TRATADO IV.4 Mitos,
misterios y símbolos
(Abbé Henri Stéphane
1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo IV,Mitos)
Se dice a veces que la psicología moderna, en particular la “psicología
de las profundidades” , ha rehabilitado a los ojos de nuestros contemporáneos
los mitos y los símbolos, señalando así un “progreso” sobre el racionalismo y
el materialismo del siglo prececedente, desgraciadamente las teorías en
cuestión, no solamente no dan el significado verdadero del mito o del símbolo, sino,
por el origen que ellas le atribuyen, acaban al contrario en la negación pura y
simple del contenido esencial del mito o del símbolo. En efecto, según estas
tesis, sería “el inconsciente colectivo” el que produciría los mitos y los
símbolos; de allí a decir que es el hombre quien inventó a Dios y
la religión, sólo hay un paso, precisamente la negación del contenido y del papel del mito o del símbolo. Se puede advertir a este respecto que
Nietzsche, Freud y Marx se juntan acerca de esta cuestión, y que el equipo de los negadores
y de los “falsos profetas” está perfectaemente organizado y dirigida por una
voluntad de destrucción verdaderamente “satánica” 27
Es necesario preguntarse cómo “el inconsciente colectivo” ,
o el “subconsciente”, puede producir las
“representaciones“(mitos
27. Sobre
el simbolismo en general, ver René Alleau, La
ciencia de los Símbolos.
o símbolos) cuyo contenido - incluso incomprendido - es manifiestamente
del orden superior, ya que una tal teoría equivaldría a hacer salir lo más de
lo menos, lo superior de lo inferior, Esto se debe en primer lugar a que esta
teoría es propiamente “diabólica”, y que la obra de Satán consiste precisamente en invertir el orden normal
de las cosas, de donde el carácter subversivo de las teorías en cuestión; pero eso se debe también a que el pensamiento
moderno ha perdido el sentido de toda jerarquía,
lo que, en otro dominio, es perfectamente conforme con la mentalidad democrática, con la tendencia a
la uniformidad y al nivelamiento “por lo bajo”. Es incluso notorio que la
ciencia moderna contribuye grandemente a
la supresión de toda jerarquía: para un geómetra moderno, no hay ni alto ni
bajo, ni derecha ni izquierda, y la noción de las diferencias cualitativas entre las “direcciones del
espacio, o entre los “puntos cardinales”, se le escapa completamente 28,
Se sigue que si se habla a un psicoanalista de “psiquismo
inferior “ y de “psiquismo superior”, de “subconsciente” y de “supraconsciente”, tal distinción no tiene
para él ningún sentido; esta es la razón por la que no sufre ningún
desconcierto en hacer salir los mitos y
los símbolos del “inconsciente del colectivo. ¿ Que le importa confundir Dios y
el diablo puesto que no cree ya?
Se objetará quizá que ciertos psicólogos han afirmado simplemente que los mitos y símbolos están
contenidos en el “inconsciente
colectivo” (sin ser producidos por él), puesto que es necesario situarlos en alguna parte para que puedan aparecer a la
“consciencia clara”. Pero tal teoría es netamente insuficiente , ya que no da cuenta del origen
de los mitos y de los símbolos, y no explica cómo se produce su “despertar”,
El psicólogo C.G. Jung utiliza la noción de arquetipo para
designar las “imágenes antiguas que pertenecen al tesoro común de Ia humanidad
y que se encuentran en todas las mitologías, y que expresan el inconsciente
profundo “. Comentando a Jung, Paul Evdokimov escribe: “Al lado del
inconsciente personal
28. Un
triedro de referencia sustituye a las “direcciones cualitativas del espacio.
, Jung descubre y muestra al inconsciente colectivo. Este
último juega un papel inmenso y se expresa en los sueños, mitos, cuentos
fantásticos. Se encuentran símbolos universales y constantes que vuelven de
nuevo siempre: la imagen del árbol, de la serpiente, de la montaña, del rey, del
niño. Son las imágenes de los arquetipos que viven en el inconsciente colectivo
“29
No se avanza apenas más con una teoría de este género, pues el
inconsciente colectivo es siempre origen o el lugar de los mitos y de los símbolos,
Reducida a eso, la teoría de Jung sería tan subversiva como las precedentes. En realidad, Jung desborda
esta perspectiva “psicologista” afirmando “la afinidad entre el figura del
Cristo y ciertos contenidos del inconsciente…En efecto, el arquetipo de hombre-dios
está “eternamente presente”; en Cristo pasa a una realidad histórica, la
Encarnación; la imago Dei que imprime... se encuentra en el alma es una
imagen de la imagen. Es el Cristo… que es la verdadera imago Dei, y según su similitud que ha sido creada nuestra psique “30.
Estos últimas consideraciones permiten de alguna manera operar
una rectificación de las teorías psicoanalíticas ordinarias, una “inversión de
la inversión”, una conversión del carácter subversivo de estas. Pero a pesar de
esta rectificación, corren el riesgo de guardar la marca de su origen, y algunos podrían estar tentados de concluir que es siempre el inconsciente colectivo
quién es el origen de la imago Dei,
y, como lo decíamos más arriba, de allí a observar Dios y la religión como una
invención del hombre, no hay más que un paso. En el fondo, el planteamiento de
la mayoría de los filósofos, que consiste a partir de lo “ bajo” para remontar
hacia lo “alto” mediante toda clase de
acrobacias (Véase Descartes, Kant), es siempre precarios, y sigue siendo
tributario de su punto de partida.
Se podría operar una rectificación un poco diferente de las teorías
de Jung partiendo de su noción de arquetipo, que sugiere evidentemente la de
los Arquetipos platónicos. Si se considera ésta como el reflejo, la impresión (typos) de las “esencias” inmutables “o
“posibilidades principiales” en el lntellecto
29. Paul
EVDOKIMOV, la Mujer y la salvación del mundo, p. 195.
30. Ibid.
p. 193.
universal ( lo que la
teología cristiana expresa diciendo que “el Verbo es el lugar de los
posibles”), es entonces fácil de comprender
que, el hombre estando “creado a la imagen de Dios”,los arquetipos in divinis deben, a su vez, reflejarse
en el alma humana; como “lo que está arriba es como lo que está abajo”, es normal que estos reflejos, estos vestigios
o estas impresiones se sitúan al nivel másebajo de la psique, que es precisamente el “subconsciente”, individual o colectivo.
La diferencia entre esta perspectiva platónica y la perspectiva cristiana expuesta por P.
Evdokimov, ilustra la diferencia entre la metafísica y la teología; este última se limita a consideración única “del Arquetipo de los arquetipos”, el
Cristo, verdadera imago Dei : “Buscad
primero el Reino de Diosl, y lo demás os
será dado por añadidura) (Mateo VI, 13), por tanto la perspectiva “totalitaria” de Platón no escapa a la
teología, puesto que ésta habla del “Verbo, lugar de los posibles” y que San
Pablo afirma la “recapitulación de todas en Jésucristo, las que están en los
cielos y las que están sobre la tierra” (Efesios I,10; cf. También Filipenses
II, 10). Y P. Evdokimov mismo lo presiente cuando escribe: “El arquetipo
del Cristo como principio de integración y recapitulación lleva en él el
universalismo absoluto y postula la apokatastasis
: restablecimiento de la totalidad original. Jung considera que la teología escolar
corta al arquetipo en dos: el cielo y el infierno. No toma suficientemente en
serio “Dios será todo en todo “(1 Corintios XV, 28) y llegan a las definiciones
insuficientes de eternidad, de infierno y el destino de Satán” 31 .
En cualquier caso, esta clase de rectificación no es generalmente
operado por los psicólogos modernos; su teoría permanezca al nivel de la psique,
e incluso no reconocen más que consciente y el inconsciente, haciendo reentrar en
el subconsciente lo que pertenece en realidad al ámbito de supraconsciente que
ellos ignoran; se creería que se complacieran en lol infrahumano, lo que
confirma el caractàre claramente subversivo de sus teorías 32.
31. Ibid.
p. 194.
32, ver
el artículo de René Guénon: Tradición y “inconsciente” en Ëtudes Traditionnelles,
agosto de 1949.
Al contrario, partiendo de lo alto, las doctrinas tradicionales
dispensan en primer lugar las acrobacias a las cuales deben entregarse los que,
“creyendo” a la manera de Jung,
intentan operar incierta rectificación.
Pero estas doctrinas proyectan esencialmente sobre todas las teorías modernas una iluminación que
permite remitirlas a su verdadero lugar,
y observan con rigor los arquetipos en
el sentido de Jung como un reflejo al
nivel psiquismo inferior de los Arquetipos platónicod in divinis, siendo aceptable
una tal proposición, como hemos dicho, desde el instante que se sabe, tradicionalmente, que hombre ha sido
creado a imagen de Dios. Así rectificadas, las teorías modernas permiten entonces “comprender” porqué se encuentra en los
mitos los símbolos universales de que ha sido cuestión; pero importa mantener
que, en su esencia y su significación profunda, los mitos son de origen suprahumano o divino. En cuanto a su
expresión o a su formulación, toma prestado necesariamente el lenguaje más universal posible y el más adecuado a la
“revelación divina”, es decir, el de los símbolos
universales, cuyos arquetipos subsisten a la vez en Dios y la
psique humana. Los mitos sirven de soporte
a la Revelación que reviste sus formas (así como el Verbo reviste la forma
humana) para expresar el lnexpresable, comunicar el lncommunicable, y son
también ellos los que despiertan los
arquetipos subconscientes que duermen en
el fondo del espejo de la psique (es la teoría platónica de la “reminiscencia) y que juegan así el papel de una especie de
materia prima 33 actualizada por el mito.
Estos últimas consideraciones nos llevan entonces a considerar
lo que se llama el “dinamismo de la imagen” Ésta no es solamente una
reproducción estática de un modelo o de un Arquetipo. . A este respecto, P.
Evdokimov escribe: “La imagen del Arquetipo(divino) en el hombre tiene una función profética… Del lado humano,
prepara y se prepara al advenimiento; cf. El misterio de la Anunciación: María espera el advenimiento del
Cristo, ella tiende allí y por eso lo atrae. Del lado divino, la imagen expresa
el deseo de Dios de devenir hombre. Esta preacción de la imagen hace ver que es en tanto que Arquetipo que el Cristo ha
venido a él…
33. El
“matiêre” primera” puramente potencial.
(Juan I, 11) es que
los suyos eran realmente en su Imagen arquetípica” . No sería necesario
ver en todo eso el menor “panteísmo “o “inmmanentismo”:
la transcendencia divina está perfectamente respetada desde el instante que se mantiene que el Hombre ha sido creado a
imagen de Dios, y que el Arquetipo de lo divino que duerme en el fondo de la psique es el mismo de
esencia divina. En definitiva, en la
atracción de la que acaba de ser cuestión, es Dios en nosotros que atrae a Dios en sí, o también es la
inmanencia divina quien atrae la
transcendencia. Estamos lejos de las teorías subversivas que reducen todo “al inconsciente colectivo”
Nos queda ahora por precisar el papel y la naturaleza del
mito. Recordemos en primer lugar que se trata esencialmente de un relato simbólico destinado a evocar realidades de otro orden que el que corresponde al sentido literal,
Aparece , a este título, como un caso particular del símbolo, pudiendo revestir
muchas modalidades diversas: toda cosa de la naturaleza debe ser considerada como un símbolo de su Arquetipo in divinis, en el sentido de la idea
platónica , o como una participación, un reflejo, una expresión en distintos niveles de la existencia de una esencia inmutable “, sin la cual no tendría más una
existencia totalmente illusoria. Pero la
misma cosa puede también expresar y simbolizar una realidad de un orden
superior (y no a la inversa) 34, sin que se
remonte necesariamente hasta su Arquetipo principial. Un pájaro, por ejemplo,
puede simbolizar un ángel. En todos los casos, el simbolismo se basa en una relación
de analogía o de correspondencia entre dos realidades de orden diferente. Al
lado del simbolismo natural, existen
entonces otras modalidades de simbolismo en que una imagen, gráfica, verbal, u otra,
expresa o simboliza una idea, o una realidad de otro orden. El mito pertenece
al una de estas categorías.
Importa también decir algunas palabras de la degeneración de
los mitos (y del simbolismo en general) en el curso del tiempo, debido al
“descenso cíclico” o simplemente a la “caída original”. Observemos en primer
lugar que el mito mismo ya corresponde a una cierta decadencia del hombre
34. Existe
un doble sentido de ciertos símbolos (ej.: la serpiente) y uno “inversión de
los símbolos” en el “satanismo”, pero no lo estudiamos aquí.
Devenido incapaz de
una visión directa de las realidades superiores a través de la transparencia
metafísica de los símbolos naturales , lo que precisamente “obliga” a Dios (o “dioses”) a utilizar los mitos para revelar
a los hombres realidades celestiales o sobrenaturales, escondidas bajo la forma
misma del mito. Pero si, las civilizaciones tradicionales llamadas “primitivas” (estén desaparecidas o estén aún
vivas ), el hombre comprende y sabe aún utilizar los mitos llega un período en que estos
últimos no son ya comprendidos, como en el caso de los Griegos y Romanos. En
ellos , la fantasía individual se
manifestó en el dominio del arte y de y de la filosofía, y se ejerció en
particular sobre los mitos anteriores: los poetas los obscurecieron y los desnaturalizaron.
Un fenómeno análogo se ha producido en una época más reciente: es poco probable, para
limitarnos a dos ejemplos que las leyendas utilizadas por un compositor como
Wagnel o el ritual masónico utilizado por Mozart en la “Flauta Mágica” hayan sido verdaderamente comprendidos. Se
encuentra, no obstante, rastros de esotérismo
en toda la literatura, lo mismo que en los
cuentos y las leyendas, más o menos arreglados o deformados, se conservan en la
“memoria popular “(el folclore) sin ser comprendidos generalmente. Hay evidentemente excepciones (Virgilio,
Dante, Calderon, Rabelais, etc.) pero de una manera general, se puede afirmar
que el mito pasó a ser, al menos para el mayor número, un símbolo incomprendido, para no designar en la época actual más que algo
irreal, insignificante, utópico ,
es decir, exactamente el contrario del mito verdadero 35
Este último es al contrario un relato simbólico,
esencialmente “significante” y cuyo contenido se refiere a verdades y a realidades de un orden superior, y este contenido
es mucho más verdadero y más real que el de la lengua ordinaria o profana del que
se reviste para expresarse. Pero el relato no es una simple fábula, ni una
historia destinada a edificar o a distraer, ya que si fabula viene etimológicamente de fari (discurso), muthos
(mito) viene
35.
Mencionemos que la palabra “superstición” significa precisamente un cosa quién
se sobrevive ella misma (superstare),
mientras que ella dejó de vivir realmente y de ser comprendida, lo que implica
el paganisme y el idolatría.
la raíz mu,
representando la boca cerrada, y por lo tanto el silencio (latín: mutus = mudo). De la misma raíz deriva muô que significa “iniciar en los misterios”; por tanto, el mito no sirve solamente
para informar, sino para consagrar, es decir, para transmitir una
“influencia espiritual”. Se llega entonces al papel esencial del mito, que los historiadores de las religiones ,
que son simples “profanos “, no han posdido impedir constatar: el mito está
íntimamente vinculado a ciertos ritos de iniciación que se encuentran en la mayor parte de los “pueblos primitivos”. El mito sirve así de soporte
al rito y a la influencia espiritual
transmitida por éste: el rito tiende a
volver presente, a actualizar y a realizar el contenido del mito, pero, en el
estado del hombre caído, esta realización es generalmente virtual, lo que no quiere decir ficticia, sino a pesar de las diferencias de las que
volveremos a hablar más adelante , el ejemplo del bautismo ilustra lo que precede: el “mito” tomado en préstamo de la historia del pueblo hebreo, es el paso del Mar Rojo (la
Pascua) ; la bendición del agua el día del Sábado Santo recuerda el “mito cosmogónico “del Génesis, pero la “mistagogia” esencial consiste evidentemente en la Muerte y la Resurrección del Cristo
(Romanos VI, 4-11) que deben ser realizados en el alma del neófito, Esta
“iniciación” no es es generalmente más que virtual (initium= comienzo); es el grano de
mostaza que debe devenir un gran
árbol, y se dice también que el bautismo confiere, borrando el pecado original, la virtualidad del estado primordial o edénico. La influencia espiritual transportada por el
rito se llama la gracia santificante, semilla que se abrirá en el “ciclo futuro”
(vitam venturi saeculi) 36 bajo
el aspecto de la Luz de Gloria y de la
Visión beatífica.
El ejemplo precedente nos va a permitir comprender que a
pesar de estructuras homólogas,
que los historiadores profanos constatan fácilmente, hay entre los ritos de
distintas tradiciones diferencias
considerables; las gentes “no iniciadas” o insuficientemente informada no son capaces
de distinguir estas diferencias, de modo que la semejanza de las estructuras le
arrastra a confusiones deplorables,
36 La
vida del siglo futuro (fin del Símbolo de Nicea).
Todo depende del
objetivo que debe alcanzarse, de la naturaleza de la influencia espiritual ligada
al rito y del dominio donde se ejerce. Además, la analogía de estructura entre ciertos
ritos permite efectuar una transposición de un dominio a otro; así por ejemplo, una iniciación de oficio,
como la Masonería, 17, que se sitúa a priori en el ámbito cosmológico (los
“pequeños misterios “en la Antigüedad
griega), puede servir de soporte a una realización
espiritual en el ámbito “teológico” o “metacósmico” que es por otra parte el
ámbito de la espiritualidad verdadera (los
“grandes misterios”). Pero la inversa es igualmente posible: cuando la
tradición degenera y está a punto de desaparecer,
los ritos y los mitos pueden entonces ser utizados con un objetivo que no tiene
ya nada de espiritual, y es un hecho bien conocido que algunas religiones han degenerado
en magia. Al lado de esto, es
necesario aún indicar un fenomeno puramente moderno: en ciertas organizaciones
pseudoiniciáticas, se utilizan teorías que no son más que deformaciones de las
doctrinas tradicionales, y prácticas donde la influencia espiritual es totalemente inexistente,
a falta de una ligazón a una tradición
auténtica; se trata entonces de una verdadera parodia de la espiritualidad, que
no lleva a ningún resultado 38
Señalemos en fin, que
existe una “contra-espiritualidad” donde los ritos tradicionales son utilizados
con fines contrarios; es conocido el caso, generalmente conocido, de la “magia negra”la
en que existe una “influencia demoníaca”.
Entre estos casos extremos (espiritualidad verdadera y contra-espiritualidad),
hay obviamente toda una gama de casos intermedios donde es difícil conocer la verdadera naturaleza de
la influencia espiritual y el ámbito al cual se aplica. Es en particular el
caso de las civilizaciones tradicionales aún existentes estudiadas por los
etnólogos. Si, como lo dijimos, se constata un poco por todas partes la existencia de
“estructuras homólogas “, no se puede concluir que los ritos y los mitos
utilizados conduzcan al mismo fin. Para
operar un discernimiento serio, sería preciso
37. Sobre
el simbolismo de los Constuctores, ver a Jean TOURNIAC, Simbolismo masónico y
tradición cristiana, y Palabras sobre
René Guénon, p. 116,131 y 155.
38. Se
puede tener en cuenta también el caracter “pseudoiniciático” de la literatura, del
arte, del teatro y de ciertos comportamientos modernos.
al menos un conocimiento teórico muy hecho de cosmología, de
teología y de metafísica tradicionales, pero eso no basta en muchos casos para
juzgar de una situación de hecho: incluso si los ritos y los mitos son
aún comprendidos y utilizados regularmente en el cuadro tradicional apropiado ¿ Como se puede saber si
, por razón de un estado degenaración inherente a la fase c´clica actual, “el
espíritu” está siempre presente? Si, en
el curso de la historia, algunas religiones han acabado por degenerar en magia,
después por desaparecer, ¿no es porque “el espíritu” se había retirado? Se puede
temer en todo caso que el endurecimiento y la materialización progresiva del mundo
moderno, del “macrocosmo” como del “microcosmo, no encadenen, si no una
“retirada del espíritu al menos su ineficacia
. Las teorías actuales sobre “la muerte de Dios” encuentran allí su verdadero significado: Dios en sí no
está muerto pero, “Dios en nosotros” se murió, al menos a escala del ateísmo contemporáneo,
cuya amplitud es tal que es apenas exagerada decir que, para el mundo moderno,
“Dios está verdaderamente muerto”.
Es necesario aún señalar una forma particular de
incomprensión de los mitos que conduce a aberraciones y a divagaciones muy extendidas
en el mundo moderno. Se trata especialmente de mitos que se encuentran en las
sociedades arcaicas: mitos del origen, del retorno a los “primeros comienzos”, mezclados a los mitos complementarios relativos “al fin del mundo”en
particular, el “mito del eterno retorno”. La incomprehensión de estos mitos,
sea en ciertas civilizaciones
tradicionales degeneradas, o sea más aún en el mundo moderno, ha dado lugar a
divagaciones de todas las clases, que son imposibles de mencionar aquí. Señalaremos solamente las aberraciones
“reencarnacionistes” de los ocultistes, los “milenarismos” 39 de todas las clases, sin olvidar ciertas ideologías
políticas. Todo eso procede de una confusión entre el dominio histórico o el orden cósmico y el ámbito ontológico,
teológico o metafísico, confusión similar en el orden “macrocosmico
39.
Doctrina según la cual el Cristo reaparece sobre tierra para reinar durante mil
años; esta doctrina se basa en Apocalipsis, XX, 4.
“a la confusión
entre el psíquico y el espiritual en el orden “microcosmico”. Es por esta razón
que hablamos antes de la necesidad imperiosa de distinguir diferentes dominios ámbitos,
y es evidentemente la ignorancia de las doctrinas tradicionales que implica
esta clase de confusiones. Así porejemplo, se confunde “el eterno retorno” con
el “retorno al estado primordial “que es una de las etapas del “proceso iniciático”
verdadero. En cuanto al “mito de la Edad de oro” o al “milenarismo”, consiste básicamente, según la falsa interpretación de los modernos, a querer
establecer el Reino de Dios sobre la tierra, a promover una “nueva Era” donde reinarán,
aquí abajo, la justicia, la paz, la prosperidad, la felicidad, etc. A veces la realización sueño es concebida como debiendo ser precedida de un catástrofe (mitos
apocalípticos o escatológicoss), a veces al contrario está mezclada a las ideas
muy modernas de “ progreso”40 de “democracia universal”, de humanismo o humanitarismo;
se ve entonces fácilmente cómo ciertos movimientos políticos han podido nacer de ideologías de
este género.
Todas estas divagaciones, debidas a la ignorancia de las
doctrinas tradicionales, a la incomprehensión de los mitos, a la invasión del
modernismo bajo todas formas y al degeneración de las diferentes tradiciones, proceden, digamos, de una confusión
entre el orden cósmico y el orden ontológico. En efecto, para un ser particular
que se encuentra actualmente en el estado humano, el problema no es regenerar
el mundo de aquí abajo, aunque él tiene evidentemente, como individuo, un papel
que llenar sobre el plano humano; no se trata tampoco para él de acelerarle la
llegada de una “nueva Edad de oro” cualquiera, precedida o no de un catástrofee
apocalíptico, y aún menos “de revivir en la edad de oro de un nuevo ciclo
cósmico, ya que todo eso le mantendría en la serie indefinida de los ciclos (el
samsâra) y no lo haría en absoluto salir del dominio cósmico. Sino - y esto nos va
a traer al verdadero significado de los mitos - el fin de la initiación
verdadero, de los ritos y mitos que utiliza, es exactemenet lo contrario de esta clase de ahogamiento en “el
océano
40. Se
puede comprender par ahí como el “cienticismo”, el “positivismo” y todas las
teorías “progresistas” y “evolucionistas” han podido contribuir en gran parte a crear una
mentalidad propicia a todas las aberraciones en cuestión.
cósmico” 41, ello debe acabar
esencialmente “la salida de Cosmos” ,
para permitir al ser llegar al “metacosmos” o, si se quiere, “a la unión con
Dios”, que es evidentemente el fin de toda
espiritualidad verdadera. Que una
iniciación (como el bautismo ) no confiera más que la virtualidad del estado
primordial, y que este no sea aún que
una etapa en el camino de realización efectiva de lo que no es que
virtual al principio de la “Vía”, es otra cuestión que no modifica de en nada
la significación y el fin de la iniciación, de los ritos y los mitos.
Las consideraciones precedentes nos permiten entonces precisar
la significación profunda y el papel esencial del mito, sin preocuparnos de las
aplicaciones secundarias o contingentes,
por ejemplo sociales o familiares. El papel del mito es 'expresar lo
inexpresable, comunicar lo incomunicable, debe ser relacionado con lo que decíamos más arriba: el mito - quie
significa silencio - es un relato
simbólico “que no dice lo que quiere decir sino que lo sugiere en virtud de la correspondencia analógica que es el
fundamento incluso de todo simbolismo; así , se podría decir, se guarda el
silencio hablando “42. Es así que el mito “inicia a los misterios”, y es también
el papel de las parábolas en el Evangelio: cf. . Mateo XIII, 13 Marco IV, 10; Luc,
VIII, 10.
Así pues el misterio designa, no lo incomprensible, sino lo
inexpresable y lo incomunicable, y el mito tiene como función “ expresarlo en
silencio” es decir, bajo la forma de un relato simbólico sugiriendo lo
Inefable. Esto resume lo que puede ser dicho de más profundo sobre la cuestión del mito. En cuanto a la “disciplina del secreto” y a la prohibición de
divulgar los misterios a los profanos (Cf, Mateo VIII, 6), se deriva esencialmente de la naturaleza del misterio , cuyo dominio es
el lo sobre-esencial , lo sobre-inteligible,
lo sobre-ontológico, el
41.
Ciertas tendencias actuales parecen
tener por objetivo un “retorno al caos primordial “(el Arte moderno) que precede la
creación o una nueva creación , pero se trata aún de una confusión entre el
orden cósmico y el orden teológico o
iniciático, y sólo una parodia de la “muerte iniciática (todo “renacimiento espiritual” debiendo efectuarse en las “tinieblas “) o del “descenso a los infierno” que no es una vuelta al caos.
42, R.
Guenon . Apercepciones sobre la iniciación, p. 128,
“ Hiperteos “(san Dionisio San Alberto el Grande, etc). En
fin esto implica que el misterio debe recibirse en silencio, sin discusión, sin
profanación (de donde el papel destructivo de la crítica moderna), tal como
ocurre con el Virgen de la Anunciación: Ecce
ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum
43
43 “He
aquí la esclava del Señor hágase en mi según tu palabara” (Luc I, 38)
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