Está en la esencia de todo arte
sagrado que se funda de manera natural en el símbolo, integrar al cuerpo en su
obra e incluso hacer de é su base metodológica. El atanor es el cuerpo humano,
el fuego la concentración metódica, el fuelle la respiración, la ceniza la
materia viva ininflamable por las pasiones. Durante la cocción para la
realización de la obra, el atanor o huevo debe permanecer herméticamente
cerrado para que no escapen las fuerzas que se desarrollan en su interior.
(Alquimia, Titus Burckhardt, Editorial Planeta, pp. 207-215)
(Alquimia, Titus Burckhardt, Editorial Planeta, pp. 207-215)
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