lunes, 15 de enero de 2024

LOS DESTINOS DE LA HUMANIDAD (Matgioi)

 

LOS DESTINOS DE LA HUMANIDAD

La voie métaphysique

Matgioi

Éditions Traditionelles. Paris 1991.pp.86-87

 

¿Es concebible que los seres, una vez fundidos en el Nirvana , pudieran emerger de él de nuevo, para volver a entrar en otra corriente de formas, y así eternizar su movimiento particular ? Hemos visto que las matemáticas responden por la necesaria afirmativa; pues, si tomamos nuestra representación gráfica, el cilindro cíclico sigue siendo un cilindro, la hélice del destino serpentea eternamente alrededor de su superficie lateral o el cilindro, considerado en el infinito matemático, se convierte en un cono, y cada cono presupone otra lámina cónica opuesta en el vértice, cuyas ramas se extienden indefinidamente en espacios transfinitos. Y así la hélice es sin fin por una parte y por otra. Pero esta necesidad no existe en metafísica, en primer lugar, porque el infinito metafísico no admite, como infinito matemático, ningún tipo de más allá, ni en espacio, ni en volumen, o ni en pensamiento; en segundo lugar, porque la eternidad de la acción (querida por la manifestación de la Perfección) no requiere invenciblemente un flujo de formas; el movimiento colectivo es tan movimiento como la suma indefinida de movimientos individuales: la forma no es necesaria al movimiento. Y por último, el movimiento potencial, no manifestado, también es un movimiento. - No es necesario desplazarse para moverse., como tampoco es necesario actuar para querer y pensar.

Por lo tanto, no hay necesidad. Pero, en el estado actual de nuestra razón, debemos declarar que la posibilidad subsiste. Pues lo que es posible hoy es posible indefinidamente. Pero es difícil imaginar que la atracción de la voluntad del cielo, después de haberlo reintegrado todo, volviera a desintegrarlo todo. Y, repetimos, no es esencial aceptar esta concepción como si fuera a la Actividad Eterna; el movimiento no es más esencial a la actividad que la forma esencial al ser. Y éste es el único punto en el que la Tradición primordial guarda silencio, como si fuera innecesario que el género humano tuviera una tuviera una opinión al respecto. Por eso existen dos opiniones, ambas aceptables, la una, que el ser reintegrado en la Unidad permanece allí eternamente; la otra, que la emisión en la corriente de las formas es eterna, pero que, siendo las partículas individuales infinitamente numerosas, la misma partícula no entra dos veces en la corriente de las formas (lo que indica perfectamente lo indiferente que es para la especie humana elegir entre las dos opiniones).

Podemos, pues, apreciar libremente, según nuestro propio sentimentalismo la "Transformación" o mecanismo final del Universo. Pues todos los caminos elegidos conducen a la misma meta. Y esta meta, la Reintegración dichosa y total, es deseada por por la Tradición escrita, por la razón metafísica, por la razón matemática y por la satisfacción de los tres atributos que todas las religiones otorgan a sus Dioses: Bondad, Justicia y Gloria,

 

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