lunes, 13 de octubre de 2008

Una guía sobre ausencias.José Jiménez Lozano

Una guía sobre ausencias

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, PREMIO CERVANTES

Diario de Ávila 12 octubre 2008



Bien pensado, lo que Europa fue y sigue siendo para nosotros, los viejos europeos, que a lo mejor no somos ya otra cosa que una especie de supérstites de una cultura que aho­ra parece desplomarse, se reduce, pero no a nada menos, a una serie de nombres del pen­samiento y el arte, y a una serie de lugares li­gados a momentos fundantes de su historia, muchos de los cuales han sido arruinados por el discurrir de ésta, aunque ahí está la poderosa presencia de su inmenso hueco. Por ejemplo, de aquí a poco, el vacío de siglos en­teros a los que se lleva por delante tanto la le­galidad como la educación y la "neo-cultura'; por llamarla de alguna manera; parece que será borrada por las famosas democracias avanzadas, que así recogen la siniestra heren­cia de los dos grandes totalitarismos del siglo pasado. "Una desbandada hacia la servidum­bre", que decía Tácito. Por lo menos entre no­sotros, los españolitos.

Lo que no se sabe es lo que se piensa ha­cer con los huecos o reliquias de pongamos por caso el cristianismo cuidadosamente evi­tado y que también es políticamente-inco­rrectísimo nombrar. ¿Se van a liquidar como la Revolución Cultural china hizo con toda "antigualla" de pensamiento, artística, litera­ria y religiosa? Porque, si vacíos y huellas si­guen estando ahí, ¿qué explicación daremos, entonces y sin ir más allá, a un no europeo o a las nuevas generaciones, por ejemplo ante una iglesita cisterciense o una vieja universi­dad? ¿De dónde les decimos que han nacido?
¿Y el hecho de que nos sintamos un yo, y no meros miembros de las diversas "Fuenteove­junas" existidas y existentes, habrá brotado en nosotros como la menta y la ruda crecen en el campo? ¿Y cómo explicar sin ir más allá, por qué ha sido posible el progreso material en Occidente y no en otras partes del mundo?

Pero claro está que, con las leyes educati­vas de estos años, y la desaparición de las vie­jas generaciones, es más que probable que las nuevas no pregunten nada de nada. Y, co­mo ya predijo el viejo Russell, se actuarán los mayores esfuerzos culturales en lamentar cu­án ínfimas inteligencias poseían los viejos rostros pálidos de unos treinta siglos de cul­tura, que ya no nos interesa para nada, y has­ta es un "hándicap” para nuestra felicidad de Granja. Ya lo estamos haciendo, no vamos a perder nuestra autoestima, que a lo mejor es lo único que nos queda, y siempre da mucho juego.

Por mi parte, educado más bien en el es­cepticismo acerca de las proclamaciones pú­blicas y declaraciones de principios, que de ordinario funcionan como las famosas de los Derechos Humanos por ejemplo, no tendría más que muy modestas aspiraciones que se limitarían a que se reconociesen cuatro datos fácticos; por ejemplo como los que una guía de viajero o turista, o un carnet de identidad proporcionan, para saber a qué atenernos sin más, cuando se dice Europa o España. Se pe­diría un leve etiquetaje simplemente, para entendernos.

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