martes, 30 de octubre de 2018

PROGRESISMO Y EVOLUCIONISMO

PROGRESISMO Y EVOLUCIONISMO


Entender la historia de la humanidad desde un perfil progresista que proclamaría la superioridad de la modernidad occidental, como correlato y eco en el hombre de la evolución natural, es uno de los tópicos recurrentes que enuncia la mentalidad ilustrada. Desde tal mentalidad lo previo a este periodo axial de la humanidad no sería sino oscurantismo y burda pre-racionalidad en la que, a lo sumo, podríamos ver ciertos trazos de racionalidad entreverados de esas supersticiones que la Era de las Luces habría venido a superar y a depurar. El hecho de que la evolución natural corroborara científicamente una evolución lineal hacia formas crecientes de complejidad cada vez más evolucionadas en realidad sólo vendría a dar sanción científica a aquello que la Ilustración y el siglo XIX tuvieron como obviedad, a saber, el progreso incondicionado de los tiempos más allá los diversos frenazos o retrocesos que pudiéramos detectar. De esa manera el tiempo y la historia se configurarían como si de una línea se tratara respondiendo el progreso al preferible adelanto sobre esa línea. Así las cosas no son de extrañar los diversos sarampiones a la hora de ajustar disciplinas tales como la antropología, la política o la historia a un evolucionismo, a través de simplones y generalizadores estadíos evolutivos, que evidentemente siempre legitiman a aquel que respecto de terceros los pregona. Así regímenes políticos, modos de pensar, estrategias de dominación colonial, modelos de vida o culturas enteras serán denigradas, apuntaladas o justificadas, a priori, desde su posición en una determinada escala evolutiva que desplazará toda reflexión racional sobre las complejidades y matices de cada sociedad y cultura en cuestión.
La traslación de modelos evolucionistas propios de la historia natural a las disciplinas ya mencionadas fue pasto común en el siglo XIX. Tales pretensiones fueron diluyéndose poco a poco a lo largo de la primera mitad del siglo XX, excepto en USA, donde han pervivido a lo largo del siglo XX y en plena crisis de los tópicos ilustrados(piénsese en la intensa recepción en USA del pensamiento de Herbert Spencer y las antropologías racistas del supremacismo blanco) para llegar incluso hasta nuestros días(me refiero el neo-espiritualismo Ken Wilber).
La gran trampa de intentar ordenar desde la ciencia, en este caso desde la biología evolucionista y la historia natural, disciplinas como la antropología, la psicología, la política o la historia, responde a una burda confusión metodológica y al intento de liquidar la reflexión racional en las ciencias, como si estas fueran capaces de dar cuenta de la totalidad de lo Real y de ordenar la especulación filosófica en su totalidad(cuando se limitan exclusivamente  a lo empírico-positivo). Con todo, y siendo muy conscientes de que una cosa es pensar desde la ciencia(algo completamente legítimo) y otra muy diferente hacer ciencia, ¿qué nos dice el evolucionismo sobre el sentido del tiempo?


DARWINISMO Y PROGRESO

          Si nos adentramos en la historia del evolucionismo lo veremos nacer en el siglo XVIII y tomar forma definitiva a principios del XIX. El abuelo de Charles Darwin, Erasmus Darwin, será uno de los paladines de un evolucionismo que con bastante poco éxito intentaba ser reconocido en los entornos de las nacientes ciencias modernas. Su obra, escrita en verso, expresaba antes que una teoría científica una filosofía del progreso en la que el evolucionismo encajaba como un elemento más en su concepción del mundo[i]. Ni se probaban las hipótesis desde inducciones cuidadosamente registradas ni se podía prever absolutamente nada desde las mismas. En realidad todo se quedaba en una reflexión estético-filosófica, exclusivamente deductiva, sobre la historia natural. Erasmus Darwin simplemente proyectaba de manera elegante la hipótesis de que el movimiento evolutivo, que desde su mentalidad no era sino un a priori intelectual casi de índole perceptivo, recreaba la “mitología” ilustrada del progreso. La crisis de un creacionismo basado en lecturas literalistas de la Biblia, por cierto mucho más proclives en ambientes protestantes que en católicos[ii], era algo inevitable dados los indicios que apuntaban los primeros registros fósiles. Esto no supuso sólo el descubrimiento de que la naturaleza estaba en permanente transformación, algo que en absoluto es una contribución del pensamiento moderno, sino que además supuso la proyección sobre tal estado de cambio de los tópicos culturales del momento y en especial del mito del progreso lineal, mito(evidentemente estoy usando la palabra mito en el limitado sentido, exclusivamente pre-racional, que le otorgan sus críticos) que a la postre no responderá sino a la secularización del mesianismo judeo-cristiano de la mano de la consideración de la Ilustración como tiempo mesiánico por excelencia capaz de dividir la historia en dos e inagurar la Era de las Luces.
Charles Darwin y la primera generación de evolucionistas dieron rango de cientificidad a toda esta amalgama. De unas pocas formas de vida, sencillas y arcaicas, se iba evolucionando lineal y gradualmente a formas de vida cada vez más numerosas y complejas. El incremento de la complejidad y la biodiversidad, expresado en las ramificaciones cada vez más variadas de un supuesto tronco que se iba diversificando crecientemente, expresaría una tendencia inherente al tiempo hacia la complejidad y hacia una mayor eficiencia adaptatoria servida por la selección natural. Para Darwin tal tendencia progresiva hacia la complejidad encontrará en la selección natural y la supervivencia de los más fuertes su auténtico motor. A este respecto no es casual que el propio Darwin se limitara a la hora de interpretar los datos que cotejaba a reproducir el discurso de la naciente burguesía anglosajona y su perfil puritano. No en vano no sólo le eran ideas afines sino que representaban, ni más ni menos, la textura de su mentalidad y la de su época.
El gran problema de toda esta teoría era que parecía oponerse a la segunda ley de la termodinámica que indicaba la tendencia hacia la muerte térmica de todo fenómeno físico. Esta ley, que tanto parece disgustar al evolucionista y neo-espiritualista californiano Ken Wilber, en realidad sólo expresaba en los términos propios de la Física eso que los budistas llaman el principio de impermanencia.
La recepción del evolucionismo dentro del panorama científico fue mas difícil de lo que suele suponerse ya que lo deductivo y lo hipotético era muy importante en su propuesta, y por eso mismo le era muy difícil cumplir con los criterios epistémicos corrientes que se exigen a la ciencia, a saber, capacidad para hacer previsiones y fundamentación en la observación y la experimentación. La crisis del positivismo y de la presunción de objetividad en el conocimiento científico radicalizó todavía más los problemas de reconocimiento del evolucionismo ya que si algo era susceptible de ser atacado por mediatizar cultural e ideologicamente los datos tenidos en cuenta y las conclusiones propuestas era precisamente el evolucionismo. Con todo este iba cobrando una textura verdaderamente científica y un merecido reconocimiento, especialmente desde su maridaje con la genética y el mendelismo. Así las cosas la historia del evolucionismo en el siglo XX estará muy marcada por la necesidad de emancipación respecto de toda proyección cultural y con el cumplimiento con los criterios epistémicos de las ciencias modernas. Consideremos que lo que esta en juego es el propio prestigio científico del evolucionismo.
El resultado de todo lo dicho supuso el progresivo divorcio entre los metarelatos[iii] progresistas y la praxis científica evolucionista, cuando no directamente la crítica abierta de ese progresismo. Ejemplo de lo dicho son Theodosius Dobzhansky y Stepen Jay Gould. El primero, filosóficamente afecto a Chardin, desgajaba cuidadosamente su trabajo, como científico evolucionista que pretendía ajustarse a los criterios epistémicos de la ciencia, de lo que era su posición filosófica respecto de su condición de científico. El segundo dedicará su obra a mostrar como la evolución, desde lo que expresan los registros fósiles, se mueve a través de equilibrios estables desde los que se avanza en momentos excepcionales a grandes saltos y a gran velocidad. Gould también será el gran crítico de la proyección de los ideologemas progresistas sobre el evolucionismo reclamando su mayoría científica de edad respecto de las proyecciones ideologicas. Este autor en obras como “La vida maravillosa” y “La grandeza de la vida” mostrará cómo tal evolución hacia la complejidad y la exhuberancia de la vida es contradicha clamorosamente por los registros fósiles haciendo depender estas lecturas  de exclusivas proyecciones interpretativas. Gould aportará datos tan sumamente reveladores como la mayor biodiversidad del periodo Cámbrico por lo que a grupos de especies vivas se refiere respecto de la actualidad, criticando con dureza el ideologema de la diversificación creciente y el desarrollo arborescente hacia una diversidad cada vez mayor y crecientemente compleja(imaginemos un tronco del que se van diferenciando cada vez más ramas) en la que el extremo de cada rama evolutiva responde teleologicamente e integra  y culmina todo el esfuerzo evolutivo previo. En este sentido son muchos los científicos que alertan sobre cómo el tópico del progreso mediatiza la teoría científica de la evolución. El eje del debate se centra pues en lo que de cientificidad, o de mera proyección cultural, pudiera tener una evolución hacia una complejidad creciente cada vez mejor adaptada y más exuberante en sus manifestaciones. De  lo dicho se deduciría más complejidad, más exito adaptativo y más biodiversidad según avanzáramos a lo largo de la línea evolutiva. Por lo que se refiere a lo primero la complejidad en el ADN de una ameba no es muy diferente a la del hombre con la que al parecer compartimos mucha más información genética de la que se suponía. Por lo que se refiere al éxito adaptativo son los organismos unicelulares del precámbrico y las algas son los más exitosos.
En palabras de Gould “la historia de la vida es una narración de eliminación masiva seguida de diferenciación en el interior de unos cuantos stocks supervivientes, no el relato convencional de un aumento constante de excelencia, complejidad y diversidad[iv]”. Para Gould factores extrabiológicos que tienen mucho que ver con el mero azar y las catástrofes(cambios rápidos del entorno)[v] son los que tienen que ver con la evolución ya que de por si la biosfera tiende a evolucionar poco al tender a estabilizarse en puntos de equilibrio. No habría pues desde su punto de vista sentido innato alguno en la exclusiva progresión de un tiempo lineal hacia modos de complejidad crecientes.
Las tesis de Gould son tremendamente sugerentes ya que nos llevan a la más absoluta conciliación de la biología evolucionista con la segunda ley de la termodinámica. Grandes explosiones de vida encontrarían en el acoso del tiempo y la adversidad el desarrollo de su ciclo vital y de sus posibilidades. A tal ciclo creativo, que expresaría unas determinadas posibilidades predefinidas en un marco dado, le sucederian nuevos ciclos creativos. Tal y como entendió el premio Nobel Ylia Prigogine la segunda ley de la termodinámica desde el propio caos y sus “leyes”, lejos de amenazar la evolución, expresaría la tremenda potencia creadora de la naturaleza y su permanente capacidad de renovación. De lo dicho sólo cabrá reconsiderar el viejo concepto helénico de Physis o el latino de natura naturans, para los que la naturaleza, integrando tanto lo mineral, lo vegetal y lo físico e incorporará, desde sí, una infinita capacidad creativa. Se hará evidente pues que la naturaleza lejos de quedar estratificada en lo mineral, lo vegetal y lo animal es un todo integrado con una innata capacidad creadora. De ahí la pujanza de la llamada hipótesis Gaia(Gea) que considera al planeta como un vasto organismo vivo que expresa la vida(más allá de las contradicciones inherentes a la propia Gaia que en realidad vendrían a expresar sus dinamismos de su funcionamiento integrado). El giro es pues copernicano respecto del darwinismo y su esforzado desarrollo de la vida vegetal y animal, a través de una espartana selección natural y en clara confrontación con un medio hostil. Pareciera que a poco que escarbemos en los entresijos del evolucionismo darwinista surgieran por doquier tópicos ilustrados, en este caso el de separación hombre-naturaleza y la consideración de ésta como un exclusivo objeto de dominio con la que se está condenado a colisionar...
Se hace evidente que dada la deriva del evolucionismo en el siglo XX cabría cuestionar muchas de las cosas que dan por sentadas esos teóricos, que no científicos, gustosos de proyectar los postulados del evolucionismo a otros ámbitos tales como la antropología, la historia, la política, la psicología e incluso la espiritualidad. Especialmente lo referido a una evolución en el tiempo desde lo más elemental y arcaico hacia formas y modos crecientes de complejidad y desarrollo evolutivo. Con todo los hay que todavía siguen erre que erre aferrados  a tales creencias decimonónicas jugando a dar ribetes de cientificidad a su culto progresista y haciendo culminar la evolución, por ejemplo, en la libertad y moralidad humana(Dennett), en una espiritualidad depurada por la razón(Wilber, Chardin) o en el modelo político de las democracias capitalistas de estado de bienestar(Wilber). Intensos modos de fe de la mano de oscuros e titánicos intereses. 



[i] Por lo que se refiere a la historia del evolucionismo resulta de gran interés el libro “El misterio de los misterios” del evolucionista y popperiano Michael Ruse.
[ii] Sobre este tema habría que matizar que el catolicismo configuro su ortodoxia a partir de la dimensión simbólica(anagógica) y espiritual de los textos evangélicos, capaz de transcender toda interpretación literalista como también la mera dimensión histórica del texto. De ahí la menor preocupación que el evolucionismo darwinista despertó en ambientes católicos. Por lo demás el no-movimiento de la naturaleza en ambientes católicos venía más de la mano de la influencia de la teología aristotélico-tomista que apostaba por la eternidad del mundo y la consideración de la naturaleza como mera creación inerte de Dios sin esa capacidad de regeneración y creatividad ya aludida.
[iii] Entiendo como meta-relato la reflexión deductiva y teórica, filosófica en cualquier caso, que se infiere respecto de una serie de contenidos y datos con el fin de asentar desde los mismos un determinado sistema. El problema es que tales intentos sistemáticos, con la finalidad de legitimarse, se dediquen a redondear aquello de lo que tratan con el fin de ajustarlo y hacerlo encajar en el sistema propuesto. Tal será la gran laguna de esta forma de pensar, ideocrática y decimonónica. Desconfiar de estas pulsiones sistematizadoras con pretensiones de universalidad lejos de abocar a relativismo alguno sólo supone hacer consciente el carácter simbólico del lenguaje en tanto representación que indica lo real para contextos específicos. 
[iv] Stephen Jay Gould. La vida maravillosa. Ed. Critica, pg 20.
[v] Es decir, con la integración sistémica de biosfera y fisiosfera en un mismo nivel cualitativo de ser.

lunes, 29 de octubre de 2018

KEIZAN S.Xll-Xlll


KEIZAN S.Xll-Xlll
Zazen le permite al hombre despertar a su fuerza espiritual y morar en el ámbito del origen. Se le llama a esto manifestar el rostro original o también, dejar que brille la luz original; cuerpo y mente, ambos sucumben; estar sentado, estar acostado, igualmente desaparecen. No se piensa ni en bien ni en mal, se trascienden los opuestos de profano y santo, ilusión engañosa e iluminación y se mora lejos del ámbito de los seres vivientes y Budas. Por lo tanto deja tranquilas todas las cosas, aléjate de todos los objetos, en todo lo que hagas, no hagas nada y no dejes que actúen los seis sentidos. ¿Quién es un hombre así? Jamás se conoció su nombre. No se le debe llamar cuerpo ni se le debe llamar espíritu. Si lo quieres pensar, desecha tus pensamientos; si lo quieres decir, desecha tus palabras. Es como un bobo que no sabe, es como una pared empinada, es alto como una montaña y profundo como el mar; no eres capaz de señalar su cumbre ni de ver el fondo. Alumbra sin que haya enfrente objetos, su ojo claro penetra más allá de las nubes; sin pensar, a todas partes llega el pensamiento; la verdad brilla manifestándose en silencio.
Al que se sienta trascendiendo el Universo y permaneciendo en total soledad, se le manifiesta todo.
El insondable de la gran iluminación es como un gran muerto; ni la sombra más ligera empaña su ojo, ningún polvo frena sus pasos. ¿Qué podría mancharle, qué detenerle?

domingo, 28 de octubre de 2018

¿Buenas Obras o Fe? (Mileant).


¿Buenas Obras
o Fe?
Obispo Alejandro (Mileant).


Traducido por Bernardo Aramburu / Gennady Tschubov
 Permitid que vuestra luz brille ante los hombres de tal manera, que puedan ver vuestras buenas obras, y glorificar a vuestro Padre que está en el cielo (Mat. 5:16).
  




  
Los Dos Extremos
La vieja disputa continua; cada una de las partes de la contienda se ha aferrado a su posición y no tienen intención de ceder ni una pulgada. La Iglesia católica romana asevera que la salvación - es mérito del hombre. Con sus hechos y trabajos, el hombre no solo puede cubrir sus pecados, sino que, además, obtener un excedente de sus méritos, que puede ser utilizado en beneficio de otros. Como prueba de lo acertado de su concepto, los católicos romanos citan aquellos pasajes de la Escritura que hablan sobre la necesidad de las buenas obras; por ejemplo: "Por cuanto somos obra de Él, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios para que nos ejercitemos en ellas" (Ef. 2:10). "Deseo ... que quienes han creído en Dios sean capaces de ser cuidadosos en guardar las buenas obras. Estas cosas son buenas y benéficas a los hombres" (Tit. 3:8), entre otras citas.
Rechazando esta doctrina, los protestantes enseñan, que todos se salvan solamente por los méritos del Salvador. Los dones del perdón de los pecados y la vida eterna son obtenidos únicamente por la fe, la que es totalmente suficiente para la salvación. No existe la necesidad de las buenas obras, ni la perfección moral: Tan solo creed, y seréis salvos.
Para "probar" lo "cierto" de su concepto, ellos citan, entre otros textos, las siguientes palabras del Apóstol Pablo: "supuesto que delante de Él ningún hombre será justificado por las obras de la Ley. Porque por la Ley se nos ha dado el conocimiento del pecado. Ahora la justicia de Dios, sin la Ley, se nos ha hecho patente según está atestiguada por la Ley y los Profetas. Y esta justicia de Dios por la fe en Jesucristo, es para todos y sobre todos los que creen en Él, pues no hay distinción alguna; porque todos pecaron, y están privados de la gloria de Dios. Siendo justificados gratuitamente por la gracia de Él, en virtud de la redención que está en Cristo Jesús; a quien Dios propuso para ser la víctima de propiciación en virtud de su sangre por medio de la fe, a fin de demostrar la justicia que da Él mismo, perdonando los pecados pasados, soportados por Dios con toda paciencia, con el fin de manifestar su justicia, en el tiempo presente, por donde se vea cómo Él es justo en Sí mismo, y que justifica al que tiene la fe en Jesucristo. ¿Dónde está, pues, tu jactancia? Está excluido. ¿Por qué ley? ¿Por la de las obras? No; sino por la ley de la fe. Por ende concluimos que un hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley" (Rom. 3:20-28). Además, "Sabiendo que un hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Por eso creemos en Cristo Jesús, a fin de ser justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la Ley, por cuanto ningún mortal será justificado por las obras de la Ley" (Gal. 2:16).
Debido a que ambas partes encuentran sustento en la Santa Escritura, ¿Quién tiene la razón?. Es triste ver que algunas veces hasta los teólogos ortodoxos se enredan en el debate sobre la manera en que el hombre se salva. En sus polémicas con los católicos utilizan argumentos protestantes, mientras que en polémicas con los protestantes utilizan argumentos católicos. Esto da la impresión de que la Ortodoxia quizá no tenga clara su propia enseñanza acerca de la salvación, y que sostiene algo intermedio entre el catolicismo y el protestantismo. Un cristiano común que escuche los argumentos de ambas partes, hasta puede llegar a dudar sobre la veracidad de la Sagrada Escritura. Puede pensar que quizá los Apóstoles no comprendieron plenamente la enseñanza de Cristo, o que fueron incapaces de expresar Su enseñanza con suficiente claridad, o también que el contenido de las Escrituras fue distorsionado por agregados heréticos posteriores. Tal opinión fue sostenida por Martín Lutero y otros teólogos protestantes, quienes disputaban la autenticidad de la epístola del apóstol San Jaime y la epístola a los Hebreos, basados en el hecho de que hablan más definidamente sobre la necesidad de las buenas obras, que en el resto de los libros del Nuevo Testamento.
Una Explicación
de Términos
En realidad, no hay contradicciones en las Escrituras, ni pudo haber alguna. Toda la disputa entre los teólogos no ortodoxos se da en torno de un malentendido, por cuanto, la cuestión de la salvación desde una esfera espiritual y moral, es reducida a un simple nivel de categorías jurídicas formales. La salvación llegó a ser comprendida, no como la renovación de un alma pecaminosa, y adquisición de la rectitud, sino más bien como el resultado del cumplimiento del hombre de determinadas condiciones - o buenas obras (como en los católicos romanos) o fe (como en los protestantes). Entonces, si el hombre viola las condiciones requeridas, no puede ser salvo.
De hecho, la salvación o perdición del hombre es el resultado del estado moral de su alma. El Paraíso no es simplemente un lugar, sino también un estado o condición del alma que ha sido renovada. Cristo no vino a la tierra para llevarnos a mejores condiciones de vida, sino para renovarnos espiritualmente, para sanarnos de la corrupción del pecado, para restaurar en nosotros la belleza de la imagen de Dios, y a hacernos niños de Dios. "Por lo tanto, si alguno está en Cristo Jesús, ya es una creación nueva; acabose lo que era viejo..." (2 Cor. 5:17).
Debido a que la condición moral de un alma depende de la inclinación de su voluntad, el hombre debe esforzarse en corregir su corazón (cf. Lucas 17:20; Matt. 11:12). Es por eso que la doctrina de la salvación no puede ser observada desde un plano de hizo-no-hizo. La salvación debe ser vista como un proceso espiritual, llevada a cabo por la gracia de Cristo con la activa participación de quien está siendo salvado. En algunas personas este proceso se completa bastante rápido, como por ejemplo, en el sabio ladrón que se arrepintió en la cruz, mientras que en otras toma lugar lenta e indirectamente. Además, lo que se requiere espiritualmente para uno u otro individuo, es igual al nivel de perfección espiritual, que cada uno pueda alcanzar - en forma individual; esto es evidente en las parábolas de las semillas y los talentos (Mat. 13:1-23; Mat. 25:14-30).
Para estar convencidos de que la Santa Escritura esté libre de cualquier contradicción interna, debemos tener en claro su terminología: específicamente, cuando se refiere a obras, y cuando se refiere a la fe.
En aquellos textos referentes a la justificación por la fe que son citados por los protestantes, las palabras del Apóstol Pablo no son dirigidas contra las buenas obras, como tales, sino contra las obras de la ley. "Las obras de la ley" es un término muy específico, por el cual San Pablo se refiere al ritual y el aspecto ceremonial de la Ley Mosaica: sus "sábados" y festejos, la circuncisión, sus abluciones y ritos de purificación, su escrupulosa distinción entre la comida limpia y la inmunda, y finalmente toda su sobrecargada estructura de costumbres etnico-religiosas que se había construido en centurias. Los judíos, habiendo embebido "las obras de la ley" desde la lactancia de sus madres, veían a su religión no como una fuerza de renacimiento moral, sino el conjunto de prescripciones que debían ser estrictamente observados para merecer la justificación ante Dios. Cuanto más cumple uno las obras de la ley, tanto mayor será la recompensa - en proporciones meramente aritméticas. Así emergió esa mentalidad utilitarista y mercantilista contra la que San Pablo constantemente batallaba.
Cuando se trataba de buenas obras como expresión de una viva fe en Dios, San Pablo no solo que no las rechazaba, sino que por el contrario, a menudo exhortaba a los cristianos a llevarlas a cabo diligentemente. Por ejemplo, él escribía: "Por que con el corazón se cree para justificarse, y con la boca se hace confesión para salvarse" (Rom. 10:10). "Ya que tenemos por ende la oportunidad, hagamos el bien a todos los hombres" (Gal. 6:10). "Por cuanto somos hechura de Él, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios para que nos ejercitemos en ellas" (Ef. 2:10). "Deseo ... que quienes han creído en Dios sean capaces de ser cuidadosos en guardar las buenas obras. Estas cosas son buenas y benéficas a los hombres" (Tit. 3:8). "Ya sea que comáis, o bebáis, o cualquier cosa que hagáis, hacedlo todo a la gloria de Dios" (1 Cor. 10:31). Es Apóstol Santiago lo asevera más categóricamente: "Aquel, pues, que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, comete pecado" (Santiago 4:17).
Por lo tanto, cuando hablamos acerca de las "buenas obras," hacemos una distinción substancial respecto de las "obras de la ley," las cuales, ciertamente, en el cristianismo han perdido todo significado. Primero, las buenas obras no pueden ser cuantificadas ni medidas. Su valor no radica en su número sino en la dedicación con la que son realizadas. Por ejemplo, la pequeña moneda de la viuda pobre tuvo más valor ante los ojos de Dios, que las grandes sumas que los ricos donaban al tesoro del Templo; "porque todo lo que hacían es vertir su abundancia; pero ella de su necesidad vertió todo lo que tenía, incluso todo su sustento" (Marco 12:44).
Además, la misma obra puede ser considerada como buena o mala, dependiendo de la intención con que sea hecha. El Fariseo, de la parábola del Evangelio, pasó mucho tiempo en ayuno y oración, no obstante, no obtuvo ningún beneficio de ello, porque actuaba solamente para presumir de sus buenas obras frente a los demás; en cambio, Ana la profetiza adquirió el Espíritu Santo mediante su ayuno y oración (cf. Lucas 2:36). Los sectarios que rechazan los ayunos y oraciones de la Iglesia como si fuesen innecesarios, deberían de percatarse del hecho de que esa recta mujer, mediante sus obras de abstinencia y oración, obtuvo la gracia de Dios incluso en aquel tiempo en que la gracia aún no era accesible a los hombres, ya que el Espíritu Santo aún no había descendido sobre los Apóstoles (cf. Juan 7:39).
Finalmente, el valor de las buenas obras no radica tanto en las obras mismas, como en la manifestación de las buenas cualidades del hombre, sus virtudes. Existe una determinada correlación que aquí cabe señalar. Cada "obra" (acción) que el hombre hace deja una determinada huella perceptible en su alma, ya sea positiva o negativa. Una actividad más o menos constante del hombre, gradualmente lo hace virtuoso, o depravado. Por eso es importante realizar buenas obras, aunque más no sea, que para adquirir buenos hábitos (cf. Rom. 12:12; 1 Tim. 4:16). Por esta razón el Evangelio dice, "Benditos son los que padecen .... Benditos son los que en verdad tienen hambre y sed de rectitud .... Benditos son los misericordiosos .... Benditos son los que hacen la paz," - lo que significa que, felices serán aquellos, que permanentemente hacen el bien.
Ahora trataremos de aclarar la esencia del concepto de la fe. Hablando de la necesidad de la fe, las Sagradas Escrituras entienden bajo ese término, no solamente un reconocimiento abstracto y teórico de determinadas verdades de la religión, sino el consentimiento voluntario de someterse a Dios. En otras palabras, la fe contiene un elemento activo de determinadas actividades positivas, y en todas aquellas partes de las Sagradas Escrituras, en las que se habla de la fe salvadora, siempre encontramos determinados actos. Aún en nuestra vida cotidiana, los ingenieros no son apreciados tanto por sus conocimientos teóricos, como por su capacidad de aplicar esos conocimientos en la práctica. De igual manera, Dios espera de nosotros no una fe abstracta, sino una fe viva y activa. Es interesante notar que el mero conocimiento de la verdad religiosa, sin un modo de vida consecuente, no solamente no beneficia al hombre, sino que le infiere una condenación aún mayor; como dijo Cristo, "Ese siervo que conocía la voluntad de su señor, y no se preparó, ni obró de acuerdo con su voluntad, será golpeado con muchos látigos" (Lucas 12:47; cf. Rom 2:13).
Y así, la fe cristiana debe incluir un sincero deseo de volverse diferente y mejor persona. Esto exige un esfuerzo interior, un auto análisis, arrepentimiento, un cambio de modo de vida, para que así nuestra fe brille con luz resplandeciente. "Permitid que vuestra luz brille ante los hombres de tal manera, que puedan ver vuestras buenas obras, y glorificar a vuestro Padre que está en el cielo" (Matt. 5:16).
¿Hacia dónde
debemos esforzarnos?
La pregunta de que si el hombre se salva por la fe o por las obras, está planteada de manera equivocada, porque la salvación del alma no puede ser separada de su condición moral y espiritual. El Hijo de Dios vino a la tierra con el propósito de restaurar en el hombre la armonía entre sus pensamientos, sentimientos y actos, y así unirlo nuevamente a Él. Por eso, la Fe no se puede contraponer a las obras; por que ambas deben ser una sola, como el alma y el cuerpo de un ser humano vivo. Cuanto más virtuosamente vive el hombre, tanto más fortalece su fe, y cuanto más fortalece su fe, más recta será su vida - ambas se fortalecen entre sí.
Dios no necesita, ni la simple aceptación de Su existencia ni un desempeño mecánico de determinados actos. Él nos ama tanto que ofreció a su Hijo Unigénito en sacrificio para nuestra redención. ¿Qué puede ser mayor que semejante amor? Corresponde a nosotros responderle a Dios no a medias, sino con todo nuestro amor, incluyendo corazón y vida.
Para sintetizar la esencia del cristianismo, San Pedro el Apóstol les escribe a los creyentes: "De acuerdo con Su poder divino [i.e., la gracia de Dios] se nos ha otorgado todas las cosas necesarias para la vida y la piedad ... así ustedes, poniendo en ello todo el empeño, muestren en vuestra fe, virtud; en la virtud, sensatez; en la sensatez, abstención; en la abstención, paciencia; en la paciencia, piedad; en la piedad, amor fraternal; en el amor fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, e incrementan, entonces no les faltará el éxito y el fruto de conocer a nuestro Señor Jesucristo." ¿Cómo puede uno templarse sin ayunar? ¿Como puede ser caritativo sin dar ayuda al necesitado? Claramente, una alma virtuosa presupone una vida virtuosa. "Quien no posee eso, - escribe mas adelante el apóstol Pedro, - esta ciego, cerró los ojos, olvidando de qué manera fue lavado de sus antiguos pecados" (2 Ped. 1:9). Este breve pasaje instructivo merece la atención por el hecho, que combina los elementos más importantes del cristianismo: esfuerzo personal con la ayuda de la gracia de Dios y una vida virtuosa con favorables cambios del alma.
Ciertamente, todo esto requiere tiempo y paciencia, como enseña el Apóstol Pablo: "No nos cansemos, pues, de hacer el bien, por que si perseveramos, a su tiempo hemos de recoger el fruto. Por lo tanto, mientras tenemos tiempo, hagamos el bien a todos" (Gal. 6:9-10). "No seáis flojos en cumplir vuestro deber; sed fervorosos de espíritu y servid al Señor" (Rom. 12:11).
En vano ha sido la discusión de los no ortodoxos acerca de la manera en la que el hombre se salva. "Porque en Jesucristo nada importa el ser circunciso o incircunciso, sino la fe, que obra animada de la caridad" (Gal. 5:6). Cualquier cristiano que no se esfuerce por corregir su corazón, está desperdiciando la gracia recibida. Como dijo nuestro Señor, "El que no esta conmigo, contra Mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama" (Mat. 12:30).
San Pablo sintetizó bellamente la disposición la cual debemos conservar permanentemente en nosotros. "Regocijaos en el Señor Siempre: y os digo otra vez, Regocijaos.... No tengáis cuidado de nada; sino que en cada cosa mediante la oración y súplica con agradecimiento permitid que vuestra petición sea conocida por el Señor... Cualquier cosa que sea verdadera, cualquier cosa que sea honesta, cualquier cosa que sea justa, cualquier cosa que sea pura, cualquier cosa que sea agradable, cualquier cosa de buena reputación; si hubiese cualquier virtud, y si hubiese cualquier halago, pensad en estas cosas. Aquellas cosas, que habéis aprendido, y recibido, y escuchado, y visto en mi, hacedlas: y el Dios de la paz estará con vosotros" (Fil. 4:4, 6:8-9).
Apéndice:
Los Santos Padres
sobre las Buenas Obras
"Que cada buena obra que llevemos a cabo sea hecha para la gloria de Dios, y entonces será también para nuestra gloria. El cumplimiento de los mandamientos es santo y puro solamente si es hecho teniendo al Señor en la mente, con temor de Dios y amor por Él. El enemigo de la raza humana (el diablo) trata por todos los medios de alejarnos de tal disposición utilizando diversas añagazas terrenales, para que en lugar de un verdadero bienestar - amor a Dios - atemos nuestro corazón a los imaginarios bienes mundanos. En general, el malvado trata de manchar y desfigurar cualquier bien que el hombre pueda hacer; en nuestro cumplimiento de los mandamientos él disemina las semillas de la vanagloria, duda, murmuración o algo similar, para convertir nuestra buena obra en algo que ya no es bueno. Una buena obra llega a ser verdaderamente buena solo si es hecha para Dios, con humildad y diligencia. En tal estado, todas las cosas prescritas por los mandamientos se vuelven fáciles para nosotros, porque nuestro amor por Dios aleja todas las dificultades para guardar sus mandamientos" (San Efrén el Sirio).
"Todos los que deseen ser salvados no solo deben evitar el mal, sino que están obligados a hacer el bien; como está dicho en los Salmos, 'Alejaos del mal, y haced el bien' (Ps. 33:14). Por ejemplo, si alguien es propenso a la ira, no solamente debe dejar de enojarse, sino que debe volverse manso. Si alguien es soberbio, no solamente debe dejar de ser soberbio, sino que debe volverse humilde. Cada pasión tiene una virtud opuesta: soberbia - humildad; miserabilidad - generosidad; lujuria - castidad; descorazonamiento - paciencia; cólera - mansedumbre; odio - amor" (Abba Dorotéo).
"No toda buena obra es considerada una buena obra, solamente es una buena obra aquella que es hecha para Dios. Los aspectos externos de la obra no constituyen su esencia, Dios ve el corazón. Como debemos humillarnos, viendo, que a cada buena obra se mezcla la pasión. Lo más saludable es una abstinencia moderada. Es mejor ser deshonrados y sufrir, y dejar que todo se haga a la voluntad de Dios; uno por sí mismo no debe afligirse. Eso sería un acto de insolencia y soberbia, y podría resultar en que no podáis resistir lo que habéis tomado sobre vosotros por vuestra propia voluntad. Un pecado que esta cubierto por una máscara de bondad entra clandestinamente y daña las almas de quienes no se examinan a sí mismos con los Evangelios. La bondad del Evangelio requiere de abnegación, la renuncia a la propia voluntad y mente" (Starets Nícon).





viernes, 26 de octubre de 2018

Kali Yuga en Vishnu Purana


 Vishnu Purana (Libro VI, cap. 1):

«Las personas del Kali Yuga pretenderán ignorar las diferencias de razas y el carácter sagrado del matrimonio (que asegura la continuidad de una raza), la relación de maestro a alumno, la importancia de los ritos. Durante el Kali Yuga personas de cualquier origen se casarán con chicas de cualquier raza. Las mujeres se harán independientes y buscarán bellos varones. Ellas se adornarán con peinados extravagantes y dejarán a un marido sin recursos por un hombre rico.

Ellas serán delgadas, golosas, apegadas al placer. Producirán demasiados hijos pero serán poco respetadas. No se interesarán más que en ellas mismas, serán egoístas, sus palabras serán pérfidas y engañosas.

Mujeres de alta alcurnia se entregarán a los deseos de los hombres más viles y practicarán actos obscenos.

Los hombres no querrán mas que ganar dinero, los más ricos serán los que detenten el poder. Aquellos que posean muchos elefantes, caballos y carros serán reyes. Las personas sin recursos serán sus esclavos.

Los jefes de estado no protegerán ya más al pueblo sino que, por medio de los impuestos, se apropiarán de todas las riquezas. Los agricultores abandonarán sus trabajos de labranza y de cosecha para volverse obreros no especializados (kârû-karmä) y tomarán la conducta de los «fuera-de-casta». Muchos se vestirán de harapos, estarán sin trabajo, dormirán en el suelo, viviendo como miserables.

Por la falta de poderes públicos muchos niños morirán. Algunos tendrán el pelo blanco ya a los doce años.

En estos tiempos la vía trazada por los textos sagrados desaparecerá. Las personas creerán en teorías ilusorias. No habrá ya más moral y la duración de la vida se reducirá.
Las personas aceptarán como artículos de fe las teorías promulgadas por cualquiera. Se venerarán los falsos dioses en los falsos ashrams en los cuales se decretarán arbitrariamente ayunos, peregrinajes, penitencias, donación de bienes, austeridades en el nombre de pretendidas religiones. Personas de baja casta llevarán un hábito religioso y, por su comportamiento mentiroso, se harán respetar.

Las personas tomarán el alimento sin haberse lavado. No venerarán ni el fuego doméstico ni a los huéspedes. No practicarán los ritos fúnebres.

Los estudiantes no observarán las reglas de su estado. Los hombres establecidos no harán ya más ofrendas a los dioses ni dones a las personas meritorias.

Los ermitaños (vanaprasthä) comerán comida de burgueses y los monjes (sanyasi) tendrán lazos amorosos (snéhä-sambandhä) con sus amigos.

Los obreros (shudrä) reclamaran la igualdad con los sabios. Las vacas no serán salvadas porque ellas darán leche.

Los pobres harán una gloria de su pobreza y las mujeres de la belleza de su cabello.
El agua faltará y, en muchas regiones, se mirará el cielo con la esperanza de un chubasco. Las lluvias escasearán, los campos se volverán estériles, los frutos no tendrán más sabor. El arroz faltará, se beberá leche de cabra.

Las personas que sufran la sequía se alimentarán de bulbos y de raíces.No tendrán alegrías ni placer. Muchos se suicidarán. Sufriendo de hambre y de miseria, tristes y desesperados, muchos emigrarán hacia los países en los que crece el trigo y el centeno.
Los hombres con poca inteligencia, influenciados por teorías aberrantes, vivirán en el error. Ellos dirán: ¿para qué los dioses, los sacerdotes, los libros santos, las abluciones?
Ya no se respetará más el linaje de los ancestros. El joven esposo irá a vivir a casa de sus suegros. El dirá: «¿qué significan un padre o una madre? Todos según sus actos, su Karma, nacen y mueren. (por lo tanto la familia, el clan, la raza, no tiene ningún sentido)»
En el Kali Yuga los hombres no tendrán virtudes, ni pureza, ni pudor, y conocerán grandes desgracias.»

Kali Yuga en Linga Purana

 Linga Purana:

II, 39-40

-«Son los más bajos instintos los que estimulan a los hombres del Kali Yuga. Ellos eligen preferentemente ideas falsas. No dudan en perseguir a los sabios. El deseo les atormenta. La negligencia, la enfermedad, el hambre, el miedo se extienden. Habrá graves sequías. Las diferentes regiones de los países se opondrán unas a las otras.
Los libros sagrados ya no se respetarán. Los hombres no tendrán moral, y serán irritables y sectarios. En la edad de Kali se extienden las falsas doctrinas y los escritos engañosos.
Las personas tienen miedo ya que descuidan las reglas enseñadas por los sabios y no efectúan ya más los ritos correctamente.

Muchos perecerán. El número de príncipes y de agricultores disminuirá gradualmente. Las clases obreras quieren atribuirse el poder real y compartir el saber, la comida y los lechos de los antiguos príncipes. La mayor parte de los nuevos jefes es de origen obrero. Ellos perseguirán a los sacerdotes y a los que tengan sabiduría.

Se matará a los fetos en el vientre de su madre y se asesinará a los héroes. Los Shudra (obreros) pretenderán comportarse como Brahmanes (sabios) y los sacerdotes como obreros.

Los ladrones llegarán a reyes, los reyes serán ladrones.

Muchas serán las mujeres que tendrán relaciones con varios hombres.

La estabilidad y el equilibrio de las cuatro castas de la sociedad y de las cuatro edades de la vida desaparecerán de todas partes. La tierra producirá mucho en algunos lugares y demasiado poco en otros.

Los dirigentes confiscarán la propiedad y harán de ella un mal uso. Ellos dejarán de proteger al pueblo.

Hombres viles que habrán adquirido un cierto saber (sin tener las virtudes necesarias para su uso) serán honrados como sabios.

Hombres que no poseen las virtudes de los guerreros llegarán a ser reyes. Habrá sabios que estarán al servicio de hombres mediocres, vanidosos y rencorosos. Los sacerdotes se envilecerán al vender los sacramentos. Habrá muchas personas desplazadas, errando de un país a otro. El número de hombres disminuirá, el de mujeres aumentará.

Durante la Edad de Kali, el Gran Dios, Shiva, el pacificador azul obscuro y rojo, se revelará a todos bajo un disfraz para restablecer la justicia. Quienes vayan a él se salvarán.

Los animales de presa serán más violentos. El número de vacas disminuirá. Los hombres de bien renunciaran a tener un papel activo.

Comida ya cocinada será puesta en venta. Los libros sagrados se venderán en las esquinas de las calles. Las chicas jóvenes comerciarán con su virginidad. El dios de las nubes será incoherente con la distribución de lluvias. Los comerciantes harán operaciones deshonestas. Ellos estarán rodeados de falsos filósofos pretenciosos. Habrá muchos mendigos y parados. Todo el mundo empleará palabras duras y groseras. No se podrá confiar en nadie. Las personas serán envidiosas. Nadie querrá ser recíproco con un servicio recibido. La degradación de las virtudes y la censura de los puritanos hipócritas y moralizantes caracterizarán el periodo del fin de Kali. Ya no habrá más reyes. La riqueza y las cosechas disminuirán. Grupos de bandidos se organizarán en las ciudades y en el campo. El agua escaseará y los frutos serán poco abundantes. Aquellos que deberían asegurar la protección de los ciudadanos no lo harán. Numerosos serán los ladrones. Las violaciones serán frecuentes. Muchos individuos serán pérfidos, lúbricos, viles y temerarios. Llevarán el pelo en desorden. Nacerán muchos niños cuya esperanza de vida no superará los dieciséis años. Aventureros tomarán la apariencia de monjes con la cabeza afeitada, vestimentas naranja, y rosarios alrededor del cuello. Se robarán las reservas de trigo. Los ladrones robarán a los ladrones. Las personas se volverán inactivas, letárgicas y sin objetivo. Las enfermedades, las ratas y las substancias nocivas les atormentarán. Personas afligidas por el hambre y el miedo se refugiarán en los «refugios subterráneos» (kaushikä).
Raras serán las personas que vivirán cien años. Los textos sagrados serán adulterados. Los ritos serán descuidados. Los vagabundos serán numerosos en todos los países.
Los heréticos se opondrán al principio de las cuatro castas y de las cuatro épocas de la vida. Personas no cualificadas pasarán por expertos en materia de moral y de religión.
Las personas masacraran a las mujeres, a los niños, a las vacas y se matarán unos a otros.»

Sin embargo, algunos llegarán a la perfección en muy poco tiempo. Excelentes brahmanes seguirán practicando los ritos." (Linga Purâna, II, cap. 39 y 40).

Linga Purana (capítulo 40):

«Durante el periodo de crepúsculo en que acaba el Yuga, el justiciero vendrá y matará a los malvados. Nacerá de la dinastía de la luna. Su nombre es guerra (Samiti). Vagará por toda la tierra con una vasta armada. Destruirá a los Mlécchä (los bárbaros. Los occidentales) por miles. Destruirá a las personas de baja casta que han tomado el poder real (de la realeza) y exterminará a los falsos filósofos, los criminales y las personas de sangre mezclada. Comenzará su campaña en su trigésimo segundo año y continuará durante veinte más.
Matará a millones de personas, la tierra será arrasada. Las personas se matarán entre ellas furiosamente. Al final quedarán por un lado y por otro grupos de personas que se matarán entre ellos para robarse mutuamente. Agitados y confusos abandonarán sus mujeres y sus casas.

No tendrán educación, ni ley, ni vergüenza, ni amor. Abandonarán los campos para emigrar fuera de las fronteras de su país.
Vivirán del vino, de la carne, de las raíces y de los frutos, se vestirán con cortezas, con hojas, con pieles de animales. No utilizarán más la moneda. Tendrán hambre, estarán enfermos y conocerán la desesperación. Es entonces cuando algunos comenzarán a reflexionar.»
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Sin embargo, el fin del Kali Yuga también supondrá un período particularmente favorable para una investigación y una búsqueda de la verdadera sabiduría. Del fin de la Edad Sombría surgirá el retorno a la Edad Dorada:
-”La edad de Kali, a pesar de ser un abismo de vicios, posee una ventaja única y preciosa: es suficiente con celebrar las alabanzas a Krishna para que, desembarazado de todas las ataduras, uno quede unido al Ser supremo” (Bhâgavata-purâna, L. XII, cap III 52)

-”Algunos alcanzaran la sabiduría en poco tiempo porque los méritos adquiridos en un año durante el Trétä Yugä pueden ser obtenidos en un día en la edad de Kali “. (Shiva Purana 5.1., 40-40)

-”Al final del Kali Yuga el dios Shiva (la Consciencia) se manifestará para restablecer la vía justa bajo una forma secreta y escondida”. (Linga Purana 1.40.12)

-”Bienaventurados los hijos del Kali Yuga; como a ellos nada se les ha dado, nada les será exigido” (De un texto tántrico)

-”¡Excelente, excelente el Kali-Yuga! Lo que en la Edad de Plata o la de Bronce costaba largo tiempo y penosos esfuerzos, en el Kali-Yuga se realiza en un día y una noche.” (Vishnu Purana)




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jueves, 25 de octubre de 2018

En el monte Athos. (Anónimo 1557)


Capítulo XI: En el monte Athos


     JUAN.- ¿Qué uso es el suyo?
     PEDRO.-En toda la Iglesia griega no se hincan de rodillas, y las orationes particulares, como no sean misa ni horas de la Iglesia, son a la apostólica, muy breves: haçen tres vezes una cruz como quien se persina, tan larga como es el hombre, de manera que como nosotros llegamos al pecho con la cruz, ellos a la garganta del pie, y dicen: Agios o Theos. Agios schiros, Agios athanatos, eleison imas. Esto, como digo, tres vezes o cuatro, y en la iglesia añaden un pater noster.
     MATA.- ¿Qué quieren deçir aquellas palabras?
     PEDRO.-Sancto Dios, Sancto fuerte, Sancto immortal, ten misericordia de nosotros.
     MATA.-En verdad que es linda oratión.
     JUAN.-A vos porque es breve os agrada.
     PEDRO.-También tienen un Chirie eleison, la más común palabra. Quando se maravillan de algo. Chirie eleison: quando se ven en fortuna de mar o de tierra, Chirie eleison. Estarse a un griego media hora diziendo: Chirie eleison; que es: Señor, miserere. Entramos ya en el monesterio y fuimos a la iglesia a hazer primero la oratión que llaman prosquinima, y quando me preguntaban adónde iba, o de dónde venía aquellos fraires, con deçirles que era prosquinitis, que quiere deçir como peregrino que va a cumplir alguna romería, atajaba muchas preguntas; diéronme luego a beber en la despensa y el prior mostró buena cara.
     MATA.-Esas siempre las muestran hasta saber si les dan algo o no.
     PEDRO.-Deso estaba bien seguro; y era ya una hora antes que el sol se pusiese, [cuando] vinieron luego todos los fraires que estaban fuera y tocaron a bísperas, y entramos en el coro donde vi, çierto, una iglesia muy buena y bien adornada de imágenes y çera.
     MATA.-A todo esto, ¿nunca se hazía caso del compañero, ni hablaba, ni preguntaban cómo no hablaba?
     PEDRO.-Cada paso; mas yo luego respondía que era sordo y no entendía lo que dezíamos. ¿Cómo había de hablar?, lo qual bían por la experiençia. Los ofiçios eran tan largos como maitines de la Noche Buena y çiertamente, sin mentir, duraron quatro horas; al cabo salimos, que nunca lo pensé, y fuímonos al refitorio a cenar.
     JUAN.- ¿Qué rezan que tanto tardan?
     PEDRO.-El Salterio, del primer psalmo hasta el postrero.
     JUAN.- ¿Cada día?
     PEDRO.-Dos vezes, una a bísperas, otra a maitines.
     JUAN.- ¿Cantado o rezado?
     PEDRO.-Cantado reçando.
     MATA.- ¿Cómo es eso?, ¿cantar y rezar junto?
     PEDRO.-No, sino que lo cantan tan de corrida, que paresçe que rezan.
     MATA.- ¡Ah! ¿Cómo acá los clérigos en los mortuorios de los pobres?
     PEDRO.-Ansí es.
     JUAN.-Largo ofiçio es ése. ¿Qué tiempo les queda si han de olgar?
     PEDRO.-Lo que pluguiese a Dios sobrase a los fraires todos de acá.
     JUAN.- ¿Qué es?
     PEDRO.-Después lo sabréis; dexadme agora. El refictorio tenía las mesas de mármol todas, sin manteles ningunos, mas de la viva piedra, y un agujero en medio y algo cóncava, para en acabando de comer labarla y cae el agua por aquel agujero.
     MATA.- ¿Con qué se limpian?
     PEDRO.- ¿De qué?
     MATA.-De la comida.
     PEDRO.- ¿Pues aún no nos hemos sentado a la mesa y ya os queréis limpiar? Era día de Sancto Mathía, y en cada mesa se sentaban seis y había seis jarrillos de plomo de a quartillo llenos de un vino que no sabe mal, hecho de orujo y miel con çierta hierba que le echan dentro y un poco de agua de azar que le da sabor. Verdaderamente salta y emborracha, y si no os dizen qué es, paresçeros ha buen vino blanco, y un platico de queso molido, que en aquellas partes quajan mucho queso, como manteca de bacas, y métenlo en cueros como la mesma manteca, y sécase allí; después está como sal, y esto se come amasando el bocado de pan primero entre los dedos para que adquiera alguna humidad, y pegue el queso en ello quando untare el pan. Teníamos olla de unas como arbejas que llaman fasoles, y azitunas como las pasadas y a casco y medio de zebolla. El pan era algo durillo, pero no malo.
     MATA.-Duro tenerlo hían para que no se comiese tanto.
     PEDRO.-Açertastes; luego a la ospedería a dormir, la qual era, como agora os pintaré, una camaraza antiquíssima con muchos paramentos naturales.
     JUAN.- ¿Qué son naturales?
     MATA.- ¡Echadle paja! ¿No sabéis qué son telarañas?
     PEDRO.-Las camas sobre un tablado; una manta que llaman esclabina, que de más de la infinita gente que dentro tenía, habría una carga de polvo en ella. Una almohadilla de pluma que si la dexaran se fuera por su pie a la pila.
     MATA.- ¿Había más?
     PEDRO.-No.
     MATA.- ¿Luego para ir a maitines y madrugar, no había neçesidad de despertadores? Y las camas dellos ¿son ansí?
     PEDRO.-Sin faltar punto, salbo la de alguno que se la compra él. Con ser la noche larga, a las dos fuimos a maitines; salimos a las siete. Aún estaba confuso qué había de ser de mí; lleguéme al prior, y díxele que le quería en confesión deçir dos palabras, y túbolo por bien. Digo, pues: Padre santo, yo os hago saver que no somos fraires, ni aun griegos tampoco; somos españoles y venimos huidos del poder de los turcos y para mejor nos salvar hemos tomado este vuestro sancto ábito. Apóstoles sois de Christo; hazed conforme al ofiçio que tenéis, que por solamente querernos hazer renegar somos huidos, y a ser tomados, por no ser maltratados, quizá haremos algún desatino, el qual, no usando vos de piedad y misericordia, seréis causa y llebaréis sobre vos. Yo traigo graçias a Dios, dineros que gastar estos dos meses, si fuere menester; no quiero más de que me tengáis aquí fasta que benga algún nabío que me llebe de aquí y pagaré cortésmente la costa toda que entre tanto haré.
     JUAN.-Justa petiçión era por çierto.
     PEDRO.-Tan justa era quan injusta me respondió. Començó de santiguarse y hazer melindres, y espantosos escrúpulos, diziendo: Chirie eleison, ¿y esta traiçión teníais encubierta? ¿Queréis, por ventura, vos ser el tiçón con que toda nuestra casa se abrase, y aun la horden? Luego sin dilaçión os id con Dios, que a esta mar no biene nabío ninguno de los que vos queréis, sino idos a Santa Laura, que era otro monesterio, que allí hay un portiçuelo donde se hallan algunas vezes esos nabíos: y no os detengáis más aquí, porque como éste es el monesterio más çerca de donde están los turcos, cada día vienen aquí a visitarnos y luego os verán; yo no lo puedo hazer, andá con Dios.
     MATA.-Pues ¡maldiga Dios el mal fraire! ¿tan pequeño era el monesterio que, aunque viniesen mill turcos, no os podían esconder quanto más sin venir a buscaros?
     PEDRO.-El menor, de veintidós que son, es como Sant Benito de Valladolid y mayor mucho, como están en desierto, que paresçe cada uno un gran castillo; y más que todo es muy espeso monte de castaños y otros árboles, que ya que algo fuera me podía salir al bosque entre tanto que me buscaban.
     MATA.- ¿Qué buscar? ¿Qué bosque ni espesura? Yos prometo que si fuerais donçellas, aunque fueran çiento cupieran en casa con todas sus santidades.
     PEDRO.-Yo le demandé un fraire que me mostrase el camino hasta otro monesterio, renegando de la paçiencia, que sería ocho leguas de allí por el más áspero camino que pienso haber en el mundo, y diómele de buena gana, mas con tal condiçión que le pagase su trabajo, porque eran pobres; yo lo puse en sus manos y mandó medio ducado; admitílo, aunque era mucho, mas con condiçión que porque yo estaba cansado y el viejo no podía, que llebase él las alforjas acuestas, que de camisas y beinte baratijas pesaban bien; no quiso, sino a ratos él y yo; escoxí del mal lo menos, por tener a quien hablar que supiese que no era fraire, para que me avisase de todas las cosas que había de hazer y zerimonias que en la orden había, para mejor saber fingir el ábito, lo qual fue una de las cosas que más me dieron la vida para salvarme, porque yo çierto lo deprendí a saberlo tan bien como quantos había en el Monte. Pasamos por un monesterio que se llamaba Psimeno sin entrar dentro, y fuimos a dormir en otro muy de los prinçipales que se llama Batopedi, adonde ya sabía yo el modo de las çeremonias de fraire, y no fui conosçido por otro, y fuimos huéspedes aquella noche; y dimos con nosotros en otro, que es también prinçipal, que se diçe Padocrátora, en donde almorçamos, y pasamos a otro, que se llama Hibérico, en donde comimos, y queriendo pasar adelante me preguntaron qué era la causa que pues todos los peregrinos en cada monesterio estaban tres días, nosotros íbamos tan deprisa. Yo respondí porque en Santa Laura tenía nueba que estaba un nabío que se partía para Chío, y por llegar antes que se partiese a escribir una carta, y embiar cierta cosa que nuestro patriarca me había dado en Constantinopla, mas que luego había de dar la buelta y hazer mi oratión como era obligado; y con esto los aseguré ya; pasé a otro, que se llama Stabronequita, y de allí a Sancta Laura, donde pensaba había de haber fin mi esperança; y hecha la oratión y çerimonias fuimos a hablar al prior, al qual hize el mesmo raçonamiento que al primero, y él los mesmos milagros y respuestas que el otro, y dixo que allí jamás había nabío semejante, sino de turcos, que me conosçerían y sería la ruina de todos. El mejor remedio era ir al Xilandari, que era el primero de todos, y allí solían acudir aquellos nabíos. Yo digo: Señor, he estado allá y remitiéronme acá; mirad que conmigo no habéis de gastar nada. No aprobechando, procuré de saber si había algún fraire letrado para comunicar con él, y contentándole, que se me afiçionase y rogase por mí, y había uno solo que se llamaba el papa Nicola, y començéle de hablar en griego, latino y cosas de letras, el qual m'entendía tanto, que con una ayuda de agua fría le hizieran echar quanto sabía. En fin como diçe el italiano: en la terra de li orbi, beato chi ha un ochio: en la tierra de los çiegos, beato el tuerto; afiçionóseme un poco y habló por mí, y lo que pudo alcançar era que nos quedásemos allí por fraires de veras, y que él nos enviaría adentro el bosque, donde tenían una granja, y yo cabaría las viñas y mi compañero guardaría un hato de obejas; y si esto no queríamos, desde luego desembarazásemos la casa; yo respondí agradesçiéndoselo que holgara dello, pero no podíamos por respecto que teníamos mugeres y hijos, que de otra manera Dios sabía nuestro muy buen propósito.
     JUAN.-Pues ¿el fraire mesmo había de cabar ni guardar ovejas?
     PEDRO.-Quiéroos aquí pintar la vida del Monte Sancto, para que no vais tropezando en ello, y después acordarme dónde quedó la plática.
     MATA.-Yo tomo el cargo deso.
     PEDRO.-Los veintidós monesterios que os he dicho, todos, sino dos, están en la mesma ribera de la mar, y cada uno tiene una torre y puertas de yerro, y puentes levadiças, no más ni menos que una fortaleza, y no se abre hasta que salga el sol. Tiene ansí mismo cada monesterio su artillería, y fraires que son artilleros, [y] una cámara de arcos y espadas.
     JUAN.- ¿Para qué esas armas?
     PEDRO.-Para defenderse de los cosarios, que podrían hazer algún salto. La distançia de un monesterio a otro no será de dos leguas adelante. En el punto que sueltan una pieza de artillería, concurrirán al menos tres mill fraires armados y aun muchos dellos a caballo, y resistirán a un exérçito si fuere menester.
     JUAN.-Si esos están debajo el Turco, ¿quién les haze mal?
     PEDRO.-Cosarios, que no obedesçen a nadie; son como salteadores o bandoleros en tierra.
     MATA.- ¿No será mejor a repique de campana?
     PEDRO.-En todo el imperio del Gran Turco no las hay ni las consiente. Unos diçen que porque es pecado; mas yo creo a los que diçen que, como hay tantos christianos, teme no se le alzen o le hagan alguna traiçión; porque el repique de campana junta mucha jente: ni órgano tampoco no le hay en ninguna iglesia, que con trompetas se dize en Constantinopla algún día solemne la misa.
     JUAN.- ¿Pues cómo tañen los fraires o los clérigos a misa?
     PEDRO.-Campanas tienen de palo y de hierro que tocan como acá.
     MATA.-Eso no entiendo cómo pueda ser.
     PEDRO.-Una tabla delgada, estrecha y larga cuanto seis varas; por enmedio tiene una asa como de broquel y tráenla en el aire en la una mano, que no toque a rropa ni a nada, y en la otra un maçico, con el qual va repicando en su tabla por todo el monesterio y haze todas las differençias de sones que acá nosotros con las nuestras.
     JUAN.- ¿Como acá los Viernes Sanctos?
     PEDRO.-Quasi. Las de yerro son una barra ancha y a manera de herradura o media luna, colgada de modo que no toque a ninguna parte, y allí con dos maçicos de yerro hazen también sus diferençias de repiquetes los días de fiesta.
     MATA.- ¿Qué, es posible que en tan grande miseria están los pobres christianos? Nunca lo pensara. ¿Y tantos hay desos fraires?
     PEDRO.-Ya os he dicho que en cada monesterio doçientos o tresçientos, ansí como los monesterios de acá y las perrochias; todo es una manera de çelebrar allá; dígolo para que los que oyerdes de Monte Sancto se entiende de toda Greçia.
     MATA.- ¿El comer?
     PEDRO.-Ya os he dicho cómo comimos aquellos días de fiesta. Ellos tienen la mayor abstinençia que imaginarse puede. Primeramente no comen carne, ni huebos, ni leche, sino es obra de treinta o quarenta días en todo el año; iten tienen quatro Quaresmas.
     JUAN.- ¿Los fraires, o todos los griegos?
     PEDRO.-Todos las tienen; pero más abstinençia tienen los fraires. El Adviento es la una, en el qual comen pescado si le tienen; luego la nuestra Quaresma, que la llaman ellos grande, la qual toman ocho días antes que nosotros y en aquéllos bien pueden comer todos huebos y leche y pescado. El domingo de nuestras Carnestolendas las tienen ellos de pescado y huebos y leche, si no fuere pescado sin sangre, como es ostrias, caracoles, calamares, pulpos, gibias, veneras y otras cosas. Ansí, los fraires añaden más abstinençia, que no comen lunes, miércoles y viernes açeite, diçiendo que es cosa de gran nutrimento, ni beben vino; gisan unas ollas de hinojo y fasoles, con un poco de vinagre; habas remojadas con sal de la noche antes tienen muy en uso y algunas açitunas.
     JUAN.- ¿Pasáis por tal cosa? ¿Y pueden resistir a guardarlo de esa manera?
     PEDRO.-Como testigo de vista os diré lo que pasa en eso. No digo yo fraire, ni en Quaresma, sino un plebeyo en viernes, que esté malo, que se purgue, no comerá dos tragos de caldo de abe, ni un huebo, si pensase por ello morir o no morir, y aun irse al infierno; en eso no se hable, que entre un millón que curé de griegos jamás lo pude acabar, sino unas pasas o un poco de aquel pan cocto de Italia. El Domingo de Ramos y el día de Nuestra Señora de março comen pescado y se emborrachan todos los seglares, y aun de los otros algunos, y darán las capas por tener para aquel día pescado.
     JUAN.- ¿Celebran ellos la Pascua como nosotros?
     PEDRO.-Como nosotros, y quando nosotros tienen todas las fiestas del año, y la mañana de Pascua es la mejor fiesta del mundo, que se besan quantos se topan por la calle y se conosçen, unos a otros, y el que primero vesa dice: O Theos anesti. El otro responde: Allithos anesti. Christo resuscitó. Y el otro: Verdaderamente resucitó.
     MATA.- ¿Y a las damas también?
     PEDRO.-Ni más ni menos, si las conosçen; aunque yo, para deçir la verdad, aquel día si me paresçía bien, aunque no la conosçiese, le daba las pascuas en la calle y me lo tenía a mucho por ser español, y aun cobraba amistades de nuebo por ello.
     MATA.- ¿Hay hermosas griegas allá?
     PEDRO.-Mucho, como unas deas.
     JUAN.-Dexaos agora deso; ¡mira adónde salta! ¿Quál es la terçera Quaresma?
     MATA.-No querría Juan de Voto a Dios oír hablar de damas burlando, mas de veras. Dios os guarde de todos los de tal nombre en achaque de sanctos.
     PEDRO.-Desde principio de junio hasta Sant Juan; y ésta no hay abstinencia de pescado, aunque tenga sangre. La última desde primero de agosto hasta Nuestra Señora, y aun hay muchos que tienen otra quinta de 25 días, a San Dimitre; mas ésta no es de preçepto.
     JUAN.-Y en el sacrificar ¿en qué difieren de nosotros?
     PEDRO.-En el baptiçar diçen que somos herejes, porque es grande soberbia que diga un hombre: Ego te baptizo, sino Dulos Theu se baptizi: el sierbo de Dios te baptiza. Yo, hablando muchas vezes con el patriarca y algunos obispos, les deçía que por falta de letrados estaban diferentes su Iglesia y la nuestra romana; porque esto del baptismo todo era uno dezir: Yo te bautizo en el nombre del Padre, etc. y El siervo de Dios te baptiza. No echan el agua de alto, sino tómanle por los pies y zapúzanle todo dentro la pila. En la misa no hay pan senzeño, ni curan de hostia como nosotros, sino un pedaçillo de pan algo creçido. Las mugeres que lleban pan a la iglesia para ofresçer hazen una cruz a un lado del panezillo, para que de allí tome el sacristán para sacrificar, y en un platico lo tienen en el altar. La casulla es a manera de manto de fraire hasta en pies, con muchos pliegues; no le verán deçir la misa, porque el altar está detrás de una pared a manera de cançel con dos puertas a los lados. El saçerdote sobre la una diçe la Epístola al pueblo, y muchas orationes que nuestra Iglesia diçe el Viernes Sancto, ellos en todas sus misas las tienen. En la otra puerta diçe el Evangelio. El credo y el pater noster no le diçe el saçerdote, sino un muchacho a boces en medio de la iglesia.
     JUAN.- ¿Qué causa dan para que se ha de sacrificar con pan levado?
     PEDRO.-Porque el pan sin levadura es como cuerpo sin ánima, y habiéndose de convertir en Christo aquéllo, no puede si no tiene ánima. Son todos una jente quasi tan sin razón como los turcos.
     JUAN.-Ansí me paresçe a mí por lo que dellos me contáis. ¿Y cómo alçan el sacramento?
     PEDRO.-Tiénele el sacerdote en su plato cubierto con un belo negro y sale por una puerta, y da vuelta por todo el coro a manera de proçessión y torna por la otra; y otro tanto al cáliz, y de como sale hasta que torna ninguno mira haçiallá, sino todos, inclinadas las cabezas hasta las rodillas, y más si más pueden, están haçiendo cruçes, y diçiendo: Chirie eleison, Chirie eleison. En fin de la misa el saçerdote da por su mano a todos el pan bendito, que llaman andidero, y algunos entonçes ofresçen algo, y no creáis que habrá griego que almuerçe el domingo antes que coma el pan bendito. Las más vezes hay en fin de la misa psichico, que es limosna que algunos dan de pan y sendas vezes de vino a toda la jente que hay en misa, sentados por su orden. Como no conosçen nuestro Papa, tienen por superior un patriarca, el qual reside en Constantinopla, y éste pone otros dos: uno en Antiochía y otro en Alexandría.
     JUAN.- ¿Qué renta tiene?
     PEDRO.-La que tubiesen muchos perlados de acá; solamente aquello que por su persona allega pidiendo seis meses del año limosna en cada pueblo; es verdad que se lo tienen allegado, pero conviene ir en persona; lo que estando yo allá cada año allegaba eran treze mill ducados, de los quales daba ocho mill al Gran Turco de tributo porque le dexe tener la fe de Christo en peso y hazer justiçia en lo eclesiástico; y de los çinco o seis mill ducados se mantiene a sí y a los otros dos patriarcas.
     JUAN.- ¿Y ese es fraire o clérigo?
     PEDRO.-No puede él ni obispo ni ninguno ser clérigo, porque los clérigos todos son casados a ley y a bendiçión. Ha de ser por fuerça de los de Monte Sancto.
     MATA.-Eso de casados los clérigos, me deçid: ¿Cómo casados? ¿Qué cosa es casados?
     PEDRO.- ¿No os tengo dicho que se vibe allá a la apostólica, y no están debaxo de nuestra Iglesia Romana? Cada clérigo se llama papa: el papa Juan, el papa Nicola, etc., y su muger, la paparia.
     MATA.- ¡Cónmo se holgaría Juan de Voto a Dios que acá se usase eso; digo a ley y a vendiçión, que sin ley y a maldiçión, de las de a pan y cuchillo, no falta, por la graçia de Dios. Tres vezes ha parido la señora después que vos faltáis.
     JUAN.-Para éstas que yo sepa de aquí adelante de quién me guardar.
     MATA.-No tenéis por qué os picar más vos que los otros, que yo no dixe sino de los clérigos y theólogos de acá en comparaçión de los de allá; sé que vos no sois obligado a responder por todos.
     JUAN.-Ello está bien. ¿Los obispos no ternán, a esa quenta, mucha renta?
     PEDRO.-La que les basta para servir a Dios: dosçientos o tresçientos ducados el que más; y llámanse metropollitas; los obispados, como en renta, son pequeños también en jurisdiçión; quasi cada pueblo, como sea de doçientas casas, tiene él su metropollita y no puede salir de su obispado si no es a la electión del patriarca, que es por mano destos y eligen a uno dellos.
     JUAN.- ¿Y éstos elígelos el mesmo patriarca de los de Monte Sancto?
     PEDRO.-Sí.
     JUAN.-Y los clérigos ¿qué renta tienen? ¿Hay canonicatos o dignidades como acá?
     PEDRO.-Ni aun benefiçios tampoco; no penséis que es allá la sumptuosidad de las iglesias como acá; son pequeñas, como cosa que está entre enemigos, y herédanse como cosa de patrimonio; es como hay acá çiertas abadías en ermitas o encomiendas de Sant Juan. Tengo agora yo esta iglesia como cura della; tomo quatro o seis papas que me ayudan, y parto con ellos la ganancia toda que los perrochianos me dieren, que es harta miseria, si no tienen otras cosas de que se sustentar ansí el cura como los otros.
     JUAN.- ¿Confiésanse?
     PEDRO.-Como nosotros; no hay más diferençia entre su Iglesia y la nuestra de lo que os he dicho; en lo demás, entended que lo que vos hazéis en latín el otro lo haze en griego.
     MATA.-Acabemos si os paresçe a Monte Sancto, que después daremos una mano a lo que desto quedare. En ese monte scabroso, donde ni hay hombre ni muger ni pueblo en diez leguas alrrededor, ¿qué comen?, ¿de qué se mantienen?, ¿quién les da limosna?
     PEDRO.- ¿Limosna o qué? ¿Luego a huçia de la limosna se tienen de meter en las religiones teniendo sus miembros sanos? Cada mañana, en amanesçiendo, que se abre la puerta y vaxan la puente, veréis vuestros fraires todos salir con unos sayos de sayal hasta la espinilla, y unos bicoquis como éste; veinte por aquí con sus azadas a cabar las viñas; otros tantos por acullá con las yubadas; por la otra parte otros tantos con sus hachas al monte a cortar leña o madera; çinquenta otros están haziendo aquel cuarto de casa, enyesando, labrando tablas, y todo en fin que ninguno hay de fuera. Maestros hay de hazer barcas y nabíos pequeños; otros van con sus remos a pescar para la casa; otros a guardar ovejas; los de ofiçios mecánicos quedan en casa, como çapateros, sastres y calçeteros, herreros; de tal manera que, si no es el prior y el que ha de diçir la misa, y algún impedido, no queda hasta una hora antes que el sol se ponga hombre en casa. Yo me espantaba quando no lo sabía; y caminando de un monesterio a otro veía aquéllos, que çierto paresçen hombre salvajes, con aquellos cabellazos y barbas.
     MATA.-No paresçéis vos menos en verdad.
     PEDRO.-Y preguntábanme. Po paí ¿iagiosini su pater agiotate? Sanctísimo padre, dónde va vuestra santidad? Yo muerto de hambre y con mis alforjaças a cuestas respondía primero entre dientes: ¡La puta que os parió con vuestras sanctidades!
     JUAN.- ¿Pues por qué os llamaban ansí?
     PEDRO.-Úsase entre ellos, aunque sea al cozinero y al herrero, llamar sanctidad.
     MATA.- ¿Y cómo llaman al patriarca?
     PEDRO.-Ni más ni menos. ¿Cómo queréis subir más arriba? Dentro el mesmo Monte hay muy buenos pedaços de viñas y olivares y heredades, a donde me querían enviar a mí a trabajar, que son muchos dellos de particulares, y lo venden.
     JUAN.-Eso no entiendo.
     PEDRO.-Digo que hay caserías, como digamos, con sus viñas y olivares; y el fraire que tiene dineros compra una de aquéllas, y escoje quatro o çinco compañeros que se lo labren y dales su mesa y mantiénense de aquéllo.
     JUAN.- ¿No comen en refitorio?
     PEDRO.-Esos tales no, si no tienen muchos quartos en la casa apartados que corresponden a aquellas caserías y son anejos a ellas, y allí se están y ban a sus horas como los otros; mas no son obligados a trabajar nada para la casa.
     JUAN.-Y ésa ¿quién la vende?
     PEDRO.-El monesterio; porque quando muere se queda otra vez en el monesterio, aunque en vida bien la puede vender. Ansí hay muchos labradores que son viudos o de otros ofiçios, y hazen dinero lo que tienen y métense fraires allí.
     MATA.- ¿Y lo que lleban es nuestro, como acá?
     PEDRO.-No, sino suyo propio, que nadie se lo puede tomar.
     JUAN.- ¿Y esos no saben letras?
     PEDRO.-De diez partes las nuebe no saben leer ni escrebir, y gramática griega de mill uno, y aquélla bien poca.
     JUAN.-Pocos saçerdotes habrá a esa quenta.
     PEDRO.-Muy pocos. Quando a la noche llegaban del trabajo veníanme algunos a hablar; y yo no sabía de qué me conosçían. Como venían con sus capas de coro, largas, de chamelote o estameña, y las barbas algo más peinadas, preguntábales quiénes eran o de qué me conosçían. Decían: ¿Vuestra santidad no se acuerda que me preguntó por el camino estando yo cabando en tal parte? Yo luego le deçía: ¿Vuestra sanctidad es? ya cayó en la quenta, si mala pascua le dé Dios.
     MATA.- ¿Cómo es posible haber pan y vino y todo lo neçesario para tantas personas y tan grandes monesterios en solo pedaços del Monte?
     PEDRO.- ¿No dixe primero que tenían sus metoxias o granjas fuera? Cada monesterio tiene una o dos o más metoxias fuera del Monte, junto a Sidero Capsia, y en las islas del arçipiélago algunas, como son en la isla de Lemno y del Schiatho, donde yo estube, y Eschiro, que son de distançia de Monte Sancto quinze leguas por mar; y en estas metoxias tienen sus mayordomos, con tantos fraires que basten a labrar las viñas y heredades, y con aquellos nabíos pequeños que hazen van y bienen y benden lo que les sobra, y allí tienen ganado y gallinas para los huebos, porque carne no la comen, y otras granjerías de fraires; de la lana del ganado hazen de bestir para la casa a todos.
     MATA.- ¿Y ésos trabajan mucho?
     PEDRO.-Como los mayores ganapanes que hay por acá; lo que seis obreros cabarán en un día, ellos largamente lo harán quatro. ¿Qué pensáis? Antes que fuesen fraires, no eran más deso tampoco; ellos al paresçer tienen vida con que se pueden bien salvar, y no piden a nadie nada ni son importunos.
     MATA.-Si en nuestras fronteras de moros hubiese monesterios desa manera, no se deserbiría Dios ni el Rey, porque a Dios le defenderían su fe y le servirían, y al Rey su reino, y que la jente de guerra que allí está se fuese al exérçito donde anda su persona.
     JUAN.-Dezid vos eso y pelaros han los fraires.
     PEDRO.-No me ayude Dios si no creo que irían de tan buena voluntad la mayor parte dellos como a ganar los perdones de más indulgengias que la Cruçada conçede, y aunque cortase tanto la espada de algunos como las de los soldados.
     MATA.-Estaba pensando qué se me olvidaba de preguntar, y agora me acuerdo: ¿Qué hábito traen los clérigos griegos o papas?
     PEDRO.-Unas ropas moradas por la mayor parte, aunque algunos las traen negras, y en la cabeza un barretín morado y una benda azul por la frente que le da tres o quatro bueltas a la cabeza. Ya no tengo memoria en dónde quedó la plática prinçipal.
     MATA.-Yo sí. Quando en Santa Laura el prior os dixo que si queríais ir a trabajar con los hermanos y respondistes que erais casado.
     PEDRO.-Gran deseo es el que Mátalas Callando tiene de saver, pues tiene tanta atençión al quento. Yo determiné, harto falto de paçiençia y desesperado de verme traer de Anás a Caiphás, de no me descubrir más a ningún hombre ni por pensamiento; sino, pues sabía ya tan bien todas sus çerimonias y vida frairesca, que aquél que vino conmigo los dos días me había enseñado, estarme en cada monesterio los tres días que los otros peregrinos estaban por huéspedes, y hazerles entender que era tan buen fraire como ellos todos; quanto más que sabía çiertos psalmos en griego, de coro, y otras cosillas, con las quales los espantaba y me llamaban didascalos, que quiere decir doctor; todo el pan que podía ahorrar escondido lo guardaba para tener qué comer en el bosque quando me quisiese ir a estar algún día para detenerme más, por si acaso en aquel tiempo pasase algún nabío que me llebase. Salí de aquel monasterio con otro fraire de guía y fui a otro que se llama Agio Pablo, donde me estube mis tres días y cantaba con ellos en el coro, y no se contentaban poco, y la comida era como las pasadas. Acabados mis tres días fui al monasterio Rúsico, que es de rusios, çiertas jente que confina con los tártaros, y está subjeta a la Iglesia griega, y estube los mesmos, y fui a Sant Gerónimo, donde pasé un grandissímo trago; porque estaban unos turcos que habían aportado allí, y preguntáronme [de] dónde era, y dixe que del Chío; y açertó que el uno era de allá, renegado, y luego me preguntó cúyo hijo y en qué calle; y yo en mi vida había estado allá; pero Dios me dio tal gracia, que estube hablando con él más de una hora, dando razón a quanto me preguntaba sin discrepar ni ser tomado en mentira, y aun oían la plática otros dos fraires naturales de allá.
     MATA.-Eso no me lo engargantaréis con una cuchar. ¿Qué razón podíais vos dar de lo que nunca vistes?
     PEDRO.-Andad vos como yo por el mundo y sabréislo. Dábale a todo respuestas comunes; a lo que me preguntó cúyo hijo era, dixe que de Verni, que es nombre que muchos le tienen, y si me preguntaba de quál, deçía que del viejo; ¿y cómo está fulano?: es muerto; el otro no está allí; fulano, está malo; el tal armó una barca cargada de limones para Constantinopla; y otras cosas ansí; ¿parésçeos que me podía eximir?, y aun os prometo que quedó bien satisfecho.

Tomado de: Viaje de Turquía
La odisea de Pedro de Urdemalas
Anónimo (1557)