TRATADO I.5 La mística de la Deidad en el maestro Eckhardt y San Dionisio el Aeropagita
(Abbé Henri Stéphane
1907-1985 , Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo I, Dios uno y trino)
Este Tratado es uno
del raros que llevan una fecha precisa. Se dirige a los “ésotéristas
precipitados” que se imaginan demasiado fácilmente que el Cristianismo sólo
tiene del Absoluto concepciones superficiales, o incluso infantiles. El abad
Stéphane pone de manifiesto al contrario que el Cristianismo, esté en su
expresión griega (san Dionisio el Areopagita), esté en su expresión latina (Maestro
Eckhart), ha desarrollado sobre el Absoluto “absolutamente absoluto”
consideraciones que coincide con las del advaita çankariano o del budismo mahâyanico.
Es corriente oponer que san Dionisio y
el Maestro Eckhart son casos aislados y
que sólo tuvieron poca influencia sobre la vida real de la Iglesia. Conviene observar
que san Dionisio es uno de los autores más citados, si no el más citado, por
santo Tomás de Aquino, y que su influencia ha sido mayor aún en Occidente que
en Oriente. En cuanto al Maestro Eckhart, su posteridad espiritual fue muy
importante, y si el alcance de su oba estuvo obnubilado durante algunos siglos
por una condena desgraciada, el descubrimiento y la publicación de las obras
latinas da hoy día a este teólogo, que fue considerado en vida como el igual de
Santo Tomás (magister actu regens),
una importancia de primer orden.
El tema que nos proponemos tratar no entrar en absoluto en
el estrecho cuadro de una discusión filosofía ordinaria. Lo que se propone aquí
al lector es muy diferentes: se trata, a despecho de las imperfecciones, y, se
podría decir, de la impotencia de la lengua humana en similar materia, de hacer
“asentir” el misterio inexpresable e incomunicable que se disimula al mismo tiempo
que “se revela” a través de una “dialéctica” especial empleada por estos dos maestros
espirituales cuyo mérito fue precisamente intentar expresar lo inexpresable,
Por lo tanto, si surgen objeciones de carácter filosófico en
el espíritu del lector durante este estudio, o en la lectura incluso del
Maestro Eckhart, ella no será atribuida más que a la “limitación del punto de
vista”. Precisamente, la dialéctica especial utilizada en la materia está
destinada a ampliar “el horizonte mental” del lector más allá de todos los
límites, de manera a permitirle sobrepasar definitivamente y superar las estrecheces
inherentes a algunas opiniones particulares y limitados, e ipso facto, “de disolver”, más que “solucionar” algunas objeciones
que, repitámoslo, no proceden más que de la limitación del punto de vista , y “desaparecen
“tan pronto como una “intelección” más profunda de la cuestión, realizada
precisamente con ayuda de una “dialéctica transcendental”, hace aparecer la vanidad 32.
32 A
este respecto, se podrían elegir como ejemplo las distintas concepciones del
Misterio trinitario, y mostrar cómo las divergencias de vista que resultan
entre Griegos y Latinos proceden pura y simplemente de una limitación
respectivo del punto de vista. Estas divergencias por otra parte, así como la
antinomia inherente a la expresión del Misterio de la Triunidad divina, no
pueden ser precisamente “resueltas” más
que recurriendo, por ejemplo, a consideraciones - no decimos “nociones” - como la
“Gottheit” de Eckhart. Por eso extraña un poco que algunos autores, por una parte,
partidarios “del apofatismo cristiano”, hacen prueba por otra parte respecto a
la “Deidad” de una total incomprensión; (Cf V. LOSSKY, Ensayo sobre la Teología mística
de la Iglesia de 0riente, Cap. III).
Llevaremos especialmente nuestra atención sobre el Maestro
Eckardt por la siguiente razón: si su método dialéctico se parece básicamente y
en muchos aspectos a los de todos los maestros espirituales que han tratado el
mismo tema – y haremos en su momento las aproximaciones que se imponen - difiere sin embargo un tanto por la forma más
paradójica aún que en autores como san Dionisio Areopagita, por ejemplo. Esta
forma paradójica no es por otra parte propia del Maestro Eckhart, puesto que es
la característica incluso del método dialéctico utilizado en la materia, pero aparece más claramente en él que
en otros, y es lo que seguramente dio lugar a algunos errores o a algunas
inquietudes en sus comentaristas. El Maestro Eckhart, en efecto, no puede
comprenderse más que a la luz de una “intelección transcendental” que sobrepasa
todos los métodos “acabados” de la lógica ordinaria, o con la ayuda de una
doctrina que no es de enseñanza corriente. No obstante, para evitar presentar al
Maestro Eckhart como un “innovador”, importará, manteniendo en todo su
originalidad en la “forma”, mostrar su acuerdo radical de la tierra con una
Tradición reconocida y probada como la que se atribuye al “Pseudo Dionisio”, y
es esto es lo que justifica el título del presente trabajo.
Tomaremos como texto básico uno de los sermones el más
característicos del pensamiento del Maestro Eckhart, titulado “De la pobreza en
espíritu “33.
El autor, después de haber mencionado rápidamente los distintos grados de
“pobreza” emprende el desarrollo de lo que le parece ser lo más elevado.
Critica en primer lugar a la “gente “ que,
en medio de las obras de penitencia y los
ejercicios exteriores, no hacen con todo más que mantener su ser particular , luego precisa su pensamiento
declarando: “Mientras que el hombre
tenga alguna cosa hacia la que su
voluntad se dirige – y aunque su voluntad es cumplir la voluntad querida de
Dios - un tal hombre no tiene la pobreza de que se trata aquí ... pues para ser verdaderamente pobre, el hombre debe estar
vacío de su voluntad creada que él era cuando no era aún. “Y he aquí uno de los
pasajes donde la expresión paradójica del pensamiento del Maestro Eckhart aparece
lo más netamente:
33 (Obras
del Maestro Eckhart, éd. Petit,p. 136, éd. Gandillac, p. 255.
“¡Cuando estaba aún
en mi causa principal, no tenía Dios , me pertenecía a mí mismo! No quería nada,
no deseaba nada, ya que era allí un ser sin determinación y me conocía a mí
mismo en la verdad divina. Allí, me quería a mí mismo y no quería nada de otro:
lo que quería lo era, y lo que era, lo quería. Aquí, me tenía vacío de Dios y
de todas las cosas, pero cuando yo salí de esta libre voluntad que era la mía,
y recibí una esencia creada, por allí tuve también un Dios. Pues antes de que
las criaturas no fueran , Dios no era Dios:¡ él era lo que era! Y, del mismo modo, cuando las
criaturas devinieron y comenzaron su esencia creada, no estaba en sí mismo “Dios
“pero en las criaturas era “Dios” … Es por eso que rogamos que nos sea dado ser
libres de Dios: ¡tomemos la verdad y hagamos uso de nuestra eternidad! “
Este pasaje no es el único donde el Maestro Eckhart expone
este género de consideraciones, pero es suficientemente representativo de todo
su pensamiento para que podamos atenernos aquí por el momento, queda por señalar
con ocasión de otros lugares que no harán más que confirmar y aclarar lo que se
afirma aquí.
Se concibe, digámoslo inmediatamente, que un gran número de
espíritus pueden desconcertarse por tal lenguaje, y que haya a este respeto
precauciones a tomar en la exposición y el comentario de tal doctrina, ya que
la enseñanza corriente no nos tiene habituados a estas consideraciones.
Añadamos en fin que la comprensión de tal discurso supone lo
que el maestro Eckhart mismo declara al principio de su sermón: “Pues os lo
digo por la Verdad Eterna: ¡a menos que no correspondáis a la verdad de la que hablamos
en este momento, no estaréis en condiciones de comprenderme! “
El hombre verdaderamente “pobre”, dice el Maestro Eckhart,
debe estar también vacío de su voluntad creada que era cuando no era aún. Esta
sola frase - que se podría aproximar con muchos pasajes del mismo autor – indica que la verdadera Pobreza se refiere a un estado
superior a la existencia creada: en este estado trascendente, el ser humano “no
era” nada de lo que debía devenir “a
continuación” en su esencia creada, las palabras “era” y “a continuación” se ponen
por nosotros entrecomillas para indicar bien
que tomadas en préstamo al lenguaje del tiempo para designar lo que está
“más allá del tiempo” son particularmente impropias para designar lo que se trata , y
deben ser tomadas en un sentido
puramente analógico. En este mismo estado también, Dios mismo no era Dios: “Ya
que, dice Eckhart, antes de que las criaturas fueran , Dios no era Dios: ¡era
lo que era! “Este estado, anterior a la existencia - y se trata por bien entendido,
no de una anterioridad cronológica, sino de una anterioridad a la vez lógica y ontológica
- este estado, lejos ser la nada”, constituye, al contrario, la Realidad
Suprema, más allá de Dios y la Creación: “Cuando estaba aún en mi Causa primera,
no tenía Dios, yo me pertenecían a mí mismo. “La “Causa primera” sirve aquí para
designar este estado donde los “efectos” que se contienen eminentemente en la
Causa, según el adagio escolástico, no han salido aun de la Causa; no hay aún
ni Dios ni criaturas, y es para designar este estado trascendente de la Causa y
sus efectos que el Maestro Eckhart empleará por otra parte la palabra “Deidad “-
Allí, era un ser sin determinación y yo me conocía a mí mismo en la verdad divina.
Este “Mí” del que es cuestión en estos diferentes pasajes no debe prestarse a
ningún equívoco: no se trata de ninguna manera del “mi” creado, del ego individual,
sometido a condiciones contingentes de la existencia. Se trata de un “Mi” trascendente,
del que depende el “mi “creado, pero que, inversamente, no depende de él ninguna
manera. Sería ciertamente preferible evitar esta palabra, para no llevar a
creer que se trata de una clase de egoísmo transcendental, allí donde se trata precisamente de la “más alta pobreza”.
Es aquí donde el pensamiento eckhartiano alcanza, en la expresión, los límites
de la paradoja, puesto que el autor parece ” ponerse” sobre Dios. Al contrario,
este estado trascendente, descrito en términos paradójicos, está talmente sobre
el “mi creado” e individual que está incluso encima de Dios concebido en sus relaciones
con la creación: “Aquí, (en este estado
trascendente) me tenía vacío de Dios y todas las cosas. Pero cuando salí de
esta libre voluntad que era la mía y recibí mi esencia creada, por allí yo tuve
también un Dios, “se ve pues aparecer la diferencia esencial entre Dios la
Deidad.
¿Se objetará que no hay allí nada de nuevo, y que la
teología el más elemental distingue claramente entre Dios concebido en sus relaciones
con la creación y “Dios en sí” que no sería otro que la Deidad? Esta objeción
no vale, pues la consideración filosófica ordinaria del "Dios en Sí" independiente del
mundo creado, por el simple hecho de que es enfocado “en sí mismo” e independientemente del mundo
creado, es aún una manera – y esto no aparece a una reflexión superficial - de
ponerlo en relación. Aunque fuera en relación
de oposición, con lo creado, mientras que la consideración eckhartiana de la “Deidad “nos
pone más allá de toda oposición, e
incluso - y esto es de una importancia capital -de toda determinación y de toda
determinación de “lo en sí”, En otros términos, “El Ser en si “ es ya una
determinación , por lo tanto una limitación en algún grado, aunque fuera “la
menos determinada” de todas con relación
a las limitaciones mucho más acentuada de las criaturas; pero más allá de este determinación
“primordial” “de “El Ser en sí” hay lugar para La Indeterminación absoluta y
total que el maestro Eckhart llama “Deidad”.
En verdad, lo que designa la palabra “Deidad “situándose más
allá de toda determinación, está también más allá del Ser. En todo rigor, es
estrictamente imposible hablar de ello ,toda proposición siendo la afirmación
de alguna determinación, y a lo sumo se podría hablar en términos negativos. Por ello, algunos
autores designan por “No-Ser” lo que corresponde la “Deidad” eckhartiana. El
inconveniente de esta palabra es debido a que numerosos espíritus, incapaces por razones
diversas de elevarse más allá de la concepción
del Ser, tienden a confundirlo con la “nada”, y algunos de entre ellos hacen
prueba de su incomprensión asimilando la “Gottheit” de Eckhart a la “divinidad-nada”
que atribuyen muy arbitrariamente al neoplatonismo.
Nos preguntamos verdaderamente lo que puede designar esta “divinidad-nada”, y
si jamás ningún autor espiritual serio ha tenido a la vista lo que otros
pretenden ver aquí través de su mentalidad limitada. Pero para prevenir
semejante error, evitaremos el empleo de la palabra “No-Ser”, tanto más cuanto que
lo que designa la “Deidad se sitúa aún más allá, si se puede decir, de la
distinción de “Ser” y de “No-Ser”, abrazando a la vez el uno el otro, e
igualmente más allá, conforme al tradición dionisiana de la que hablaremos más adelante,
no solamente de toda afirmación sino y también de toda negación.
Reconozcamos que la dificultad es grande para expresar una
tal “Realidad” y que la palabra “Deidad” misma guarda un contenido afirmativo,
que finalmente, podría parecer que hace doble empleo con la palabra Dios misma;
también se ve al Maestro Eckhart emplear en algunas de las frases paradójicas
que señalamos, la palabra Dios para designar tanto a Dios, como a la “Deidad”,
como en ésta: “Pues antes de que las criaturas fueran, Dios no era Dios”. “Se
concibe, sin embargo, que tal proposición no pueda recibir un sentido más que si
se hace una distinción entre las dos palabras “Dios” que ahí figuran; esta es
la razón por la que es preferible designar la primera por la palabra “Deidad”.
Sin embargo, como este última sirve para designar lo que se sitúa más allá de
toda distinción y de toda determinación, sería preferible no emplearla en
ninguna frase donde jugará necesariamente el papel de sujeto o atributo. Es por
lo que, en definitiva, o bien es preciso abstenerse de hablar, o bien es
preferible emplear una propuesta paradójica, como la que citamos, dejando aún
al lector una posibilidad mayor de comprensión y de profundización. Es por este
motivo que utilizamos el pasaje citado de Eckhart preferiblemente a otros donde
“precisa “la diferencia entre Dios y la Deidad, mientras que realmente, la
Deidad designa lo que está más allá de toda distinción. Vamos sin embargo a
citar un tal pasaje, ya que conviene señalar algunas diferencias en razón de la
naturaleza del entendimiento humano, aunque unos de los términos de la
distinción escapan por esencia a toda diferencia.
“ Dios no aparece
más que cuando todas las criaturas lo enuncian . Cuando estaba aún en el Fondo
y en el Lecho, en el Arroyo y la Fuente de
la Deidad, allí nadie me pide de donde voy, ni lo que hago . Allí, no hay nadie
para interrogarme . Pero cuando yo salgo por emanación 34,
todas las criaturas se ponen a decir : “Dios”, Si se me pregunta ; hermano Eckhardt
¿ Cuando has salido de la mansión? Yo estaba allí no hace más que un instante. Todas las criaturas hablan pues
de Dios. ¿Y por qué no hablas de la “Deidad”? Todo lo que está en la Deidad es
Unidad 35, y no se puede decir nada. Dios opera,
pero la Deidad no opera, por otra parte ella no tiene
34 Esta
palabra de resonancia “gnóstica” sería a evitar, la hemos guardado para
respetar da traducción.
35 es
decir “más allá de la multiplicidad”; pero, a decir verdad, la Deidad se sitúa
más allá de la Unidad y la Multiplicidad.
ninguna obra que efectuar; no hay en absoluto operación en
ella y jamás ha echado los ojos sobre una operación cualquiera. Dios y la
Deidad difieren como la operación y la no-operación. Cuando vuelvo hacia Dios
sin quedar ahí 36 y retorno a la Deidad, este
“avance” es mucho más noble que mi salida. Cuando yo solo hago salir todas las
criaturas de su razón de ser, a fin de que sean unidad en mí. Cuando llego al Fondo
y al Lecho, al Arroyo y la Fuente de la
Deidad, nadie no me pide de dónde vengo, ni donde he estado. Allí, nadie se dio
cuenta de mi ausencia , ya que allí “Dios” desaparece. ” 37.
Si este pasaje difiere de los precedentes en que marca netamente
la diferencia entre Dios y la Deidad, y si confiere a esta última caracteres negativos,
indica también no menos netamente lo que hay de “positivo” en este estado transcendental
, y no se ve cómo algunos comentaristas han podido asimilar la Gottheit a un
“divinidad-nada”. M. de Gandillac en su introducción a las obras del Maestro Eckhart
38 duda en reconocer en “la identidad de nada
entre Dios el alma inteligente “algo de común con el “anonadamiento” del Arco mental en el Abismo suprasubstancial. No
queremos entrar en un debate sutil a este respecto, pero nos parece que la
cuestión no ofrece ninguna dificultad.
Sea lo que sea, pensamos haber mostrado suficientemente que
la dialéctica eckhartiana presenta la doble ventaja de utilizar, a semejanza de
todos los maestros espirituales, lo que se ha convenido en llamar via negationis, vía que se acuerda en
reconocer como la más adecuada para expresar lo Trascendente, y para mantener
además todo lo que hay de “positivo” en esta “Realidad Suprema” designada por
la palabra “Deidad “. La negación de toda determinación no siendo más que la
negación de toda limitación, por tanto, de todas las negaciones, esta negación
constituye en definitiva La Afirmación Absoluta por excelencia, o, si se
prefiere la verdadera dialéctica trascendental que supera a la vez todo modo de
afirmación y todo modo de negación. Es lo que expresa
36 Lo que indica un pasaje más allá del Ser
37 Ed.
Gandillac p. 247
38
Maestro Eckhart “Tratados y Sermones,
introducción por M. de Gandillac “ p.16
en particular San Alberto el Grande en la siguiente proposición:
“Yo Digo: Dios es una esencia, pero inmediatamente y con más fuerza yo lo niego
39 diciendo: Dios no es una esencia … Dios es una
esencia más allá de toda esencia. Procediendo así 40,
mi inteligencia se establece en el Infinito y se ahoga ahí (Som. Théol. Tr.
III, q. 13).
Nos queda por mostrar el perfecto acuerdo de lo que precede con
la tradición dionisiana. En su introducción a las obras completas del Pseudodionisio,
M.de Gandillac es perfectamente claro sobre este punto: “La verdadera Teología
mística, dicho, está aún más allá de las negaciones progresivas… la cumbre de
la Ascensión que conduce a lo sobre-esencial no sobrepasa solamente
(presuponiéndolos al mismo tiempo de manera totalmente necesaria) las iniciaciones
simbólicas y los ritos sagrados, sino el doble movimiento mismo de a catafasis
y la apofasis. Ya que, en la Tiniebla donde solo penetró Moisés, todas las
oposiciones son transcendidas ... Sólo los términos paradójicos pueden describir
esta tiniebla luminosa y más que luminosa “(p. 35). Pasando a continuación a Juan
Scoto Erigena, el autor escribe: “Es también un tema dionisiano (y neoplatónico)”
como la distinción de lo lmparticipado y lo Participado, la Deidad insondable y
Dios procesivo y providencial. El Tearquía del Corpus (o Principio sobre-esencial
de la esencia divina misma) se llama en Erigena: naturaleza increada increante 42. Según la enseñanza del Teología mística, lo doble negación,
que define así el Principio que está más allá de todo principio, es más prégnante
que toda afirmación. Considerado como Causa universal, de una fecundidad
39.
Indicando así la preferencia concedida a la
via negationis.
40. Lo
que corresponde a la Deidad eckhartiana y ala Sobre-esencia dionisiana de la
que vamos a hablar.
41. Aquí
puede presentarse la objeción de panteísmo, que es igualmente posible también
oponer al Maestro Eckhart; pero, para las inteligencias capaces de ascender a
una determinada “intelección” de la Deidad y el No Ser, la objeción cae por sí
misma. Nos contentaremos pues con decir: allí donde toda distinción - como la
de Dios y la Creación – es superada, no hay más confusión posible; en otras
palabras, no es más que sobre el plano del Ser que el panteísmo puede tomar
nacimiento y, para el que puede “captar” lo que se quiere designar por “No
Ser”, el panteísmo no tiene ningún sentido.
42. Es lo
que corresponde a la Deidad.
sin límite, Dios se llama naturaleza increada creante. En
definitiva si bien la doctrina es menos
neta que en Dionisio, catafasis y apofasis son superadas por una teología
“superlativa” donde el No Ser divino contiene en él todas las esencias “sobre-esenciales” (p. 51), Citaremos en
fin estas líneas del mismo autor; “También
en Eckhart y (según Baruzi) en San Juan de la Cruz… el despojamiento sucesivo
de sentidos y de la inteligencia consigue al parecer superar las fórmulas de la teología revelad
en provecho de esta insondable Deidad que Dionisio llamaba Hiperteos (más que Dios) y que es a veces difícil, desde fuera al menos,
discernir en que la teopatia que ella ofrece
a las almas verdaderamente desnudas difiere de la de los Hindúes, de los griegos y de los Musulmanes “(pp 56-57),
No añadiremos nada a los propósitos de M.. de Gandillac, que
traducen exactamente nuestro pensamiento
sobre este punto. Nosotros nos contentaremos de ilustrarlos con algunas citas
de Dionisio, prestadas por la traducción del mismo autor: “Así esta Tearquía sobre-esencial
, situada más allá de la sustancia y el bien, que ninguno de los que aman la Verdad trascendente a toda verdad no se
permiten alabarla como razón o como potencia, como vida o como esencia sino que
la sitúa más bien allí donde están
excluidos toda manera de ser, todo movimiento , toda vida, toda opinión, toda
expresión, toda razón, toda inteligencia, toda esencia, toda estabilidad, todo
principio, toda unidad, todo límite, en una palabra todo lo que pertenezca al
ser” “Ciertos nombres convienen pues en común a la entera Deidad… Es así que se
puede llamarla toda entera, Más que buena, Más que Dios, sobre-esencial, Más
que viva, más que sabia, y atribuirle generalmente todos los nombres que
expresan una negación por trascendencia,” 43
Son numerosos los textos taoístas, por ejemplo -para
limitarnos a estos- que expresan la misma doctrina:” No preguntéis si el
Principio está esto o en aquello: está en todos los seres. Es por eso que se le
dan los epítetos de grande, de supremo, de entero, de universal, de total… El
que ha hecho que todos los seres fueran limitados es el mismo ilimitado,
43
Extracto de Los Nombres divinos I.5 y III.2 Trad Gandillac p.74 y p. 80
Infinito…¡ Oh Principio! Tu que das a todos los seres lo que
les conviene, tu no has pretendido jamás ser llamado equitativo. Tú cuyos
beneficios se extienden a todos los tiempos, tu no has pretendido jamás ser llamado
caritativo.” 44
En cuanto a la cuestión de la “Participación en lo
Imparticipado”, ella depende esencialmente de los distinto niveles u puntos de
vista en el cual se coloca. Es cierto que la participación en el Ser o la Vida
divina, no tienen propiamente hablando nada en común con la participación” en la Deidad e en el No- Ser; aquí estando
superada toda distinción, la palabra “participación” no se aplica más, no más
que alguna otra. El estado que se trata entonces
constituye lo que Eckhart llama “la más alta pobreza” ;bastará referirse a las citas que dimos. Añadiremos solamente lo
que dice Dionisio : “pero la imparticipabilidad
de la Deidad, causa universal, trasciende aún todos estas figuras ya que no está con
ella ninguna clase de contacto, ni ninguna clase de comunidad, ni ninguna síntesis
entre ella y sus participantes” 45 “Si nombramos, por ejemplo, el Secreto sobre-esencial
o Dios o Vida, o también Esencia, Luz o
Razón, nuestra inteligencia en este caso sólo capta estas potencias que
descienden de El hacia nosotros, para
deificarnos, esencializarnos, vivificarnos,
sosegarnos. En su naturaleza íntima, este Secreto no se ofrece a nuestro impulso
46 más que por el abandono de toda operación
intelectual, por la renuncia a toda captación intuitiva, a toda deificación 47, a toda vida, a toda esencia, ya que no conviene
nada de todo eso exactamente a esta Causa plenamente separada de todos sus
efectos 48 por su total transcendencia “
14/10/50.
44.
TCHOANG-TZEU, Cap. VI, ( Ed. Wiegerp. 261).
45.
Nombres divinos, II, 5. Trad. Gandillac, p.83.
46. Lo
que indica la posibilidad de llegar a un estado superior al indicado en la
frase precedente.
47. Cf. Eckhart:
la renuncia a Dios mismo.
48.
Nombres divinos, II, 7. Trad. Gandillac, p.84. Durante un viaje en Alsacia, en
octubre de 1988, el Pape Juan -Pablo II
recordó que “la enseñanza teológico de San Alberto el Grande y de sus discípulos,
la profundidad mística del Maestro Eckhart y de Juan Tauler “ han ilustrado la
ciudad de Estrasburgo. Es eso una
verdadera rehabilitación del Maestro Eckhart. Ver la Documentation catholique
del 6 de noviembre de 1988
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