jueves, 2 de marzo de 2023

"LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD O LA IMPOSIBILIDAD DE SER HIJO (El libro negro de la revolución francesa)

 

LE LIBRE NOIR DE LA RÉVOLUTION FRANÇAISE. Les Éditions du Cerf Paris  2008

Pp. 415-429

Fr. Jean-Michel Potin o.p.

Historien archiviste

De la Province dominicaine de France  

 

"LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD

O LA IMPOSIBILIDAD DE SER HIJO

Algo en la Revolución Francesa encuentra su fuente en el en el espíritu cristiano.

 Fraternidad - "El que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano" (Mc 3,35)- libertad - "La verdad os hará libres" (Jn 8, 32), igualdad - "No hay esclavo ni libre" (Ga 3, 28)- han formado parte de la tradición cristiana durante siglos hasta el punto de que esta Revolución, antes del giro del Terror aumentó el entusiasmo de muchos eclesiásticos. El hermano dominico Henry-Dominique Lacordaire, muchos años después, defendía aún la compatibilidad entre la divisa republicana francesa y el espíritu cristiano hasta que se dio cuenta del uso perverso de las palabras cristianas por parte de la República. Es así que él, el heraldo de los católicos liberales, el reconciliador de la Iglesia y el siglo, recordó a los defensores del liberalismo en 1848 que "entre el fuerte y el débil, entre el rico y el pobre, entre el amo y el esclavo, es la libertad la que oprime y es la ley la que libera" 1.

Y, en efecto, doscientos años después, el historial político de la divisa republicana no es bueno: es falso para la libertad, catastrófico para la igualdad y mentiroso para la fraternidad. ¿Qué ha ocurrido?  ¿Ha habido sólo un retraso en la aplicación de este programa, como programa, como señalan los republicanos que parecen de buena fe? O bien ¿la perversión de los valores cristianos era inherente a la antropología de los revolucionarios?

Mientras reivindican valores evangélicos, los revolucionarios, expulsando a Dios, se han separado de la fuente sin la cual no se pueden reconocer los frutos.

1  52ª Conferencia de Cuaresma en Ntre-Dâme de Paris en 1848

 Así una libertad que no es dada por un Padre es un movimiento incoherente; una igualdad que no reconoce la elección preferencial de un amor es mentirosa y una fraternidad que se autoproclama sin referencia a un origen común es simplemente falsa.

Querer matar el Padre guardando los valores legados por él, es imposible.

Francia esperaba de la celebración del bicentenario de la Revolución un verdadero balance político; lo que obtuvimos fue una autocelebración que no ocultaba el rechazo a enfrentarse a la realidad política. Por lo tanto ahora debemos intentar comprender los fundamentos antropológicos tanto de la monarquía como de la república, con el fin de trazar un honesto estado de la política en Francia. Por el lado de la monarquía, hay dos formas de militar: la primera es pura nostalgia (a menudo obra de una aristocracia cuya actitud irresponsable no tiene la culpa del fracaso de la monarquía), mientras que la segunda es un recordatorio de que hay, en la práctica de la filiación monárquica, un principio del que el político no puede prescindir, a riesgo de llevar al mundo al borde del caos. En cuanto a los republicanos, sin decirnos cual es el hombre en el que creen y al que aspiran, no pueden dar a comprender lo que hay detrás de estas tres palabras clave (libertad, igualdad, fraternidad) que supuestamente abren la puerta a la felicidad.

Comenzaremos este estudio por la igualdad pues es ella la que lleva el pecado original de toda la divisa. La ignorancia de la libertad y de la fraternidad proviene de esta concepción falsa de la igualdad 1

IGUALDAD

El 28 de septiembre de 1791, un decreto de la Asamblea Nacional Constituyente permitió a todos los judíos que vivían en territorio francés convertirse en ciudadanos franceses.. Decreto de emancipación. Decreto

1. Limitaremos este estudio a la forma de ser hijo en política y no trataremos la forma de ser hija. En primer lugar, porque la propia Revolución Francesa no se preocupó mucho de esto,. Durante la mayor parte de la historia revolucionaria y republicana, las mujeres, como los pobres, no votaban porque no pagaban impuestos y que era anormal participar en la votación de un presupuesto al que no habían contribuido. El voto femenino se adquirió como resultado de su compromiso social y público. Pensamos que esta manera de pensar de las mujeres en política, únicamente bajo la forma de igualdad fiscal es bien pobre y merecen otro tratamiento. Sería preciso para eso, excavar la relación entre filiación Padre-Hijo y la revelación de esta filiación por la mujer (ver la obra de Philippe Lefbvre y Viviane DE Montalembert, Un homme, une femme et Dieu, Paris, Ed. Du Cerf, 2007).

asimilación. Decreto de igualdad, de semejanza. Decreto de desaparición.

Con este acto, la Revolución Francesa tomó la dirección opuesta a un acto político precedente en el que toda la historia había tomado su fuente, un decreto que viene de Dios mismo: " He visto la miseria de mi pueblo en Egipto y lo he oído gritar [...]. He descendido para librarlos de la mano de los egipcios" (Ex 3,7-8). Dios creó a todos los hombres con el mismo espíritu de amor, pero la historia de estos hombres le llevó a hacer una elección. Esta elección fue inflexible radical y definitiva.

Radical porque Yahvé no es un árbitro que pone todas las cosas en pie de igualdad.Él asume la causa, se compromete y elige su bando. El Señor dirige una guerra y utiliza procedimientos que escandalizan: "Yahvé endureció el corazón del Faraón" (Ex 14,8). Un acto incomprensible en nuestro tiempo de consenso, cuando soñamos con una humanidad sin luchadores y un Dios sin asperezas. Pero Dios no es un árbitro. Es un creador amoroso y se compromete por y en este mismo amor. Él, fuente de todas las cosas, elige su bando y dirige una guerra, si es necesario, para defender a quien necesita ser defendido.

Una elección definitiva porque el amor nunca se niega a sí mismo (en política como en todas partes). Si Dios hizo esta elección de amar a Israel más que a Egipto, esta elección se impone a todos, incluidos todos aquellos que no forman parte de esta elección, no porque estén excluidos de ella, sino al contrario porque también ellos están concernidos por este decreto divino, por esta revelación divina que nos dice a todos algo de su amor. La consecuencia de la elección judía no es la exclusión de los que no son judíos, ya que Yahvé elige al pueblo hebreo para guiar a las demás naciones, "Yo soy Yahveh [...] te he elegido para ser la alianza de los pueblos, para ser la luz de las naciones" (Is 42,6).

Todo acto político debe tener su fuente en este acto divino.Todo acto político es un acto de amor, una elección preferencial 2

Ahora bien, al elegir la igualdad para los judíos (y, por tanto, al negarse a reconocer el lugar  aparte que Dios les ha conferido), los revolucionarios franceses rechazan una opción política basada en el amor en favor de una naturaleza humana convertida, sin distancia,

1. El pueblo, aquí, no se refiere al pueblo hebreo, sino a todo el género humano.

2. La última gran teología política, la teología de la liberación, ha visto bien en la salida de Egipto, el acto divino de la fundación del político, pero haciendo deslizar la preferencia divina de los judío, hacia los oprimidos, falta la comprensión de la fidelidad divina en la historia: los oprimidos son llamados a no serlo más, mientras que los judíos son llamados a permanecer judíos. Las marcas de fidelidad al acontecimiento no son las mismas.

en derecho: los judíos son hombres como los demás y, por tanto, ciudadanos como los demás. Los judíos deben ser como los demás como propuso el abate Grégoire en 1788 con su Ensayo sobre la regeneración física, moral y política de los judíos.

Debido a que los judíos no fueron capaces de forzar su camino hacia esta semejanza que se les presentaba: "En todas partes hemos intentado lealmente fundirnos con las comunidades nacionales que nos rodean, salvaguardando sólo la fe de nuestros padres... En vano somos fieles fieles patriotas, y en algunos países incluso exuberantes patriotas; en vano consentimos los mismos sacrificios en dinero y sangre que nuestros conciudadanos; en vano nos esforzamos por realzar la gloria de nuestros respectivos países en las artes y las ciencias, y de aumentar sus riquezas mediante el comercio y el intercambio" 1, sabemos cómo se resolvió esta imposibilidad de igualdad ciento cincuenta años después.

Como no podían ser como los demás, fue necesario eliminar físicamente a los judíos, única manera de crear una verdadera igualdad entre los hombres. Así, el proyecto político de igualdad conduce a la peor de las barbaries. Lo que los revolucionarios querían hacer (hacer desaparecer a los judíos), Hitler lo consiguió en Europa 2. La restricción de Herzl ("la fe de nuestros padres"), que no parece más que un detalle para él es, de hecho, la clave de la imposibilidad de la asimilación. Mientras que a otras naciones francesas (bretones o borgoñones) se les pidió que renunciaran a los privilegios ligados a sus territorios (lo cual era aceptable para ellos porque pasaba a formar parte del territorio nacional), los judíos no podían renunciar a nada (la tierra de un gueto no es tierra). Habrían tenido que vender lo que les hacía judíos. Uno no vende la fe de sus padres.

Es porque los judíos supieron mantener la filiación en el centro de su vida ("la fe de nuestros padres") que no pudieron ser asimilados por un mundo donde las generaciones son ahora espontáneas. Pero aquí filiación no equivale a genealogía, los propios padres se remiten a otra cosa, por no decir a Alguien 3.

1. Theodore HERZL, El Estado judío, 1896, París, La Découverte, 2003.

2. Véanse los trabajos de Zygmunt ΒAUMAN, Modernity and the Holocaust, Londres,Políty Press, 1989, reimpreso en París, La Fabrique, 2002; Richard L. RumisTmi, La Perfidie de l'histoire, París, Éd. du Cerf/Les Provinciales, 2005; Jean-Claude MILNER, Les Penchants criminels de l'Europe démocratique, Lagrasse, Verdier,2003; Fabrice HADJADJ, L'Élection, Saint-Victor-de-Morestel, Les Provinciales,2004.

3. La diferencia entre filiación y genealogía es fundamental porque la filiación es ese movimiento de los padres hacia los hijos como es descrito por el evangelista Lucas:” [Juan el Bautista] marchará ante [el Señor] con el espíritu y la potencia de Elías, para recuperar el corazón de los padres hacia los hijos” (Lc 1,17), mientras que la genealogía es el movimiento de los hijos a la búsqueda de sus padres, movimiento conjunto al fenómeno generacional . Para comprender esta diferencia fundamental, es preciso leer las obras de Aaron Appenfeld y especialmente L’Amour soudain  (Paris, Ed de l’Olivier, 2004) donde la mesa está preparada para los vivos y los muertos.

No fue sólo por haber nacido de su padre por lo que el rey reinaba, esto no era más que el modus operandi de la transmisión política. El modus operandi más banal, más frágil, menos meritorio y por eso era el único poder posible y legítimo porque nadie podía jactarse de ser su fuente"1. Pero el don del poder dependía de una elección superior, del mismo orden que la del pueblo hebreo frente al pueblo de Egipto. Esta elección superior era un decreto divino al cual había que asentir.

Rechazando a la vez, la fuente originaria del poder y el modus operandi del nacimiento, nuestros contemporáneos se obligan a encontrar ellos mismos, y en cada generación, las razones de ejercer el poder. Están entonces condenados a una eterna autojustificación del poder que ejercen. Están obligados a elegir ellos mismos su propio nacimiento. El modo generacional (somos más los hijos de nuestro tiempo que los hijos de nuestros padres) es concomitante a la Revolución Francesa. Es por eso que es preciso que el rey muera, pero igualmente su hijo, para que no haya más filiación.

 

A partir de la Revolución no somos más los hijos de nuestros padres, somos de la misma generación. Estamos tentados de encontrarnos razones de existir en el hecho de haber nacido en el mismo tiempo. El tiempo nos engendra más que nuestros padres. La primera de estas generaciones fue la generación romántica, la última fue la generación del 68 (entre ellas se alternan dos tipos de generaciones, una generación de fundadores y una generación de sacrificados). Salido el nacimiento no existimos más que por bloque generacional. Ahora una generación no crea hermanos, crea individuos yuxtapuestos que pasan su tiempo en comprender lo que les liga a esos otros individuos, que no son sus hermanos, ni su padre eso de donde ellos han nacido. Es el principio del signo de los tiempos. A falta   de nuestros padres, el tiempo nos habla   y es preciso, según la expresión canonizada incluso por la Iglesia católica, “leer los signos de los tiempos”.

1 La primera democracia ateniense tenía algo de esta fragilidad, de este aleatorio, por el lugar, central, que acordaba al echar a suerte en la atribución de los cargos de gobierno. Ejercer el poder en Atenas porque se había echado a suerte era considerado como la razón más justa, la más alta y la más legítima. Esta falta, este lugar político hecho a la falta, es el signo esencial del no-control para escapar al totalitarismo. La democracia actual se engaña pensando  que se puede reducir a elecciones. , u otro que nosotros. La elección no puede ser más que el modus operandi de una elección que pertenece a otros que nosotros (ver los comentarios de Jacques RANCIÈRE, La haine de la democratie, Paris La Fabrique, 2005, y de J.-Cl. MILNER, Les penchants criminelles de l’Europe democratique sobre este lugar de echar a suertes en la primera democracia<<<<<<<<9 

 

En esta historia donde las generaciones se siguen diferenciándose, cada una de entre ellas, en un movimiento que ella cree generoso, quiere que la siguiente esté compuesta, no de herederos sino de fundadores. Cada generación política quiere que la siguiente recree el mundo. Grito desesperado de los padres que se dan cuanta que no han llegado a transmitir otra cosa que el vacío y el caos.

 

Esta sucesión de generación sin herencia posible no deja elección: no se trata más que de apresurar la catástrofe ya que nada es transmisible; de los fascistas de los años treinta a la izquierda radical del principio de este milenario, se trata de esto: apresurar la catástrofe porque no se ha recibido nada y porque no se puede transmitir nada.   

LIBERTAD

La mejor descripción de la libertad, pensada por los modernos y aplicada por la Revolución Francesa, se encuentra sin duda en el libro de Simone de Beauvoir, Pour une morale de l'ambiguïté. En este libro, en el que la autora intenta honestamente fundar una moral basada en la libertad, lo describe así: "[...] querer el desvelamiento del mundo, querer ser libre, es un mismo movimiento. La libertad es la fuente de la que surgen todos los significados y valores; todos los significados y valores; es la condición original de toda justificación de la existencia; el hombre que pretende justificar su vida debe ante todo y absolutamente querer la libertad misma 2 . "

Postular, como hace Simone de Beauvoir, la libertad como la fuente de toda moralidad es proponer que la vida humana se asemeja a esos tornillos sin principio ni fin que giran indefinidamente y cuya sola visión provoca vértigo ya que la mirada no puede detenerse en nada, siendo la curva continua pero que no conduce a ninguna parte. Aunque, más adelante en el libro, el autor ve claramente el riesgo y rechaza que la libertad sea "ese átomo epicúreo que deriva en cualquier momento, en cualquier dirección" 3.Ello no impide que si nada funda la libertad, ésta no puede tener otro fin que ella misma.

1 Ver Concilio VATICANO II. Constitución pastoral Gaudium et spes.1965

2 Simone de BEAUVOIR. Por una morale de l’ambigüité. Paris, Gallimard, 1947, p. 33

3 Ibid, p.35

Decretando legislativamente que los hombres nacen libres por naturaleza y por derecho, los revolucionarios han fantaseado la naturaleza y han atribuido al derecho lo que no puede hacer.

 

No se es libre más que por don y se engaña si se cree garantizar la perennidad de un don que es natural decretando que es natural o proclamándolo derecho. Un don es mucho más perenne que la naturaleza (que se entrega y vuelve a comenzar por el primero de sus dones que es la vida); en cuanto al derecho escrito, otro escrito puede anularlo, ahí está toda su debilidad, lo que existe por escrito puede cesar de existir por otro escrito. En cambio, lo que es dado, no puede ser quitado pues el don es una extensión de sí que no puede jamás ser recuperado. Si Dios nos creado libres, es porque él se dio a sí mismo y no puede quitarse sin destruirnos y sin destruirse.

 

Si los hombres nacen libres, es porque esto se hace naturalmente y es por tanto contradictorio decretarlo por escrito. Lo que está escrito es justamente lo que no es natural y tiene necesidad de este escrito para existir.

 

Confundiendo y mezclando las libertades públicas (que existen bajo la realeza y que el rey era el garante ellas tenían su palabra, de otra forma más sólido que lo escrito) y la libertad personal (cuya sede es mi conciencia), los revolucionarios han contraído el riesgo que se contradigan la una y la otra y se impidan funcionar.

 

Es mi padre quien me enseña la libertad individual (en ninguna parte está escrito esto y sin embargo desde la noche de los tiempos así ha sido) y es el rey quien garantiza las libertades públicas.

Es uno de los primeros pensadores contrarrevolucionarios, Joseph de Maistre, que inmediatamente vio que el problema de la Revolución era el problema de la palabra escrita:

En cuanto a la persona que se compromete a escribir leyes o constituciones civiles, y que se figura que porque las ha escrito ha sido capaz de darles la estabilidad conveniente a las mismas, sea quien fuere ese hombre o legislador, y se diga o no, se ha deshonrado a sí mismo, pues con ello aprueba que es igualmente ignorante de lo que es la inspiración y el delirio, lo justo y lo injusto, el bien y el mal: y esta ignorancia es una ignominia, aunque toda la masa del vulgo aplaudiera 1.

1 Platón Fedón, en Joseph de MAISTRE, Essai sur le príncipe génerateur des constitutions politiques, (1809), Lyon, Pélagand, 1880 p.26-27.

Llega a la cuestión de los comienzos y los orígenes:

Toda institución falsa escribe mucho, porque siente su debilidad y busca sostenerse [...] ninguna institución grande y real puede fundarse en una ley escrita, puesto que los mismos hombres, que son los sucesivos instrumentos del establecimiento, ignoran lo que debe devenir, y que el crecimiento insensible es el verdadero signo de la duración, en todos los órdenes posibles de cosas 1".

La inflación legislativa actual en que las leyes suceden a las leyes que no tienen incluso tiempo de recibir sus decretos de aplicación antes de ser anuladas por otras leyes es la prueba de que incluso los legisladores no creen más en lo que hacen 2.

Mi padre me enseña a educar mi conciencia de hombre libre. Es él quien me introduce en el mundo de los hombres, donde debo aprender a discernir entre el bien y el mal, pues la libertad es, ante todo, capacidad de aprender a discernir entre el bien y el mal, la libertad es ante todo la capacidad, en el momento crucial, de decir "sí" o "no.

Desde tiempos inmemoriales y por todos los tiempos, los hombres y las mujeres han tenido que decir "no" o "sí" mientras todo a su alrededor conspira para mantenerlos en silencio. Bajo la peor dictadura o bajo el régimen más liberal, nadie está exento del deber de hablar a título personal.

El grave error de la teoría de la libertad republicana es de haber hecho creer que un régimen de libertades públicas (que se parece mucho a este programa: “nosotros nos ocuparemos de todo incluida vuestra libertad”) pueda instaurar la libertad.

 

La libertad es eminentemente personal y con baches. Es volcánicamente intempestiva. No se ejerce más que para cada uno y en momentos específicos. El hombre raramente debe hacer constantemente prueba de su libertad pero cuando debe hacerlo, no debe fallar ese momento. Cuando Jean Paul Sartre escribía “nunca hemos sido más libres que bajo la ocupación alemana” 3 mostraba que la libertad no puede ejercerse más que frente a quien la niega. No existen países libres y países “no libres”, solo los hombres lo son o no. Ha sido precisa una grave ignorancia de lo que es la libertad en este mundo que se dice “libre” para osar una tal pretensión.

 

La idea según la cual un régimen de libertades públicas protege la libertad individual es una engañifa, no más que garantizar eventualmente los contratos que ligan a los hombres entre ellos. Una libertad se conquista, es lo que hace su esencia misma. Pretender proteger la libertad individual, es aniquilarla.

1 Ibid p. 31-32

2 Jacques Delors llamaba recientemente a Francia “el ás grande cementerio de leyes no aplicadas”

3 Jean Paul SARTRE “La République du silence”, Situations III, Paris, Gallimard, 1949 p.2

 

Tras esta idea del régimen de libertades públicas existe la idea de un progreso moral de la humanidad y luego la negación de la posibilidad del mal, Todo mal no es más que un defecto que se va a poder erradicar por la educación o la ciencia que el estado se encarga de procurar a cada uno. Todo es mejorable. El progreso va a balizar la ruta de nuestros hijos hacia un porvenir mejor. Ahora bien no hay progreso moral (y aún menos político) en la historia de la humanidad. Este desconocimiento del mal, este rechazo de ver que cada hombre y cada mujer tendrá que batirse hasta el fin de los tiempos contra los mismos –exactamente los mismos- males que sus ancestros han conducido a esta humanidad liberada al infierno.

 

El rey no era el garante de la libertad del hombre (no tenía esta omnipotencia) pero garantizaba las libertades públicas, las que permitían el vivir juntos en una negociación constante entre los sujetos.

 

Sujeto" no sólo significa "sometido", sino también "existir gracias a y por otro". Existir por gracia es existir por don. El término "sujeto" no se ha leído políticamente más que en términos de sumisión. Pero hay otro elemento en esta palabra, es este otro al cual estoy sometido. Un sujeto político existe porque existe otro y, más aún, ese otro se ocupa de mí y tal vez incluso quiere que yo exista personal y políticamente. El sujeto existe porque alguien, distinto de él mismo, quiere que exista. Ser un sujeto político significa existir políticamente por la voluntad de uno más fuerte y más poderoso, y este poder no sirve en primer lugar para negar la existencia del más débil, sino primero para darle existencia política. Lo que la República rechazó fue este don de la gracia de la existencia política. Pero al rechazarlo, ha creado ciudadanos que sólo existen por el hecho de estar ahí. Posados. Sin ninguna justificación. Un ciudadano es entonces colocado allí, como un bolo en un juego, a una distancia tan equidistante de los demás bolos que una máquina puede encargarse de moverlos, quitarlos o cambiarlos de sitio. Ya no hay necesidad de voluntad humana en la relación de los bolos entre sí.

Un sujeto, a diferencia de un bolo, nunca es anónimo, nunca idéntico a otro porque existe por voluntad humana. Y ésta fuente de garantizar mi libertad pública, de protegerla y de ser ese tercero que rendirá justicia cuando sea amenazada.

En nuestro sistema político actual en que nosotros nos damos a nosotros mismos nuestra libertad (tanto la libertad interior como la libertad política) ¿qué vale esta libertad? ¿Cómo puedo ser yo mismo garante de mi propia libertad? ¿Qué valor tiene esta libertad sino el valor que yo me dé a mí mismo? ¿Cómo puedo yo conocer mi valor y por tanto mi libertad si nadie diferente a mí no me la revela y no me exige?

 

Y por último, ¿cómo me relaciono con otros que son libres como yo?  Si mi libertad me es atribuida por mí mismo y mi prójimo hace lo mismo que yo, el choque de libertades es inevitable hasta el punto de reducir la ley y el derecho a esa falsa doctrina dotada de un falso sentido: "Mi libertad termina donde empieza la libertad del otro ¡Qué pobre libertad, qué mediocridad, qué mezquindad, qué bajeza! Mientras mi libertad es hacer al otro aún más libre que yo recordándole quién le dio su libertad. No hay obstáculo entre las libertades de los hombres, hay mantenimiento mutuo y cuestionamiento constante.

FRATERNIDAD

Quien dice fraternidad dice forzosamente parentalidad común. Es preciso que haya origen común (o al menos comienzo común) para que haya vínculo fraternal. Ahora bien, habiendo negado al Padre la República francesa, habiendo guillotinado al padre de la nación, deberá encontrar un origen común, al riesgo de inventarlo. Será una madre, la patria o mejor dicho la madre patria, que da a luz y nutre a su descendencia. Mientras que la nación existía en la persona del padre que le daba coherencia, la patria existe en términos de sus hijos, madre de los hijos. Mientras que la nación existía en la persona del padre que le daba su coherencia, la patria existe en términos de sus hijos, madre posesiva que los da a luz y los asfixia. Ellos mismos deberán de estar dispuestos a morir para defenderla. Pero sólo se da la vida por amor y sólo se puede amar a una persona. Comienza entonces la personificación de la matria, su antropomorfismo: toma los rasgos de una mujer generosa a la que se da el nombre de Marianne, una invasión del suelo se convierte en la violación de la madre patria que deberá ser vengada según las leyes de la sangre. En cuanto a la vida, se trata de una nueva forma de vida. Pero, de hecho, se trata más de morir que de vivir: la única fraternidad propuesta está sellada en la leva masiva, en el servicio militar obligatorio. Los niños ("Allons, enfants de la patria") sólo existen porque van a la guerra. La fraternidad sólo es posible en la fraternidad de las armas

Marianne ha tenido a bien ser representada generosa, con bellos senos nutricios, ella llegará a ser, al hilo de los años, Medea, madre indigna que mata a sus hijos. ¿Quién osa decir todavía que morirá por ella?

 

Sin embargo esta fraternidad nacional ha funcionado cierto tiempo, incluso habría podido funcionar, si no hubiera tenido, en origen, un vicio de forma que hace imposible esta ficción.  La ficción viene de la decisión arbitraria de elegir su progenitor o su progenitora. La tensión natural de la República hacia lo universal ha permitido, al hilo de la historia, reemplazar la nación por Europa esperando una nueva entidad, aún más vasta, aún más universal. Esta expansión hacia lo universal en que lo particular no es más que transitorio (era preciso batirse por Francia; hoy día, no es preciso batirse por Francia sino por Europa, esperando que se nos diga que no es preciso batirse por Europa sino por…) es la perpetua huida hacia delante del proyecto republicano. De la fraternidad nacional, ha sido preciso pasar a una fraternidad ciudadana, más fluida, ilimitada.

 

Cuando Alain Badiou, el más republicano y universal de nuestros filósofos, opone "singularidad universal" y comunidad 2, propone así que el individuo esté solo ante el universo sin  ninguna posibilidad intermedia. Pero si existe una fraternidad universal, la que nos ha hecho hijos e hijas del mismo Padre celestial, esta fraternidad se inscribe en comunidades particulares, encarnaciones políticas de esta filiación universal. Al rechazar la comunidad, Alain Badiou rechaza la encarnación y deja al individuo, como un cosmonauta que, en un universo, negro y frío, se ha desatado de la cuerda que le unía a la lanzadera espacial. Propone un único destino para el hombre, que se pierde en el universo.

Hoy día negando el origen común (la madre patria no tiene ningún éxito ante los republicanos), la República ha tenido que conservar la fraternidad pero en el sentido de solidaridad. Esta, puramente abstracta, ya que no se asienta en ningún vínculo real, propone entonces abrir esta solidaridad a todos. Pero en este universo abstracto, no hay sujetos (que son aquellos sobre los cuales se pueden construir reivindicaciones), no hay más que vivientes que reclaman derechos de vivientes.

1 El último límite, el ´´ultimo combate al cual estamos convidados es el de la ecología, no se trata en absoluto de defender a sus prójimos sino al entorno todo entero. No más cuerpo común particular, la ecología es el fin del político (en el sentido schmittiano del término donde el político encuentra su asiento en la pareja amigo/enemigo) salvo… que los ecologistas que habían declarado, en un gran impulso generoso, no tener más enemigos, se encuentran hoy día frente a terroristas, a aviadores kamikaze, que no han abandonado el terreno político. La utopía de lo universal se encuentra, una vez más, contrariado por la voluntad del hombre de ser miembro de un cuerpo particular, de estar encarnado.

2 Alain Badiou, Saint Paul, La fondamente de l’universalisme. Paris PUF, 1997,p.14

 

Ahora bien el derecho de los vivientes se expresa hoy de dos maneras: la seguridad de riesgo cero y el derecho al bienestar. Estamos así en el mejor de los mundos en que habiendo borrado toda dimensión de sujeto dependiente de alguien que le dé un derecho, no quedan más que vivientes que reclaman derechos que nadie les puede dar.

El mundo del Antiguo Régimen conocía la fraternidad y son, bastante curiosamente, los autores marxistas quienes nos explican mejor cómo funcionaban estas fraternidades medievales pues sus análisis socio-económicos permiten describir precisamente estos vínculos de solidaridad:

Las masas campesinas, cualquiera que fuera su estatuto jurídico (hombres libres, esclavos, dependientes...) vivían ciertamente en malas condiciones, a merced de las crisis de subsistencia, generando hambrunas y a veces hambrunas espantosas. Pero estos fenómenos afectaban al conjunto de la sociedad campesina, una sociedad poco diferenciada económicamente. Naturalmente, hubo casos de empobrecimiento de las familias campesinas, ligados bien a la enfermedad, bien a la presión ejercida que los poderosos ejercían. Estos choques fueron amortiguados por la solidaridad local (familia, comunidades rurales, iglesias) y, en cualquier caso, no condujeron a la formación de un estrato social particular de pobres, caracterizado por un género de vida.

 

El proletariado nació de la constitución de las primeras ciudades. Los siervos liberados vienen a buscar trabajo. Los más afortunados pueden afiliarse a asociaciones gremiales donde encuentran solvencia económica, social, cultural y política. Pero no todos los siervos liberados no encuentran trabajo. Así, se forma una clase pobre que, para la burguesía, se convierte en una clase peligrosa y para la Iglesia una población a la que hay que ayudar:

De manera más general, [los pobres] se benefician de esta 'revolución de la caridad' que se insinúa en los grandes movimientos espirituales e institucionales (la reforma gregoriana, en particular) de los siglos XI y XII. La catequesis se centra en la caridad. Entre 1150 y 1300 se establece una vasta red de hospitales e instituciones caritativas. En resumen, el sistema feudal producía simultáneamente sus cohortes de pobres y las redes de protección que los mantenían en contacto con todos los demás 3".

1 Fréderic Gros, États de violence, Paris, Gallimard, 2006,p.36

2 Guy BOIS, La Grande Dépression médiévale, Paris, PUF, p.105

3 Ibid

Así, la interpretación marxista muestra cómo la sociedad feudal y luego postfeudal supo adaptarse a las convulsiones sociales e introdujo a través de la fraternidad el elemento de solidaridad.

En efecto todas las fraternidades particulares (corporaciones de oficio, gremios, cofradías piadosas, fraternidades caritativas, órdenes religiosas…) funcionan según estatus políticos muy preciso y riguroso, habiendo hecho a menudo sus pruebas de democracia real (con elecciones como modus operandi durante siglos pero que o olvidaba la fuente principal) durante siglos. “Tener voz en el capítulo” es una expresión del más elemental y del más eficaz funcionamiento democrático. Diluyendo las fraternidades particulares en una fraternidad universal, nadie más puede “tener voz en el capítulo” pues no existe “capítulo” universal. Las únicas voces que la fraternidad universal autoriza son las que se cuentan en las urnas. Así no se hace oír una voz, un hombre no habla, se cuenta su voz. No somos en el acto de la palabra, somos en el lenguaje matemático. A una democracia basada sobre la palabra como acto se ha substituido una democracia basada en el recuento de códigos (no siendo las encuestas más que tentativas desesperadas para saber los lo que estos códigos quieren decir).

Fue una ley revolucionaria (la ley Le Chapelier de 14 de junio de 1791) que abolió los gremios, las compañías, los campesinos y los obreros. El 13 de febrero de 1790, otra ley había abolido los votos religiosos. Al vaciar así la noción de fraternidad de las nociones de cuerpo, carne y encarnación comunes, de lengua e historia comunes, los revolucionarios abolieron la posibilidad de una verdadera democracia. Fue en el mismo momento en que los republicanos propusieron la fraternidad como proyecto político, abolieron las condiciones posibles para su aplicación.

Los más pesimistas de los hermeneutas de la divisa revolucionaria explican que la fraternidad es la palabra que permite hacer la articulación entre los dos otros nombres , antagonistas, de la divisa, la libertad inclinando hacia la derecha y la igualdad inclinando hacia la izquierda, la única manera de no desgarrar la nación en una eterna guerra civil es paliar los defectos de la derecha y de la izquierda por la fraternidad, En el momento de hacer el balance, se puede decir que los únicos momentos de la historia en que la derecha y la izquierda se han unido en un mismo impulso nacional, las únicas veces en que la libertad y la igualdad se han callado para dejar hablar a la fraternidad, fueron momentos de guerra. La nación no ha querido que los hombres fueran hermanos más que en el barro y la sangre.

¿EL AMOR TIENE ALGO QUE VER CON LA POLÍTICA?

La política no es solamente la disciplina de los derechos, esta tiene también alguna cosa que ver con la obediencia y el servicio. Ahora bien no se puede servir y obedecer libremente más que amando. El amor es el zócalo esencial de la política, como lo es de toda la vida del hombre.

 

El rechazo del amor filial no ha hecho desertar el amor del político, solamente lo ha metamorfoseado y caricaturizado. Teniendo la naturaleza humana horror al vacío, el culto del héroe ha venido a reemplazar el amor al rey.

Gilles, el joven fascista de Drieu la Rochelle, gritaba: "Nosotros los jóvenes debemos desconfiar de todo, nosotros que estamos dispuestos a amarlo todo. Puesto que hay que amar, puesto que no se puede no amar, puesto que el amor ha sido expulsado de la política y sustituido por la sociología, amaremos a todos aquellos que se eleven por encima de las masas indistintas.. Entonces comienza la larga sucesión de "héroes": Hitler, Stalin, Mao... Goebbels termina frecuentemente termina su diario después de sus encuentros con Hitler con este grito sincero: "Dios, cómo amo a este hombre 1. El día después de la muerte de José Stalin, el periódico L'Humanité titulaba: "El hombre que más amamos”. Esta fascinación por el nazismo no ha abandonado a nuestros contemporáneos, como si siguiera siendo el régimen insuperable de la modernidad política. Hijo de la democracia, el nazismo sigue siendo hoy una obsesión y un temor porque nuestras democracias no han cambiado de lo que eran antes de la guerra. Para que el nazismo no sea más la forma más completa de modernismo político, va a ser preciso que la democracia cese de engendrarlo.

Todos los héroes modernos de la política han reclamado el título de "padre": Stalin fue el Padrecito. Stalin fue el Pequeño Padre de los Pueblos; Hitler y Mussolini son pastores y Mao un Gran Timonel. Pero como sólo se puede llegar al Padre sólo a través del Hijo y en el Espíritu, el acceso a los padres políticos sin pasar por ellos conduce necesariamente al culto. El culto a la personalidad sólo es obra de huérfanos.

 

 

 Como en todo, no son las obras de filosofía política o de sociología las que nos permiten acercarnos a la verdad, sino el mito sino el mito, la ficción, la novela, que actúan como una figura, un rostro de la verdad de la política.  Pero una de las figuras más bellas, uno de los rostros más bellos, la imagen y la metáfora política más lograda de los últimos años, nos ha sido dada en El Señor

1. Ian KERSHAW, Hitler, t. I 1889-1936, Hubris, t. 11 1936-1945, Nemesis,

París, Flammarion, 2000. El diario de Joseph Goebbels actualmente está en curso de publicación en francés

 

 los Anillos", de J. R. Tolkien. En este libro, una comunidad heterogénea (está compuesta por hobbits, humanos, elfos y enanos) toma forma en torno a un proyecto (destruir un anillo que le da la omnipotencia sobre el mundo). Sólo uno es capaz de llevar a cabo esta tarea: el hobbit Frodo. A lo largo de las 1500 páginas de esta historia, vemos la lucha y el dolor de este héroe y el amor del lector por él crece naturalmente hasta el punto de querer compartir su lucha y su dolor. Pero el culto es imposible porque no se ama tanto a la persona como a su

combate que se comparte. Tras un episodio especialmente duro (uno de los miembros de la comunidad intenta quitarle el anillo a Frodo por la fuerza), el héroe propone dar el anillo al hijo del rey. Frodo cree que es al rey a quien retorna el poder sobre el mundo. Pero el hijo del rey es depositario del poder sobre un reino, no la omnipotencia sobre el mundo. El heredero conoce la diferencia entre poder y la potencia y ayuda al héroe a destruir el anillo.

La articulación entre el poder del héroe, el poder del rey y el poder del anillo permite poner en su lugar los elementos de toda política.

Al final de la novela, el hijo del rey es coronado, el poder es suyo por derecho y el héroe, herido, herido por la tarea cumplida, abandona el mundo.

Cada uno ha estado en su papel y en su lugar: el héroe es un héroe y no un rey, por lo que debe abandonar el mundo para que el rey pueda reinar y para evitar que se desarrolle un culto al héroe.

El héroe Frodo no tiene hijos, pero es seguido por otros tres hobbits, de la misma generación que él, que comparten su lucha y sus alegrías. En cambio, el rey, al mismo tiempo que se ciñe la corona, se casa y asegura su descendencia. Héroe generacional, rey paternal.

Refundar la política sobre el amor no consiste en rechazar amar a los héroes sino saber discernir que el héroe es el que confía el poder a quien tiene legitimidad. Toda autoridad viene de Dios. Él da y es este don el que conviene amar.

 

1 John Reuel Tolkien , La Seigneur des Anneaux (1954) Paris, Christian Bourgeois, 2001

 

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