domingo, 14 de agosto de 2016

Espíritu, alma, cuerpo (abbé Henri Stéphane)


TRATADO  VI. 1 Espíritu, alma, cuerpo

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 ,Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo VI, El hombre y su destino)



La constitución del ser humano puede ser contemplada de muchas maneras según el punto de vista en que  se coloque. Una  concepción psicofisiológica puede ser suficiente para una ciencia profana y empírica como la biología moderna que no sobrepasa el mundo accesible a sus medios de investigación. Va de sí que tal ciencia es totalmente impotente dar cuenta del destino humano, y su situación respecto a una ciencia tradicional es la del ciego de nacimiento frente a la luz.

La concepción clásica, que distingue dos elementos constitutivos en el hombre, el cuerpo y el alma, es suficiente en teología, cuando se contempla el fin esencial de la religión que es "realizar su salvación". Habría que sin embargo no olvidar que el catecisme más elemental enseña que Dios creó dos tipos de seres: los ángeles y los hombres, y que los primeros intervienen numerosas veces en la economía de la salvación, hasta cuando se trata de la salvación individual, según la doctrina tradicional de los  "Ángeles de la guarda ".

Así, limitándose a la enseñanza teológica ordinaria, se plantea la cuestión de  cómo el ser humano puede ponerse en relación con seres que se encuentran en un estado superior al estado humano. A fortiori se pone la misma cuestión de saber cómo el ser humano llega a ponerse en relación con Dios.

La respuesta a estas cuestiones, en lógica rigurosa, no puede ser formulada más que de la manera siguiente: además del elementos constitutivos  del ser que está actualmente en el estado humano (cuerpo, alma), existe un elemento supra-humano o divino, en estado no desarrollado  o "involucionado ", susceptible de entrarlo en relación con el  dominio angélico o Ia Divinidad, y que llamaremos "espíritu”.

Sería pues un error considerable confundir el mundo psíquico, que es del dominio del alma, con mundo espiritual. Ahora esta confusión  corre peligro de ser mantenida si se contenta con la concepción dualista "cuerpo - alma" del ser  humano. Una doctrina plenamente tradicional deberá pues enfocar, como mínimo, una concepción tripartita del ser humano: cuerpo, alma, espíritu 1. Este "esquema" es suficiente, a pesar de su reducción a  la expresión más simple y posible de lo que es destinado a representar, a saber, la multiplicidad indefinida de los estados del Ser todas sus modalidades posibles, el Estado Incondicionado – que es  el " Cuarto Estado " 2 - no siendo mencionado (lo que  permite escapar de todo panteísmo y de todo inmanentismo), pero encontrándose " sugerido " por la palabra " espíritu " al cual es suficiente  poner una mayúscula para que designe aquello de lo que se trata

1. Cf René GUENON, La Gran Triade, cap. XI: Espíritu, Alma, Cuerpo

2. Sobre el "Cuarto Estado", estado de turîya, ver René GUENON, El Hombre y su devenir  según el  Vêdânta, cap. XVI (2a edición).




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