El hombre, catalizador si se puede decir así de la energía
divina en el universo, no es solamente “microcosmo”,
es también y sobre todo “microtheos” o “micrologos” –no solamente “pequeño
mundo” sino también y sobre todo “pequeño dios”, “pequeño verbo”: pues no está
creado a imagen del mundo, sino a imagen de Dios, a imagen del Verbo divino. El
hombre es así la huella del Dios-Verbo en el universo.
El Verbo se manifiesta en el hombre como Inteligencia soberana
(nous de Cristo), uniendo la razón al ser, el conocimiento a la existencia, la
verdad y la vida. El nous, ojo del alma es el depositario de la imagen (icono)
divino, la imagen trinitaria de Dios:
la efigie del Hijo impresa por el sello del Espíritu Santo, unción del Padre.
El nous es la facultad del conocimiento y de la intuición carismática. Receptáculo
y copa de la gracia iluminadora y deificante, se sitúa en ruptura con lo
racional; es el punto extremo de superación de la razón (dianoia). El
conocimiento de Dios es “irracional”, incluso y sobre todo si se sirve también
de conceptos racionales para expresarse. Dios está en el hombre. Él es la
realidad única en el trasfondo del alma, en el Santo de los Santos que es el
nous en el corazón del templo que es el hombre. Así lo que evita a la
antropología de los Padres griegos ser un puro intelectualismo es precisamente confesar,
en el corazón mismo de la inteligencia, lo inconocible.
L’Orthodoxie.
Hier-Demain. Éditions Buchhet/Chastel. Paris 1979. Deuxième partie( Marc Antoine
Costa de Beaurgard) Pp 159-160
*
La virtud del amor comunicado al alma por el Espíritu
Santo, aunque distinta de la hipóstasis divina del Espíritu, no es un efecto
creado, una cualidad accidental cuya existencia dependería de nuestra substacia
creada, sino un don increado, una energía divina y deificante en la que participamos en la naturaleza de la Santa Trinidad, volviéndonos divinae consortes naturae.
………..
La mística de la imitación que se puede encontrar en Occidente
es ajena a la espiritualidad oriental que se define más bien como una vida en Cristo. Esta vida en la unidad
del cuerpo de Cristo confiere a las personas humanas todas las condiciones
necesarias para adquirir la gracia del Espíritu Santo, es decir para participar en la vida misma de la Santísima
Trinidad, y en la perfección suprema, que es el amor.
Vladimir
Lossky. Teología mística de la Iglsia de Oriente. Editorial Herder Barcelona
1982. Pp 158-160
*
En el Espíritu Santo, donde se opera la superación
eterna de cualquier oposición,
Por eso los grandes maestros
espirituales ortodoxos rezan para que todos se salven, ya que la salvación no
es más que la realización, a imagen de
Olivier CLEMENT
Tomado de:
Historia de las Religiones Siglo XXI. Volumen VII. Las
Religiones constituidas en Occidente y sus contracorrientes I. Páginas 396-417.
Siglo XXI de España Editores S.A. Calle Plaza 5 Madrid
33.
Madrid 1984
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