TRATADO XI.5 Pluralismo
(Abbé Henri Stéphane
1907-1985, Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo XI, Epistemología)
Reprochar a René Guenon ignorar al hombre y como
consecuencia ignorar a Dios equivale a reprocharle de no situarse de entrada en
el punto de vista del monoteísmo, o equivalentemente en el punto de vista de la
teología; es verdad que Guenon no se interesa más que en el Conocimiento y no
habla del Amor, que no ve más que la iniciación y hace poco caso de la mística,
o todavía que no se interesa en la moral ni en las virtudes. Ahora todo esto es
esencial en la perspectiva monoteísta o teológica, o incluso “religiosa”;
además, en la perspectiva hindú que es la de Guenon no se encuentra solamente
el jnâna sino también la bhakti, por tanto la devoción y el amor.
Hay por tanto un equilibrio a reestablecer y carencias a subsanar en la obra de Guenon lo que hace precisamente la
obra de Frithjof Schuon.
Se puede decir igualmente que el punto de vista monoteísta
es más “objetivo” y que el punto de vista oriental es más “subjetivo” (el Si, Âtma), o todavía que la primera
contempla el Ser y los seres, mientras que la segunda es la del “estado del
ser”, apareciendo Dios no como el Ser, sino como el estado incondicionado de Âtma (Nirvâna) En fin el primero no
contempla más que el Dios personal y el segundo pone el acento en la Divinidad
impersonal. Por tanto, según Guenon, Âtma
considerado con relación a un ser es propiamente la Personalidad, por tanto una
determinación particular de la Divinidad impersonal, al mismo título que el Ser
es la primera determinación del No-Ser.
Por otra parte, para un occidental, la perspectiva oriental
puede acabar en una inversión del Si y en la divinización del ego (Nietzshe, Sartre) y la perspectiva
monoteísta es la mejor adaptada a la mentalidad occidental. No obstante el
dualismo “servidor-Señor” tiene el riesgo de provocar la revuelta del servidor, lo que es frecuente en nuestros días, yendo
hasta la negación del Señor , como
prueban las distintas formas de ateísmo moderno. Al fin de cuentas si se
reprocha a Guenon de ignorar al hombre, se puede lamentar que el Occidental
moderno no conozca más que el hombre,
de donde el humanismo en todas sus
formas, llegando hasta declarar que es el hombre el que ha inventado a Dios, y
que ¡es preciso liberarle de tal alienación!
Si es verdad que una cierta
ignorancia del hombre peligra de acabar en una Divinidad talmente
trascendente que no interesa más al hombre, o que no le “concierna” más, en
revancha poniendo el acento sobre el hombre se arriesga de acabar en una Divinidad
antropomorfa donde “Dios está hecho a imagen del hombre”.
En la perspectiva “guenoniana” lo que está puesto a priori como axioma indiscutible, es el
Infinito y la Posibilidad , es el Principio Supremo, es Âtma, del que el ser
manifestado no es más que una modificación transitoria y contingente 8, por lo que el estado humano no es más que un estado
entre una indefinidad de otros estados, o todavía que tal hombre particular no
es más que un estado de manifestación de “un ser” con relación al cual Âtma aparece como la Personalidad
trascendente. Hay ahí una trasposición metafísica del monoteísmo.
8 Definición del Si dada por
Guenon en el capítulo II de El Hombre y
su devenir según el Vêdânta
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