TRATADO VII.6
Reflexiones sobre la caridad
(Abbé Henri Stéphane
1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo VII. La realización
espiritual)
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y al prójimo como a ti mismo“ (Mateo, XXII, 34-40), Tal es el primero de todas los mandamientos, al cual están se vinculan toda la Ley y los Profetas, ver allí una “ética”, un “altruismo“, una “ filantropía “ cualquiera es no solamente una chiquillada, sino un error (véase 1 Cor. XIII, 3).
La Caridad es un misterio como Dios mismo: mysterium caritatis
“Dios es Caridad“ (1 Juan IV, 8), pero Dios es Luz igualmente (1 Juan I, 5). Es decir que la caridad no debe separase de la verdad (cf Fil, I, 9), y en consecuencia de la humildad. Son las tres “virtudes espirituales” que deben “transfigurar“ el
alma. La
caridad sin la verdad es un ciego que conducto otro ciego. “Amarás a tu prójimo
como a ti mismo“ no significa de ninguna manera que se debe buscar a darle placer como se daría placer a uno
mismo: eso es tontería y demagogia.
La verdad debe iluminar esta palabra; debo amar a mi
próximo como a mí mismo. Pero ¿quién soy yo? Nada, una nada (negativo) ante Dios.
Y se debe devenir “ nada “(positivo) -o virgen- para que el Padre engendre en mí el único Hijo: tal es
la humildad perfecta.
Lo mismo sucede con mi prójimo. Debo
amar esta “nada“ que también se identifica misteriosamente a la Virgen en quien se cumple la operación del Espíritu
Santo,
o la
Encarnación del Verbo. Encontramos aquí mysterium caritatis
que es él mismo Dios. Dios
se no puede dar otra cosa que él mismo.
El “Don de Dios”, que es cuestión en el diálogo de Jesús con la Samaritana es
Dios mismo. Tal es la significación
corriente del misterio trinitario:
el Padre que genera al Hijo le hace don de la Divinidad, el Padre y el Hijo espirando el Espíritu le hacen don de la Divinidad, e inversamente.
Está bien establecido que la caridad se identifica a Dios mismo.
Está bien establecido que la caridad se identifica a Dios mismo.
Sobre el plano humano, es pues una imposibilidad y una absurdidad querer amar su próximo como a sí mismo. La caridad es un misterio, no es un altruismo, es pues imposible que un individuo humano tenga la caridad en cuestión con respecto a otro individuo humano, pues la ilusión altruista está al mismo nivel que la ilusión egocéntrica. Un progresista no comprenderá jamás esto o dejará de ser progresista.
Cuando la individualidad humana se borra - misterio de la humildad- hasta en el punto de realizar la perfecta
virginidad de
María, entonces solamente tal individualidad transfigurada
es mi prójimo,
y yo soy su prójimo, habiendo realizado uno y otro la “proximidad
divina“ que es el mysterium
caritatis. Pero entonces, no es más el individuo X que da la limosna a un individuo Y: es Dios
que da a Dios a Dios.
“Lo que hagáis al más pequeño de entre los míos, es a mí mismo a quien se lo hacéis“ (Mateo XXV, 49). El “más pequeño“ de entre los nuestros no significa el “sub-proletario” o el hombre más miserable: eso quiere decir el que realizó la humildad perfecta que estaba en cuestión más arriba, “Pues que el Reino de los Cielos es para los pequeños y los que le asemejan
(Mat.XÏX, 14).
“Amar a su próximo como a sí mismo“, es realizar el mysterium caritatis; es decir, realizar en él y en mí esa transparencia del alma que permite a la Luz increada dispar las tinieblas de la ilusión egocéntrica y altruista. No hay más ni tú ni yo, sino Él, el Paráclito, el Consolador, el Amor increado, el Espíritu de Verdad que procede del Padre, único Principio de unidad capaz de disolver los “nudos” del ego, y de quebrar los límites de la individualidad: “Esta divina Persona como espirando su espiración divina, eleva y dispone el alma de una manera muy elevada para espirar ella misma en Dios la misma espiración de amor que el Padre espira en el Hijo y el Hijo en el Padre, y que es el mismo Espíritu Santo que espiran en ella en esta transformación“ 14 Es a este nivel de Unión transformante que se sitúa el mysterium caritatis. Toda la Ia caridad de aquí abajo no es más que la sombra, o a lo sumo el símbolo.
Terminaremos por algunas consideraciones sobre la realización del mysterium caritatis con respecto el próximo en su
14.
San Juan de la Cruz,
Cántico espiritual A, canción 38.
“modelo” histórico el misterio de la Visitación de María a su Prima Isabel, y este relato servirá de Ilustración a todo lo que acabamos de decir.
El Misterio de la Anunciación acababa de realizarse en María y el mysterium caritatis exigía que sea comunica al “ prójimo“ figurado aquí por Isabel. “En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo“ (Luc. I, 39-42). No se puede describir mejor el contenido esencial del mysterium caritatis : Maria, portadora del Verbo personificado, saludó a Isabel que fue llenada del Espíritu Santo. Tal es “Don de Dios” a Isabel a través de María. En cambio, Isabel llena del Espíritu Santo rinde testimonio a María: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno “(Luc 1,42).
“modelo” histórico el misterio de la Visitación de María a su Prima Isabel, y este relato servirá de Ilustración a todo lo que acabamos de decir.
El Misterio de la Anunciación acababa de realizarse en María y el mysterium caritatis exigía que sea comunica al “ prójimo“ figurado aquí por Isabel. “En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo“ (Luc. I, 39-42). No se puede describir mejor el contenido esencial del mysterium caritatis : Maria, portadora del Verbo personificado, saludó a Isabel que fue llenada del Espíritu Santo. Tal es “Don de Dios” a Isabel a través de María. En cambio, Isabel llena del Espíritu Santo rinde testimonio a María: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno “(Luc 1,42).
Este episodio evangélico “encarna“ a nivel humano el mysterium caritatis con respeto al prójimo: se trata en definitiva que a semejanza de María, el alma Virgen y portadora del Verbo haga saltar en el seno de otros el niño Juan Bautista, es decir el Precursor que reconoce el Cristo, y que a consecuencia de este “reconocimiento“, el alma del próximo se llene con el Espíritu Santo.
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