La comprensión de
lenguas: el arte de comunicar
Por Nikos VARDHIKAS
(Vers la Tradition
1991)
Sólo un artículo, según nuestro conocimiento, trata de la
cuestión de las lenguas de otra manera que según los datos de la lingüística
con pretensiones científicas (Chaussure, Chomski, etc.): este es el capítulo
"El arte de la traducción" del último libro de F. Schuon, Tener un
Centro (1989). Sin embargo, este artículo, por justo que sea, es demasiado
preciso en su propósito y, por lo tanto, no aborda el fenómeno básico que está
en juego en la traducción como en la comunicación normal, en la misma lengua,
entre dos o más personas -el fenómeno de la comprensión de una lengua.
Todas las grandes lenguas de civilización, y sus alfabetos, revisten
un carácter sagrado; sólo las lenguas modernas, empezando por las lenguas
nacionales europeas, se desvisten. Sin embargo, la concepción sagrada de una
lengua significa que ella y su escritura se experimentan como una representación
de la realidad: los sonidos y los signos no son simple convenciones sino emblemas
o símbolos perceptibles, teóricamente, por grupos humanos más allá del círculo
de aquellos para los que una lengua dada es la lengua materna.
Una lengua profana, por el contrario, está constituido por
palabras (pronunciadas o escritas)"sirviéndose únicamente de signos,
indiferentes en sí mismos"1, que traducen
un pensamiento.
El pensamiento puede definirse como un proceso mental
analítico (últimamente binario) de combinaciones/comparaciones de elementos de
la experiencia sensorial, o como un proceso asociativo/disociativo de estos
elementos por inducción o deducción.
La comprensión, por otra parte, es distinta; es un fenómeno
instantáneo de reconocimiento (re-con-ser; darse cuenta de que se está con, que
se está hecho uno, en su esencia, con la esencia del "objeto" contemplado),
no lejos de la noción de anamnesis cara a Platón.
Las lenguas sagradas buscan la polisemía, o simultaneidad de
varios significados (y no sólo multitud de ellos), así como la expresión imaginada
y simbólica, ahí donde las lenguas profanas proceden al revés, buscando no sólo
la monosemía sino también el más alto grado de codificación de las palabras,
inflando así más los procesos mentales necesarios para su comprensión. Hacen
intervenir, mucho más que las primeras, el pensamiento entre la realidad
(incluyendo aquí la de los sonidos emitidos) y la comprensión. El sentido ya no
es sensorial (incluso a distancia) y comprendido (sin juego de palabras) en la
lengua. De ahí la incomprensión de los modernos, hablando tal lenguaje, de las
concepciones tradicionales según las cuales la esencia de una idea está contenido en la palabra justa que la expresa, o la noción misma
de "palabra justa" y "lengua justa" (por encima de la
gramática y sintaxis correctas). Para las lenguas profanas, la realidad (y el sentido)
no es directamente accesible sin la intervención del “interpretador” mental 2.
Por otra parte la
primacía de lo oral sobre lo escrito, de lo vivido sobre lo pensado y de lo
concreto sobre lo abstracto (pero también, paradoja aparente, la primacía de lo
invisible –pero sentido-sobre lo visible) es otra característica de las lenguas
sagradas que las diferencia de las profanas.
En las lenguas profanas en efecto, la primacía de lo
abstracto y de lo escrito es muy fuerte; lo escrito es considerado como
poseyendo todas, sino más, las capacidades de lo oral. Tiene incluso una
existencia autónoma y mucho más venerada (scripta manent); se considera posible
reconstruir completamente lo oral a partir de lo escrito. Esto equivale a una
abolición (o menosprecio) de lo vivido, de lo cualitativo, del conocimiento
vivo de una lengua viva, y también de sus relaciones con la realidad.
Encontramos aquí la paradoja aparente:
-son las culturas más materialistas, aquellas que conciben
lo invisible con la mayor dificultad, que poseen las lenguas más abstractas;
-a la inversa, son las culturas más orientadas hacia lo
espiritual, aquellas que ni siquiera se conciben a sí mismas sin referencia a
lo invisible, las que poseen los lenguajes más concretos; es que lo espiritual
(o simplemente el sentido) es vivido allí y no simplemente comprendido; es
conocido y no simplemente sabido.
Como ejemplos, tomaremos casos extremos:
-Para desear, si no provocar, fidelidad conyugal, un chino
llevará en la cabeza de una procesión nupcial un cartel con los caracteres que
denoten "el ruido de las alas de los gansos y el sonido producido por la
oca hembra en respuesta al macho" 3.
-Un europeo, por el contrario, tendrá que desear la
"fidelidad", la "obediencia" y otras nociones de la misma
índole, que nada tiene que ver con su significado, salvo la definición que se
debe haber tenido en cuenta de antemano. Cuanto más educado seas, más fácil
será la comprensión.
A pesar de estas diferencias, cualquier proceso de
comprensión sigue siendo el de las lenguas sagradas; inmediato e instantáneo,
basado en la experiencia vivida. Es por eso que, con su habitual confusión de
planos, se ha encontrado europeos para postular la identificación de la lengua,
el pensamiento, el intelecto y la
realidad (!), cometiendo así alegremente la falta de la cual Platón, se burla
amablemente en el Cratilo,
atribuyéndola al personaje de este nombre. Así, incluso en Europa, donde todos
los vínculos que hemos evocado para las lenguas sagradas ya no existen o ya no
se perciben, es fuerte la tentación, porque es natural, de acercarse a las
lenguas como si todavía fueran sagradas; los títulos solos de los célebres libros
Language, Thought and Mind y Language,
Thought and Reality dicen mucho.
Estos enfoques son fundamentalmente erróneos, aplicados a
las lenguas modernas, aunque correctos "en lo absoluto". Sólo la
distinción entre lo sabido y lo conocido puede resolver las cosas. De lo
contrario, el enfoque del fenómeno de la comprensión permanece irreparablemente
confuso. Y la confusión se acrecienta en la medida en que se puede constatar cada
vez más la tendencia completamente reciente de las lenguas occidentales a la
codificación y la monosemia, esta vez conscientemente (lo que significa un
colapso mortal para las lenguas) las palabras logicial, didactial ,progicial etc para traducir software(en lugar del -¿muy?-simple programa, además, se puede ver en las
revistas esta curiosa clasificación:
Los procesadores de texto son utilidades, y ¡sólo los juegos
tienen derecho al título de logicial! Normal, ya que esta palabra no evoca estrictamente
nada, y por lo tanto tiende a ser definida por el uso, e incluso por el uso
cuantitativo: ¡los juegos de ordenador son las primeras y más numerosas
adquisiciones del aficionado, que representa el mayor porcentaje de usuarios de
ordenadores en Francia!
Además, la polisemia es conscientemente rechazada, incluso
como signo de inferioridad. Los intérpretes y traductores (si existen) están
contentos: un lenguaje monosémico, a condición de convertirse en un diccionario,
es el más fácil de traducir.
Sin embargo, no es cierto que las lenguas occidentales fueran,
por su novedad, inevitablemente destinadas a esta confusión. El griego, que ya
fue el primero en "fonetizar” un alfabeto ideográfico", ha conservado
sin embargo la polisemia saludable y la conciencia de las raíces y nos da, con Platón,
no solo un acercamiento a un lenguaje singularmente semejante al indio, chino y
semita, sino también la formulación de una objeción a la inversa de un uso “erróneo"
del lenguaje. Occidente dispuso, junto con el griego (y en menor medida el
latín) y las obras que salieron de él, de una "rectificación"
oriental de sus tendencias monosémicas. Con respecto a al menos una de estas
obras, los evangelios, esta "rectificación" constituyó en varios
aspectos una derogación providencial, acordada a Occidente, en relación con la concepción
tradicional del resto del mundo 4.
Los Evangelios en griego, no sólo plantean como revelación
divina la posibilidad de percibir lo no humano en términos humanos (lo que
hacen en cualquier lengua), sino que además, la verdadera orientalización de
Grecia después de la helenización del Oriente, han establecido este principio:
lo visible e invisible están relacionados.
desde el principio;
así son las cosas.
Y esta relación misma
es la naturaleza profunda de las cosas 5
La traducción habitual dice:
En el principio era el
Verbo (Logos)
Y El Verbo estaba con
Dios, y el Verbo era Dios (¿dios?)
La sola palabra logos
significa al mismo tiempo:
palabra
relación
proporción
causar
orden
analogía
lógica
(Existe una palabra, en latín, que posee todos estos
significados excepto el más importante
para nuestro propósito, el de palabra:
esta palabra es ratio).
Por lo tanto, es comprensible que el Prólogo del Evangelio
de Juan ayude singularmente a acercar los puntos de vista de un cristiano y un
oriental en muchas cosas, incluyendo la lengua, aboliendo la confusión que
hemos mencionado anteriormente. Pues se desprende directamente de ella que la
única manera de comprender, incluso en el caso de un lenguaje ante todo intelectual,
es la manera natural y eterna (=principial) de relacionarse con el "objeto"
de la contemplación.
La palabra "relación" no se debe tomar aquí como
el hecho de situarse con relación a
algo externo, sino más bien como el de constatar que no existe separación (en
caso contrario, no se entiende). Cuando uno se da cuenta de que hacer parte es comprender,
se capta también que para hacer un uso consciente de la comprensión, como en el
caso del traductor o intérprete, uno debe seguir un camino natural, en lugar de
una "concentración".
Lo que precede es muy pertinente para una aproximación del
sentido; decimos, en efecto, que la moderna cultura europea, desde que ha
cesado de comprender el sentido de su tradición después del Renacimiento, ha
puesto el lenguaje en la rígida pendiente
de la intelectualización excesiva que no hace más que acrecentar la
dificultad de comunicación. Esta
dificultad ya era una característica del griego y del latín, en relación con
sus propios orígenes, pero podría haber sido controlada por el aporte
providencial (para Europa) de la
cristiandad vivida como una totalidad (y
no exoterizada hasta un punto ultrajante y propiamente racionalista - con
resultados risibles y lamentables, por otra parte, cuando no han sido trágicos).
El lenguaje imaginado, polisémico, alegórico y el simbólico
es por tanto el corazón de todas las lenguas y así la conciliación del
simbolismo con las lenguas profanas sigue siendo posible, al menos a nivel
personal. Por extraño que pueda parecer al principio, lo simbólico no tiene
nada que ver con lo abstracto. Se trata de un proceso natural que es
inteligible (o sensible) algo no sensorial; lo abstracto, por el contrario, es
un mecanismo discursivo que procede por acumulación, trial-and-error y comparación. Si adoptamos el modelo occidental
como absoluto, estaríamos entonces obligados a considerar que el sentido es
extra-lingüístico, pero seríamos incapaces de ver en que lo es, porque también sería extra-real. Ahora bien, aunque
admiramos el proceso ortodoxo de la teología apofática que no habla de Dios más
que negativamente, al comprender lo que
Él no es más bien que lo que Él es, creemos que es inútil, si no idolátrico,
ver el lenguaje o su significado de la misma manera.
La incapacidad europea de percibir (y aún más de realizar)
lo insensible "con los sentidos" hace necesario utilizar el órgano
mental para fines para los que no se presta a buenos resultados, al menos - y
rechaza o ignora su utilización óptima
(como el órgano de los sentidos internos); ello significa ya la
incapacidad de comprender y por lo tanto
también de traducir, no sólo de lengua a lengua, sino también de lo divino a lo
humano y viceversa, o del "lenguaje de los pájaros" al lenguaje
humano.
Los dos adagios escolásticos más conocidos pueden, por tanto, ser
correctos, aunque en un sentido probablemente no querido por sus autores: Non sunt multiplicanda entia praeter
necessitatem debe ser visto como un incentivo para no encumbrar mucho
nociones mentales abstractas (necesitas
siendo vista entonces como Realidad y no como utilidad); Nihil est in intellectu quid non prius in sensu fuit debe ser
entendido como la afirmación de que Intelecto
no se ocupa más que de la Realidad, siendo sensus entonces la intuición;
para explicar el adagio de la manera materialista habitual, habría que
reemplazar intellectus por cogitatio
(pensamiento) incluso cogitatium
(opinión). De lo contrario, el mediador entre el sentido y el mundo se
convierte en un separador "autónomo"; sin realidad propia.
Este mediador-separador, derivado
directamente del yo inflado y aislado de los contemporáneos, consiste en un
conjunto de procedimientos mecánicos de inducción y deducción, como los
sistemas expertos en el ordenador ("100 reglas, 500 reglas, 1000
reglas") que además se llaman con una soberbia tonta, inteligencia
artificial. Alardeando como algo muy
noble, por el hecho de su abstracción, no es en realidad más que una reacción
verdaderamente infantil.
Huelga decir que el recurso frecuente a esta forma de comprender
(que es practicado inconscientemente por algunos intelectuales mediáticos y
ciertos intérpretes), independientemente de la calidad de comprensión que pueda
dar, es extremadamente fatigante.
N.V.
N0TAS
1) Marcel Granet, La pensée
chinois (1938), ed. A. Michel, 1969, p. 40.
2) Es al término informático
al que me refiero.
3) Sr. Granet, ubi supra.
4) Ya había habido
antes de las admirables traducciones del antiguo Testamento, en particular, la
Septuaginta en griego y el Vulgata, en latín, que habían innovado, improvisado
y forjado varias palabras para seguir el
método hebreo: traducir de acuerdo al significado pero también literalmente; por
ejemplo puro la palabra virago, copiado en vir para hacer del isha hebreo,
copiado el mismo de ish. Así se dio vida
a la igualdad ontológica de ambos sexos.
¿Entonces por qué
estamos hablando de griego en vez de latín?
Porque tenemos los
evangelios en griego, y así tenemos una lengua cristiana sagrada que sea más
flexible que el latín (jurídico) para rendir tales polisemias, como pronto
veremos a `propósito de la palabra clave que debería haber sido para Occidente la palabra
Logos.
Y porque es en griego
que Occidente fue cristianizado, paradójicamente: cfr. Hechos, 16:6: el
Espíritu Santo les impidió predicar en Asia; pero también, 19:10: predicó en Éfeso
durante dos años; así todos los habitantes de Asia (Menor), judíos y
griegos.... y también Marcos, 7,26: entre Tiro y Sidón... llegó una mujer
griega, de origen sirofenicio... La difusión del cristianismo en Occidente, ya
que fue planeado originalmente para los judíos y luego para los griegos, porque
fue del griego que los evangelios fueron traducidos al latín; habían sido
escritas o traducidas al griego al principio, a pesar de la extensión del
Imperio Romano--es algo bastante excepcional, como es excepcional que se
hiciera en griego. En Roma, en las catacumbas, hay graffiti en latín pero en
caracteres griegos ("ΡΕΚΒΙΣΚΑΤ ΙΝ
ΠΑKE=REQUIESCAT IN PACE") o viceversa; En el Palatino está el
graffiti de Alexaménos que adora a un Cristo Onocéfalo (cabeza de asno), con una leyenda en griego
mal escrito (ΑΛΕΞΑΜΕΝΟΣ FIDELIS CEBETE ΘΕΟΝ) y que firma , más adelante, ΑΛΕΞΑΜΕΝΟΣ FIDELIS. ¿Es un griego o un
romano helenizado? ¿O un judío-cristiano helenizado? En los dos últimos casos,
¿por qué escribir en griego en Roma?
Todo esto demuestra el
papel del griego en la difusión del cristianismo a un occidente que tal vez no
estaba destinado originalmente a él.
5) Jn. 1,1. Traducción
muy libre, pero posible.
ver:
Platón, Cratilo (o
Sobre la corrección de los nombres).
Jean Borella, Áperçu
sur les doctrines linguistiques de l' Inde", Etudes Traditionnelles, 1
479, pp. 11-19 y 1480, pp. 58-67.
Ahora, dice Shankara,
es a las esencias a las que se adhieren las palabras, no a individuos que, siendo
en número indefinido, no pueden sostener tal relación. (Vedánta-sutra citado en
J. Borella, Áperçu ...)"
si se añade o se quita
una letra poco importa, siempre que la esencia del objeto domine, manifestada
en el nombre. (Platon, Cratilo)
Pero, atención, dice
Platón, las palabras, aunque correctas, no son las cosas; la opinión de Cratilo
de que "el nombre es un instrumento para enseñar y distinguir la
realidad" puede ser peligrosa, en la medida en que puede haber nombres
falsos; sólo el conocimiento esencial puede
decirnos lo que es. También es necesario comparar los dos pasajes más famosos
donde la palabra logos aparecería, en griego, distante de siete siglos: el
Prólogo de San Juan y el Prólogo de la Heráclito.
LOGOS
Heráclito hijo de
Bloson, Efesiano dice :
No obstante este logos
ha existido siempre, los hombres no se dan cuenta, ni antes de haber escuchado
ni después. Sin embargo, aunque todo sucede de acuerdo a este logos, no parecen
experimentarlo; pero ven cosas y oyen palabras como las digo aquí, separando
cada una según su propia naturaleza y describiéndolas. Parece que las personas
ignoran lo que hacen cuando se despiertan, así como olvidan lo que hacen cuando
se duermen.
Debemos seguir lo que
es común a todos. Este logos es común pero la mayoría de las personas viven
como si cada uno tuviera su propia forma de pensar. Obviamente, aquí logos significan tanto el discurso como el
orden de las cosas.
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