EL CONOCIMIENTO DE DIOS EN LA
TRADICIÓN ORIENTAL
PAUL EVDOKÍMOV
Ediciones Paulinas
(Reflexiones
sobre el pecado original)
El Occidente reflexiona sobre
todo sobre la gracia y la libertad, sobre el pecado original y la
predestinación. Así la teología y sobre todo la antropología de san Agustín,
más tarde la soteriología de san Anselmo, la gnoseología de santo Tomás, son
muy diferentes de la teología de san Atanasio, de los grandes Capadocios, de
san Máximo, de san Juan Damasceno, de san Gregorio Palamas.
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Los Padres definen el tipo humano partiendo de la imago
Dei del Arquetipo divino; con este elemento divino de la naturaleza
humana estructuran la esencia del hombre. Así la antropología alcanza el nivel
de una teología del hombre. Esta, en su amplitud, se remonta hasta el estado
anterior al pecado original.
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Pero desde que abandona las cimas del misterio, la razón
lanza la red deformadora de su «luz natural». Ya el prefijo «pre» en la
presciencia y predestinación aprisiona
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Las grandes síntesis de Máximo el Confesor prolongan la
línea indicada por Ireneo y Atanasio: «Dios creó el mundo para hacerse hombre
en él y para que el hombre se hiciera en él dios por la gracia y participara
de las condiciones de la existencia divina... En su Consejo, Dios decide unirse
con el ser humano para deificarlo», lo que no tiene medida común con el perdón y la salvación solamente.
Por encima de la curva posible de la caída, Dios esculpió el rostro humano
mirando en su Sabiduría a la humanidad eterna de Cristo (Col 1,15; 1 Cor
15,47; Jn 3,11).
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A la
caída responden la expiación y el juicio, a