TÍTULO VII.3 Concentración
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(Abbé Henri Stéphane
1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo VII. La realización
espiritual)
A propósito del “Nacimiento eterno “,el Maestro Eckhart plantea la cuestión: “¿Dónde se produce este Nacimiento? “ Y declara: ella se produce en el fondo, en la parte más noble del alma en la esencia, y no en las potencias o facultades por las cuáles el alma actúa. En apoyo de esta afirmación, cita el episodio de Jesús al Templo, en medio de los Doctores. Sus padres,
dice, lo buscaban en la “muchedumbre”, entre los próximos y los conocidos, el compara la muchedumbre a la multiplicidad, los próximos y los conocidos a las potencias del alma, y no es allí donde Jesús se encuentra ni donde es necesario buscarlo.
Así es en la esencia del alma, o en el centro de ser, donde se produce el Nacimiento: allí el Padre engendra al Hijo único. Si se produce algún fenómeno en las potencias, alguno concomitante psíquico, no es necesario detenerse aquí hay bajo
7. Es decir, vuelta al “centro “. Ver las referencias al Maestro Eckhart dada en el Tratado precedente.
pena de sucumbir una vez más a la confusión de lo psíquico y lo espiritual. Es interesante notar la perfecta concordancia de esta enseñanza con la teología más clásica y también con la doctrina de san Juan de la Cruz. La Gracia santificante que produce la comunicación del Espíritu Santo y la inhabitación de las tres Personas divinas y que vuelve “conforme a la naturaleza divina“ (Pedro I, 4), se considera como un habitus entiitatif, es decir relativo a la esencia (o la substancia ) del alma. Ella se acompañada, además de las tres virtudes teologales 9 consideradas como habitus operatifs que se refieren a las potencias 10
(estas son los accidentes de la sustancia), pero que no están de ninguna manera destinados a causar en las potencias ni ciertos fenómenos, ni incluso un desarrollo de estas facultades como
tales; así pues, por ejemplo, la Fe, que concierne a la inteligencia o razón, no nos procura ningún conocimiento científico o cosmológico. Al contrario, las tres virtudes teologales están
destinadas a la purificación de las facultades y deben traer al Centro, de donde la idea corriente de “concentración “: les es preciso renunciar a su actividad propia que los dispersa en la multiplicidad, y esta retorno a la unidad de la esencia es una suerte de muerte y resurrección, en perfecta conformidad y aplicación del simbolismo y de la eficacia de los sacramentos, como el Bautismo y la Eucaristía, de los cuales se dice que deben aumentar en nosotros la Gracia santificante y las virtudes teologales.
8. Habitus: es aquello por lo que un sujeto se encuentra bien o mal dispuesto respecto de
su forma o de su fin.
9, Así como los dones del Espíritu Santo. Las tres virtudes teologales son la
fe, la esperanza y Ia caridad.
10 Se trata aquí de Ia memoria, de la inteligencia y la voluntad.
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