viernes, 9 de febrero de 2024

VISIÓN

VISIÓN


Se llega siempre a la palabra de San Pedro, el Maestro de la Fe “ No es por las fábulas hábilmente imaginadas que nosotros os hemos hecho conocer la potencia y el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo, es por haver visto Su Majestad por nuestros propios ojos (II Pedro I/16)

L’Orthodoxie hier-demain . Deuxième partie: La Pensée.Marc-Antoine Costa de Beauregard E. Buchet/Chastel. Paris 1979 P.122

Cantamos en la Liturgia, al final de la Eucaristía: “Hemos visto la luz verdadera”. Los fieles, concelebrando todos el mismo misterio, pueden decir como San Juan:” Os anunciamos lo que hemos oído, lo que hemos visto por nuestros ojos, lo que nuestras manos han tocado del Verbo de Vida” (I Jn I/1)

Op.Cit P.169

«Si alguno pretende — dice San Simeón el Nuevo Teólogo ese gran místico — que todos los creyentes han recibido y poseen el Espíritu Santo sin tener de ello la conciencia o la experiencia, blasfema tratando de mentira las palabras de Cristo que dicen que el Espíritu es un manantial de agua que fluye en la vida eterna (Jn 4,14) y además: el que cree en mi, ríos de agua viva manarán de su seno (Jn 7,38). Si el manantial mana en nosotros, el río que de él procede tiene que ser necesariamente visible para aquellos que tienen ojos para ver. Pero si todo ello ocurre en nosotros sin que tengamos de ello alguna experiencia o conciencia, cierto es, entonces, que no sentiremos tampoco la vida eterna que de ello resulta, que no veremos la luz del Espíritu Santo, que permaneceremos muertos, ciegos, insensibles en la vida eterna,lo mismo que lo estamos en la vida presente. Nuestra esperanza será, pues, vana y nuestra vida inútil, si permanecemos siempre en la muerte, si permanecemos muertos según el espíritu, privados de experiencia de la vida eterna. Pero no es así, en verdad no es así. Lo que he dicho varias veces, de nuevo lo diré y no cesaré de repetirlo: luz es el Padre, luz el Hijo, luz el Espíritu Santo. Los tres son una sola luz intemporal, indivisible, sin confusión, eterna, increada, inagotable, sin medida, invisible — porque está fuera y por encima de todo — luz que nadie ha podido jamás ver antes de ser purificado, ni recibir antes de haberla visto. Pues es menester primero haberla visto para adquirirla después con penas y trabajos múltiples...» 27 .

 

27 San Simeón el Nuevo Teólogo, Homilías 57,4

Teología mística de la iglesia de oriente. Vladimir Lossky.Editorial Herder. Barcelona. 1982. P.127

 


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