TRATADO I.2 La
Trinidad cristiana
(Abbé Henri Stéphane
1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo I, Dios uno y trino)
Este tratado, así como
el siguiente subrayan las analogías, es decir las similitudes parciales, entre
la doctrina cristiana de la Trinidad (católica u ortodoxa) y los diferentes
“ternarios” que se encuentra en otras tradiciones. Las referencias dadas en las
notas precisan las lecturas que han inspirado al abad Stéphane la redacción de
este tratado. El lector podrá igualmente referirse al capítulo I de La Gran
Triada de René Guénon: Ternario y Trinidad.
Las tres interpretaciones dadas por Frithjof Schoun relativas
a la Trinidad corresponden a las tres ramas de la cruz, y por consiguiente a
grados de realización diferentes 6. La primera
6 “ Para
lo que es la negación -extrínseca y condicional- de la trinidad cristiana por
el Corán es preciso tener en cuenta los matices siguientes: La Trinidad puede
ser enfocada desde una perspectiva “vertical” y dos perspectivas “
horizontales”, suprema la una y no suprema la otra; la perspectiva “vertical”
(Sobre-Ser, Ser, Existencia) contempla las hipóstasis “descendientes de la Unidad
o de lo Absoluto, o de la Esencia si se quiere, por tanto los grados de la
Realidad: la perspectiva “horizontal” suprema, corresponde al ternario
vedantino Sat (Realidad sobreontológica) Chit (Consciencia Absoluta) Ananada
(Beatitud infinita), es decir que enfoca la Trinidad en tanto que esta está
escondida en la Unidad; la perspectiva “horizontal” no suprema por el
contrario, sitúa la Unidad como una esencia escondida en la Trinidad, que es
entonces ontológica y representa los tres aspectos o modos fundamentales del
Ser puro, de donde el ternario
Ser-Sabiduría-Voluntad (Padre-Hijo-Espíritu). El concepto de una
Trinidad en tanto que “despliegue” (tajallî) de la Unidad o de lo Absoluto no
se opone en nada a la doctrina unitaria del Islam, lo que se opone aquí es
únicamente la atribución de la absolutidad a la sola Trinidad ontológica , tal
como la enfoca el exoterismo. Este último punto de vista no alcanza el
Absoluto, hablando rigurosamente, lo que viene a decir que presta un carácter
absoluto a lo relativo y que ignora mâyâ y
los grados de realidad o de ilusión; no concibe la identidad metafísica - pero
no “panteísta” - entre la manifestación y el Principio, ni con mayor razón la
consecuencia que implica esta identidad desde el punto de vista del intelecto y
del conocimiento liberador” F. Schuon Comprender el Islam p. 70-71. Trinidad,
Encarnación, Redención. Se trata de la Trinidad sobre-ontológica y gnóstica,
concebida sea en sentido “vertical” (jerarquía de las hipóstasis: Sobre-Ser, Ser,
Existencia;Paramâtmâ, Íshvara, Buddhi),
sea en sentido 'horizontal” (“aspectos” o 'modos” intrínsecos de la Esencia: Realidad,
Sabiduría, Beatitud, Sat, Chit, Ananda)
Ibid p.149, nota.
corresponde a la realización del Ser total (Sobre- Ser, Ser, Existencia), la
segundo a la de un grado de la existencia, la tercera a la realización de la
integralidad del estado humano como tal (Ser- Sabiduría-Voluntad); ésta
corresponde bastante exactamente a la teología cristiana que sólo se interesa
por el estado humano. Bien no excluye las dos otras que es siempre posible
alcanzar por transposición metafísica, pero está vinculada a una ontología y a
una antropología particulares que se expresan por otra parte en un lenguaje apropiado
y conforme al receptáculo humano destinado a recibir la Revelación cristiana.
Es efectivamente la filosofía de Aristóteles que, a través
de santo Tomás de Aquino, resultó la más apta para expresar el Dogma cristiano,
la “Deidad” del Maestro Eckhart y la “Trinidad
sobre-esencial “de san Dionisio superan el punto de vista ordinario de la teología. Los conceptos utilizados se reducen
prácticamente a poca cosa: naturaleza (llamada también esencia o substancia) e
hipóstasis, potencia y acto, sustancia y accidente, materia y forma. Para lo
que nos interesa actualmente, los dos primeros bastan. Así pues, Dios se
concibe como una esencia que se despliega en tres Hipóstasis y cada Hipóstasis
se concibe como una “Relación subsistente” distinta de las dos Relaciones restantes
y que se identifican a la esencia divina por su carácter de “Subsistencia”: no
es un accidente sobreañadido a la Esencia divina, sino está, si se puede decir,
en la naturaleza de la Esencia divina, de abrirse en tres Relaciones subsistentes.
Esta concepción del Divinidad es pues exclusiva de un Absoluto que superaría
las tres Hipóstasis, y es por esta razón que los teólogos católicos no pueden concebir
que un Hindú, por ejemplo, pueda alcanzar el Absoluto sin pasar por el
“intermediario si se puede decir, de estas tres Hipóstasis y de su misión
terrestre: el Cristo, la Iglesia, o de lo que los Ortodoxos llaman la economía
del Hijo y la economía del Espíritu Santo 7.
Ciertos consideran
incluso que el Nirvâna budista es una vía sin salida “y la peor de las ilusiones
8. En el mismo orden de ideas, no pueden
concebir otras formas de Revelación, no pudiéndose revelar Dios más que “como él
es, es decir una Esencia en tres Personas
Es necesario enfocar ahora otro aspecto de la Trinidad cristiana, el
de las “Procesiones” divinas Este aspecto, más “dinámico “que el
precedente, precisa por otro lado los relaciones mutuas de las Hipóstasis
divinas y su carácter de “Relaciones subsistentes” ; permite igualmente comprender
el modo de relación “sobrenatural” que
existe entre Dios y la humanidad, o entre las Hipóstasis divinas y las
hipóstasis humanas, gracias a las procesiones divinas “ad extra” - o a las misiones divinas – que son la Encarnación del
Verbo y la comunicación del Espíritu Santo. En un cierto sentido, la relación
Creador-Criaturas es, en el clima cristiano, inconcebible fuera de Trinidad y
de la Encarnación; es lo que opone la “filosofía cristiana” a la filosofía
antigua. Un Absoluto “absolutamente absoluto” no pudiendo crear lo relativo, es
preciso que exista un “relativamente absoluto “en el seno de lo de lo Absoluto,
es la función de las tres Hipóstasis; toda la “filosofía cristiana” está así dominada
por el Deus caritas est de san Juan.
Pero la metafísica tradicional resuelve la
cuestión de una manera análoga distinguiendo, en el Absoluto, entre el lnfinito
y la Posibilidad Universal, la cual se identifica
al Deus
caritas est o también al Bonum
diffusivum sui de la filosofía platónica 9.
Estudiemos ahora la cuestión de las Procesiones divinas: el
Padre engendra al Hijo por modo de inteligencia
o de conocimiento. Según la teología católica, el Espíritu Santo procede del Padre
y del Hijo por modo de voluntad o amor “como de un
7. Ver la
obra de V. LOSSKY, Ensayo sobre la teología
mística de la Iglesia Cap. VII y VIII,
8. Desde
la Revelación cristiana, enfocar a Dios o
querer alcanzarlo por otra vía, les parece una vuelta a la concepción antigua,
de donde su hostilidad respecto a Platón y al neoplatonismo.
9. Ver el
itinerario del espíritu hacia Dios,
de S. BUENAVENTURA, Cap. VI: “Contemplación de la bienaventurada Trinidad en su
nombre: el Bien,” el bien se define aquí como difusión dd sí.
Principio común “; el Espíritu Santo es el vínculo de alguna
manera el amor común del Padre y del Hijo. Según los griegos, el Espíritu Santo
procede del solo Padre, o a lo sumo del Padre por el Hijo. Esta manera de ver introduce una jerarquía “vertical”
entre las tres Personas, haciendo hincapié en la Monarquía del Padre del que proceden las dos Personas restantes, la
tercera procediendo por otro lado del primera por la segunda; esta perspectiva se acerca a la primera interpretación
dada por F. Schuon (Sobre-Ser, Ser, Existencia). La diferencia entre las
concepciones griegas y latinas se contempla por los teólogos ortodoxos como de la mayor importancia para la actitud espiritual
correspondiente. La introducción de este “Principio común”, de donde procede el
Espíritu Santo en los Latinos, parece a los griegos arbitrario: o bien este “Principio
común” es una “vista del espíritu “y no tiene ninguna realidad, o se define - a
la semejanza de una cuarta Hipóstasis - a la Esencia divina, lo que vuelve de nuevo
sea a introducir indebidamente una cuarta Hipóstasis, sea a hacer proceder el Espíritu
Santo de la Esencia divina, mientras que él procede del Padre. Eso puede
parecer a primera vista de poca importancia, pero, según los ortodoxos, resulta
en los latines una actitud espiritual “esencialista” (que los inclinaría hacia las
concepciones antiguas), mientras que la actitud cristiana debe ser sobre todo
“hipostática” 10, puesto que la acción del Espíritu
Santo en el alma es conducirlo al Padre por el Hijo y no a la Esencia divina.
Estas sutilezas dialécticas parecerán inútiles a espíritus
superficiales, pero muestran al contrario la importancia del papel desempeñado
por las tres Hipóstasis en la economía de la vida espiritual; y si las
perspectivas adoptadas no son las mismas para los griegos y para los latinos,
es por la razón ya indicada, a saber, que la Revelación se adapta a los
distintos receptáculos
10. Esta
actitud es también la de algunas tendencias contemporáneas llamadas “personalismo
cristiano” o “existencialismo cristiano” (Nédoncelle, G. Marcel). Pero la
importancia excesiva concedida a la “persona humana “y “a la existencia concreta”,
en oposición del mundo de las “esencias platónicas” y eso en el marco del pensamiento
moderno desprovisto de principios metafísicas, tienden a hacer decaer estas
doctrinas hasta un humanismo que no tiene de cristiano más que el nombre.
humanos que lo reciben y que, correlativamente, estos toman una
actitud espiritual correspondiente a su estructura mental propia. Esta es la
razón por la que debemos hacer hincapié aún más en la cuestión de las Procesiones
divinas, que orienta precisamente esta actitud.
El Padre no es el Padre más que en tanto engendra al Hijo,
el Hijo no es Hijo más que en tanto es engendrado por el Padre, y así mismo el Padre
y el Hijo sólo son lo que en tanto que ellos “espiran” el Espíritu Santo, y vice versa. Las Hipóstasis divinas son
pues puras relaciones recíprocas, pero son relaciones “subsistentes “en el
sentido de que es la Esencia divina misma
quien es el objeto de estas relaciones.
En otras palabras, la Hipóstasis del Padre no es otra que la Esencia divina en tanto que ella
engendra la Hipóstasis del Hijo, y vice versa;
lo mismo ocurre con el Espíritu Santo . Este intercambio mutuo, esta “don total”
de la Esencia divina quei “circula”
eternamente , y fuera por supuesto de toda condición limitativa -de existencia
como el tiempo y el espacio, constituye un doble “movimiento” que va del Padre
al Hijo, y de Padre y del Hijo al Santo-Espíritu (del Padre al Santo-Espíritu
por el Hijo en la perspectiva griega), y que remonta del Espíritu Santo al Padre y
al Hijo (o al Padre por el Hijo),
Este doble movimiento “constituye lo que solemos llamar la “Circumincesion” de las
tres Personas; es la Revelación de Dios a Sí mismo por Sí -mismo en la doble
procesión de inteligencia y de amor del Hijo y del Espíritu Santo, y constituye
la Gloria esencial de Dios. Según San Pablo, el Cristo (el Verbo) es la perfecta
Imagen del Padre en el cual contempla su Esencia infinita y sus infinitas
perfecciones; y el “fruto” de esta contemplación es la el “espiración “de amor
del Espíritu Santo.
Insistamos un poco en
los diferentes aspectos de esta Gloria.
Ella es, hemos dicho, la Revelación esencial de Dios a sí mismo (tajalli) de donde
proceden por modo de diferenciación sucesiva, en grados variados, las distintas
formas de Revelación. Al nivel más elevado, es el Ser puro quien goza de la conciencia
total de su Esencia (Sat-Chit-Ânanda:
Aseidad, Conciencia absoluta,
11. “La
radiación de su gloria, la imprenta de su sustancia “(Ép. a Hebreos, I, 3).
Beatitud; segunda interpretación de F,Schuon). Esta Gloria
de Dios es también Belleza y Gracia, y, por lo tanto, es el Sacerdocio in divinis 12,
ya que ninguna de las Hipóstasis guarda celosamente la posesión de la Esencia divina para sí mismo, sino que ella hace el “don total” - el Sacrificio -a los dos otros, al mismo tiempo que la recibe ellas. Es pues Pobreza,
Plenitud, Bondad. Es la acción de Gracias por excelencia, por la cual las tres
Personas “se rinden mutuamente gracia”; es la santidad del “Dios tres veces
santo”: Sanctus, Sanctus, Sanctus. Es
la liturgia suprema in divinis; es el
canto eterno del Trisagion, de la
triple acción de gracias in divinis.
Esta Gloria hasta es infinita como la Esencia misma del Ser puro
a la cual se identifica y, por lo tanto, ella “irradia” y desborda sobre las
posibilidades incluidas en el Ser. Ella Llama a la existencia las posibilidades
de manifestación incluidas en principio en el Verbo (Prólogo de san Juan): Dios
crea por Amor. Las creaciones in divinis,
en su esencia o arquetipo eterno, son como los rayos internos de la Gloria esencial
de Dios. Sobre el plan existencial, están como los rayos externos de esta
Gloria; cuando salen del caos de las posibilidades para alcanzar la “superficie”
de las aguas, empujan el “grito primordial”: ¡Alabado sea Yahvé! (Aleluya); es la
invocación del Nombre Supremo 13.
A nivel de la liturgia celestial, son las miríadas de Ángeles,
los cuatro animales y los veinticuatro ancianos de la Apocalipsis quiénes
cantan: “Gloria, honor, alabado sea nuestro Dios y el Cordero, por los siglos de
los siglos “(Apoc.IV, 10). El Sacerdocio y el Sacrificio son pues un
“Sacrificio esencialmente de alabanza “(Sacrificium
laudis: Canon de la misa); “Hemos sido predestinados a ser conformes a la imagen de su Hijo para ser una alabanza
de gloria “(Éph. I, 12). En la liturgia terrestre, reflejo de la liturgia
celestial y la liturgia suprema, el momento “escatologico” o “apocalíptico” de
la Misa es la Prefacio: “gratias agamus…
Sanctus, Sanctus, Sanctus” así como el final de Canon romano: “Per Ipsum y cum Ipso y in Ipso est
12, Es el
Sacrificio arquetipo in divinis. Véase A.K. COOMARASWAMY, Hinduismo y Budismo, p. 29 s.
13. Véase
L. SCHAYA, El Hombre y el Absoluto según
la Cábala, Cap. VIII
Tibi Deo Patri…in
unitate Spiritus Sancti, omnis honor et gloria “ 14.
En este sentido, la Eucaristía es esencialmente “la acción de gracias”, entendida
no como una actitud psicológica de agradecimiento, sino como una participación
“escatológica” en la Acción de Gracias Suprema, en el Sacerdocio y en el Sacrificio
del Verbo in divinis; el alma humana así
“asumida” entra en la “Circumincesión” de las tres Personas para participar
eternamente en la Gloria eterna de Dios 15.
En el orden histórico de la Revelación cristiana, los dos momentos
esenciales donde se actualizan aquí abajo las Procesiones divinas, son Navidad y
Pentecostés: la Encarnación y la comunicación del Espíritu Santo. En la Encarnación,
la Hipóstasis del Verbo se une a la naturaleza humana; en el Cristo, hay unión hipostática
de las dos naturalezas divina y humana, pero no hay hipóstasis humana: es lo
inverso del orden natural donde la naturaleza humana “se recibe” en una indeterminación
de hipóstasis humanas. La naturaleza humana del Cristo es así asumida o transfigurada
por la Hipóstasis del Verbo. Lejos de “cerrarse” sobre una individualidad
humana, es siempre susceptible de integrar todas las hipóstasis humanas y de
hacerlos entrar así en la Circumincesion de las tres Personas. En cuanto al
comunicación del Espíritu Santo, transmuta el alma al nivel de la “espiración” del soplo característico de la tercera Hipóstasis: “El
alma espira la misma espiración de Amor que
el Padre y el Hijo espiran en ella en esta transformación“(san Juan de la Cruz Cantico Espiritual); en la “noche obscura”, las
tres virtudes teologales purifican las tres potencias del alma y las refieren a las “Tres Personas”: la fe purifica a la inteligencia
y la conduce al Hijo que es Luz, la caridad purifica la voluntad y
14. “Por
él, con él y en él, a ti Dios Padre, en la unidad del Santo. Espíritu, todo
honor y toda gloria” (final del canon romano)
15. El
Icono de Roublev representa excelentemente la Circumincesión de las tres Personas: el
círculo formado por el contorno de los tres Ángeles está “ animado “ de uno de
los movimientos de los que hablamos: este movimiento - el del retorno al Padre – parte del pie
derecho del Ángel de la derecha (el Espíritu Santo) y acaba en el Ángel de
izquierda (el Padre),pasando por el Ángel del medio (el Hijo), implicando con
él el árbol y la roca ( el Universo), y la mesa cuadrad del centro con la copa ,
representa la Eucaristía (véase Tratado
V.6).
la conduce al Espíritu Santo que es Amor, en fin, la
esperanza purifica la memoria, por el “recuerdo de Dios”, y lo conduce al
Padre. La acción del Espíritu Santo se
manifiesta en último lugar en lo que algunos teólogos ortodoxos llaman la “maternidad
hipostática “del Espíritu Santo : in
divinis, el Espíritu Santo “revela” el Padre y el Hijo a ellos mismos; quoad nos, el Espíritu opera una
revelación análoga: “Nadie puede pronunciar el nombre de Jesús si no es por el
Espíritu “(1 Cor. XII,3); “No sabemos lo
que debemos pedir a Dios en nuestras oraciones , sino el propio Espíritu ruega
por nosotros con gemidos inefables diciendo : Abba, Padre “(Rom. VIII, 26 y15).
Para concluir, diremos que la Santidad, lejos de reducirse a
un voluntarismo moral, es esencialmente una participación en la Santidad divina tal como aparece a través
de todo lo que hemos dicho : participación ontológica, hipostática,
escatológica en la Gloria de Dios “tres
veces Santo”; participación el alma humana divinizada por la “espiracón” del Espíritu Santo que revela el Padre y el Hijo, y en quien el Padre
engendra eternamente el Hijo Único : “Cuando se invoca se es un Santo”(F.
Schuon).
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