les decimos que han nacido?
¿Y el hecho de que nos sintamos un yo, y no meros miembros de las diversas "Fuenteovejunas" existidas y existentes, habrá brotado en nosotros como la menta y la ruda crecen en el campo? ¿Y cómo explicar sin ir más allá, por qué ha sido posible el progreso material en Occidente y no en otras partes del mundo?
Pero claro está que, con las leyes educativas de estos años, y la desaparición de las viejas generaciones, es más que probable que las nuevas no pregunten nada de nada. Y, como ya predijo el viejo Russell, se actuarán los mayores esfuerzos culturales en lamentar cuán ínfimas inteligencias poseían los viejos rostros pálidos de unos treinta siglos de cultura, que ya no nos interesa para nada, y hasta es un "hándicap” para nuestra felicidad de Granja. Ya lo estamos haciendo, no vamos a perder nuestra autoestima, que a lo mejor es lo único que nos queda, y siempre da mucho juego.
Por mi parte, educado más bien en el escepticismo acerca de las proclamaciones públicas y declaraciones de principios, que de ordinario funcionan como las famosas de los Derechos Humanos por ejemplo, no tendría más que muy modestas aspiraciones que se limitarían a que se reconociesen cuatro datos fácticos; por ejemplo como los que una guía de viajero o turista, o un carnet de identidad proporcionan, para saber a qué atenernos sin más, cuando se dice Europa o España. Se pediría un leve etiquetaje simplemente, para entendernos.
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, PREMIO CERVANTES
Diario de Ávila 12 octubre 2008
Bien pensado, lo que Europa fue y sigue siendo para nosotros, los viejos europeos, que a lo mejor no somos ya otra cosa que una especie de supérstites de una cultura que ahora parece desplomarse, se reduce, pero no a nada menos, a una serie de nombres del pensamiento y el arte, y a una serie de lugares ligados a momentos fundantes de su historia, muchos de los cuales han sido arruinados por el discurrir de ésta, aunque ahí está la poderosa presencia de su inmenso hueco. Por ejemplo, de aquí a poco, el vacío de siglos enteros a los que se lleva por delante tanto la legalidad como la educación y la "neo-cultura'; por llamarla de alguna manera; parece que será borrada por las famosas democracias avanzadas, que así recogen la siniestra herencia de los dos grandes totalitarismos del siglo pasado. "Una desbandada hacia la servidumbre", que decía Tácito. Por lo menos entre nosotros, los españolitos.
Lo que no se sabe es lo que se piensa hacer con los huecos o reliquias de pongamos por caso el cristianismo cuidadosamente evitado y que también es políticamente-incorrectísimo nombrar. ¿Se van a liquidar como la Revolución Cultural china hizo con toda "antigualla" de pensamiento, artística, literaria y religiosa? Porque, si vacíos y huellas siguen estando ahí, ¿qué explicación daremos, entonces y sin ir más allá, a un no europeo o a las nuevas generaciones, por ejemplo ante una iglesita cisterciense o una vieja universidad? ¿De dónde les decimos que han nacido?
¿Y el hecho de que nos sintamos un yo, y no meros miembros de las diversas "Fuenteovejunas" existidas y existentes, habrá brotado en nosotros como la menta y la ruda crecen en el campo? ¿Y cómo explicar sin ir más allá, por qué ha sido posible el progreso material en Occidente y no en otras partes del mundo?
Pero claro está que, con las leyes educativas de estos años, y la desaparición de las viejas generaciones, es más que probable que las nuevas no pregunten nada de nada. Y, como ya predijo el viejo Russell, se actuarán los mayores esfuerzos culturales en lamentar cuán ínfimas inteligencias poseían los viejos rostros pálidos de unos treinta siglos de cultura, que ya no nos interesa para nada, y hasta es un "hándicap” para nuestra felicidad de Granja. Ya lo estamos haciendo, no vamos a perder nuestra autoestima, que a lo mejor es lo único que nos queda, y siempre da mucho juego.
Por mi parte, educado más bien en el escepticismo acerca de las proclamaciones públicas y declaraciones de principios, que de ordinario funcionan como las famosas de los Derechos Humanos por ejemplo, no tendría más que muy modestas aspiraciones que se limitarían a que se reconociesen cuatro datos fácticos; por ejemplo como los que una guía de viajero o turista, o un carnet de identidad proporcionan, para saber a qué atenernos sin más, cuando se dice Europa o España. Se pediría un leve etiquetaje simplemente, para entendernos.
martes, 7 de octubre de 2008
Crisis monetaria. J.K. Galbrait
“Nadie sabe cuando ni como se va a producir la crisis monetaria internacional que desencadene el hundimiento de especulación y valores ficticios. Lo que es seguro que estos acontecimientos son inevitables” (Apocalypse Tomorrow,J.K. Galbrait, Le Nouvel Observateur ,6 de febrero de 1986)
viernes, 3 de octubre de 2008
La tragedia de los recursos comunes. Garret Hardim
La tragedia de los recursos comunes
Garrett Hardin
Este artículo fue publicado originalmente bajo el título "The Tragedy of Commons" en Science, v. 162 (1968), pp. 1243-1248. Traducción de Horacio Bonfil Sánchez. Gaceta Ecológica, núm. 37, Instituto Nacional de Ecología, México, 1995.
En asuntos económicos La riqueza de las naciones (1776) popularizó la "mano invisible", la idea de un individuo que "buscando solamente su propio beneficio", logra "dejarse llevar por una mano invisible a promover... el interés público"5. Adam Smith no afirmó que esto fuera invariablemente cierto, y quizás no lo hizo ninguno de sus seguidores. Pero contribuyó con una tendencia dominante de pensamiento que desde entonces interfiere con las acciones positivas basadas en análisis racionales, a saber la tendencia a asumir que las decisiones tomadas en lo individual serán, de hecho, las mejores decisiones para la sociedad en su conjunto. Si esta suposición es correcta justifica la continuidad de nuestra actual política de laissez faire en cuestiones reproductivas. Si es correcta podemos asumir que los hombre controlarán su fecundidad de tal manera que lograrán una población óptima. Si la suposición es incorrecta, necesitamos examinar las libertades individuales para ver cuáles son defendibles.
La tragedia de la libertad sobre los recursos comunes
La refutación de la mano invisible en el control poblacional se encuentra en un escenario descrito inicialmente en un panfleto poco conocido de 1833 por un matemático amateur llamado William Forster Lloyd (1794-1852).6 Podemos llamarlo "la tragedia de los recursos comunes", utilizando la palabra tragedia como la usó el filósofo Whitehead: "La esencia de la tragedia no es la tristeza. Reside en la solemnidad despiadada del desarrollo de las cosas". Y continúa diciendo: "Esta inevitabilidad del destino solamente puede ser ilustrada en términos de la vida humana por los incidentes que, de hecho, involucran infelicidad, pues es solamente a través de ellos que la futilidad de la huida puede hacerse evidente en el drama".7
La tragedia de los recursos comunes se desarrolla de la siguiente manera. Imagine un pastizal abierto para todos. Es de esperarse que cada pastor intentará mantener en los recursos comunes tantas cabezas de ganado como le sea posible. Este arreglo puede funcionar razonablemente bien por siglos gracias a que las guerras tribales, la caza furtiva y las enfermedades mantendrán los números tanto de hombres como de animales por debajo de la capacidad de carga de las tierras. Finalmente, sin embargo, llega el día de ajustar cuentas, es decir, el día en que se vuelve realidad la largamente soñada meta de estabilidad social. En este punto, la lógica inherente a los recursos comunes inmisericordemente genera una tragedia.
Como un ser racional, cada pastor busca maximizar su ganancia. Explícita o implícitamente, consciente o inconscientemente, se pregunta, ¿cuál es el beneficio para mí de aumentar un animal más a mi rebaño? Esta utilidad tiene un componente negativo y otro positivo.
1. El componente positivo es una función del incremento de un animal. Como el pastor recibe todos los beneficios de la venta, la utilidad positiva es cercana a +1.
2. El componente negativo es una función del sobrepastoreo adicional generado por un animal más. Sin embargo, puesto que los efectos del sobrepastoreo son compartidos por todos los pastores, la utilidad negativa de cualquier decisión particular tomada por un pastor es solamente una fracción de -1.
Al sumar todas las utilidades parciales, el pastor racional concluye que la única decisión sensata para él es añadir otro animal a su rebaño, y otro más... Pero esta es la conclusión a la que llegan cada uno y todos los pastores sensatos que comparten recursos comunes. Y ahí está la tragedia. Cada hombre está encerrado en un sistema que lo impulsa a incrementar su ganado ilimitadamente, en un mundo limitado. La ruina es el destino hacia el cual corren todos los hombres, cada uno buscando su mejor provecho en un mundo que cree en la libertad de los recursos comunes. La libertad de los recursos comunes resulta la ruina para todos.
Para algunos esto puede ser un lugar común. ¡Ojalá y lo fuera! En cierto sentido esto fue aprendido hace miles de años, pero la selección natural favorece a las fuerzas de la negación psicológica.8 El individuo se beneficia como tal a partir de su habilidad para negar la verdad incluso cuando la sociedad en su conjunto, de la que forma parte, sufre. La educación puede contrarrestar la tendencia natural de hacer lo incorrecto, pero la inexorable sucesión de generaciones requiere que las bases de este conocimiento sean refrescadas constantemente.
Un simple incidente que sucedió hace pocos años en Leominster, Masssachusetts, muestra cuan perecedero es este conocimiento. Durante la época de compras navideñas, los parquímetros de las zonas comerciales fueron cubiertos con bolsas de plástico con la leyenda: "No abrir hasta Navidad. Estacionamiento gratuito por parte del Alcalde y del Consejo Municipal". En otras palabras, ante la perspectiva de un aumento en la demanda del espacio, ya de por sí escaso, los padres de la ciudad reinstituyeron el sistema de los recursos comunes. (Cínicamente sospechamos que ganaron más votos de los que perdieron con tan retrógrado acto).
De manera similar la lógica de los recursos comunes ha sido entendida por largo tiempo, quizás desde la invención de la agricultura o de la propiedad privada en bienes raíces. Pero ha sido comprendida principalmente en casos específicos que no son suficientemente generalizables. Incluso en nuestros días, ganaderos que rentan tierras nacionales en el Oeste demuestran apenas una comprensión ambivalente al presionar constantemente a las autoridades federales para que incrementen el número de cabezas autorizadas por área hasta un punto en el cual la sobreexplotación produce erosión y dominio de malezas. De manera similar, los océanos del mundo continúan sufriendo por la supervivencia de la filosofía de los recursos comunes. Las naciones marítimas todavía responden automáticamente a la contraseña de "la libertad de los mares". Al profesar la creencia en los "inagotables recursos de los océanos", colocan cerca de la extinción, una tras otra, a especies de peces y ballenas.9
Notas
6. W. F. Lloyd, Two Lectures on the Checks to Population (Mentor, New York, 1948), p. 17.
7. A. N. Whitehead, Science and the Modern World (Mentor, New York, 1948), p.17
8. G. Hardin (ed.), Population, Evolution, and Birth Control (Freeman, San Francisco, Cal., 1964)
9. McVay, Scientific American 216 (núm.8), 13 (1966).
Garrett Hardin
Este artículo fue publicado originalmente bajo el título "The Tragedy of Commons" en Science, v. 162 (1968), pp. 1243-1248. Traducción de Horacio Bonfil Sánchez. Gaceta Ecológica, núm. 37, Instituto Nacional de Ecología, México, 1995.
En asuntos económicos La riqueza de las naciones (1776) popularizó la "mano invisible", la idea de un individuo que "buscando solamente su propio beneficio", logra "dejarse llevar por una mano invisible a promover... el interés público"5. Adam Smith no afirmó que esto fuera invariablemente cierto, y quizás no lo hizo ninguno de sus seguidores. Pero contribuyó con una tendencia dominante de pensamiento que desde entonces interfiere con las acciones positivas basadas en análisis racionales, a saber la tendencia a asumir que las decisiones tomadas en lo individual serán, de hecho, las mejores decisiones para la sociedad en su conjunto. Si esta suposición es correcta justifica la continuidad de nuestra actual política de laissez faire en cuestiones reproductivas. Si es correcta podemos asumir que los hombre controlarán su fecundidad de tal manera que lograrán una población óptima. Si la suposición es incorrecta, necesitamos examinar las libertades individuales para ver cuáles son defendibles.
La tragedia de la libertad sobre los recursos comunes
La refutación de la mano invisible en el control poblacional se encuentra en un escenario descrito inicialmente en un panfleto poco conocido de 1833 por un matemático amateur llamado William Forster Lloyd (1794-1852).6 Podemos llamarlo "la tragedia de los recursos comunes", utilizando la palabra tragedia como la usó el filósofo Whitehead: "La esencia de la tragedia no es la tristeza. Reside en la solemnidad despiadada del desarrollo de las cosas". Y continúa diciendo: "Esta inevitabilidad del destino solamente puede ser ilustrada en términos de la vida humana por los incidentes que, de hecho, involucran infelicidad, pues es solamente a través de ellos que la futilidad de la huida puede hacerse evidente en el drama".7
La tragedia de los recursos comunes se desarrolla de la siguiente manera. Imagine un pastizal abierto para todos. Es de esperarse que cada pastor intentará mantener en los recursos comunes tantas cabezas de ganado como le sea posible. Este arreglo puede funcionar razonablemente bien por siglos gracias a que las guerras tribales, la caza furtiva y las enfermedades mantendrán los números tanto de hombres como de animales por debajo de la capacidad de carga de las tierras. Finalmente, sin embargo, llega el día de ajustar cuentas, es decir, el día en que se vuelve realidad la largamente soñada meta de estabilidad social. En este punto, la lógica inherente a los recursos comunes inmisericordemente genera una tragedia.
Como un ser racional, cada pastor busca maximizar su ganancia. Explícita o implícitamente, consciente o inconscientemente, se pregunta, ¿cuál es el beneficio para mí de aumentar un animal más a mi rebaño? Esta utilidad tiene un componente negativo y otro positivo.
1. El componente positivo es una función del incremento de un animal. Como el pastor recibe todos los beneficios de la venta, la utilidad positiva es cercana a +1.
2. El componente negativo es una función del sobrepastoreo adicional generado por un animal más. Sin embargo, puesto que los efectos del sobrepastoreo son compartidos por todos los pastores, la utilidad negativa de cualquier decisión particular tomada por un pastor es solamente una fracción de -1.
Al sumar todas las utilidades parciales, el pastor racional concluye que la única decisión sensata para él es añadir otro animal a su rebaño, y otro más... Pero esta es la conclusión a la que llegan cada uno y todos los pastores sensatos que comparten recursos comunes. Y ahí está la tragedia. Cada hombre está encerrado en un sistema que lo impulsa a incrementar su ganado ilimitadamente, en un mundo limitado. La ruina es el destino hacia el cual corren todos los hombres, cada uno buscando su mejor provecho en un mundo que cree en la libertad de los recursos comunes. La libertad de los recursos comunes resulta la ruina para todos.
Para algunos esto puede ser un lugar común. ¡Ojalá y lo fuera! En cierto sentido esto fue aprendido hace miles de años, pero la selección natural favorece a las fuerzas de la negación psicológica.8 El individuo se beneficia como tal a partir de su habilidad para negar la verdad incluso cuando la sociedad en su conjunto, de la que forma parte, sufre. La educación puede contrarrestar la tendencia natural de hacer lo incorrecto, pero la inexorable sucesión de generaciones requiere que las bases de este conocimiento sean refrescadas constantemente.
Un simple incidente que sucedió hace pocos años en Leominster, Masssachusetts, muestra cuan perecedero es este conocimiento. Durante la época de compras navideñas, los parquímetros de las zonas comerciales fueron cubiertos con bolsas de plástico con la leyenda: "No abrir hasta Navidad. Estacionamiento gratuito por parte del Alcalde y del Consejo Municipal". En otras palabras, ante la perspectiva de un aumento en la demanda del espacio, ya de por sí escaso, los padres de la ciudad reinstituyeron el sistema de los recursos comunes. (Cínicamente sospechamos que ganaron más votos de los que perdieron con tan retrógrado acto).
De manera similar la lógica de los recursos comunes ha sido entendida por largo tiempo, quizás desde la invención de la agricultura o de la propiedad privada en bienes raíces. Pero ha sido comprendida principalmente en casos específicos que no son suficientemente generalizables. Incluso en nuestros días, ganaderos que rentan tierras nacionales en el Oeste demuestran apenas una comprensión ambivalente al presionar constantemente a las autoridades federales para que incrementen el número de cabezas autorizadas por área hasta un punto en el cual la sobreexplotación produce erosión y dominio de malezas. De manera similar, los océanos del mundo continúan sufriendo por la supervivencia de la filosofía de los recursos comunes. Las naciones marítimas todavía responden automáticamente a la contraseña de "la libertad de los mares". Al profesar la creencia en los "inagotables recursos de los océanos", colocan cerca de la extinción, una tras otra, a especies de peces y ballenas.9
Notas
6. W. F. Lloyd, Two Lectures on the Checks to Population (Mentor, New York, 1948), p. 17.
7. A. N. Whitehead, Science and the Modern World (Mentor, New York, 1948), p.17
8. G. Hardin (ed.), Population, Evolution, and Birth Control (Freeman, San Francisco, Cal., 1964)
9. McVay, Scientific American 216 (núm.8), 13 (1966).
Mercado de valores
Wall Street y los monos
Una vez llegó al pueblo un señor, bien vestido, se instaló en el único hotel que había, y puso un aviso en la única página del periódico local, que está dispuesto a comprar cada mono que le traigan por 10 €. Los campesinos, que sabían que el bosque estaba lleno de monos, salieron
corriendo a cazar monos. El hombre compró, como había prometido en el aviso, los cientos de monos que le trajeron a 10 € cada uno sin chistar.Cuando quedaban muy pocos monos en el bosque, y era difícil cazarlos, los campesinos perdieron interés, entonces el hombre ofreció 20 € por cada mono, y los campesinos corrieron otra vez al bosque.
Nuevamente, fueron mermando los monos, y el hombre elevó la oferta a 25 €,y los campesinos volvieron al bosque, cazando los pocos monos que quedaban, hasta que ya era casi imposible encontrar uno.
Llegado a este punto, el hombre ofreció 50 € por cada mono, pero, como tenia negocios que atender en la ciudad, dejaría a cargo de su ayudante el negocio de la compra de monos.
Una vez que viajó el hombre a la ciudad, su ayudante se dirigió a los campesinos diciéndoles: fíjense en esta jaula llena de miles de monos que mi Jefe compró para su colección. Yo les ofrezco venderles a ustedes los monos por 35 €, y cuando el jefe regrese de la ciudad, se los venden por 50 € cada uno.
Los campesinos juntaron todos sus ahorros y compraron los miles de monos que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del 'jefe'. Desde ese día, no volvieron a ver ni al ayudante ni al jefe. Lo único que vieron fue la jaula llena de monos que compraron con sus horros de toda la vida.
Ahora tienen ustedes una noción bien clara de cómo funciona el Mercado de Valores y la Bolsa.
Una vez llegó al pueblo un señor, bien vestido, se instaló en el único hotel que había, y puso un aviso en la única página del periódico local, que está dispuesto a comprar cada mono que le traigan por 10 €. Los campesinos, que sabían que el bosque estaba lleno de monos, salieron
corriendo a cazar monos. El hombre compró, como había prometido en el aviso, los cientos de monos que le trajeron a 10 € cada uno sin chistar.Cuando quedaban muy pocos monos en el bosque, y era difícil cazarlos, los campesinos perdieron interés, entonces el hombre ofreció 20 € por cada mono, y los campesinos corrieron otra vez al bosque.
Nuevamente, fueron mermando los monos, y el hombre elevó la oferta a 25 €,y los campesinos volvieron al bosque, cazando los pocos monos que quedaban, hasta que ya era casi imposible encontrar uno.
Llegado a este punto, el hombre ofreció 50 € por cada mono, pero, como tenia negocios que atender en la ciudad, dejaría a cargo de su ayudante el negocio de la compra de monos.
Una vez que viajó el hombre a la ciudad, su ayudante se dirigió a los campesinos diciéndoles: fíjense en esta jaula llena de miles de monos que mi Jefe compró para su colección. Yo les ofrezco venderles a ustedes los monos por 35 €, y cuando el jefe regrese de la ciudad, se los venden por 50 € cada uno.
Los campesinos juntaron todos sus ahorros y compraron los miles de monos que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del 'jefe'. Desde ese día, no volvieron a ver ni al ayudante ni al jefe. Lo único que vieron fue la jaula llena de monos que compraron con sus horros de toda la vida.
Ahora tienen ustedes una noción bien clara de cómo funciona el Mercado de Valores y la Bolsa.
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