lunes, 1 de diciembre de 2008

Mezquitas calladas

Crónicas Bárbaras (Diario de Ávila 30-11-2008)
MANUEL MOLARES DO VAL


IMAGINEMOS que una secta de cristianos hu­biera creado una red terrorista para matar día tras día a los descreídos en cualquier lu­gar del mundo hasta que la humanidad ente­ra acepte adorar incondicionalmente a Jesús. Y que ese grupo de cristianos asesinos haya realizado desde el 11 de septiembre de 2001 hasta hoy 12.319 atentados, incluyendo los de Madrid. Que solo en el último octubre hu­biera organizado 174 ataques en 16 países, contra personas de cinco religiones, provo­cando 832 muertos y 1.412 heridos graves. Si nos preguntamos cuál sería la reacción de, por ejemplo, el Vaticano, o del Consejo Mun­dial de las Iglesias, que agrupa a 348 creen­cias cristianas de 120 países, nos respondere­mos enseguida que condenarían enérgica­mente el uso del nombre de Jesús para cometer crímenes, y que excomulgarían a los asesinos.

Cada cristiano sin excepción, católico, protestante, ortodoxo, maronita o de cual­quier otro nombre, negaría de raíz el cristia­nismo de los criminales.

Agitarían a sus iglesias, crearían un cla­mor universal por el que millones de cristia­nos de todo el mundo saldrían a protestar y á condenar la secta de los asesinos.

Pero en el caso del mundo islámico la respuesta es diferente. Tras cada atentado de los yihadistas, aparecen numerosos mu­sulmanes que festejan esa Guerra Santa; más de la mitad la comprende, y los mode­rados, callan. Callan, y ese es la peor res­puesta, junto con la de las mezquitas, de las que no sale una reacción que merezca rese­ñarse: solo continúan imperturbables las voces del almuédano llamando a las oracio­nes rituales.

Oímos ese silencio ominoso -callar es otorgar-, quizás porque muchos temen por su vida si condenan a los asesinos: son mu­sulmanes moderados que están aterroriza­dos, pero si siguen callados que no se escan­dalicen ante la lógica y creciente islamofobia.

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