lunes, 29 de noviembre de 2010

Una idea por página (José Jiménez Lozano, Diario de Ávila, 28-11-2010)

DOMINGO 28 DE NOVIEMBRE DE 2010
DIARIO DE ÁVILA

A LA LUZ DE UNA CANDELA
JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO
(Premio Cervantes)

Una idea por página

Hace muchos años que Paul Goodman tuvo ya el muy pertinente aviso de una de las grandes revistas americanas - y ya entonces grande sólo que­ría decir de muchos dineros y mucha caciquería - acerca de que no convenía que hubiera en cada pá­gina más de una idea, y luego la cosa ha tenido mu­cho éxito, y se han ampliado los espacios necesa­rios para que una idea pueda aparecer, porque se supone que el nuevo lector es mucho más sensible al acoso del pensar que el de solamente unos años atrás.

Goodman se reía, pero también protestaba de que se tuviese un concepto tan bajo y despreciador de los lectores, pero de entonces acá ha llovido mu­cho, y han cambiado mucho las cosas; y no es tam­poco correcto políticamente que un lector vaya a tener sobresaltos por ese abuso del pensar, y la tesis de la gran revista ya es un triunfo casi completo, con algunas raras resistencias. De manera que leer, que siempre había sido algo serio, se ha convertido en algo perfectamente ligero, y es ahora un distin­guido hobby.

Luego vino la instalación de la gramática con­vencional de tanto uso en los dos grandes universos totalitarios de nuestro tiempo, y, según ella, se llama, por ejemplo «reestructuración empresarial» al despido, «individuo de etnia diferente» a un gita­no - con lo que La gitanilla de Cervantes debe enseguida corregirse diciendo, ponga­mos por caso La muchacha de otra et­nia, en el caso de que muchacha pueda decirse, que quizás no - , y a un anciano, rico en días, aunque en realidad sea al revés; y todas estas finuras lingüísticas se concilian luego con el lenguaje más brutal, grosero y miserable, como pro­ducido por tres neuronas o cuatro; pero esto, se nos asegura que es por causa de la liber­tad y de la evitación de represiones, sobre las que Freud preci­samente pensaba que se asentaba la cultura. ¡Que error! ¡Qué inmenso error!

Otro paso en este proceso fue la invención de la enseñanza y el apren­dizaje lúdicos, que significa que pensar, resolver un problema, escribir algo que no sea pura banalidad, e incluso el simple leer, no necesita esfuerzo alguno. Y se rebajaron los niveles como se bajan las combas para que salte el hermanito pequeño y se ponga contento porque no le han discriminado, como si no fuera pura discri­minación lo que se acaba de hacer con él.

Item más, otro descubrimiento ha sidoel de que, en vez de pensar, es mejor utilizarlos métodos simplificadores del chiste del sargento instructor del pelotón de reclutas queprogresaban inadecuadamente, y a los queel dicho suboficial explicaba cómo se fundía un cañón, diciendo que era suficiente con tomar un agujero de las debidas pro­porciones y forrarle de bronce. Todo el mundo entendía perfectamente. ¿Qué necesidad habría de complicar las cosas, si todo puede hacerse así de sencillo?

Es lógico que durante tanto tiempo ha­yan tenido estas recetas tanto éxito y hayan sido noticias de la gran novedad en las pri­meras planas.

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