TRATADO I.3 Interpretación
metafísica de la Trinidad
(Abbé Henri Stéphane
1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo I, Dios uno y trino)
Las tres interpretaciones de la Trinidad dadas por F. Schuon
16 pueden obtenerse por transposición metafísica
del dogma cristiano, sea a partir de las Hipóstasis, o a partir de las Procesiones
divinas, mediante un conjunto de correspondencias analógicas o de “identificaciones
misteriosas” entre los elementos de las tres “representaciones”. En el caso de
las Hipóstasis, la base de la analogía será la “determinación”; en el caso de las
Procesiones
16. F.
SCHUON, Comprender el Islam, p, 70-71 y nota. 149, Estos textos están dados en
nota al principio del tratado 1.2.
divinas, será la Inteligencia y la Voluntad, o equivalentemente
el Conocimiento y el Amor. Estas “bases de analogía” suministran la clave de la
transposición metafísica en cuestión.
En la representación
latina, las tres Hipóstasis se sitúan sobre el mismo plan ontológico y de
alguna manera horizontal; se puede
contemplarlas como “determinaciones” particulares
de La Esencia divina. El Padre es un “terminus
a quo” – en el sentido escolástico - y el Hijo un “terminus ad quem”17, y es lo mismo para
el Santo-Espíritu. La transposición metafísica, que logra la primera
interpretación de F. Schuon, opera una rectificación vertical: “La perspectiva “vertical” (Sobre Ser, Ser, Existencia)
contempla las Hipóstasis “descendentes” de la Unidad o del Absoluto, o de la Esencia
si se quiere, por lo tanto, los grados de Realidad. “ Se trata efectivamente
pues de “determinaciones” de lo lndeterminado, determinaciones evidentemente principiales,
puesto que a este nivel no se podría “salir” del Principio. Según René Guénon,
es la primera determinación del No-Ser 18. Ella corresponde
bien al Hijo, primera “determinación “del Padre. En cuanto a la Existencia,
debe considerarse evidentemente en su realidad principial ; se identifica entonces Mâyâ,
o a la Posibilidad universal; es , en tanto que Théotokos, quien permite a Dios “existir”, y es también el Espíritu Santo que
“revela” al Padre y al Hijo mismos.
Las “Hipóstasis descendentes” aparecen, así como los grados de
la Realidad (principial), o como determinaciones de lo Absoluto en lo relativo,
pero siempre in divinis, lo que confiere
el carácter ilusorio de Mâyâ, pues es in
divinis como debe ser “concebida” (La
Inmaculada Concepción). Mâyâ es entonces
el “Juego” de Dios con él mismo, y se identifica así con la Sabiduría: “YHVH me
ha poseído al comienzo de sus vías, antes de sus obras más antiguas, se me fundó.
Yo he sido fundada en la eternidad…Yo, estaba en la obra antes de él, gozándome
cada día, y jugando sin cesar en su presencia (Libro de los Proverbios VIII,
22-31), es pues Ananda, la Beatitud,
el Amor: “Yo soy el océano de Infinita Felicidad, y es en mí, que en el soplo
17 Terminus a quo, punto de partida; terminus ad quem, punto de llegada
18, El
“No Ser” en el sentido guénoniano corresponden al “Sobre-Ser” de F. SCHOUN del
que ha sido objeto anteriormente.
caprichoso de Maya, se elevan o se apaciguan todas las olas del el universo “ 19
En las consideraciones anteriores, Ânanda -que es el tercer término del ternario vedantino Sat-Chit-Ânanda – aparece netamente como el análogo del Espíritu
Santo en la segunda interpretación de la Trinidad dada por F. Schuon, la que corresponde
precisamente a este ternario. Esta “perspectiva horizontal suprema “sirve así
de intermediaria entre la “perspectiva” horizontal no suprema “(Padre, Hijo, Espíritu)
y la “perspectiva
vertical “(Sobre Ser, Ser, Existencia) 20.
De hecho, el papel de intermediario jugado por Sat-Chit-Ânanda va mucho más lejos. Permite en efecto pasar de la
consideración de las Hipóstasis a la de las Procesiones divinas, sacando así a
luz la perfecta coherencia del Misterio trinitario o más bien de su expresión
la vez teológica y metafísica y en particular de los dos métodos de analogía
que permiten la transposición 21.
En la procesión de la Inteligencia por la cual el Padre (Sat) genera el Hijo (Chit), el Padre no conoce ningún “objeto”:
“Tú no puedes conocer lo que hace conocer lo que es conocido, y que es tu Sí en
todas las cosas. Al igual que Dios mismo no conoce lo que Él es, porque Él no
es ningún “esto” 22,” Dios (Sat) es Conocimiento Puro y Absoluto (Chit), conocimiento de “nada”. Por lo mismo , ésta se identifica a la Ignorancia (la Docta Ignorancia) que no es otra que Mâya. Esta última, en tanto
19.
SHANKARA El más bonito florón de la discriminación (viveka-cûda-mani),
versículo 496.
20. Según
F. SCHUON (o.c p. 70), la perspectiva horizontal “suprema” corresponde al
ternario Sat-Cit-Ânanda y enfoca la
Trinidad en tanto ella se oculta en la Unidad; la perspectiva horizontal no
suprema (Ser-Sabiduría-Voluntad o Padre-Hijo-Espíritu) sitúa la Unidad como una
Esencia ocultada en la Trinidad.
21. Es
notable que un exoterista como el abad Monchanin haya reconocido en el Sat-Cit-Ânanda lo que se acercaba más a la
Trinidad cristiana, pero allí donde sólo ve una “aproximación” del misterio
cristiano, el metafísico ve una transposición metafísica. Ver a J.MONCHANIN y
H. Le SAUX, Ermitaños del Saccidânanda.
22.
Véase. A, K. COOMARASWAMY, Hinduismo y Budismo, p. 116. El principio del texto
se refiere a Brhad Âranyaka Upanisad, III, 4,2.
Shatki 23 de Brahma,
no es otra que la Omniposibilidad, la Omnipotencia, la Voluntad, el Amor puro y
Absoluto. El Espíritu Santo que procede así del Padre (y del Hijo) por modo de
Voluntad, y que es también la Beatitud (Ânanda),
Es en este contexto que se sitúa entonces el “milagro” de la Existencia, bajo
cualquier modo que sea, desde el instante que este modo está devuelto a su Principio,
del que no está separado más ilusoriamente. No es en vano que la teología
enseña que Dios ha creado el mundo por amor, pero no por “amor del mundo” que
no tiene más que una existencia ilusoria (el juego de Mâyâ) y que no existe más
que para permitir al Uno sin segundo afirmar que cualquier “otro que él” no
existe 24.
23.
Shakti o Çakti, la Potencia o la Omniposibilidad de Brahma (véase Mâyâ en al glosario).
24. Véase
L. SCHAYA, La Doctrina sufí de la Unidad,
p. 27 s.
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