lunes, 4 de abril de 2011

Cuantas con nuestro pasado (José Jiménez Lozano, Diario de Ávila 3-4-2011


DIARIO DE ÁVILA DOMINGO 3 DE ABRIL DE 2011 A LA LUZ DE UNA CANDELA


JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO PREMIO CERVANTES


Cuentas con nuestro pasado



Muestras preguntas son y deben ser siempre las del viejo aduanero de Edesa, una ciudad que prosperó en medio de los dos imperios enemigos, Persia y Bizancio, y en la que los per­sas compraban a los bizantinos oro y vitela para escribir, y los bizantinos compraban a los persas especias in­dias y sedas chinas, pero también es­clavas asiáticas. Y el caso fue que, cuando Apolonio de Tiana regresó de Oriente, ese aduanero le preguntó, como a todos los demás viajeros, qué tenía que declarar, y Apolonio de Tiz­na contestó muy edificantemente di­ciendo: «Templanza, virtud, justicia, castidad, fortaleza y diligencia», y en­tonces el funcionario de aduanas re­puso: «¿Dónde has escondido las chi­cas?».



Y Apolonio de Tiana no escondía chicas en ninguna parte, pero la pre­gunta era completamente pertinen­te, porque siempre hay que pregun­tar por aquello que se aparta y escon­de o se renuncia y margina de cualquier modo. Por ejemplo, cuan­do ahora se nos prohíbe preguntar por el pasado tras ridiculizarlo, para que los antiguos no nos descubran nuestro tráfico de esclavos, envuelto, por ejemplo en retóricas e invención de una gramática, ortodoxia lingüís­tica o corrección política, que ya de­nunció Tucídides diciendo que «al querer justificar unos actos que hasta entonces se consideraban censura­bles, hubo que cambiar el sentido co­rriente de las palabras», y «las rela­ciones de partido eran más fuertes que las de familia, porque incitaban a atreverse a todo sin ampararse en ninguna excusa. Las asociaciones no tenían como objetivo la utilidad con­seguida por medios legales, sino la satisfacción de todas las ambicio­nes en lucha contra las leyes establecidas, La fidelidad a los compromisos adquiri­dos no se fundaba en el respeto a la ley divina del juramento, sino en la complicidad criminal».


Y todo esto significa que ya sabemos mu­chas cosas, desde hace muchísimo tiempo y también dónde escondemos a las chicas para decir­lo como el aduanero de Edesa. Y que si hacemos ca­so de cualquier cosa - in­cluidas las mentiras más burdas -es porque queremos, o por­que somos siervos de ideologías acrí­ticas. Y no dice otra cosa Jürgen Habermas acerca de algunos asuntos muy serios, cuando- escribe que «el universalismo igualitario - del que sa­lieron las ideas de libertad y solidari­dad, de autonomía y emancipación, la idea de una moral de la convicción personal, de los derechos del hombre y de la democracia - es una herencia directa de la ética judía de la justicia y de la ética cristiana de la caridad. Esta herencia jamás ha cesado de ser objeto de nuevas apropiaciones críticas y de nuevas interpretaciones, pero sin que su sustancia haya cambiado...Todo lo demás no es más que cháchara post-mo­derna».


Nuestra cuenta, cier­tamente, es con la historia judeo- cristiana, lo queramos o no, pero lo peor es sacrificar lo verdadero á una ideo­logía o a una satisfecha ignorancia, o a la gramática de la corrección, que ya decía Tucídides.

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