martes, 7 de junio de 2011

Alabanzas y críticas (José Jiménez Lozano, Diario de Ávila 5-6-2011)

A LA LUZ DE UNA CANDELA JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO PREMIO CERVANTES

(Diario de Ávila 5 junio 2011)

Alabanzas y críticas

Los grandes de este mundo siemre tuvieron sus cronistas para que dejasen escritas sus gestas, y así desa­fiar de algún modo los tiempos, pero también es cierto que cronistas ha ha­bido que escribieron por su cuenta, pero en este último caso - es decir, el de escribir crónicas por cuenta pro­pia - todo se matiza bastante; ya que meterse a cronista mientras el poder está ahí tiene sus inconvenientes, y resultado es que el cronista escribe unas cosas cuando el poderoso está vivo y en el poder y otras, o exacta­mente las contrarias, cuando ha caí­do o ha muerto. Tales son la condi­ción humana y el obligado funciona­miento de las libertades.

Hay que ver, ciertamente, las co­sas que escribió Procopio de Cesárea a propósito del emperador Justinia­no, de la emperatriz, y de otros pode­rosos muchos mientras vivían, y las que escribió después de muertos. Él mismo se dio cuenta de ello, y nos ad­vierte de que no había sido libre sino en el momento de escribir la segunda vez, cuando ya los emperadores no existían. Aunque resultaba algo raro que las enormes alabanzas se convir­tieran en un enorme cúmulo de cosas horribles, y sólo el paso del tiempo y el mejor conocimiento de las cosas han podido poner algunas cosas en su punto. Así que lo más aconsejable es que los sucesos de las crónicas se enfríen pongamos por caso como cien años para que nadie pueda tener ningún vínculo pasional con los he­chos que se cuenten.

Tratándose de España, sin embar­go, esos cien arios deben convertirse en más de mil porque se ve que so­mos lentos en digestiones del pasado y nos repite constantemente. Y esto es algo que no sucede en ninguna otra parte del mundo, pero dar una contestación a esta pregunta es sumamente difícil, o por lo menos no hemos dado hasta ahora con ella.

Y tan así son las cosas que entre los extranjeros, desde los tiempos más remotos del XIX en los
que la España Ro­mántica de golpes militares, quema de conventos, y lides pintorescas
entre guardias civiles y gita­nos o bandoleros, se convir­tió en una folklórica más, y se viene lamentando con más o menos disimulo que en Espa­ña ya no haya grescas o jaranas políti­cas, como se decía.

Los hombres, en general, han jugado siempre a este juego, y tienen propensión a dar crédito, a quienes aseguran que un país sin violencias o por lo menos jaranas serias, comoSuiza, pongamos por caso, sólo es un país de relojeros, o aborregado y ahistórico. Mientras que si busca los cambios hacia la felicidad, la utopía y otrosa suntos así de consistentes, al precio que sea, sería un país de héroes. Y los augures que vivieron entiempos de Isabel II o de la reina Victoria en Ingla‑
terra aseguraron que, por estas fechas en que nosotros vivimos, llegaría el edén para la hu­manidad entera.

Y, aunque por las razones que sea, no ha llegado y no estamos conformes con lo ya conquistado, todavía, setrata de vender laidea de que llegarámás adelante, y seguimos viendo las cosas más o menos.

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