miércoles, 31 de mayo de 2017

Preguntas a Mircea Eliade

Preguntas a Mircea Eliade

Cielo y Tierra
Revista de Antropología, mEtafísica y Simbolismo
Primavera /Verano 1986, Nº 14, Volumen 15




sábado, 20 de mayo de 2017

G.E.T.V.: SOBRE EL FINAL DE LOS TIEMPOS


G.E.T.V.: SOBRE EL FINAL DE LOS TIEMPOS

 

En referencia a la duda planteada en "El Conciliabulum", puede ser interesante indicar aquí algunas observaciones sacadas de la propia obra de Guénon. En el capítulo titulado "Lugar de la tradición atlante en el Manvantara" (en Formas tradicionales y ciclos cósmicos) en una nota a pie de página, leemos que, tras precisar que la duración de la civilización atlante debió ser igual a un "gran año" (es decir, 12.960 años solares), Guénon dice que "en cuanto al cataclismo que puso fin a ésta, ciertos datos concordantes parecen indicar que tuvo lugar 7200 años antes del año 720 del Kali-Yuga, año que es el punto de partida de una era conocida, aunque quienes actualmente lo emplean no parezcan saber su origen ni su significado". ¿A qué tradición se refiere? La nota en cuestión va seguida de algunas alusiones a la relación entre la tradición hebrea y la atlante, y llega a decir que "parece que el ciclo atlante haya sido tomado como base en la tradición hebrea". Si esta "era conocida" fuera entonces la judía, que actualmente (1998) corresponde al año 5758, sumándole 720 años nos dará el año del Kali-Yuga en que nos encontramos, es decir, el año 6478. Exactamente el mismo cómputo de tiempo se halla en el calendario masónico de Rito Escocés.

 

Por otra parte, en la misma obra (cap. "Algunas notas acerca de la doctrina de los ciclos cósmicos"), Guénon, tras establecer las relaciones entre los diversos Yugas (según la tetraktys pitagórica, es decir, 4, 3, 2, 1), indica que lo que debe ser considerado en las cifras que en la tradición hindú se dan de la duración del Manvantara es solamente el número 4320, y no los ceros más o menos numerosos de los que va seguido. Transcribiré algunos párrafos íntegros de este capítulo:

 

"Si la duración del Manvantara es 4320, las de los cuatro Yugas serán respectivamente 1728, 1296, 864 y 432, pero, ¿por qué número deberán ser éstas multiplicadas para obtener la expresión de su duración en años? Es fácil observar que todos los números cíclicos están en relación directa con la división geométrica del círculo: así, 4320 = 360 x 12...". "La base principal (de los períodos cíclicos) en el orden cósmico es el período astronómico de la precesión de los equinoccios, cuya duración es de 25920 años, de tal manera que el desplazamiento de los puntos equinocciales es de un grado cada 72 años. El número 72 es precisamente un submúltiplo de 4320 (72x60), y 4320 es a su vez un submúltiplo de 25920

(4320x6)...". "¿qué múltiplo o submúltiplo del período astronómico de que se trata corresponde realmente a la duración del Manvantara? El período que más frecuentemente aparece en diferentes tradiciones, a decir verdad, es quizá menos el de la precesión de los equinoccios que el de su mitad: es en efecto ésta la que corresponde especialmente a lo que era el "gran año" de los persas y los griegos, calculado a menudo por aproximación en 12000 o 13000 años, siendo su duración exacta de 12960 años. Dada la particular importancia que es así atribuida a este período, es de presumir que el Manvantara deberá comprender un número de estos "grandes años"... "¿cuál será este número?..."

 

Encontramos fuera de la tradición hindú una indicación precisa: "entre los caldeos, la duración del reinado de Xisuthros, que manifiestamente es idéntico a Vaivaswata, el Manu de la era actual, está fijada en 64800 años, o sea, exactamente cinco "grandes años"..." "El número cinco, siendo el de los bhutas o elementos del mundo sensible, debe naturalmente tener una importancia especial desde el punto de vista cosmológico..."

Vemos, pues, que Guénon alude más o menos a una duración total del Manvantara equivalente a cinco grandes años, es decir, 64800 años (lo que es igualmente 4320x15). Según la relación establecida entre los Yugas, el Krita-Yuga comprenderá dos grandes años, el Treta-Yuga uno y medio, el Dwâpara-Yuga uno, y el Kali-Yuga medio. Si calculamos esto en años ordinarios, las duraciones de los Yugas serán respectivamente de 25920 (6x4320, o 2x12960), 19440 (4,5x4320, o 1,5x12960), 12960 (3x4320) y 6480 (1,5x4320, o 12960x0,5) años, en total 64800 (4320x15, o 12960x5). Más adelante, Guénon indica que podemos decir, sin temor a equivocarnos, "que estamos en una fase avanzada del Kali-Yuga"; y también que sería imprudente precisar más, con objeto de evitar ese tipo de predicciones a las que las doctrinas tradicionales siempre han puesto obstáculos. No obstante, si tomamos como base las observaciones obtenidas, y si, tal como en un principio se ha dicho, nos encontramos actualmente en el año 6478 del Kali-Yuga, no es difícil deducir que faltarían tan sólo 2 años para el final del Manvantara, es decir, para el año 2000, o el 6480 del Kali-Yuga. Pero esto sería así si se adopta como base del cálculo la identificación entre la tradición hebrea y esa "era conocida" mencionada en un principio.

¿Podríamos encontrar otros resultados si tomamos como base otra tradición? Es evidente que ni la tradición cristiana ni la musulmana nos pueden servir de base debido a su aparición más reciente, y no encuentro ningún otro cómputo que pudiera aclarar algo todos estos cálculos.

Por otra parte, el análisis de algunos de los ciclos fundamentales, estudiados a partir de los ciclos cósmicos más usuales, y sin tener en cuenta relaciones causales con hechos históricos determinados, nos puede ayudar con vistas a determinar cuáles pueden ser las circunstancias cíclicas en que se den momentos críticos fundamentales en el transcurso del Kali-Yuga, tomando como base simplemente los 6480 años de la última fase del Manvantara. Un análisis de estas características requeriría, no obstante, desarrollos mucho más amplios que los que aquí pueden ofrecerse. Sin embargo, podríamos añadir algunos cálculos curiosos:

 

 

1º. 2160 años antes del final del Kali-Yuga habría un intervalo de transición bastante significativo, es decir, finalizan y empiezan diversos ciclos: los de 72, 108, 144, 216, 360, 432, 720 y 1080 años, al mismo tiempo que este momento coincidiría con la mitad exacta de los ciclos de 288, 864, 1440 y 4320 años.

 

2º. 2592 años antes del final del Kali-Yuga nos encontramos otro momento crítico, en el cual, sin darse ninguna coincidencia entre mitades justas de ciclo alguno, la transición afectaría a los ciclos de 72, 108, 144, 216, 288, 432, 864 y 1296 años.

 

3º. Remontándonos algo más en el tiempo, vemos que 3240 años antes del final del Kali-Yuga coinciden las mitades exactas de los ciclos de 144, 432, 720, 1296, 2160 y 6480 años, y nos encontramos en el momento de la transición de los ciclos de 72, 108, 216, 360, 648 y 1080 años.

 

Obviamente, la elección de tales ciclos no es casual; Guénon indica en El esoterismo de Dante (cap. 8, nota 74) que "los más importantes de los números cíclicos son 72, 108 y 432; es fácil observar que éstos son fracciones exactas del número 25920, con el cual están inmediatamente vinculados por la división geométrica del círculo; y esta misma división es aun una aplicación de los números cíclicos".

 

De acuerdo con las afirmaciones de Georgel y Guénon, el 2º momento crítico aludido, el de los 2592 años antes del final del Kali-Yuga, coincidiría casi exactamente con el siglo VI a. C.

 

De modo que, si las observaciones de Georgel a propósito del "fin de los tiempos" parecen un tanto apresuradas, ¿qué decir de los resultados obtenidos según las cifras dadas por Guénon? Por otra parte, las apreciaciones de Georgel, así como todos sus cálculos a este respecto, establecen el 2030 como el "fin de nuestra era" atendiendo simplemente a tres profecías (1):

 

1. La profecía evangélica referente a la destrucción de Jerusalén, tal como está establecida en el Apocalipsis de san Juan (es decir, los dos milenios contados a partir de la muerte de Cristo).

 

2. La "profecía del fin del mundo", de origen mongol, publicada por Ossendowski en su libro Bestias, hombres y dioses, y que efectivamente anuncia lo siguiente:

"Dentro de cincuenta años (en 1891), tres grandes reinos aparecerán, que vivirán felices durante 71 años. Habrá después 18 años de guerras y destrucciones. Entonces, los pueblos de Agartha saldrán de sus cavernas subterráneas y aparecerán sobre la superficie de la tierra".

Los cálculos serían, pues: 1891+50+71+18=2030.

 

3. La Profecía de los Papas, llamada "de san Malaquías", cuya clave numérica (basada en el número 111), según Raoul Auclair, sería: 1143+(8x111)=2031.

 

En resumen, el asunto presenta ciertas oscuridades, más cuando, al parecer, todavía sería necesaria la irrupción de ciertos acontecimientos que dieran una idea más exacta del momento cíclico en que nos encontramos.

También, por otra parte, algunas ramas del esoterismo islámico anuncian actualmente para el año 2000 la

"segunda aparición de Cristo".

 

Lo que importa en todo esto es que el fin de un ciclo no puede interpretarse como el fin de un mundo. Lo que termina con el ciclo son ciertas virtualidades que, con él, han agotado sus propias posibilidades en el tiempo. De modo que podría decirse que, sea cual sea la fecha exacta del final del Kali-Yuga (y esto tan sólo Dios lo sabe), lo que debe de ello esperarse es una transmutación del mundo corpóreo que, habiendo agotado sus posibilidades, está en condiciones de recibir una nueva existencia, con un "nuevo cielo y una nueva tierra".

 

NOTAS:

 

1. Cf. Georgel, Chronologie des derniers temps, Milano, Archè, 1986. En sus restantes obras, se limita a tomar esta fecha del 2030 como una verdad demostrada, de modo que sirve de piedra fundamental a toda su teoría.

 

 

jueves, 18 de mayo de 2017

SOBRE LA HERMANDAD (Franco Peregrino)

SOBRE LA HERMANDAD

Franco Peregrino 


Considerando en qué medida desde siempre vienen siendo puestos de relieve los méritos de la hermandad entre la mayor parte de las organizaciones iniciáticas, quizás no resulte ocioso dedicar al respecto algunas palabras a fin de tratar de establecer cuales son las razones que, más allá de cualquier apariencia, pueden hallarse en la raíz de este hecho. Ante todo, es necesario aclarar que hemos elegido enfocar la cuestión desde la óptica particular de las formas iniciáticas occidentales, de manera que la exposición puede resultar más accesible a la mayoría de los lectores, o incluso más o menos familiar a una parte de los mismos, lo cual no quiere decir que, allí donde lo consideremos necesario, no podamos recurrir a datos de fuente oriental, como en efecto haremos en más de una oportunidad, para así ilustrar mejor nuestra argumentación.
Por consiguiente, comenzaremos diciendo que, en lo que se refiere a la tradición francmasónica, es posible descubrir, más o menos velada dentro del conjunto de normas de los Antiguos Deberes, una indicación que resulta de capital importancia a los efectos de nuestra pesquisa: allí se afirma categóricamente que "el amor fraternal (constituye) la piedra fundamental y de bóveda, el cemento y la gloria de esta antigua Hermandad" 1.

Esta formulación, tan concisa y cabal, refleja notablemente la doctrina tradicional, bien que aplicada de manera especial al ámbito del arte de construir propio de la Masonería operativa. La terminología que allí se emplea posee un carácter específicamente técnico que, en el caso de los antiguos operativos, no podía menos que evocar de inmediato una serie de nociones ligadas con el ejercicio de la profesión, al mismo tiempo particularmente susceptibles, al menos para quienes estaban debidamente cualificados, de una transposición igualmente "técnica" al arte de la vida.

Ahora bien, es evidente que el alcance atribuido al amor fraternal cuando se lo equipara con la "piedra fundamental", no puede ser el mismo que éste asume cuando se lo asimila a la "piedra" o "clave de bóveda", mediando entre ambos casos toda la distancia que separa a la "efectividad" de la "virtualidad". En realidad, y desde un cierto punto de vista, tal discriminación no hace más que subrayar el interés primario que reviste el amor fraternal en esta vía, incitando a perseguir su desarrollo desde el mismo comienzo y a lo largo de todo el trayecto de la vía iniciática, dado que el francmasón está llamado a esforzarse por construir en sí mismo el espíritu de hermandad a fin de actualizar, en última instancia, la posibilidad de llegar a establecerse en la "perfecta unión". Además, no cabe duda alguna de que un entrenamiento mental y de comportamiento dirigido a privilegiar en todo momento el espíritu de hermandad por sobre los intereses egoístas, actúa como "cemento" o ligamento entre los componentes de la organización iniciática, consolidando la cohesión del vínculo fraterno en mayor o menor medida según sea el grado de madurez alcanzado en cada caso 2.

Se trata, en resumidas cuentas, de un proceso del todo interior, que no puede corresponder sino a una práctica metódica orientada hacia la realización iniciática. Con respecto a esto, conviene recordar que los Antiguos Deberes establecen una cierta regla de vida, a través de la cual se requiere, entre otras cosas, que "se eviten todas las contiendas y discordias, todas las murmuraciones y calumnias, no consintiendo la difamación de cualquier honesto hermano sino, por el contrario, defender su carácter y dedicarle los mejores oficios, en la medida que lo consienta vuestro corazón y seguridad" 3.

Pero, más allá de las normas transmitidas por escrito en aquellos documentos que han llegado hasta nosotros y que hoy en día ya es posible consultar en diversas recopilaciones, los Antiguos Deberes contienen también una expresa referencia a "deberes" comunicables "por otros medios", lo que parece aludir a algo muy en consonancia con el carácter estrictamente "reservado" y personal que reviste un método de realización como el aquí indicado, del cual, a lo sumo, pueden aparecer exteriormente, cristalizadas en un escrito, sólo indicaciones genéricas y que, por lo tanto, pueden ser consideradas de algún modo como relativamente exotéricas.

Con el fin de ilustrar mejor este punto, y teniendo en cuenta que entre las formas iniciáticas orientales es posible hallar mayores y más detalladas especificaciones, será oportuno transcribir algunos pasajes extraídos de textos sufíes debidos a la autoridad tradicional de los Shuyukh Muhammad At-Tâdilî y Jâlal-ud-dîn Rûmî:
"Las cualidades propias del carácter del Sufí -dice el Sheikh at-Tâdilî- hacen que, ante la irritación, aquel le responda con la ecuanimidad... También lo llevan a perdonar a quien lo agravia, a esforzarse por reanudar las relaciones de amistad con aquel que las ha interrumpido, a complacer las solicitudes de quien ha rehusado satisfacer las suyas (...). La amistad obliga a la sinceridad entre iniciados, tanto exteriormente como en el propio fuero interior, de acuerdo con la máxima: 'Cuando os encontréis en compañía de los Sufíes, comportaos con sinceridad porque ellos son los testigos de los corazones. Debéis saber que los Sufíes entran y salen de vuestros corazones de una manera para vosotros imprevisible'. En efecto, tú eres el espejo de tus hermanos: ellos ven en este espejo todo cuanto se encuentra profundamente escondido... y hay un adagio que dice: 'Nadie disimula una cosa sin que ella se transparente en su semblante o en las palabras que se le escapan'... Más los Sufíes se hallan al abrigo de toda hipocresía, porque han revestido el manto de la pureza, y es justamente por ello que se llaman así (...)".

"La amistad implica la modestia (en las relaciones) entre hermanos, el control de los ímpetus propios del carácter de cada uno, la convicción de ser menos que los otros hermanos... Esta amistad lleva a ignorar los pasos en falso de los hermanos, a disimular sus defectos... a encontrarles todas las justificaciones posibles, poniendo en práctica la máxima sufí, que dice así: 'Encuentra setenta excusas para tu hermano, y cuando no fueras capaz de hacerlo, entonces vuélvete con sospecha hacia tu alma (nafs), y dile: ;"lo que ves en tu hermano es cuanto se halla escondido dentro de ti!'..." 4.

Este mismo concepto aparece, algo más desarrollado, en el texto de Rûmî:
"Si algo te choca en el proceder de tu hermano, debes saber que lo que te ha ofendido forma parte de aquellos defectos que te caracteriza... Líbrate, pues, de aquello que tanto  te lastima: y no digas que no puedes hacerlo, porque la verdadera causa de ello eres tú mismo... Cualquier defecto: prepotencia, odio, celos, codicia, falta de piedad, orgullo, aun perteneciéndote te pasa desapercibido y no alcanzas a tomar conciencia del mismo, pero si bien éste se asoma en algún otro hete aquí que ello te turba y quedas herido 5".
"La amistad -continúa diciendo el Sheikh at-Tâdilî- requiere que nos informemos de las aflicciones de nuestros hermanos, que les brindemos nuestra ayuda, en la medida que nos sea posible, que vayamos a visitarlos a menudo para renovar nuestra alianza ('ahd) (...)".
"La nobleza de carácter es todo el Tasawwuf (la vía iniciática). Ella presupone la renuncia al deseo de mandar entre los hermanos, la renuncia a toda ostentación y a los honores. Un iniciado jamás deberá jactarse de superar a sus hermanos, ya fuere por la ciencia (ilm) como por el conocimiento (ma'arifa) o los estados espirituales (ahwâl), antes bien, mejor será que se dedique a reflexionar sobre la lentitud con la que va despejando las pasiones de su propia alma y con la que procede a la búsqueda de todo cuanto pueda contentar a sus hermanos (...)".
"En una palabra, el Sufí sigue la vía de la Unión. Todos y cada uno de sus alientos y su entera conducta apuntan a la amistad en la Unión. La Unión, en efecto, constituye el principio de la existencia y de todo cuanto se diferencia en los distintos mundos..." 6.
Estas pocas indicaciones, escogidas de un conjunto considerablemente más numeroso y específico, proveniente de una fuente que, en la práctica, resulta poco menos que inagotable debido a la necesidad de efectuar múltiples y siempre más sutiles adaptaciones a las indefinidas posibilidades individuales, pueden bastar para comprender que nos hallamos frente a un método que persigue la superación de aquellas barreras limitativas que determinan un "yo", por oposición a los "demás", a través del progresivo renunciamiento a la autonomía individual.

En la Masonería, al menos hasta cierto punto, las cosas no parecen estar de otro modo, si consideramos que el simbolismo francmasónico requiere que cada "piedra" sea desbastada, escuadrada y pulida, hasta eliminar todo defecto capaz de comprometer una correcta ensambladura, para así contribuir a la mayor solidez de la obra 7.

Por lo tanto, considerando que la unión fraternal conlleva en sí misma un método de realización, podemos plantear a grandes rasgos la idea de un "proceso de construcción de la hermandad", derivada de una actitud resuelta a impulsar paralelamente un "proceso de demolición" de aquella tendencia al individualismo, que es característica de la condición profana; no vemos otra alternativa y, al fin y al cabo, reputamos que ésta sea la única manera realista y positiva de enfrentar el problema, pues de lo contrario será prácticamente inevitable que todas las buenas intenciones acaben por naufragar -en el mejor de los casos- en la pura nada.
Naturalmente, en el "trabajo colectivo" podemos hallar una herramienta de índole "operativa", coadyuvante a esta finalidad, pero a condición de que sean respetados determinados presupuestos, entre los que debe incluirse, en primer lugar, una cuidada selección del medio ambiente colectivo 8. Además, no debe olvidarse que la actitud que puede considerarse propia del iniciado excluye toda pasividad del ánimo, y ello ya desde sus primeros pasos como aprendiz: atento al desarrollo del trabajo colectivo debe mantenerse prevenido y vigilante, a fin de aprovechar cada ocasión que se le presente para intentar descubrir sus propios defectos; es indudable que aquí reside la mayor dificultad, porque ello requiere de su parte que posea una firme intención y una gran sinceridad también consigo mismo; una vez discernida la imperfección, posteriormente todo se reduce a una cuestión de voluntad.

Acaso ahora puede que resulte más fácil entender por qué, en general, la actividad del iniciado debe volverse esencialmente hacia lo interior: en efecto, incluso cuando sean los hechos exteriores los que capten su atención, ello jamás obedecerá a una simple cuestión de curiosidad que pueda llevarlo a juzgar los asuntos ajenos, sino a la intención de servirse de aquellos como medio para obtener alguna indicación idónea a ser transferida al propio interior, en el marco de una actividad tendiente al pulimento de las propias asperezas, de los propios defectos. Reconcentrado en sí mismo, el masón se pone a prueba labrando la propia piedra, sabiendo muy bien que nadie jamás podrá, desde fuera, suplirlo en este esfuerzo, que es y permanece estrictamente personal.

 
NOTAS

1 "Antichi Doveri, Costituzioni e Regolamento del Grande Oriente d'Italia", pág. 13. 
   
2 La analogía establecida en los Antiguos Deberes entre el amor fraternal y el "cemento" admite una interpretación más profunda que alude al Espíritu: en efecto, la manifestación toda entera se mantiene gracias a su "acción de presencia", mientras que su retraimiento conlleva, inevitablemente, que "la carne se separe de los huesos".

3 "Antichi Doveri, Costituzioni e Regolamento del Grande Oriente d'Italia", pág. 13.

4 Sheikh Muhammad at-Tâdilî, "La vita tradizionale è la sincerità", en la Rivista di Studi Tradizionali, nº 68-69.

5 Jâlal-ud-dîn Rûmî, "Il libro delle profondità interiori", VI, págs. 43-44.

6 Sheikh Muhammad at-Tâdilî, ídem

7 Relativamente al aspecto purificador que comporta el método que debe conducir a la "unión fraternal" de los iniciados, nos viene a la memoria que Dante, en el Purgatorio de su "Divina Comedia", pone continuamente en boca de las "almas" el apelativo de "frate", es decir, hermano.

8 Considerando el caso particular de quienes sintiéndose atraídos por la obra de René Guénon, desean encaminar sus esfuerzos en la dirección allí formulada, no podemos dejar de proponer a la atención de los mismos algunas precisiones que transcribimos por extenso a partir de una indicación susceptible de ser puesta en práctica también por aquellos que, careciendo de todo vínculo iniciático, se hallan todavía en la delicada etapa de la "búsqueda".
   "En cierto modo, es dable encontrar ya un aspecto de 'operatividad' en un trabajo de concentración y purificación mental que tome como base el estudio de las doctrinas tradicionales (siguiendo en especial la exposición llevada a cabo por René Guénon, particularmente adecuada para la mentalidad occidental): una 'operatividad' por cierto parcial, pero susceptible posteriormente de muy otros desarrollos (...).
   Esto no significa que se deba desconocer o disminuir la real importancia de las barreras y de los obstáculos existentes, en especial de aquellos representados a la vez por la incomprensión y por la falsa comprensión (las cursivas son nuestras). Por otra parte, el mismo hecho de toparse de manera consciente con ellos representa una buena oportunidad para combatirlos, ya sea en sí mismos o en el propio medio circundante; y esto puede conllevar también, por cierto, un aspecto de 'operatividad' que cabe considerar con particular atención, por supuesto sin abrigar mayores ilusiones en lo que se refiere a los resultados exteriores, los cuales, en definitiva, no constituyen el objetivo hacia el cual haya de orientarse". (Giovanni Ponte, "Equivoci riguardanti tipi diversi de iniziazioni", en la Rivista di Studi Tradizionali,


Mística y místicas (Eduardo Sierra)

Mística y místicas

Eduardo Sierra

Cielo y Tierra
Revista de Antropología, Metafísica y Simbolismo 
Octubre 1986, n´º 15, volumen 15



martes, 16 de mayo de 2017

PARMENIDES - FRAGMENTOS DE "SOBRE LA NATURALEZA ".

PARMENIDES - FRAGMENTOS DE "SOBRE LA NATURALEZA ". 
        
        
            
            1 Las yeguas que me trasportaban, allá me condujeron,
            a donde el ímpetu de mi alma se arrojaba.
            
            Por la famosa ruta de los dáimones se lanzaron,
            por la ruta que lleva a todas las ciudades
            a los hombres que están despiertos.
            
            Por allí me condujeron.
            
            Hasta allí los hábiles corceles que arrastraban el carro
            me llevaron con porfía.
            
            Las Doncellas guiaban la senda.
            
            Cada eje,
            ardiente en el cubo,
            a ambos lados soportando las rápidas ruedas,
            chillaba su flautín,
            cuando las Doncellas del Sol,
            abandonando la mansión de la Noche,
            presurosas me escoltaron a la Luz del día,
            con sus manos vigorosamente despejando el velo que las cubría.
            
            Allí estaban las Puertas que dan
             a los caminos de la Noche y del Día.
            
            Arriba el Dintel expandido a ambos lados,
            abajo el Umbral de piedra.
            
            Celestes Puertas cerradas por muy sólidos batientes,
            cuyos cerrojos
            que van y vienen
            guarda la Justicia,
            la de los muchos castigos.
            
            A ella se aproximaron las Doncellas,
            a ella dijeron melosas palabras,
            persuasivas, habililidosas,
            hasta lograr que descorriera el cerrojo.
            
            Las Puertas se abrieron entonces de par en par,
            retrocedieron los goznes de los batientes
            forrados de cobre y tachonados de clavijas y broches.
             
            Por las Puertas adelante,
            por el ancha ruta,
            guiaron las Doncellas el carro y las yeguas.
            
            Y la Divinidad me acogió benévola,
            mi mano derecha tomó en su mano,
            y hablando así me dirijió estas palabras:
            
            ¡ Oh Doncel cuyas riendas sostienen inmortales aurigas !
            ¡ Tú a quien hasta nuestra Morada atropellan los corceles !
            ¡ Salud !
            
            ¡ No ha sido un hado funesto
              quien te arrostrara a este camino,
              tan alejado de la común ruta de los mortales,
              sino el Orden Necesario y la Justicia !
            
              Es menester que de todo seas informado,
              ya del corazón inquebrantable
              de la Verdad bien redonda,
              ya de las humanas opiniones,
              a las que es imposible otorgar fé verdadera.
            
              Con todo
              es menester que las aprendas
              y con lealtad juzgues su valor
              recorriendo en búsqueda,
              de parte a parte,
              todas las cosas a través del Todo".
            
            . . .
            
            2 "Además considera en tu mente con firmeza,
              lo que aparece,
              y lo que no se ve,
              porque es imposible cercenar el Ser
              del Ser que lo acompaña."
            
            " Por todos lados,
              absolutamente,
              a través del Universo todo,
              nunca el Ser se aparta del Ser,
              ni de nuevo se une a él."
            . . .
            3 No importa por donde empiece,
            de nuevo otra vez llegaré hasta allí.
            
            
            . . .
            
            
            4 Vamos pues aún te digo
            que cuidando del secreto iniciático que oyeras
            entiendas que hay sólo dos únicos caminos para indagar:
            uno, de que el ser es, y otro, de que el ser no es.
            . . .
            

domingo, 14 de mayo de 2017

PARADOJAS DE LA VÍA ESPIRITUAL (Raúl Andrés Pérez)

PARADOJAS DE LA VÍA ESPIRITUAL

Raúl Andrés Pérez

Cielo y Tierra
Revista de Antropología, Metafísica y Simbolismo
Otoño 1986,nº 15, Vol 5