A CONTRACORRIENTEI ENRIQUE ARIAS VEGA
(DIARIO DE ÁVILA SÁBADO 24 DE ENERO DE 2009)
Menos inmigrantes, y más dependientes
La crisis económica está dando al traste con todo, incluso con las estadísticas. No hace tanto, la Fundación Sistema, que preside Alfonso Guerra, pronosticaba que de mantenerse su ritmo de aumento, habría 15,3 millones de extranjeros en 2015; o sea, el 27 por ciento de la población total. Como en España ya no crece más que el desempleo, muchos inmigrantes en potencia prefieren lógicamente ser pobres en su casa que padecer la pobreza aquí. Por eso, el INE acaba de predecir que el número de extranjeros en 2018 solo será de cinco millones escasos; es decir, el diez por ciento de los habitantes en aquel año.
No sé si serán ciertas o no esas previsiones. También ignoro cuánto tiempo durará la crisis económica, aunque tanto el ministro Solbes, como el comisario europeo Almunia -y hasta el incorregible optimista Rodríguez Zapatero van reconociendo cada día que pasa que la recesión será más profunda, duradera y de difícil salida de lo pronosticado. Lo cierto es que la falta de nueva mano de obra de reemplazo complicará aún más la solución de la crisis. De confirmarse las estadísticas, dentro de diez años podemos encontramos con una mayor población joven -los hijos de los inmigrantes actuales- y otra aun más elevada de gente de tercera edad, dado que la esperanza de vida de nuestros conciudadanos aumentará casi dos años.
¡Menudo panorama Si ya ahora, con un paro que ronda el 14 por ciento, nos hemos pulido el superávit público acumulado durante los últimos años y hemos entrado en un pavoroso déficit a un coste creciente, ¿qué no nos pasará cuando el desempleo alcance el 20 por ciento, tengamos entonces las arcas públicas esquilmadas, no nos quede dinero para inversiones productivas y hayamos de pagar una deuda que habremos contratado en condiciones penosas?
Lo peor es que cuando tal hipótesis acontezca tendremos una población menor de 16 años un 13,1 por ciento más alta que la actual y un censo de mayores de 64 años un 19,2 por ciento superior al de ahora. O sea, que mientras en la actualidad el 53 por ciento de la población debe atender sus necesidades y las del resto de los ciudadanos dependientes, dentro de diez años ese esfuerzo le corresponderá al 47 por ciento. Ello, en el supuesto de que todos tuviesen trabajo. Con un paro como el de ahora, serían sólo cada cuatro personas las que deban producir lo que consuman cada diez. ¡La leche!
Se argüirá que todo esto sólo es catastrofismo interesado. Pero me gustaría que alguien aportase estadísticas creíbles que lo desmientan. Si no, ignorar la desagradable realidad podrá ser más tranquilizador a corto plazo, pero muchísimo más insensato si aspiramos de verdad a superarla.
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