jueves, 18 de agosto de 2016

Los condenados de la tierra (Abbé Henri Stéphane)


TRATADO VI.5 Los condenados de la tierra

(Abbé Henri Stéphane 1907-1985 ,Introducción al esoterismo cristiano, Capítulo VI, El hombre y su destino)
"No hay quien sea justo, ni siquiera uno solo; no hay quien tenga inteligencia, no hay en quien  busque a Dios. Todos se desviaron, a una se corrompieron. No hay quien obre el bien, ni siquiera uno " (Rom. IlI 10-1 1).

Apartados sobre la circunferencia de la " rueda cósmica, hemos  perdido nuestro Centro, hemos olvidado quiénes somos. Nuestros juicios de "valor" sobre nosotros o sobre otro son sin objeto y, ya que ignoramos Quiénes son y Quiénes somos. Soñamos que somos Un tal o Un tal, confundiendo nuestro "Si inmortal " con la sucesión indefinida de nuestros estados de conciencia. Fabricamos teorías científicas o filosóficas que no son sólo más que  hipótesis laboriosas fundadas sobre generalizaciones estadísticas: creemos que el sol se levantará mañana porque se elevado siempre hasta el presente. Ahora ¿qué impide a Dios anonadar el mundo en un instante?. Nos divertimos en contar los barrotes de nuestra prisión existencial en lugar de tratar de salir de ella. Ciertos desesperados creen que saldrán por la muerte, pero es aún una ilusión pues después de la muerte encontrarán otro mundo, otra prisión. No obstante la muerte corporal es un símbolo de la muerte verdadera, la muerte mística, mediante la cual escapamos por fin a todos los mundos posibles para "resucitar con el Cristo". Si meditamos pues en la muerte, en el sentido habitual de la palabra, es preciso tener cuidado de trasponer la cosa como se acaba de decir: "el que pierde su vida la encontrará" (Mateo XVI,25), "morid antes de que muráis" 10.


Para escapar a la " ronda infernal", es preciso que seamos captados por el Símbolo: "vendré a vosotros como un ladrón" Lucas XII, 39-40). Es preciso que estemos listos a ser pulverizados por la "fulguración" súbita del Rayo Celeste, y no ofrecer para esto ninguna resistencia a su acción divina.


10 Fórmula atribuida al Profeta Cf  Angelus Silesius "sürb ehe du stirbst", in A.K. Coomaraswamy, Hinduismo y Budismo p 40.


Todos nuestros actos son deficientes, limitados al dominio de la naturaleza y sus frutos se nos escapan. Es preciso que sean orientados por el Símbolo y hacia el Símbolo, e integrados en el conocimiento del Acto Puro. Así concebido el acto es una "vibración espiritual" que emana del Acto Puro y que retorna ahí después de su "refracción cósmica". Visto de otra manera, al nivel de la consciencia humana y de la naturaleza no es más que un "residuo", un rayo quebrado que se pierde en la superficie del Océano cósmico.


Nos es imposible escapar el "reencuentro de Dios". En efecto todo viene de él y retorna a él, pro desgraciado aquel que no esté recubierto del vestido nupcial, pues será arrojado a las tinieblas exteriores (Mareo XXII,12). Pero ¿qué es rechazado de nosotros? Pues solo Dios es Real

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