XII
LAS MODALIDADES DE REALIZACION ESPIRITUAL EN LA VISIÓN DE LOS
PADRES
VIGILANTES
(Nikos Vardhikas, Le
Graal Roman, cap XII)
Los Padres distinguen tres etapas en el camino hacia la
deificación de los bautizados: purificación (es decir, liberación de los
pensamientos vagabundos y las pasiones y prácticas de las virtudes) o práctica,
iluminación o teoría y glorificación o perfección o deificación o teología.
Estos pasos se corresponden, a grandes rasgos, a los evangelios de Mateo, Lucas
y Juan.
Veremos este esquema más detalle, sin ser exhaustivo ni operativos:
la oración del corazón, por ejemplo, que marca el todo el proceso y cuya
adquisición permanente marca el fin, no no será abordado. Insistiremos más particularmente sobre dos ideas, la de entrar
en el Paraíso y la de las edades sucesivas en Cristo, para describir las dos
primeras, estando bien entendido que no se trata por eso de una presentación exhaustivo.
LA ENTRADA EN EL PARAÍSO
Debemoscomenzar con aclarar la noción de Paraíso en la
visión de los Padres Neptícos, porque el Reino es interior; tomaremos a Niketas
Stêthatos como guía y testimonio, en su opúsculo Du Paradis, publicado en Opuscules
et lettres , Sources Chrétiennes 1°81, París (Cerf) 1981. El El Paraíso se
entiende, en la teología corriente (1), como la
estancia
1 René Guénon, en "Cristianismo e Iniciación"
sólo habla de esta acepción corriente
De todos los salvados, hasta el Juicio Final. En el Corán,
el Jardín es una retribución de todos los salvados, también, pero se tiene la impresión que se promete para después del
Juicio
Sin embargo, en la teología oriental, es la estadía solamente
de los Justos (1) y llegados a la perfección. R.
Guénon es de la misma opinión sobre esto que los Padres cuando dice: la muerte
corporal, en sí misma, no puede cambiar nada del nivel espiritual donde se
encuentra en el momento en que sobreviene
(2). De la misma manera,el monje Teófanes ,
autor de una Escala de Gracias Divinas, dijo: El que no se apresura a poseer la
vida desde aquí abajo se ilusiona, para vana esperanza de su alma, si cree que
puede obtenerla allí. Es posible y necesario para que el hombre penetre en el paraíso
inteligible (y no terrestre) que es el reino del Cristo que está en el hombre,
desde esta vida. Es incluso la única manera de poder elevarse más alto que el mundo
sensible.
[La misión de
Cristo no nos libera - a través de los sacramentos – más que de la necesidad
previa de ganar el Paraíso Terrenal]. Pero hay una gran necesidad en nosotros del
Paraíso inteligible e invisible,....la necesidad de conocer exactamente su
naturaleza que es, su emplazamiento, y las plantas divinas que Dios ha plantado
allí y de las cuales nosotros debemos probar la fruta a su debido tiempo; es en
este Paraíso hemos sido establecido para trabajarlo y guardarlo (3).
La razón por la que tenemos que pasar por este Paraíso en
vida es el hecho de que la sucesión sólo
se da a los purificados; y éstos se encuentran en la morada de los Justos. En
la perspectiva simbólica cristiana se añade un elemento, del mismo alcance: es
en el Paraíso, fuera del alcance profano, donde se encuentra dos árboles que no
son más que uno: el de la Vida (eterna) y el del Conocimiento (discernimiento).
Así, el Paraíso es muy claramente el lugar donde conocer es ser, es decir, el lugar
de realización espiritual. Esta realización de ser por
1 Dhikaioi en griego, Siddikun en árabe, tsadikkim en
hebreo.
2 Salvación y liberación, en Iniciación y espiritualidad y Réalisatiοn, p. 78
3 Stêthatos, op. cit. p. 159
el conocimiento es completamente ajeno a las concepciones occidentales
modernas, que se oponen artificialmente el conocer y ser, como si estos no
fueran los dos lados inseparables de una misma realidad. No puede haber metafísica
verdadera para cualquiera que no comprenda que el ser se realiza a través del
conocimiento (R. Guénon, Los estados del ser múltiples, p. 89). La metafísica
afirma que la identidad radical del conocimiento y del ser (R. Guénon, Introducción
General, Parte 2, cap. 10).
En la vida ordinaria, que refleja lo celestial, estos dos
árboles pueden ser considerado como Dios (Vida) y el Intelecto del hombre
(Conocimiento), mientras que en el
Paraíso inteligible, son el Espíritu Santo despertado en los fieles (Vida) y la
Conciencia de su propia doble naturaleza (Conocimiento del bien y el mal). Por
lo tanto, es necesario, ya en vida, entrar en este Paraíso –¡es por otra parte la única manera de que podamos estar allí después
de la muerte! Pero el objetivo final de esta estancia es salir del Paraíso, y
la entrada en el Reino de Dios, o la salida de toda creación, visible e
invisible o aun el comienzo de la Tiniebla de la teología. Esta suerte última,
una vez ganada la entrada en el Paraíso, puede continuar después de la muerte;
pero es negada a los que no han entrado.
Stêthatos remarca que, si hay varias moradas en el Paraíso,
y si varios caminos conducen a él, no hay sin embargo más que una sola entrada,
en Occidete, y una sola salida, en Oriente ( es decir, una entrada por el lado
de la vida, y una salida por el lado del Cielo). La puerta principal es la
misma para el hesicasmo como para el tasawwuf:
pobreza (en espíritu, o faqr). La
puerta de salida de esta recinto de purificaciones, es, para Stêthatos, el amor
perfecto.
Por lo tanto, se retendrá de estos desarrollos que el
Paraíso es el lugar de la Visión donde sólo los perfectos pueden saborear sin miedo
a la fruta del Árbol del Conocimiento sin caer en dualidad. El conocimiento de
las cosas divinas y humanas, con la
iluminación del Espíritu Santo es por lo tanto equivalente a examinar con
exactitud los elementos del Paraíso.
Ahora debemos ver por qué está reservado, al punto donde,
antaño, fue prohibido y perdido. Por lo tanto, debemos considerar más de cerca cual
es el método que da acceso a él, pero también que se practica en su recinto.
Todo el mundo ha oído hablar de la oración del corazón. Sin embargo, si de
hecho la primera virtud es el recuerdo de Dios (mneme Théοu), esta práctica es imposible sin la práctica de las
virtudes, lo que da acceso y perfecciona la estancia en el Paraíso. Para el
resto de esta presentación, seguiremos a San Gregorio el Sinaíta (1), hesicasta del siglo XIV y a San Máximo el Confesor,
del VII (2).
LAS EDADES SUCESIVAS EN CRISTO
La idea de adquirir edades sucesivas en Cristo (methêlikiôseis en Khristôi) debe ser entendida
fuera de toda imitación natural, porque no tiene nada de natural, si por este
término entendemos una laxitud espiritual que no requiere ni gracia ( iniciación o energía) o esfuerzo de despojo.
Tiene la ventaja de permitirnos volver, pero desde un punto
de vista completamente diferente, a las Fiestas que examinadas a propósito de
los Pequeños Misterios. Esta vez, todas las fiestas de la economía salvífica se
tienen en cuenta y no como fiestas en las que participan el fiel, sino como edades espirituales que debe adquirir, según
la vía Crística. Según San Gregorio el Sinaíta, las edades son ocho, que él
explica así.
CRISTO FIEL
1) Anunciación Bautismo,
o iniciación virtual
2) Natividad Despertar
de la influencia espiritual
3) Epifanía Aroma
purificante
4) Transfiguración Comprensión
de los misterios
5) Crucifixión Muerte
al mundo
6) Entierro Amor
divino en el corazón
7) Resurrección Nueva
vida del alma
8) Ascensión Rapto
hacia Dios
1 Capítulos diversos en acróstico. El acróstico da: Varios
discursos sobre los mandamientos, dogmas, amenazas y recomendaciones, así como
sobre pensamientos y pasiones y virtudes, así como sobre la serenidad y la
oración. Hay 137 capítulos (párrafos) de este obra.
2 Primera Centuria sobre la Teología y la Economía
Es obvio que los primeros cuatro pasos corresponden a en las
dos primeras etapas que N. Stêthatos preveía para la paraclesis. De hecho, nos
dijo que la comprensión de los misterios constituían la tercera etapa, la de la
consolación. Podemos considerar la Transfiguración como el fin del el segundo
paso y el comienzo del tercero, como en el caso de la vida de Jesús fue el fin
de la predicación pública antes de la entrada en Jerusalén. En las primeras
cuatro edades, es aun cuestión de las acciones exteriores y el uso de los
sentidos y sentimientos (la energía dada alegría); este es la filosofía física
(o natural) y práctica. Los cuatro últimos, constituyen el recorrido del
gnóstico, y el dominio donde se puede hablar del buen ladrón. Es la entrada en
el Reino y la permanencia con Cristo, así como la primera hacia el estado angélico.
Estos ocho etapas, en la enumeración de Gregorio, son aun
explicadas de una manera demasiado técnica para los que no lo están familiarizado
con la terminología técnica (1) de los hesicastas:
el ardor, la energía, el amor en el corazón y el rapto (2) son términos de aplicación precisa. Por lo tanto, pediremos
explicaciones más precisas, para el segundo cuaternario, a San Máximo el Confesor.
Antes de salir de Sinaíta, escuchemos su advertencia:
Aquel que ha
"adquirido, por gracia (3), un intelecto
lúcido, puede ver estas cosas claramente; pero quienquiera que las aproxime sin
luz sólo verá sus propios fantasmas.
1 Los textos dicen científica
2 Respectivamente: therme, energeia, eros y harpage
3 La gracia no es como en la teología occidental, una
operación azarosa y excepcional del espíritu, sini el fruto del despertar al Don
de la iniciación,
Para San Máximo,
Todas las
cosas visibles necesitan crucifixión: del estado de lo que, en ellas, utiliza
la relación sensible.
Y todas las
cosas inteligibles, necesitan ser enterradas: de la inmovilidad total de lo que,
en ellos, actúa sobre la inteligencia.
La Crucifixión y la Tumba, por lo tanto, con Cristo, que producin
la Resurrección y la Ascensión, muy lejos de ser un estado sentimental de
conmiseración o mortificación por simpatía, consisten en la cesación de la
relación con la apariencia sensible de las cosas y fenómenos, y en la pacificación
mental; las realidades suprasensibles mismas no debe pasar, para ser
comprendidas, por el pensamiento
discursivo. Entonces el Verbo reaparece, como resucitado: delimita por sí mismo
todo lo que viene de él, cuando absolutamente nadie está unido a él por una
relación natural (porque es por gracia y no por naturaleza que salva) (1). Este
texto es capital; ignora todas las tonterías acerca de la Unión entendida en
modo místico transitorio: es cuando toda relación cesa cuando aparece el Verbo;
en la medida en que el hombre se vacía,
puede llenarse del Verbo, exactamente como Cristo se vació a sí mismo
(teoría de la kenosis) durante su misión terrestre.
Hasta ahora hemos establecido lo que la puerta de entrada al
Paraíso, donde imitamos a Cristo. Ahora veamos la puerta de salida, que es el
Amor que se abre (en la vida o después de la muerte), en el Reino de Dios en un
estado angélico.
Mientras en
toda pureza, por el pensamiento, no somos
salidos de nuestra esencia y de la esencia de todo lo que es inferior a Dios,
aún no hemos adquirido el un estado de inmutabilidad que da la virtud. Pero
cuando, por amor, esta dignidad nos haya sido restaurada, nosotros conoceremos el
poder de la promesa divina. Pues los que son dignos de ella, estableciéndose en
lo inmutable, están ahí donde el intelecto (Νοûs) tiene, por amor, después ser
salido y descendido, enraizad su morada. El que
1 Cent. 67
no ha salido de sí mismo y de todo lo que
puede ser pensado de una manera u otra, y que no lo ha fundada en un silencio
que va más allá del entendimiento, no puede en absoluto ser liberado del cambio
(1).
Así que esta es la puerta al Reino de Dios, de la cual Stêthatοs
nos dijo que nos hace entrar en las Tinieblas de la teología. San Máximo puede
explicarnos esto también:
La Tiniebla
es el estado sin forma, sin materia, sin materia, sin cuerpo. Este estado lleva
dentro de sí el conocimiento ejemplar de los seres. Quienquiera que lo penetre comprende
naturalmente lo inmortal en un cuerpo mortal. Después de haber pintado en sí
mismo en este estado la belleza de las virtudes divinas, redesciende para
ofrecerse a los que quieren imitar la virtud. Y muestra en esto lo que son los
frutos y el alcance de la gracia que ha recibido en común.(2)
Recibimos la
primera incorruptibilidad de la carne siendo bautizado en Cristo por el
Espíritu, y la última incorruptibilidad, según Cristo, en el Espíritu....por las
virtudes y por la muerte voluntaria. Siguiendo esta última incorruptibilidad,
ninguno de los que la llevan teme perder los bienes adquiridos (3).
Así
que aquí está el fin último: después de las virtudes, viene la entrada en el Reino,
donde uno es Inmortal en un cuerpo mortal, y eso es la muerte voluntaria.
No vemos nada ahí dentro que pueda sostener la posición según la cual no se trata aquí más
que de la salvación, en un estado
individual humano exclusivamente: sin forma, sin materia, sin cuerpo. Por
último, hay que señalar que en las ocho Beatitudes, las primera y octava (esto
es , la entrada y salida de las virtudes, es decir, del Paraíso), tienen como
recompensa: el Reino de los Cielos. Se trata ahí pues de las puertas. Sólo, si
la entrada es en efecto pobreza, la salida no es el amor sino la justicia; y
esto es totalmente conforme con el nombre de la morada de los justos y la
importancia de esta
1 cent., 81
2 cent., 85
3 ibidem 87
noción tanto en el
cristianismo como en el Islam, sin olvidar el Rey de la Justicia, Malki-Tsadek.
Ahora, el amor de Dios por nosotros consiste justamente en
enviar Vías y Mensajeros; y nuestro amor por Él, más allá de toda sentimentalidad
es comprenderlo, si no realizarlo. En esto consiste la justicia de la relación,
como nos lo muestra el Justo y hesicasta , así como musulmán (Rey de la Paz) Malki-Tsadek que
bendice al primero de nuestros Padres monoteístas, Abraham, como Sacerdote del
Altísimo. Y el cristianismo, el camino del amor, es especialmente así porque
nos permite esta justa adoración que es la participación en Dios.
La VIA COMÚN
Estos dos etapas, la purificación/iluminación
correspondiente a la entrada en el Paraíso a través de la puerta de la pobreza
y la adquisición de las primeras cuatro edades de Cristo, y la glorificación correspondiente
a su salida a través de la Puerta del Amor y la adquisición de las edades
crísticas a partir de la Transfiguración no puede disociarse. Sin embargo,
también se podrían ver como dos caminos, el primero de los cuales consiste en
la práctica de virtudes (beatitudes) y en un conocimiento más teórico y más
restringido, también correspondiente a la salvación no dormida, ya que tiene
lugar en el Paraíso, y por lo tanto más adecuado para un enfoque en el mundo; y
el segundo, que consiste en una identificación con Cristo mismo y pasando por
una verdadera crucifixión al mundo, vía más monacal y única que puede dar el
comienzo de la deificación en vida. De todos modos, tienen su cumbre común en
el mismo Cristo.
La crucifixión en sí misma no es exclusivamente una la renuncia
formal al mundo, bajo pena de anulación del espíritu de las actitudes como la
circuncisión del corazón. Los monjes quedan por supuesto, los propuestos de la
realización, los detentadores de doctrina y métodos, son ellos, entre los
fieles, los que no hacen más que eso. N. Stêthatos, además, que no reconoce ningún
lugar para los laicos en la jerarquía eclesiástica, contrariamente a San Dionisio, les asigna este papel de iniciadores
de los hombres. Los ritos mismos de la profesión monacal mencionan la vida angélica de los monjes, de
los que ciertos también tomarán también el hábito angélico.
No olvidemos, sin embargo, que el camino monástico no
excluye los sacramentos, y que el camino laical no excluya el ascetismo. En
efecto los sacramentos son lo que es común a los unos y a los otros. Los monjes
(de quienes proviene la jerarquía superior) son responsables de guardar pura la
doctrina. En efecto, la existencia de la vía más pura de los monjes tiene un
impacto sobre la vía laica, que es siempre definida en relación y en alguna
analogía con este modelo. San Gregorio
Sinaíta decía bien que todo fiel debe poder llegar al mismo resultado: despertados
por la visión de la sacramentos, puede entonces sea seguir los mandamientos o
bien aprender (de los monjes) la oración, vía más rápida.
Aquí, prestemos atención: la vía sacramental no significa sólo
la presencia en el Templo, sino más bien la comprensión y la interiorización del
símbolo actuado del rito, de acuerdo con
la propiedad que tiene este última de actuar de manera diferente sobre el
dormido y el despierto. Antes de preguntar sobre esto el testimonio de N.
Cabasilas y San Dionisio, digamos un preliminar: para lo que es la operación
diferente de los mismos ritos, lo que importa saber si los ritos están correctamente,
de una manera simbólicamente apropiada en vista de esta operación y de un
estudio capaz de ser un signo. Si ese es el caso, entonces sea que el iniciado
Sea el bautizado cuyo don es despertado, o sea algún bendecido por un hesicasta
(única posibilidad admitida por los hesicastas) importa poco
En la Jerarquía eclesiástica,
dice San Dionisio:
Estos grandes
padres inspirados por Dios no han abandonado estos misterios por el uso común
del culto santo usando fórmulas abiertamente inteligibles, sino a través de símbolos sagrados, porque no todos el mundo es
santo y, como dice la Escritura, no hay en todos el mismo conocimiento...
Cargados por la bondad teárquica de
repartir este don afuera, ha sido
preciso que, en su ardiente y generoso deseo de elevar espiritualmente a sus
subordinados a la deificación que ellos mismos hayan recibido, los primeros
jefes de nuestra jerarquía nos transmitieron a través de imágenes sensibles secretos que son más altos que el
cielo, a través de la multiplicidad y la
variedad de las fórmulas un misterio que es único (1).
No se trata en absoluto ahí de símbolos secretos, sino del sentido
secreto de los símbolos de los sacramentos, como consecuencia de toda esta obra
y la tradición del Oriente cristiano lo atestiguan.
Esta
ceremonia, que no se celebra más que a través del silencio la razón más divina de
estos ritos consagratorios....tales son los bellos espectáculos por los que, se
ha recordado muchas veces, ella [la Comunión] eleva nuestra inteligencia hasta
lo Uno gracias a estos ritos jerárquicos que nos hacen entrar en él en
comunidad y en comunión (2).
Reenviamos aquí al lector, una vez más, a los Cánones de San
Basilio (citado en La Tradición
Apostólica) que acaba de explicar de qué se trata.
Nicolás Cabasilas, un laico el mismo, habló de la vía del
laico, en La vida en Cristo, sin
confinarla sólo a los sacramentos, ni de entenderlos sólo como una participación
pasiva en una gracia indiferenciada y azarosa: es necesario saber si los ritos
y las palabras logran su propósito, comprendiendo su desarrollo (3).
[En el rito,
sólo Cristo] por ciertos signos y símbolos
renueva a los que imitan, como reproduciéndola, la muerte que Él sufrió por
nuestra vida. Los gestos de los que hemos hablado son signos para el iniciado. Es
con razón que [en el momento del bautismo] nosotrosproclamamos en voz alta el
dogma trinitario, mientras que nuestra
salvación se expresa a través de acciones, en silencio (4).
Pero este entendimiento, que San Dionisio concedió al pueblo
de Dios no es suficiente, es sólo el despertar. Veamos en primer lugar lo que lo
que dice San Dionisio:
Los medios
son los que contemplan ciertos misterios y que entra en comunican con ellos
1 Gandíllac Trad. p. 250
2 Ibídem, págs. 256 y 281.
3 Trad. por D. Coffigny, p.92
4 Ibídem, págs. 60, 97 y 101.
en la medida
de sus fuerzas.....se elevan a través de
los sacrificadores hasta la posesión estable de la facultad contemplativa....
participan tanto como puedan en los muy divinos símbolos ....hasta que el amor
divino de los misterios de los que poseen ya la ciencia (1).
San Dionisio limita su trabajo a los sacramentos y a su
entendimiento. Los monjes, para él, son la élite de los fieles por su libertad:
tienen el deber de unirse a la Santísima Trinidad, imitando en esto la vida
sacerdotal. Su método es enteramente intelectual y contemplativa; pasa
enteramente (en una época donde el cristianismo no estaba todavía muy extendido) por la explicación de (y
no sólo la asistencia a) los sacramentos.Para Cabasilas, el laico, como para el
hesicasta el monje vacilante, debe además de esforzarse por ejercer su
voluntad:
Dos
condiciones establecen nuestra reconciliación con Dios.... El primero requiere
que seamos iniciados en sus sagrados misterios; el segundo, que ejercitemos nuestra
voluntad en la virtud (2).
Además de conocer el significado oculto de cada rito y su
efecto, es preciso modelarse en las beatitudes. Sin duda esto es lo máximo que
un profano puede hacer librado a su propia inteligencia espiritual, sin un guía
(monje) calificado; pero este método es común entre los laicos y los monjes. El
laico no puede adquirir las edades en Cristo más allá del cuarto, sin cesar de
ser laico. Pero esto ya es un pie en el Paraíso, cuya puerta es la primera beatitud,
siendo el camino de la co-crucifixión una vía rápida.
Aunque Cabasilas conoce la diferencia entre laicos y monjes,
tiene conciencia también de lo que debe ser común a ellos:
No podemos contentarnos con acoger la vida quedando pasivos, como si
lo tuviéramos todo!....los que se han contentado la purificación bautismal, y
los que viven una vida solitaria no están sujetos a los mismos imperativos. La
vida solitaria tiene exigencias
1 Op.cit p.307
2 Op. Cit, p. 151
particulares con
votos de pobreza y castidad... . pero la obligación común a todos aquellos que
son llamados del nombre de Cristo, debe ser honrado por todos. Todos los que se
han unido a Cristo se han comprometido, desde el principio, seguirle a pesar de
todo (1).
La vía es básicamente la misma, las virtudes son las mismas:
la oración constante o el recuerdo de Dios, confianza, amor de Dios y la
sencillez; los laicos, según San Dionisio, son los contemplativos, y los monjes
los perfectos; es porque, en la Iglesia Oriental, los padres vienen osa primeros y los obispos los segundos. He
aquí lo que los laicos pueden alcanzar , de acuerdo con la obra de este
exotérico que fue Cabasilas:
Aunque son
cenizas y polvo, cambian lo que les es propio por Dios y se le hacen semejantes Es
por esta razón , creo, que se les ha tratado de violentos: toman el reino de
Dios a la fuerza (2). No esperan a los que les
darán, ni vigilan a los que los eligen. Ocupan el trono por su propia
autoridad, y ellos mismos se ciñen la diadema.
1 Cabasilas, op. cit. p. 217
2 Mt 11,12: Desde el tiempo de Juan el Bautista hasta
ahora, el Reino de los Cielos es violado y son los violentos los que lo gozan.
Es por ellos
mismos y con su sabiduría que ellos descubren esto! Estos son los que se niegan
a sí mismos y que pierden su vida (1). Pero en
contrapartida, ellos reciben al maestro de almas... ellos reinan, triunfan, y
gozan del reino (2).
Pensamos que hemos dicho lo suficiente para mostrar que la
vía monástica, en principio total, y la vía laica, en principio limitada,
todavía no son enteramente divergentes.
1Mt 16:25: El que quiera salvar su alma, la perderá; pero
el que la pierda por causa de mí, la encontrará.
2 Cabasilas, ibíd., p. 299.
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