'Abd al-Karîm al-Jîlî
DEL DESVELAMIENTO (tajallî) DE LAS CUALIDADES DIVINAS
Ext. de "al Ιnsân al-Kâmil" ("Del
Hombre Universal"). Traducido del árabe y comentado por Titus Burckhardt. París, Dervy-Livres, 1975.
***
Cuando
Allâh Se revela a Su servidor en una de Sus Cualidades, el
servidor
planea en la esfera de esta Cualidad, hasta que alcanza su
limite por
vía de integración (al-ijmâl), y no por conocimiento
distintivo,
pues aquellos que realizan las Cualidades divinas no tienen
conocimiento
distintivo si no es en virtud de la integración. Si el
servidor
planea en la esfera de una Cualidad, y la realiza enteramente
por
integración [espiritual], se asienta en el trono de esta Cualidad,
de
manera que se la asimila y se convierte en el sujeto de la misma;
entonces,
encuentra otra Cualidad, y así sucesivamente, hasta realizar
todas
las Cualidades divinas. Que esto no te confunda, hermano, pues, en
cuanto
al servidor, Allâh, queriendo revelarse a él por un Nombre o
por
una Cualidad, le extingue, aniquilando su yo y su existencia;
después,
cuando la luz de la criatura se ha extinguido, y el
espíritu
individual desaparece, Allâh hace residir en el templo
(haykal)
criatural, sin que por ello haya localización (hulûl) (1)
divina,
una realidad sutil (2) que no estará ni separada de Allâh ni
unida
a la criatura, reemplazando así aquello de lo que ΈΙ le
despoja,
pues Allâh Se revela a Sus servidores por generosidad; si
El
les aniquilara sin compensación, no sería por Su generosidad,
sino
por Su rigor; -lejos de ΈΙ que así sea! Esta realidad sutil
es
lo que se denomina Espíritu Santo (ar-rûh al-quds). Ahora bien,
ya
que Allâh establece, por Su Esencia, una realidad sutil en lugar
del
servidor, Su revelación se comunica a esta realidad, de manera que
El
no Se revela sino a Si mismo, aunque llamemos a esta realidad
sutil
divina "servidor", dado que ella ocupa su lugar; no hay aquí ni
servidor
ni Señor, pues si ya no existe servidor, el Señor cesa de
ser
Señor; en realidad, no hay sino Allâh, el Único, el Uno.
La
criatura no tiene ser sino por atribución contingente,
En
realidad ella no es nada.
Cuando
aparecieron las luces divinas
Esta
atribución se desvaneció,
De
forma que las criaturas no eran ni cesaban de ser.
Allâh
las extinguió, pero en sus esencias jamás han existido,
Y
subsisten en su extinción...
Cuando
desaparecen, el Ser vuelve a Allâh;
ΈΙ
es entonces tal como era antes de que ellas surgieran;
El
servidor deviene como si jamás hubiera existido,
Y
Allâh como si jamás nada hubiera cesado de ser.
Sin
embargo, cuando aparecen las fulguraciones divinas,
La
criatura se reviste de la luz de Allâh, y se hace una con ΈΙ.
ΈΙ
la extingue, pues se sustituye a ella;
ΈΙ
queda en lugar de las criaturas, pero ellas jamás ocuparon nada.
Como
las olas, cuyo principio es la unidad del mar,
Y
que, en su multitud, están unidas por él;
Cuando
está en movimiento, las olas son el mar en su totalidad,
Y
cuando se halla en reposo, no hay olas ni multiplicidad.
Debes saber que los desvelamientos de las Cualidades
divinas no son sino la asimilación, por la esencia del servidor, de las
Cualidades del Señor, y esta asimilación es fundamental, principial y
definitiva, de la misma
manera que una cualidad se vincula a su propio sujeto. Y esto debe entenderse,
como hemos dicho, en el sentido de que la realidad sutil divina, que se
sustituye al servidor y ocupa su
organismo (al-haykal),
se asimila ella misma las Cualidades divinas de una manera fundamental,
principial y definitiva, de manera que sólo Allâh Se atribuye las Cualidades
que son las Suyas, no contando para nada el servidor.
Los hombres participan de esta revelación de las Cualidades
divinas según sus receptividades espirituales, según la continuidad de su
ciencia y según la fuerza de su decisión.
El servidor al cual Se revela Allâh por
la Cualidad
de la Vida se convierte él mismo en la vida del mundo entero; ve el desarrollo
de su propia vida en todo lo que existe, cuerpos y espíritus. Contempla las
ideas como formas que obtienen su vida de él mismo; no existirán para él formas
ideales -como las palabras y los actos- ni formas sutiles -como los espíritus-,
ni formas corporales de las que él no sea la vida, y será consciente de la
forma en que esta vida emana de él. Reconoce esto directamente, sin mediación,
por una intuición divina esencial y misteriosa. Yo mismo permanecí en este
estado durante un cierto tiempo; contemplé la vida de los seres en
mí, y distinguí en qué medida cada uno de ellos participaba de mi vida; ahora
bien, cada uno participaba según su propia esencia; y sin embargo, yo era único
en mi vida y sin separatividad interna. Esto duró hasta que la mano de la Asistencia
divina me transportó hacia otro estado de conocimiento... Y no obstante no hay
"otro".
A
algunos, Allâh Se revela en la Cualidad del Conocimiento
(al-'ilm).
Pues, al haberse revelado Allâh en la Vida que penetra
todas
las cosas, el servidor saborea, por la unidad de esta vida, todo
lo
que constituye la naturaleza de las cosas; desde entonces, la Esencia
Se
revela a él en la cualidad cognitiva, de modo que conocerá el universo entero,
con el despliegue de todos sus mundos, desde su origen hasta su retorno al
principio; él sabe como eran todas las cosas, como son y como serán; sabe lo
que no existe y lo que, no existiendo, no fue no-existente; sabe cómo sería lo
que no es, si fuera. Posee de todo esto un conocimiento fundamental, principial
e intuitivo, por su propia esencia y en virtud de su penetración, a la vez
integral y distintiva, en los objetos de conocimiento; conoce de una manera
distintiva en su integración, aunque su conocimiento se realice en la
no-manifestación pura (ghayb al-ghayb).
Aquel que realiza la Esencia divina
agota sus intelecciones distintivas en la no-manifestación pura, extrayéndolas
luego de lo no-manifestado a la conciencia del mundo objetivo; es
consciente de la diferenciación de su conocimiento integral, diferenciación que
se opera en la no-manifestación relativa, y conoce al mismo tiempo la
integración total en la no-manifestación absoluta (3). En cuanto a aquel que
participa de las Cualidades divinas, no posee sino el conocimiento que le
arroja directamente a la no-manifestación pura. Es éste un discurso que
solamente comprenderán los "extranjeros" [al mundo]
y que no saborearán sino los más fieles, los más "corteses" [hacia
Allâh].
A
algunos, Allâh Se revela en la Cualidad de la Visión
(al-baÇar).
Pues, habiéndose revelado primero por la visión
intelectual
total que todo lo penetra, Allâh Se revelará más particularmente en la Cualidad
de la Visión, de forma que la visión del servidor se transformará en
el órgano de su conocimiento; ya no hay entonces ni ciencia divina ni ciencia
criatural que no sea el objeto de la visión de este servidor; ve a los
seres tal como son en la no-manifestación pura; sin embargo, cosa extraña, los
ignora en su conciencia exterior. Considera entonces esta visión sublime; ¿qué
hay más asombroso y más delicioso? Y es que el servidor que realiza las
Cualidades divinas no participa en su naturaleza creada de aquello que abarca
su naturaleza divina; no hay pues conjunción; entiendo que lo que él realiza en
su estado no-manifestado aparece en su conciencia "objetiva" de una
forma accidental, y sólo por ciertas cosas que AIIâh le manifiesta por
generosidad. El servidor que realiza la Esencia, por el contrario, conoce el
mundo objetivo por su realidad no-manifestada, y conoce la no-manifestación
"objetivamente"; ha convertido entonces una en otra.
A algunos, Allâh Se revela por la
Cualidad auditiva (as-sam'), de forma que entienden las voces de los minerales,
de las plantas y de los anímales, así como el lenguaje de los ángeles, y
diversas
lenguas; las cosas
alejadas se manifiestan a ellos como las más cercanas. Y es que el servidor a
quien Allâh Se revela por la
Cualidad
auditiva entiende en virtud de la unidad de esta cualidad todas esas
diversas
lenguas, así como los aspectos sutiles de los minerales y las plantas. En este
estado de desveIemiento yo oí la ciencia de la Beatitud-Misericordia
(ar-rahmâniyah) pronunciada por el Clemente (ar-rahmân); así aprendí la
recitación del Corán; yo era el
ritmo,
y ΈΙ era la medida.
Pero esto no lo comprenderán más que las "gentes del Corán", que son
los elegidos de entre los hombres de AIIâh.
A
otros, AIIâh Se revela por la Cualidad de la Palabra
(αΙ-kalâm);
entonces, los seres existen por la palabra del servidor. AIIâh, decimos,
Se revela primero a Su servidor por la Cualidad de la Vida, luego le hace
conocer, por la Cualidad
cognitiva, el secreto de la Vida divina en él; más tarde le hace
ver, y luego entender; es
entonces
cuando el servidor "habla" por la fuerza de la unidad de su vida,
de manera que los seres existen por su palabra. Al mismo tiempo es
consciente, de una forma no temporal, de que sus palabras jamás se agotarán. Es
en este estado de revelación, igualmente, que AIIâh habla a Sus servidores sin
el velo de los Nombres y antes de que éstos se manifiesten.
Algunos, de entre aquellos que realizan la Palabra divina,
oyen en sí mismos la llamada de la Realidad esencial (al-hagigah), sin que esta
llamada les llegue de ninguna parte, o sin que la perciban por un órgano
sensorial; el servidor la escucha con su totalidad y oye: "Tú eres Mi
amigo; tú eres Mi amado; tú eres el objeto; tú eres Mi
rostro entre Mis
servidores; tú eres el término último; tú eres el fin supremo; tú eres Mi
conciencia intima entre las conciencias; tú eres Mi luz entre las luces; tú
eres Mi oído; tú eres Mi
ornamento; tú eres mi
belleza; tú eres mi perfección; tú eres Mi nombre; tú eres Mi esencia; tú eres
Mi atributo; tú eres Mis
cualidades.
-iΥο soy tu nombre; Yo soy tu forma; Yo soy tus caracteres; Yo soy tu señal,
amigo mío! Tú eres la quintaesencia de los seres; eres tú el fin de la
existencia y del devenir. Aproxímate para contemplarme, pues Me he acercado a
ti por Mi ser; no estás lejos, pues soy Yo quien ha dicho: "Estamos más
cercanos a él (es decir, al hombre) que su vena yugular" (Corán, L, 15).
No te condiciono al llamarte servidor, pues si no hubiera servidor no habría
Señor; tu Me has manifestado y Yo te he manifestado; sin tu condición de
servidor, Mi señorío no sería aparente; tú Me haces pues
existir,
así como Yo te doy la existencia. Ven, amigo Mío, pues te quiero como atributo,
y te he preparado para Mí; no te abandones a otro que a Mí; Yo no te
abandonaré. -iAmigo Mío, siénteme en los olores, cómeme en el alimento,
imagíname en lo imaginable, conóceme en las intelecciones, contémplame en lo
sensible, tócame en lo tangible, vísteme en la vestidura! -iAmigo
Mío, tú eres Mi objetivo; por ti se Me nombra, y eres tú lo designado cuando se
Me nombra!". ¿Hay amores más dulces, caricias más suaves?
A otros, de entre aquellos que han realizado la Palabra
divina, ΑίΙ h habla por boca de la
criatura;
el servidor oye venir la palabra de algún sitio, y reconoce al mismo tiempo que
no viene de ninguna parte; el sonido le llega
de la criatura, pero lo oye emanar de ΑΙΙâh.
Ocupado
de Laylâ, me distraje de todo.
Cuando
veo algo inanimado, le hablo como a Ella.
No
es extraño que me dirija a otros
Como
a cosas inanimadas, lo extraño es que me respondan
De entre quienes han realizado la
Palabra divina algunos hay a los que Αllâh saca del mundo corporal y lleva al
mundo de los espíritus; ocupan el rango supremo [de esta categoría de
espirituales]. Algunos de ellos oyen hablar a Αllâh en su corazón; otros elevan
su
espíritu
hacia el cielo inferior, y aún otros hacia el segundo o
tercer cielo, según lo
que les ha sido predestinado. Algunos son elevados hasta el "Árbol -Loto
del limite extremo" (sidrat
al-muntahâ),
donde Αllah les habla. Ahora bien, todos los que
participan de esta
Cualidad divina oyen hablar a ΑΙlâh según su propia penetración de las
Realidades esenciales, pues Αllâh pone a cada cosa en su lugar.
Para algunos, la manifestación de la Palabra divina va
acompañada de remolinos de luz.
A
otros se dirigirá un púlpito (minbar) de luz.
Otros ven una luz en su interior, y la Palabra emanando de esta luz; ven más o menos luz, una luz
redonda, o una luz alargada.
Aún otros ven una forma espiritual que
les dirige la palabra. Pero todo esto no puede ser llamado una manifestación de
la Palabra divina más que si ΑlΙâh nos enseña que es ΈΙ mismo quien habla;
ahora bien, esto no exige pruebas, pues inmediatamente se sabe. Es así
particularmente con respecto a la Palabra divina, que no está oculta: aquel que
sepa que todo lo que oye es Palabra divina no requerirá ni prueba ni explicación;
es sólo por el conocimiento auditivo que el servidor reconoce la palabra
divina.
A
algunos de los que son elevados hasta el "Arbol-Loto del
limite extremo"
les será dicho: "Amigo Mío, tu yo (aniyah) es Mi
Si (huwiyah); tú eres
la esencia de él, y
ΈΙ no es otro que Yo.
Amigo
mío, es por obra Mía que tú has sido desplegado, y es por Mi
unicidad
que te has diferenciado, pero la obra que tú eres Me pone de
manifiesto,
y tu ignorancia Me cubre. Yo soy tu fin; Yo soy para ti, no
para
Mí; tú eres Mi fin; tú eres para Mí, no para ti. Amigo
Mío,
tú eres el punto que la circunferencia de la existencia tiene
como
centro, de modo que tú eres el adorador en ella y al mismo tiempo
el adorado. Tú eres la luz;
tú eres la manifestación; tú eres la belleza (al-husn) y el ornamento
(az-zayn); tú eres como el ojo con respecto al hombre, y como el hombre con
respecto al ojo (o a la esencia: al-'ayn).
-¡Oh,
espíritu del espíritu,
oh "Signo supremo"! (4)
- Oh,
alivio de los apenados por la fé ardiente!
-¡Oh,
término de las esperanzas, objetivo último de los deseos,
Nada
más dulce y más real para mí que Tus palabras!
-Oh, Kaaba de la realización
(tahgîq), oh giblah (5) de la pureza,
Oh,
monte Arafat (6) de lo invisible, oh amanecer de la belleza
deslumbrante;
Nos
hemos rendido a Ti; Te hemos instituido administrador del reino de
nuestro
ser.
Todo
este mundo y el más allá están a Tu disposición.
Si
no fuera por Ti, no seríamos,
Y
si no fuera por mí, Tú no serías.
Es
por ello que Tú eres, y que nosotros somos;
Y
la Realidad esencial no se percibe.
Eres
Tú a quien vemos en el indigente, sin que haya indigencia!
De entre aquellos que realizan la Palabra divina, algunos
oyen las cosas ocultas; tienen entonces conocimiento de los hechos antes de que
ocurran, sea porque los sepan en respuesta a sus preguntas, y es lo que más a
menudo se produce, sea porque Allâh les previene por Su sola iniciativa.
Otros,
de entre aquellos que realizan esta Cualidad divina, piden milagros, y Allâh
les satisface, a fin de que tengan una prueba de
cuando regresen a su conciencia corporal,
manteniendo íntegra su actitud hacia Allâh. Que estos ejemplos basten con
respecto a la participación en la Palabra divina.
Volvamos
a las revelaciones de las Cualidades divinas en general. De
entre
aquellos que las contemplan, hay algunos a quienes Allâh Se
revela
por la Cualidad
volitiva (al-irâdah), de forma que las
criaturas
son a medida de la voluntad del servidor. Y es que, al recibir
la revelación divina en
la Cualidad de la Palabra, el servidor quiere,
por
la unidad de esta Cualidad, lo que él realiza de las criaturas, y
es
así que las cosas existen por su voluntad. Muchos de quienes
alcanzan
este estado de contemplación vuelven atrás, de manera que
incluso
niegan lo que han percibido de Allâh. El servidor que,
embelesado
en el mundo del misterio
divino, ha contemplado las cosas, en
una
visión esencial, como existentes por su propia voluntad, y que
luego
regresa a su conciencia exterior, está tentado de buscar esta
misma
relación entre él mismo y las cosas [sobre el plano
individual];
entonces, como no las encuentra, rechaza su contemplación
esencial
y da marcha atrás; pronto el vidrio [que contiene a la
lámpara] de su corazón
se rompe, y llega a negar a ΑΙΙâh tras haberle contemplado, a perderle tras
haberle encontrado.
A
otros, de entre aquellos que contemplan las Cualidades divinas, Allâh Se revela
por la Cualidad de la Omnipotencia (al-qudrah), de forma que las cosas se
constituyen, en el mundo no manifestado, por la voluntad del contemplativo, y
todo lo que contiene el mundo individual se adecua a su modelo... Es en este
estado que oí el ruido de la campana [que el Profeta oyó cuando la revelación];
entonces mi composición se disolvió, mis contornos desaparecieron, y mi nombre
se desvaneció. Yo era, bajo la huella intensa que me asía, como un viejo hábito
enganchado en un alto árbol, y que un potente viento arranca a jirones. No pude
ver objetivamente (shuhûdan) más que destellos, truenos, nubes de las que
llovían luces y océanos cuyas olas eran de fuego. "Los cielos y la tierra
combatían unos contra otra", y me encontraba en las "tinieblas sobre
las tinieblas". La Potencia no cesaba de arrancarme una facultad tras
otra, y de traspasar un deseo tras otro, hasta que la Majestad divina me
fulminó, y la Belleza suprema estalló por el ojo de la aguja de la imaginación;
entonces se aflojó, en el aspecto supremo, el estrechamiento de la Mano
derecha. Pronto las cosas volvieron a la existencia; la oscuridad cesó, y
después de que el arca se hubiera posado sobre el monte Jûdi (7), oí este
grito: "Oh, vosotros, cielo y tierra, venid a Nos, queráis o no! Ellos
respondieron: vamos obedientes" (Corán, XLI, 10)...
NOTAS:
1. Es
para evitar el error de la "localización" o de la
"inhabitaciόn"
de Dios que el Islam rechaza el dogma cristiano de la encarnación; por el mismo motivo, la doctrina cristiana
insiste en la distinción de las dos naturalezas de Cristo.
2. Aquí,
el término "sutil" (latif) designa una realidad
no-corporal, inasible,
"sobrenatural" si se quiere, y no simplemente una realidad psíquica.
3. Entre
los dos polos extremos de la no-manifestación pura o absoluta
(ghayb al-ghayb o al-ghayb al-mutlaq) y la conciencia "objetiva"
(ash-shahâdah), polos que corresponden respectivamente al estado principial e
indiferenciado y a la conciencia humana individual, se sitúa la
no-manifestación relativa (al-ghayb al-mudâfiyy), a la que Jili llama
simplemente no-manifestación (ghayb); es 10 que podría denominarse el mundo
sutil de las ideas.
4. Expresión coránica: el
arcángel Gabriel mostró al Profeta el "Signo Supremo" (Corán, LIII,
17).
5. La
dirección ritual en la que se realiza la oración.
6. Montaña sagrada cercana
a La Meca, en la que Adán y Eva se encontraron tras la expulsión del Paraíso.
7. La
montaña del Cáucaso, donde el arca de Noé se detuvo tras el
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