TRATADO VII.9
De la sumisión a la Voluntad Divina
(Abbé Henri Stéphane
1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo VII. La realización
espiritual)
El hombre ordinario, en su estado individual, cumpliendo una acción cualquiera, ¿hace la “voluntad de Dios”?
Desde el punto de vista teológico ordinario, está sometido a la “voluntad de Dios” el que cumple un acto conforme a “ley moral“ concebida como “ expresión“ ‚de la Voluntad Divina
y conocida como tal por la razón humana iluminada por la fe. Toda transgresión consciente y querida de esta ley es “pecado“, y se considera como no conforme a la Voluntad Divino. Esta actitud vale en modo religioso, pero no tiene nada de metafísica. Puede sin embargo ser tomada, en su orden y a su nivel, como símbolo de la actitud metafísica correspondiente.
Metafísicamente, no está sometido a la Voluntad divina más el hombre liberado de las condiciones de existencia individuales. Es “hombre verdadero “(tchenn jen) que, habiendo realizado el retorno al “estado primordial “, se encuentra en adelante establecido en “el Invariable Medio“. Es el hombre “justo“ establecido en la “Vía“. No se puede decir más, hablando propiamente, que él “hace“ la “voluntad de Dios“ pues, estando en el “no actuar”, no cumple ninguna acción en sentido ordinario de la palabra, y estando “identificado” al Principio, no hay ya para él separación entre Dios y él ; no se puede hablar más de “ley” como “ expresión “de Voluntad Divina. Esta en efecto, como tal es inexpresable, siendo idéntico al Principio mismo, aunque no se puede decir que Este quiere “esto” o “eso”. El Principio no quiere nada. Sólo hay el ser individual que quiere “esto” o “eso”. Es pues hasta cierto punto concibiendo a Dios en “modo individual“, es decir a su imagen, que el hombre ordinario declara “ hacer la voluntad de Dios “. Pero, desde el punto de vista metafísico, tal hombre no está “ sometido“ (muslim), y en tanto que permanece en las condiciones de existencia individuales, está
43. Sobre el hombre verdadero, ver a R. Guenon , La Gran Tríada, cap.XVIII.
en el “ extravío “. Es en este sentido que está escrito: “No hay quien sea justo, ni siquiera uno solo. No hay un sensato…Todos se salieron de la vía (Tao), todos están pervertidos (Rom III, 10-12), es también lo que quiere decir Eckhart en este pasaje: Mientras el hombre tenga
alguna cosa hacia la cual se dirija su voluntad —incluso si su voluntad es cumplir la voluntad bien amada de Dios — un tal hombre no tiene la pobreza de la que hablamos aquí “
Hay pues, desde el punto de vista metafísico, los “fieles” y los “infieles“. Estas dos categorías pueden entonces simbolizarse en el plan teológico, exotérico y social, por los “buenos“ y los “ malos “ en el sentido ordinario. Pero, desde el punto de vista e metafísico, los unos y los otros están “fuera de la Vía”, y están “extraviados”. El hombre ordinario que cumple una acción “buena “ no está sometido pues al Querer Divino más que de una manera del todo simbólica y por decirlo así “ideal”. Pero esto no impide que la distinción entre acción buena y acción mala
siga valiendo a nivel individual, en particular en lo que concierne a las consecuencias de la acción sobre este plano. No está liberado de la Ley, mientras que, al contrario, “aquél que
ha nacido de Dios, dice san Juan, no peca más y no puede ya pecar, porque la semilla de Dios permanece en él “(1 Jean III, 9) Es el estado “del hombre verdadero” del que ha sido cuestión
más arriba.
Así, metafísicamente, todos –salvo “el hombre verdadero”- están “ extraviados”, y por tanto, en otro sentido, nadie puede escapar a la Voluntad Universal Divina. Pero mientras que los “ fieles“ se ajustan consciente y voluntariamente a la Voluntad divina por el Conocimiento metafísico, los otros permanecen en la ignorancia, y es en este sentido que ellos no pueden
llamarse “sumisos“
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