viernes, 4 de abril de 2025

OPINIÓN SOBRE EL CRISTIANISMO DE 1500( Jacques LE GOFF)

 Historia de las Religiones SigloXXI

Volumen 7 Pp 189-191



OPINIÓN SOBRE EL CRISTIANISMO DE 1500


Antes de abandonar el cristianismo medieval, creemos oportuno considerarlo en relación a lo que le sigue: el Humanismo y la Reforma.

No deja de ser interesante señalar cómo la Iglesia del siglo XIV y especialmente el papado se comprometen desde el principio con el Renacimiento. La restauración de la antigua Roma, la fundación de la Biblioteca Vaticana, los frescos de la capilla Sixtina, muestran cómo los papas no se quedan atrás. Dos de ellos son ademas grandes hombres de letras: Nicolas V (1447-1455) y Pío II (1458-14ó4).

También se puede pensar que la Reforma era inevitable al observar, por ejemplo, que la vida religiosa estaba deteriorada en el seno del catolicismo a juzgar por cómo estaba en Flandes (Jacques Toussaert), y que si surgió la Reforma fue porque para algunos era indispensable, aunque, por otro lado, el fervor suscitado por el jubileo romano de 1500 bajo un Papa como Alejandro VI Borgia, de tan malas costumbres y reputación, nos lleva a no sacar conclusiones apresuradas. Lo mismo ocurre si nos fijamos en la Spät-Scholastik, de la que nos dicen que esta esclerotizada y muerta a finales del siglo XIV y que tanto repugnaba a Erasmo. Sin embargo, los historiadores polacos de la filosofía aseguran que en el siglo xv continuaba viva y enriquecedora en Cracovia. Se puede pensar con Erikson que el Renacimiento fue, en contraposición al yugo comunitario de la Edad Media, «la revolución por excelencia del yo», o con Tawney y Max Weber que el catolicismo deba dejar su plaza al protestantismo en los sitios en que su ética económica era un obstáculo para el desarrollo del capitalismo, o también, como Lucien Febvre, negarse a considerar estos «grandes conceptos, verdaderos y falsos a la vez: la Edad Media y el Renacimiento». Efectivamente, un ejemplo de la enorme dificultad en el terreno de lo religioso para poner etiquetas es el de Luis XI, ese rey «moderno. con una piedad completamente supersticiosa y tradicional: medallas, ermitas y reliquias. Pensemos mejor en dos fenómenos de fondo.

El primero es la realidad cada vez mayor del hecho nacional. Francia es casi galicana e Inglaterra es ya anglicana en su totalidad. La conveniencia de los príncipes inclinara con frecuencia la balanza. Cuius regio eius religio.

Un gran giro en la historia de Occidente lo constituye la aparición de una segunda religión oficial. Aunque tan solo sea una variante de la misma religión, supone el fin del monopolio católico. Sin embargo, aparte de la elección entre el catolicismo y protestantismo (o de la obligación de abrazar una de las dos, puesto que, decididamente, aun no existe la libertad  de pensamiento),¿no es algo más que la impotencia del catolicismo para evitar la Reforma lo que sorprende en este despertar del siglo xv? ¿No es la irrupción de todo un folklore religioso, de todo un viejo fondo de creencias tradicionales, el mismo que organiza aquí y allá la procesión de carnaval frente a la de cuaresma? ¿En lugar de preguntarnos por qué el catolicismo medieval no se ha reformado, convendría en todo caso preguntarnos por qué el cristianismo medieval no ha cristianizado a Occidente o lo ha hecho tan mal? La cristiandad hacia 1500 es, casi, un país de misión.

Jacques LE GOFF


jueves, 3 de abril de 2025

ICONOCLASIA E ICONODULIA (Titus Burckhardt)

 Principio y métodos del arte Sagrado

Titus Burckhardt

Ediciones Lidium. Buenos Aires 1982 Pp. 60-63


FUNDAMENTOS DEL ARTE CRISTIANO


 ICONOCLASIA E ICONODULIA

El mundo bizantino sólo adquirió consciencia de todo lo que implica la pintura sagrada a consecuencia de las disputas entre iconoclastas e iconódulos, y en gran parte gracias a la proximidad amenazadora del Islam: la actitud intransigente del Islam respecto a las imágenes exigirá por parte de la comunidad cristiana en peligro una justificación casi metafísica de la imagen sagrada, tanto más cuanto que, a ojos de muchos cristianos, la actitud islámica parecía justificarse por el Decálogo. Entonces se recordó que la veneración de la imagen de Cristo no sólo es lícita, sino que es incluso el testimonio evidente del dogma más esencialmente cristiano: el de la encarnación del Verbo. Si bien Dios, en Su Esencia transcendente, no puede ser representado, la naturaleza humana de Jesús, que Este recibió de Su madre, no se sustrae a la figuración; ahora bien, la forma humana de Cristo está misteriosamente unida a Su Esencia divina, a pesar de la distinción de las dos «naturalezas», y esto justifica la veneración de Su imagen.

A primera vista, esta apología del icono sólo se refiere a su existencia y no a su forma; no obstante, el argumento que acabamos de mencionar implica en germen una doctrina del símbolo, que determinara toda la orientación del arte: el Verbo no sólo es la Palabra, a la vez eterna y temporal, de Dios, sino que es también Su imagen, como escribió San Pablo 83; es decir, refleja a Dios en todos los grados de manifestación. Así, la imagen sagrada de Cristo sólo es una ultima proyección del descenso del Verbo divino a la tierra. 84

El VII concilio de Nicea (787) fijó la justificación del icono en forma de una oración dirigida a la Virgen, la cual, siendo la substancia o el soporte de la encarnación del Verbo, es también la verdadera causa de su figuración: «El Verbo indefinible (aperigraptos) del Padre Se ha definido El mismo (periegrafe) haciéndose carne por Ti, Generadora de Dios. Reintegrando la imagen (de Dios) mancillada (por el pecado original) a su forma primitiva, El la penetró de belleza divina. Confesando esto, lo imitamos en nuestras obras y nuestras palabras).

El principio del simbolismo ya habìa sido demostrado por San Dionisio Areopagita 85: «La tradición sacerdotal, así como los divinos oráculos, oculta lo que es inteligible bajo lo que es material, y lo que esta mas allá de los seres bajo el velo de esos mismos seres; da forma y figura a lo que no tiene forma ni figura, y por la variedad y la materialidad de estos emblemas hace múltiple y compuesto lo que es excelentemente simple e incorporal» (De los Nombres Divinos, I, 4). El símbolo -explica- tiene una doble cara; por una parte, es deficiente con respecto a su arquetipo transcendente, hasta el punto de estar separado de el por todo el abismo que separa al mundo terrenal del mundo divino; por otra parte, participa de la naturaleza de su modelo, pues lo inferior ha salido de lo superior; es en Dios donde subsisten los tipos eternos de


83. Cf. Col I. 15: «Qui est imago Dei invisibilis, primogenitus omnis creacurae... ».

84. Cf. L. Ouspensky y V. Lossky, op. cit.

85. Nos negamos a menospreciar, ni que fuese indirectamente, a este gran autor espiritual infligiéndole el nuevo sobrenombre de «Pseudo-Dionisio», sea cual sea el valor de las recientes teorías históricas.






todos los seres, y todos están penetrados del Ser y de la Luz divinos.

«Se ve, pues, que se puede atribuir figura a los seres celestiales sin impropiedad, aun cuando estas imágenes se saquen de las partes más viles de la materia, puesto que esta materia, al haber recibido su subsistencia de la Belleza absoluta, conserva a través de toda su ordenación material algunos vestigios de la belleza intelectual, y puesto que es posible, por mediación de esta materia, elevarse hasta los arquetipos inmateriales, teniendo cuidado, sin embargo, de tomar, como se ha dicho, las metáforas en su misma desemejanza, es decir, en lugar de considerarlas siempre de modo idéntico, tener en cuenta la distancia que separa lo inteligible de lo sensible y definirlas del modo que conviene propiamente a cada uno de sus modos» (De la Jerarqula Celestial I, 4) 86. 

Pero el doble aspecto del símbolo no es otra cosa, en definitiva, que la doble naturaleza de la forma, entendida en el sentido de la forma., del sello cualitativo de un ser o de una cosa; pues la forma es siempre a la vez un límite y la expresión de una esencia, y esta esencia es un rayo del Verbo eterno, arquetipo supremo de toda forma y por lo tanto de todo símbolo, como lo indican estas palabras de San Hieroteo, el gran desconocido que San Dionisio cita en su libro sobre los Nombres divinos: «... Forma informante en todo lo que es informe, por cuanto es principio formal, Ella (la divina naturaleza de Cristo) es sin embargo informe en todo lo que tiene forma por cuanto transciende toda forma...». Esta es la ontología del Verbo en su aspecto universal; el aspecto particular y por decirlo así personal de la misma Ley divina es la encarnación, por la que «el Verbo indefinible del Padre se define a Si mismo», lo que San Hieroteo expresa en estos términos: «Habiendo condescendido por amor al hombre a tomar su naturaleza, habiéndose encarnado verdaderamente,... (el Verbo) ha conservado sin embargo en este estado Su carácter maravilloso y supraesencial... en el seno mismo de nuestra naturaleza ha


86. Seguin la traducción francesa de Maurice de Gandillac) Oeuvres complètes du Pseude-Denys l'Areopagite, Aubier. Paris. 1949.

 


permanecido maravilloso y en nuestra esencia, supraesencial, conteniendo en Si mismo eminentemente todo lo que nos pertenece y viene de nosotros, mas alla de nosotros mismos» 87.

Según esta visión espiritual, la participación de la forma humana de Cristo en Su Esencia divina es como el «tipo» de todo simbolismo; la encarnación supone el vínculo ontológico que une toda forma a su arquetipo eterno; y Ia garantiza al mismo tiempo. No quedaba más que referir esta doctrina a la naturaleza de la imagen sagrada, cosa que hicieron los grandes apologetas del icono, en especial San Juan Damasceno 88, que inspiró el VII concilio de Nicea, y Teodoro de Studion, que aseguró la victoria definitiva sobre los iconoclastas.

En los Libri Carolini, Carlomagno reaccionó contra las fórmulas iconódulas del VII concilio de Nicea, sin duda porque veía en ellas el peligro de una nueva idolatría entre los occidentales, menos contemplativos que los cristianos de Oriente, y quiso proponer al arte un papel más didáctico que sacramental. A partir de ese momento, la mística del icono se hizo más o menos esotérica en Occidente, mientras que siguió siendo canónica en Oriente, donde, además, la sostenía el monaquismo. La transmisión de modelos sagrados continuó en Occidente hasta el Renacimiento, y todavía hoy las más célebres imágenes milagrosas veneradas en la Iglesia católica son iconos de estilo bizantino. A la influencia disolvente del Renacimiento, la Iglesia romana no supo oponer ninguna doctrina de la imagen, mientras que en la Iglesia griega ortodoxa la tradición del icono se perpetuó -aunque aminorada- hasta los tiempos modernos 89.




87. Ibid.

88. Es significativo que San Juan Damasceno (700-750) viviera en una pequeña comunidad. cristiana completamente rodeada por la civilización musulmana.

89. La tradición casi se extinguió en el siglo XVIII, pero hoy parece reencarnarse en unos pocos lugares.


miércoles, 2 de abril de 2025

Inmaculada Concepción (Boris Mourevieff)

 GNOSIS

TOMO III(Ciclo Esotérico)

BORlS MOUREVIEFF

CS Ediciones

Callao73 7 (1023) BUENOS AIRES – ARGENTINA

Pp 224-225


CAPÍTULO XVII

IV

En lo que concierne a este capítulo, sólo nos queda abordar la cuestión -si en la ocurrencia nos atrevemos a emplear este término- el aspecto maravilloso de la obra de Jesús.

Comencemos por la Natividad, tal como lo relata el Evangelio. Se sabe que la Ortodoxia oriental no admite el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Esta tesis, sostenida por los Franciscanos y combatida por los Dominicanos, fue presentada en el Concilio católico de Bale (1431l), que decide reconocerla como doctrina de la Iglesia romana, pero fue sólo en 1854 que el Papa Pío IX declaró ex cathedra, en la Bula Ineffabilis Deus, que la Inmaculada Concepción era un dogma cuya aceptación era obligatoria para todo Católico.

Según este dogma, la Virgen María habría sido desde el momento de su concepción, preservada de toda huella de pecado original. Para un espíritu oriental, esta tesis parece contraria al sentido mismo que han entendido darle los teólogos occidentales. Sin hablar del hecho que la Iglesia ortodoxa no reconoce la evolución dogmática más allá del VII Concilio, el último que tuvo verdaderamente un carácter ecuménico, el hecho de calificar de inmaculada la concepción de la Madre de Dios no deja de aparecerle a los Orientales como un atentado al Altísimo Acontecimiento de la encarnación del Verbo, Hijo de Dios, en tanto que Hijo del Hombre. Para ellos, este atentado reviste un matiz monofisita que quita a la naturaleza humana de Jesús su humanidad en el sentido estricto del término. Además, el dogma católico que hace nacer al Salvador del Padre, que es el Espíritu Santo, y de la Madre milagrosamente preservada de toda huella del pecado original, podría fundamentar el argumento que si la naturaleza de Jesús, en tanto Hijo del Hombre, no era  verdaderamente humana, terrestre, integralmente heredada de su madre, su sacrificio y su pasión ya no tiene más ningún valor real, intrínseco. La dogmática ortodoxa reconoce en Jesús una doble naturaleza: divina y humana, teniendo cada uno de los dos elementos pleno vigor y realidad. La Virgen María, pura, casta, inocente, pero enteramente terrestre, adánica, concibió a Jesús del Espíritu Santo, en consecuencia, sin intervención del hombre, por la gracia de una concepción inmaculada, siendo esta concepción sin pecado la de su Hijo, y no la suya.

Tal es, expuesta brevemente, la creencia ortodoxa, según la cual la intervención divina en un cuerpo femenino eminentemente terrestre es, precisamente, lo que hace la grandeza del nacimiento y la pasión de Jesús. Por otra parte, en el estado actual del progreso científico, la partenogénesis ya ha perdido el carácter de inverosimilitud que tenía en otras épocas. Mañana, los escépticos no podrán oponer más, con la certitud del ignorante que ayer tenían, su Imposible al texto del Evangelio.


martes, 1 de abril de 2025

El pan supersubstancial (Boris Mourevieff)

 

GNOSIS

TOMO III(Ciclo Esotérico)

BORlS MOURAVIEFF

CS Ediciones

Callao73 7 (1023) BUENOS AIRES – ARGENTINA

Pp 215-223


CAPÍTULO XVII

III

En las lenguas modernas, la Plegaria de Jesús se presenta bajo la siguiente forma:

9. ¡Padre Nuestro que estáis en los cielos; Santificado sea el tu Nombre.

10. Vénganos el tu reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo;

1 l . El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy;

12. Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos han ofendido;

13. No nos induzcas en tentación, mas líbranos del maligno, porque es a ti que pertenece, por los siglos de los siglos, el reino, el poder y la gloria.

jAmén ! 20

20 Mateo VI, 9-13. El Nuevo Testamento, traducción de Luis Segundo. Nueva edición revisada, impresa en Gran Bretaña, en la Imprenta universitaria de Oxford, París, 1932, pg. 12.

Es este texto el que vamos a someter a un análisis crítico, y, con este fin, conviene recordar la regla general que se aplica a toda interpretación de textos, es decir, de la interpretación por el contexto.

Ya San Agustín exigía que los pasajes del Evangelio fueran comentados de esta forma y protestaba vigorosamente contra la mala fe de algunos comentadores que, decía, "elegían algunos pasajes destacados de las Escrituras por medio de los cuales pudiesen confundir a los ignorantes, no relacionándose las proposiciones para nada las unas con las otras, las que preceden con las que siguen y por las cuales la voluntad y el pensamiento del autor pueden ser comprendidos"21.

Examinaremos entonces la plegaria de Jesús en el cuadro que allí se inserta, es decir, en el de las ideas en comienzo expresadas en los cinco versículos que le preceden:

 5. Cuando oráis, no seáis como los hipócritas que gustan orar de pie en las sinagogas y en los rincones de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo, ya reciben su recompensa;

6. Pero cuando tú ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ruega a tu Padre que está en el secreto; y tu Padre que ve en el secreto te lo recompensará abiertamente.:

7. Al orar, no multipliques las palabras vanas, como los paganos que se imaginan que a fuerza de palabras serán satisfechos;

8. No os parezcáis a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo;

9. He aquí, entonces, como debéis orar 22:

. Y a continuación en los veintiún versículos de comentarios que la siguen y que repiten las recomendaciones contenidas en los versículos 5 a 9

21 "Bene Adgustinus contra Adimantum: Particulas quasdam de scripturis elegunt, quibus decipiant non connectentes quae supra et infra scripta sunt, ex quibus voluntas et inteictio scriptoris possi intelligi ..." C4 (c. 14).

22 Mateo, Ibid., 5-9.

anteriores, se pone el acento sobre algunos de ellos. Es así que el octavo versículo es retomado y largamente comentado en los versículos 31 y siguientes, en los siguientes términos:

31. No os inquietéis para nada, y no digáis: ¿Qué comeremos? ¿,Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos?

32. Porque todas estas cosas son los paganos las que las buscan. Vuestro Padre celeste sabe de qué tenéis necesidad;

33. Buscad primero el reino y la justicia de Dios; y todas esas cosas os serán dadas por añadidura;

34. No os inquietéis entonces por el mañana; el mañana se preocupará por sí mismo. A cada día le es suficiente con su propia pena 23.

Es evidente que con estas palabras, el Cristo se esforzaba por desviar la atención de los humanos de las "necesidades" que los absorbían y por orientarlos hacia el deseo del pan superior, lo único que es necesario 24.

                                             *

                                     *           *

Volvamos ahora al texto mismo de la plegaria tal como se ha reproducido antes. Se verá que, de los cinco versículos que se compone, cuatro, comprendido en ello el pedido de no ser inducido en tentación sino en ser librado del maligno 25, se refieren a las cosas divinas; así, la propia plegaria, tal como el conjunto del capítulo VI del Evangelio según San Mateo, aparecen consagrados al principio de primacía de la vida sobre el plano

23 Ibid. El subrayado es nuestro.

24 Lucas X, 42.

25 ES decir del Absoluto III.

noumenal en relación a la vida sobre el plano fenomenal, y, al mismo tiempo que incitan al hombre a concentrar sus esfuerzos en la aplicación de este principio, le hacen la promesa que el resto, es decir, las necesidades de la vida, le será dado por añadidura si respeta esta primacía. Uno solo de estos cinco versículos desentona en la armonía de los otros cuatro y de los veintinueve que completan el capítulo VI: se trata del versículo 1 1, que está concebido así:

11. Danos hoy nuestro pan cotidiano 26,

mientras que por dos veces (versículos 7 y 32), Jesús declara que tal plegaria es un ruego de pagano.

Lo que precede lleva a la conclusión que, bajo esta forma, el versículo 11 es una flagrante contradicción con la plegaria en su totalidad, así como con su contexto, es decir, el conjunto del capítulo VI.

El texto eslavón, lo mismo que el texto griego, no presentan esta contradicción, porque allí no se hace cuestión de pan cotidiano sino de pan supersustancial 27, dicho de otra forma, del pan celestial, del pan que desciende del cielo 28 del cual Jesús ha hablado en muchas ocasiones.

                                                       *

                                               *              *

Ahora queda investigar cómo es que la noción de pan cotidiano llegó a sustituir en Occidente, donde está sólidamente anclada en el espíritu de la masa de los creyentes, a la de pan supersustancial. La cosa es tanto más enigmática que, si se consulta la Vulgata, se encuentra allí la expresión Panem nostrum supersubstantialem da nobis hodie  29 ,que es exacta. La

26 El subrayado es nuestro. Mencionamos que en los comentarios esotéricos, la palabra hoy se relaciona generalmente con la vida entera del individuo.

27 Así figura en ruso y en griego.

28 Juan VI, 32, 33, 34,35,41,48,51, etc. Y todavía: Trabajad no por el alimento que perece,sino por aquel que subsiste para la vida eterna, Ibid., VI, 27.

29 Novum Testamentum, Vulgatae Editionis. Ex Vaticanis Editionibus Earumque correctorio.P. Miguel Hetzenauer O. C. Prov. Tirol. sept. Approbatus lector S. Theologiae et Guardianus. Cum Approbatiorie Ecclesistica Omnipote, Libraria Academica Wagneriana,MDCCC, Secundum Matthaem, Caput VI,II.

La Vulgata ha sido traducida, a partir del hebreo, por San Jerónimo (331-420 aproximadamente)  hacia el fin del siglo IV, por invitación del Papa Damaso. Es la única versión latina reconocida como canónica por el Concilio de Trento.


expresión primitiva figura igualmente en las primeras traducciones del Evangelio en lenguas modernas. Es así que en una edición publicada en Lyon por Nicolás Petit, en 1540, el versículo once se traduce correctamente en estos términos: Donne-nous auiourdhuy nostre pain supersubstantiel 30. Continuando nuestras investigaciones hemos encontrado otro evangelio aparecido en el siglo siguiente, en 1616, en La Rochelle, en que esa fórmula se ha transformado en ésta: Donne-nous aujourd'huy nostre pairt quotidien 31.

El lugar y la fecha de esta edición nos lleva a pensar que esta innovación se debía al espíritu racionalista de los Hugonotes, del cual La Rochelle era en la época la ciudadela. Ahora bien, si por un espíritu calvinista la racionalización de la fórmula mística, aun errónea, en sí era lógica, no se ve muy bien cómo esta versión protestante ha podido, lo mismo que algunas variantes, encontrar lugar en los evangelios católicos revestidos de un  Inprimatur episcopal en buena y debida forma. Por ejemplo, hemos tenido ante nuestros ojos, impreso en París con tipografía agustiniana, un evangelio que lleva un Imprimatur redactado en estos términos:

"Visto en informe del Señor canónigo Ferry, Presidente de la Comisión de Examen de los Libros de la diócesis, y doctor en Letras, el Obispo de Nimcs se complace en aprobar la traducción del Santo Evangelio de San Mateo, hecho por TT.RR.PP. Agustinos de la Asunción.

El Vigía (Guardia), en gira pastoral, el 30 de agosto de 1891

(S) Juan-Alfredo, Obispo de Nimes."

En el evangelio, el versículo 11 aparece en esta forma:

32 I,a PrerniGre Partie du Nouveau Testament, en francay, nouvellement reveu & corrigé,Nicolas Petit, Lyon, 1540, pg. 7 (traducido por Le Fèvre).

31 La Bible qui est Toute la Sainte Ecriture du Vieil et Nouveau Testament. A la Rochelle, de la Imprenta de M. Hauttin, por Cornelio Hertzmann, 1616.

1 1. Donnez-nous aujourd'hui le pain nécessaire â nostre subsistance.

(Danos hoy el pan necesario a nuestra subsistencia.)

Se medirá la distancia que separa esta fórmula de los auténticos términos empleados por Jesús, que ha hablado de pan supersustancial, y el lector de "Gnosis" verá allí sin duda el resultado de la acción de la Ley General, cuestión que tiene como objetivo neutralizar las influencias "B" demasiado operantes, que representan una amenaza para el mundo donde reinan las influencias "A".

                                                         *

                                                  *             *  

Si antes nos hemos esforzado en demostrar cosas que son evidentes por sí mismas, es porque la plegaria de Jesús, el Pater Noster, está en el centro de la Doctrina. No es por cierto exagerado decir que jamás ha existido sobre la Tierra, y jamás existirá, un llamado que supere o simplemente iguale a aquélla.

Esta plegaria es un impulso hacia la Luz, al mismo tiempo que hacia el Amor, porque Dios es a la vez Luz y Amor 32. A l formularla, Jesús ha querido enseñar al hombre adánico, hundido en la cegadora oscuridad que resulta de su identificación con su Personalidad, a implorar el socorro de la LUZ cálida del Amor del cual está privado después de la Caída. Desde este punto de vista didáctico, los cinco versículos de los que está compuesta resumen todo el Evangelio y las Epístolas que lo comentan. Pero hay más: esta plegaria ofrece además al hombre adánico un medio místico de remontar la corriente de Amor surgida del Absoluto 1 y que, mientras desciende hacia nuestro planeta sufre una pérdida de carga considerable; resulta de ello que, en todos los escalones del Rayo de Creación, la Vida es una resultante específicamente caracterizada por la conjugación del Amor vibrante del Absoluto 1, cuya acción se debilita progresivamente a medida que atraviesa los planos del cosmos, y, en cantidad inversamente proporcional, del Amor femenino, "voluntad de la carne", amor pasivo, inerte, surgido de la Reina de los Cielos. La respectiva proporción de estos dos

32 Juan I 6-9

elementos es del 25 % y 75 % en el caso del hombre pre-adánico, mientras que en el de Adán era del 50 % de una y otra parte.

A causa de la Caída, el hombre adánico ha roto este divino equilibrio, y al donar deliberadamente su cuerpo sutil, hecho de "polvo de la tierra" por una envoltura grosera semejante a la de los pre-adánicos, se ha hundido un escalón en las Tinieblas. La plegaria que Jesús le ha enseñado le proporciona un instrumento maravilloso gracias al cual puede, como lo hemos dicho, esforzarse en "remontar la corriente" y restablecer en él, el equilibrio de fuerzas roto.

La arquitectura de esta plegaria divina es por así decir transversal. En efecto, un examen atento hace discernir en los cinco versículos del Pater Noster nueve elementos autónomos, que corresponden a las notas de la Gran Octava Cósmica:

DO  - ¡Padre Nuestro que estás en los cielos!

Psi1- Santificado sea el tu Nombre;

SI- Vénganos el Tu reino 33;

LA - Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo;

SOL - Danos hoy nuestro pan supersustancial;

FA - Perdona nuestras ofensas,

Psi2- Así como nosotros perdonamos a quienes nos han ofendido;

MI - No nos induzcas en tentación;

RE - Mas líbranos del maligno 34.

33 Ya hemos dejado establecido que el Padre es el Espíritu Santo; se ruega entonces aquí que venga la Era del Espíritu Santo.

34 El Absoluto III.

Tratemos ahora de analizar la plegaria desde otro ángulo, a fin de captar bien el sentido de cada uno de sus elementos:

Se distinguirá fácilmente que éstos se jerarquizan, yendo de arriba hacia abajo, en cuatro grupos que comprenden allí respectivamente cuatro, dos, uno y dos versículos.

El primer grupo tiene un carácter general y un rol preparatorio, que es el de despejar el corazón obstruido del fiel a fin de que pueda penetrar allí libremente la corriente de Amor que emana del Absoluto 1: el Padre. Esta operación constituye una primera condición sine qua non de la eficiencia de la plegaria. Es difícil hacerla efectiva en el tumulto del mundo "A", y es para facilitarla que Jesús ha hecho esta recomendación: Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta, y ruega a tu Padre que está en el secreto, y tu Padre, que ve en el secreto, te lo recompensará.

                                                         *

                                                   *           *

El trabajo preparatorio mencionado antes es necesario para que el corazón se aísle de los sobresaltos de la vida y se ponga en el estado de recogimiento requerido. Si este aislamiento es efectivo, el fiel estará en condiciones de abordar los elementos del segundo grupo -el quinto y el sexto- con espíritu activo, "mántrico", capaz de valentía 36. Solicitará entonces la intervención del Absoluto II: el Cristo, el pan supersustancial, a fin de obtener, por el socorro de su Gracia, la desaparición de su tara kármica y con ello su purificación.

La actitud del Cristo ante el suplicante que da pruebas de su valor es invariablemente positiva. Mejor aún, él mismo ejerce sobre el corazón humano una presión constante, como lo indican estas palabras: He aquí, estoy ante la puerta y golpeo 37.

                                                         *

                                                   *           *


35 Mateo VI. 6; en relación al texto eslavón. Se destacará que este texto figura en el capítulo SEIS, y en el versículo seis, número doblemente elegido y que significa, se sabe, la Resurrección.

36 Jesús ha dicho: "i Animo, hija, Tu fe te ha salvado!" (Mateo IX, 22; del texto eslavón.

37 Apocalipsis III, 20.


Así, una posibilidad de purificación se ofrece gratuitamente a aquél que, repitámoslo, sabe, siguiendo la marcha transversal de la plegaria, crear en principio en sí mismo, por una concentración pasiva, la atmósfera deseada, y después, en una concentración activa, implorar su purificación por la Gracia.

De esta forma se reúnen todas las condiciones para que obre la plegaria. En cualquier caso, estas condiciones necesarias no son suficientes: todavía queda por cumplir la segunda condición sine qua non, que exige de la voluntad humana el esfuerzo de ir más allá de la voluntad divina, siempre preparada para ayudar al hombre que aspira a la Redención. Esta condición es definida en el séptimo elemento de la plegaria: ... Así como nosotros perdonamos a quienes nos han ofendido.

Por medio de este acto humano, pero de inspiración divina, el fiel colma el intervalo que separa las notas FA y MI y abre así la "esclusa" a la corriente del Amor redentor del Cristo que aquí viene a unirse al del Padre. Al depender de este acto la posibilidad de franquear este intervalo, se ve cómo es de esencial.

Si esta condición sine qua non se cumple efectivamente, el fiel podrá pasar al cuarto grupo de elementos, y entonces orará útilmente en la nota MI, preservado de una nueva caída, más profunda aún que la primera, y en la nota RE se habrá liberado para siempre de la autoridad del Absoluto III.

Tal es el primero de los sentidos jeroglíficos de la plegaria de Jesús, pilar de la Doctrina centrada sobre el problema de la salvación individual. Pero le quedan otros dos: al lector de "Gnosis", que ha alcanzado este punto del profundizado estudio que seguimos juntos, le corresponde descubrir primero, el segundo y luego el tercero. Se esforzará en hacerlo aprovechando las indicaciones que hemos dado antes, relacionadas con los esquemas propuestos en esta obra en lo que concierne a la cosmogonía universal, y especialmente al sistema de las Tres Octavas cósmicas.

Sin embargo, este descubrimiento exige una asimilación emotiva ya mucho más grande la Doctrina. El único procedimiento que la hace posible es el de la revelación individual, y el conocimiento así adquirido es intrasmisible por medio del lenguaje humano.

De todas formas, hombre, mujer o niño, que alcance a tener la visión de la arquitectura del Pater Noster, entra simultáneamente, aunque más no fuera que el tiempo de un destello, en contacto directo con el plano de la Gnosis divina. Que entonces se aplique con todas sus fuerzas, a retener en su memoria las impresiones sentidas en el curso de esa revelación instantánea...,