RAIMÓN AROLA:
LOS NÚMEROS
FIJOS
La serie de números, dos, cinco, ocho, once, etc., son
los números fijos de la rueda zodiacal; aritméticamente estos números tienen
una importante cualidad, son números de separación, de partición. Cuando
sumamos dos de ellos o los multiplicamos obtenemos siempre un número cardinal,
unitario (por ejemplo: 2 + 5 = 7; 2 + 2 = 4; 8 + 8=16. ό 5X5 =25 (=2 + 5 = 7), 11 x2=22(=2+2=4)
etc.). Simbólicamente los números fijos representan la tierra. así como los
unitarios el cielo y los mutables la unión de los dos. Dentro de la astrología
juegan un papel muy importante,
siendo complementarios de los números cardinales pues, mientras los cardinales
configuran una cruz, esto es, el cuaternario en su aspecto dinámico, los
números fijos delimitan el cuadrado, esto es, el aspecto estático -fijo- del
cuaternario.
Los
signos que forman este cuadrado son: 2 = Tauro, Tierra; 5 = Leo, Fuego; 8 =
Escorpio, Agua; 11 = Acuario, Aire. Estos animales, o seres con aspecto animal,
se relacionan en la tradición cristiana con los cuatro Evangelistas, y
generalmente están en los tímpanos o ábsides de las iglesias, alrededor de Dios
en Majestad, del Pantocrátor, como para decir que forman su trono. Encontramos
estos animales en las visiones de Ezequiel sobre la gloria
del Señor, y también nos habla de ellos Daniel , que ve salir del mar cuatro
grandes animales y cuatro vientos que los combaten: igualmente en el
Apocalipsis de San Juan encontramos estos cuatro animales. Son, como dice el
Libro de Enoch: "Los cuatro lados del Señor de los Espíritus, cuatro
rostros diferentes de los que no duermen" (40-2).
Desde
otro aspecto, complementarizándose, encontramos un cuadrado primordial, un
esquema básico de configuración y estructuración del primer templo, del templo
que nace al fijarse el espacio. Como escribe Henry Corbin: "Hay los cuatro
Awtâd, que son pilares o 'piadosos de
la tienda' cόsmica que se
extienden a los cuatro puntos cardinales del mundo y sobre los que se posa la mirada de Dios al mirar
el mundo. Sus personas son el centro de toda una red de correspondencias que
ponen en equilibrio el simbolismo del templo cósmico y el templo de la Ka'ba transfigurado en
templo espiritual. Estos cuatro awtâd corresponden,
en efecto, respectivamente a cuatro arcángeles que son los soportes del Trono o
del Templo Cósmico: Serafiel, Miguel, Gabriel y Azrael; en el mismo orden cada
uno corresponde al corazón de los cuatro grandes profetas: Adán, Abraham Jesús
y Mahoma; cada uno tipifica uno de los cuatro ángulos del Templo de la Ka'ba:
el ángulo sirio, el ángulo yemenita, el ángulo occidental y el ángulo iraquí,
donde está emplazada la piedra
negra"(1).
Centrémonos
en la Ka'ba, pues en ella,
podemos coordinar el Templo Cόsmico, el Pantocrátor, con el Templo interior. La
Ka'ba es el centro del mundo y asimismo es como un espejo que refleja el orden cósmico.
Según el Corán: 'El primer
templo erigido para los hombres es, ciertamente, el de Bakka (la Ka'ba), templo
bendito y dirección para todos. Hay en él signos claros. Es el lugar de Abraham
y quien entre en él estará seguro. Dios ha prescrito a los hombres la peregrinación
a la Casa, si disponen de medios"
(III- 96-97). Es un templo bendito, el lugar de Abraham, el lugar seguro, esto
es el lugar donde el cielo baja sobre la
tierra, lugar donde se reunifica el Nombre, el Oriente simbólico, por esto,
como dice el Corán es el lugar que sirve de dirección para todos y al cual todo
creyente ha de viajar: nos está hablando, como veremos, del templo interior.
Todas las mezquitas se orientan hacia ella, el lugar bendito, el centro del mundo; las mezquitas son el lugar de tránsito del mundo exterior y profano hasta el lugar sagrado, bendito; son como una puerta, un umbral, y éste es el símbolo y la forma del mihrab, el Nincho orientado hacia la Meca, que se convierte en el 'centro' de toda mezqita y donde está el Nombre de Dios y el Corán, su palabra revelada. Detrás del mihrab, está el "centro del mundo", la forma cúbica de la Ka'ba, la puerta del Cielo.
Las mezquitas son como los radios de un círculo que tiene por centro el cuadrado de la Ka'ba; fuera del círculo está lo externo, las tinieblas de quien vive apartado de Dios con el corazón cerrado y triste, el centro es lo propio, la luz verdadera como una piedra preciosa, que llena de alegría nuestro corazón ansioso. Las mezquitas de todo el mundo giran alrededor de este centro dorado, como el ritual de los peregrinos que al llegar a la Meca giran entorno a la Ka'ba. En otro lugar H. Corbin escribe: "Igualmente que existe una Ka'ba exotérica que orienta el mirar de todos los musulmanes, igualmente hay una Ka'ba esotérica que es el objeto de contemplación divina, y que es el corazón del hombre. El templo material es la Ka'ba alrededor de la que andan los peregrinos, y la Ka'ba del corazón es el lugar donde giran las gracias divinas"(2). Esta es, en un espléndido resumen, la tesis del templo interior, es la diferencia fundamental, por esto hemos de buscar el cuaternario dentro de nosotros, sentirlo con la inteligencia, con el corazón y con las manos. Son las dos lecturas, lo interno y lo externo, la Ka'ba de la Meca y la Ka'ba de nuestro corazon. Dice un poema del sufí Rumi: "En la forma externa tú eres el microcosmos, pero en realidad (eres) el macrocosmos. Aparentemente la rama es la causa del fruto, pero en realidad la rama existe a causa del fruto (....) El corazón viaja a la Ka'ba cada momento, y por la gracia divina el cuerpo adquiere el mismo poder. La distancia y la proximidad solo afectan al cuerpo. ¿Qué importa el lugar donde está Dios?"(3).
Todas las mezquitas se orientan hacia ella, el lugar bendito, el centro del mundo; las mezquitas son el lugar de tránsito del mundo exterior y profano hasta el lugar sagrado, bendito; son como una puerta, un umbral, y éste es el símbolo y la forma del mihrab, el Nincho orientado hacia la Meca, que se convierte en el 'centro' de toda mezqita y donde está el Nombre de Dios y el Corán, su palabra revelada. Detrás del mihrab, está el "centro del mundo", la forma cúbica de la Ka'ba, la puerta del Cielo.
Las mezquitas son como los radios de un círculo que tiene por centro el cuadrado de la Ka'ba; fuera del círculo está lo externo, las tinieblas de quien vive apartado de Dios con el corazón cerrado y triste, el centro es lo propio, la luz verdadera como una piedra preciosa, que llena de alegría nuestro corazón ansioso. Las mezquitas de todo el mundo giran alrededor de este centro dorado, como el ritual de los peregrinos que al llegar a la Meca giran entorno a la Ka'ba. En otro lugar H. Corbin escribe: "Igualmente que existe una Ka'ba exotérica que orienta el mirar de todos los musulmanes, igualmente hay una Ka'ba esotérica que es el objeto de contemplación divina, y que es el corazón del hombre. El templo material es la Ka'ba alrededor de la que andan los peregrinos, y la Ka'ba del corazón es el lugar donde giran las gracias divinas"(2). Esta es, en un espléndido resumen, la tesis del templo interior, es la diferencia fundamental, por esto hemos de buscar el cuaternario dentro de nosotros, sentirlo con la inteligencia, con el corazón y con las manos. Son las dos lecturas, lo interno y lo externo, la Ka'ba de la Meca y la Ka'ba de nuestro corazon. Dice un poema del sufí Rumi: "En la forma externa tú eres el microcosmos, pero en realidad (eres) el macrocosmos. Aparentemente la rama es la causa del fruto, pero en realidad la rama existe a causa del fruto (....) El corazón viaja a la Ka'ba cada momento, y por la gracia divina el cuerpo adquiere el mismo poder. La distancia y la proximidad solo afectan al cuerpo. ¿Qué importa el lugar donde está Dios?"(3).
· (1). Temple
et Contemplation, p. 78.
(2).
Idem, pág. 88.
(3). El Masnavi, Visión Libros, Barcelona, 1984, pág. 210.
(Capítulo
11 dela
1a parte de Simbolismo del Templo, Obelisco, Barcelona, 1986).
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