domingo, 22 de noviembre de 2020

El hombre TRINIDAD

 

El hombre, catalizador si se puede decir así de la energía divina en el universo, no es solamente  “microcosmo”, es también y sobre todo “microtheos” o “micrologos” –no solamente “pequeño mundo” sino también y sobre todo “pequeño dios”, “pequeño verbo”: pues no está creado a imagen del mundo, sino a imagen de Dios, a imagen del Verbo divino. El hombre es así la huella del Dios-Verbo en el universo.

El Verbo se manifiesta en el hombre como Inteligencia soberana (nous de Cristo), uniendo la razón al ser, el conocimiento a la existencia, la verdad y la vida. El nous, ojo del alma es el depositario de la imagen (icono) divino, la imagen trinitaria de Dios: la efigie del Hijo impresa por el sello del Espíritu Santo, unción del Padre. El nous es la facultad del conocimiento y de la intuición carismática. Receptáculo y copa de la gracia iluminadora y deificante, se sitúa en ruptura con lo racional; es el punto extremo de superación de la razón (dianoia). El conocimiento de Dios es “irracional”, incluso y sobre todo si se sirve también de conceptos racionales para expresarse. Dios está en el hombre. Él es la realidad única en el trasfondo del alma, en el Santo de los Santos que es el nous en el corazón del templo que es el hombre. Así lo que evita a la antropología de los Padres griegos ser un puro intelectualismo es precisamente confesar, en el corazón mismo de la inteligencia, lo inconocible.

L’Orthodoxie. Hier-Demain. Éditions Buchhet/Chastel. Paris 1979. Deuxième partie( Marc Antoine Costa de Beaurgard) Pp 159-160

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La virtud del amor comunicado al alma por el Espíritu Santo, aunque distinta de la hipóstasis divina del Espíritu, no es un efecto creado, una cualidad accidental cuya existencia dependería de nuestra substacia creada, sino un don increado, una energía divina y deificante en la que participamos en la naturaleza de la Santa Trinidad, volviéndonos divinae consortes naturae.

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La mística de la imitación que se puede encontrar en Occidente es ajena a la espiritualidad oriental que se define más bien como una vida en Cristo. Esta vida en la unidad del cuerpo de Cristo confiere a las personas humanas todas las condiciones necesarias para adquirir la gracia del Espíritu Santo, es decir para participar en la vida misma de la Santísima Trinidad, y en la perfección suprema, que es el amor.

Vladimir Lossky. Teología mística de la Iglsia de Oriente. Editorial Herder Barcelona 1982. Pp 158-160

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En el Espíritu Santo, donde se opera la superación eterna de cualquier oposición, la Trinidad transciende su propia transcendencia según la marcha natural de las energías divinas, por medio de las cuales quiere Dios hacer posible la participación total en El.  Creados a imagen de Dios, llamados a ser sus iguales, los hombres son también inobjetivables y consustanciales.  Esta antropología trinitaria, rota por la caída y restablecida en Cristo, se nos ofrece en los misterios de la Iglesia, a través de los cuales las energías trinitarias nos penetran.

Por eso los grandes maestros espirituales ortodoxos rezan para que todos se salven, ya que la salvación no es más que la realización, a imagen de la Trinidad, de la total comunión humana. 

 

Olivier CLEMENT

Tomado de:

Historia de las Religiones Siglo XXI. Volumen VII. Las Religiones constituidas en Occidente y sus contracorrientes I. Páginas 396-417.

Siglo XXI de España Editores S.A. Calle Plaza 5 Madrid 33.

Madrid 1984

 

 

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