miércoles, 22 de noviembre de 2017

LOS BENEFICIOS DEL EXOTERISMO JUSTO (Nikos Vardhikas)

LOS BENEFICIOS DEL EXOTERISMO JUSTO

Nikos Vardhikas

(Vers la Tradition nº 39)

La crisis manifiesta de los monoteísmos en nuestra época no alcanza el esoterismo y la Tradición. Estas son, de hecho, los enseñanzas metafísicas eternas que han adaptado la doctrina bajo diferentes bajo diferentes formas exteriores según la hora y el lugar. Así fue en la transición de la Sabiduría egipcia al Judaísmo Mosaico y de los misterios Griegos al Cristianismo no judío.
Sin embargo, esta crisis priva a la sociedad actual de los beneficios del exoterismo; las tradiciones se exoterizan (es decir, se minimizan pero también se revelan a la luz del día y al público en general) para proporcionar a todos un mínimo como base de la organización social. Este mínimo vital excluye solamente las técnicas de realización espiritual que no están de todas formas, por su propia naturaleza, abiertas a todos y que podrían incluso resultar peligrosas; también excluye a la revelación misma de que la existencia separada es una ilusión, con los "sacrificios" que esta revelación conlleva. El hecho mismo de que este fin y que estas técnicas existen no es necesariamente mantenido en secreto por todas las tradiciones. El mínimo vital no incluye siempre todo lo que es necesario para "hacer tu salvación" (permanecer después de la muerte, en una extensión de la condición humana personal), pues no todas las tradiciones prevén esta posibilidad, algunos de ellas no tienen un mediador. Incluye siempre, sin embargo, las enseñanzas (también podríamos decir información) capitales para la supervivencia, tanto de una sociedad en su conjunto como los individuos (que las tradiciones prefieren llamar "personas ", en tanto que máscaras o estaciones particulares de lo divino).
Esta información se refiere siempre al lugar del hombre en el universo; se trata de la cosmología, ontología y antropología tradicional, es decir, de las respuestas a las habituales preguntas de las que se burlan hoy en día, pero que siguen siendo capitales:
¿Quién soy yo, de dónde vengo, de dónde iré?
El dualismo de la experiencia humana no satisface el espíritu del hombre; si estas preguntas permanecen sin respuesta, se suicida. Las respuestas de las pseudo-religiones o supersticiones modernas (la ciencia o las ideologías sociales) pueden satisfacer estas necesidades por un tiempo, pero inevitablemente llega el día en que se derrumban, ya que se basan en fundamentos contingentes.
El propósito de cualquier exoterismo es, pues, proporcionar un enlace entre lo visible (dualista) y lo invisible (unitario) y un anclaje sólido del hombre en el universo o en lo que (según el esoterismo) es lo mismo: los trasfondos de sí mismo. (1) Este anclaje, sin embargo, no debería ser un confinamiento, una solidificación del yo ilusorio, como ha sido a menudo el fue el anclaje proporcionado por el exoterismo católico; en este caso, se volvería idéntico al anclaje provisional proporcionado por las ideologías con esto peor: que sería más permanente (Piense en la confianza en sí mismo y en la suficiencia espiritual de los conquistadores).
En efecto, el hombre sabe, siente y aspira a algo más de lo que autoriza su experiencia ordinaria que es dual. Los materialistas hablan con condescendencia de esta tendencia innata, y  no puede decir  nada mejor, que "del viejo sueño de la inmortalidad de la humanidad"; deberían aplicarse a esta constatación el adagio marxista "la humanidad no se plantea problemas que no puede resolver". Porque, de hecho, la única realidad "visible" es que todo cambia, que nada es estable, y que el fin de todo es la muerte y la putrefacción del cuerpo. El texto del Qohelet o Eclesiastés es relevante aquí, solamente ¿Qué hace un texto aparentemente tan deseperante en un Canon deísta como la Biblia?
Sienta el fundamento de la respuesta que consiste en conocer más bien que seguir simples actos de adoración:
(en el Templo), Aproxímate a ti para escuchar en vez de ofrecer sacrificio de insensatos. Q0 4,17
Lo que el anclaje proporcionado por los exoterismos ofrece al hombre supera con mucho el anclaje temporal ofrecido por las supersticiones mentales, porque la religión coloca desde el principio la referencia a lo sobrehumano, lo único verdaderamente liberador de las esclavitudes sociales y mentales. Como en otro tiempo el espacio del Templo, cortado del mundo social y un refugio inviolable (tabú), era liberador, por su propia existencia, de las limitaciones sociales, incluso tradicionales, y prohibía el absolutismo humano y la exclusión completa de los fuera de la ley , así la noción y aún más , el conocimiento, de Dios es liberador de las limitaciones no solo sociales, sino también las de la existencia corporal separada; este sentimiento religioso de liberación no es abordado en la experiencia humana más que por el amor, que, sin embargo, sigue siendo una cuestión, generalmente, exclusivamente psíquica y sentimental. Corresponde a lo que todo hombre sabe, en el fondo de sí mismo, que hay en él más que lo mensurable.
Se puede pues, decir, al contrario de Bakunin, que si la noción de Dios (2) no existiera (lo cual es imposible), sería preciso  (y por razones mucho más graves que las de la moralidad (3), es decir, utilidad social), inventarla.

Decadencia del Exoterismo

Paradójicamente, la decadencia pietista del monoteísmo terminó, así como la idolatría moderna, no en la conclusión de la unicidad de la existencia, sino al fortalecimiento del dualismo, que es esquizofrenia y suicidio. Lejos de ello, las conclusiones "normales" de las doctrinas monoteístas (especialmente de las que como el cristianismo, que prevé una acción elaborada de un mediador divino-humano) deberían  conducir al rechazo de cualquier criterio externo (como la certitudo salutis de los protestantes, visible en el triunfo económico) y a la superación de la pequeña identidad individual, egotista, en favor de identificación con la Identidad Suprema. La doctrina monoteísta debería llevar al abandono de la crispación y la pequeñez, del repliegue sobre sí y de la fobia a "exponerse", de los miedos y complejos (de inferioridad y/o superioridad), del síndrome de persecución y el angelismo que caracteriza nuestra época. Los tres monoteísmos conducen aquí,  incluso en sus formas exotéricas.
El judaísmo planteó la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios, y explicitó esta imagen por medio de los dos libros del Génesis y del Éxodo y por la fiesta del Pasaje.
Sufre hoy, en parte como en los días de Jesús, de su tribalismo/nacionalismo, su rigidificación en tradición "cultural" nacional, condiciones en gran medida facilitadas por la acción diabólica de los nazis contra él y por su ritualismo. Su exoterismo insiste en el pueblo elegido por Dios, que salvará al mundo a través de su existencia, siguiendo los mandamientos morales (no robar, no matar) así como las prácticas de adoración y las prohibiciones rituales diversas.
El Islam, nacido en una reacción semítica contra el antropomorfismo cristiano y en un vacío dejado en el Oriente desde la destrucción de Jerusalén en el 70, es la única tradición cuyo nombre describe el método: Islam significa al mismo tiempo "sumisión" (aceptación de lo que es) y "paz": un todo programa, podría decirse.
Hoy, sin embargo, no sólo sufre de la habitual hipérbole semítica tomada  al pie de la letra, sino también del demonio nacionalista que lleva al fanatismo. Su doctrina exotérica minimizada por los literalistas no plantea más que el deber de recordar a Dios a través de la adoración, ordenada a través del profeta árabe Mahoma, "sello de la Profecía".
Además, estas dos tradiciones que no poseen el carácter eso-exotérico que el cristianismo ha tenido por necesidad en el momento de su salida de Palestina, la cadena de transmisión humana en ellas es esotérica; ambas aún poseen una tradición escondida que plantea aún más específicamente la superación del dualismo sensorial: los unos hablan del Adam-Kadmon y otros de lnsan ul-Kamil y del wahdat al-wujud (unidad de existencia).
Nuestra propia tradición, el cristianismo, es a causa de su historia la tradición más compleja de las tres, aunque su enseñanza deificadora es difícilmente ocultable. Sin embargo, un exoterismo exagerado logra minimizarlo en esto: Dios tuvo un hijo judío, en el primer siglo de nuestra era, que asumió nuestros pecados, ordenó el amor y la caridad (!) y nos prometió resurrección en el fin de los tiempos. Así que se puede creer (casi) todo permitido.
Se ve, la minimización del exoterismo a una posición aún más en retirada con relación a la verdad ontológica que al principio de la exteriorización, siempre conduce a la sola adoración; sin decir que esto es insignificante, procedemos al examen del valor del exoterismo cristiano completo, para nuestra época.

El Cristianismo

El cristianismo, en sus formas ortodoxas y católicas,  es una adaptación griega del cristianismo judío; esta adaptación no es una deformación incoherente del punto de vista esotérico, pero no contribuye a que haya una "transparencia" cristiana como deseaba Guénon. Se puede decir que en su forma latino-germánica, el cristianismo fue menos comprendido desde el principio que en Oriente, porque su forma no judía está especialmente adaptada a las formas de los misterios griegos. La forma mitológica de la enseñanza, o la historia sagrada misma tiene tantas cosas que enseñar, si no más, que las palabras del santo personaje, no fue apreciada por su justo valor. Por otra parte, esta forma de enseñanza no es ajena a los judíos (toda la historia sagrada enseña verdades metafísicas la más general de los cuales es el método de reintegración del Centro resumida en el Éxodo), ni a los griegos, cuya contribución a la formación del cristianismo es la doctrina de la Trinidad.
Para un judío cristiano, el mensaje crístico es sobre todo la posibilidad de liberarse aquí y ahora, la posibilidad de devenir de Dios (y no de salvarse a sí mismo creyendo en el hijo de Dios) más allá del ritualismo excesivo y el nacionalismo de los Saduceos y Fariseos, por muy piadosos que pudieran ser, de acuerdo con varios profetas anteriores, por cierto. Jesús es entonces el Ungido del Señor que vino al Fin de los Tiempos; pero ¿de qué fin de los tiempos se trata? Solamente de los tiempos del Israel ritualista, de donde el desgarro del velo del Templo, de una parte y la simultánea garantía de que "no he venido para abolir sino para cumplir la Ley”. El desgarro del velo no significa el fin o abolición de la tradición judía, sino la enseñanza de los misterios; en este sentido, se trata de una fin de los tiempos, de un cambio de registro y de una transformación del judaísmo: ciertamente, tanto la evolución ulterior del judaísmo sinagogal como la del cristianismo exotérico, deben ser visto como retrocesos aunque  que providencialmente necesarios.
El cristianismo griego necesita ver a Cristo también como alguien que nos enseña quién es Dios. Plantea pues una doctrina que no es inaceptable para un judío más que por su formulación "histórica" del Hijo Único de Dios que rescata los pecados.
Para el cristianismo griego, Dios no es uno más que si se lo  limita de este lado de la manifestación. Un Dios concebido como único, y por lo tanto como Ser sin el no- ser y las posibilidades no-manifiestadas (en cuyo caso no es Uno sino  Uno-más-Cero) no deja al hombre más que la posibilidad de la adoración pero no la de la reintegración. Dios no es UNO para el hombre más que si éste va más allá del dualismo de su experiencia humana.
Esta superación,  solamente sugerida en el judaísmo pero no afirmada, no es posible más que por un cambio del nivel de experiencia; esto se opera en la doctrina cristiana griega en dos fases y por dos mediadores, el uno humano sacralizado y el otro divino-humano, estas dos  fases corresponden a los pequeños y grandes misterios y las dos rupturas en la experiencia ordinaria se operan por el soplo o Energías de Dios inefable, sin las cuales la manifestación y el hombre como un ser separado no existirían :
1) El hombre puede convertirse en el "portador de lo insoportable" y el "contenedor de lo incontenible" como dice el himno de Navidad ortodoxo:

La virgen da a luz hoy lo sobre-substancial
y la tierra se aproxima a la gruta de lo inaproximable
un niño recién nacido para nosotros es el Dios intemporal

Por lo tanto, debe, a través de una conciencia y de una actitud en primer lugar psíquica,  ser el partero su propio Padre y, habitada por Dios, convertirse al mismo tiempo en Virgen  y Genitor criatura y "creador" en su orden.
Esta actitud es sugerida como femenina, una actitud de "Sí" a lo que es, expresada por el Fiat mihi secuncum verbum Domini, haciendo la réplica al Fiat (Lux etc.) divino de la creación arquetípica.
Esta es la fase de purificación (Virgen), de Marificación.
Por el bautismo y la fiesta de Navidad nos convertimos en el Hombre Primordial.
No se es aún más que la Nueva Eva –más – Adán, lavados del "pecado" original de la existencia separada.
2) Una vez cumplido el parto, el hombre tiene la posibilidad de identificarse con Dios por la  Deificación. Esta presupone la muerte del ego (Crucifixión), que es un nuevo nacimiento (Resurrección), mediante la liberación de las pasiones (Descenso a los l infierno).
Se convierte así en el Hombre Universal, y le saca a Adam de la tumba. Esta parte de la doctrina no está más que indicada en el cristianismo  que , sin embargo, celebra continuamente la integración de Dios por el hombre y así la del hombre por Dios, y se tiene  como un posibilidad simplemente póstuma, siendo tomada la fiesta de Pascua (Pasaje) como una simple conmemoración histórica.
La antropología del cristianismo griego plantea pues al hombre como un ser de doble naturaleza, a semejanza de Cristo que él integra durante la Comunión (más bien que “Eucaristía). Estas dos naturalezas deben ser despertadas, no por la adoración justa , sino por las dos fases activas que hemos indicado.
Las dos fases, correspondientes a la fiesta de Navidad y al sacramento del bautismo de una parte y a la fiesta de Pascua y al sacramento de la comunión, por otro lado, no son ya evidentemente así comprendidas en nuestro tiempo. En lugar del fiat de la primera fase, conocemos el Puritanismo intolerante de las iglesias y la revuelta obsesiva, y el cuestionamiento de todo por parte de la sociedad en general (Cuestionamiento que, sin embargo, no logra el conformismo de la sociedad civil); estas dos actitudes constituyen "elecciónes" en la realidad, y por lo tanto herejías en el sentido propio.
En lugar de la segunda fase, la sociedad privilegia el tener que se identifica con el ser y la hinchazón del mental y del ego; las iglesias han  cambiado su liturgia transformadora en "Gottesdienst, un oficio de adoración simple.
Como se ve, todavía queda un largo camino por recorrer, incluso en el simple exoterismo, para que pueda cumplir su papel. Ignoramos si tendrá el tiempo para hacerlo, o si "su hora ha llegado" . En este último caso, necesitamos saber que el esoterismo no se ve afectado por estas decadencias, y que si es necesario, "dejaremos que los muertos entierren a sus muertos".
Después de todo, y para terminar, no es inútil repetir aquí está una declaración incluida en la editorial de Nº 2 de "Vers la  Tradition", una declaración que podría tener el valor de divisa;

"Con Pedro si es posible, sin él si es necesario”.
                                                                                           París, víspera de Navidad de 1989

Notas:

1) Nótese aquí, una vez más, una inversión de los términos entre tradición y psicoanálisis: la primera confía en sus profundidades, la segunda desconfía de ella (después de haber cambiado el significado y el alcance). Se trata de una  verdadera empresa de demolición de los fundamentos  humanos.
2) O, para las tradiciones del Extremo Oriente, la Ley del Mundo o del Cielo, el Logos de Heráclito.
3) Es ya decepcionante constatar que es precisamente esta concepción de moralidad o utilidad social la que prevalece, no sólo en el Occidente descristianizado, sino también en los países del Este donde se está redescubriendo la religión especialmente en la URSS y la Rumania ortodoxa.
Sin embargo, lo que pedimos no es una  comprensión entendimiento "esotérica" para todos; que no se nos vengan a decir digamos que la concepción exclusivamente moralista es una evolución inevitable para cualquier exoterismo. Nosotros creemos que el anclaje fundamental proporcionado por cualquier exoterismo normal (sin las técnicas de realización e incluso sin la  la concepción de la deificación hic et nunc) es comprensible para todos: más allá de la moralidad (absurda ya que consiste en mandamientos de bondad, es decir, regresa a pedir comportamientos que deberían salir de la fuente) pedimos que el exoterismo comprenda y difunda su ontología tradicional; la "moral" seguirá como consecuencia natural de este anclaje fundamental.


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