René Guénon
ESTUDIOS SOBRE LA FRANC-MASONERIDA Y EL COMPAGNONNAGE
Volumen I. París, Éditions Traditionnelles, 1964.
Reseñas de libros
Noviembre de 1938.
OSWALD WIRTH. Qui est régulier? Le pur MaÇonnisme sous le
régime
des Grandes Loges inauguré en 1717
[¿Quién es regular? La
Masonería pura bajo el régimen de las Grandes Logias
inaugurado en
1717]
(Editions du Symbolisme, París).
Este volumen es una recopilación de artículos aparecidos ya anteriormente en le
Symbolisme; ya hemos hablado de la mayoría de ellos cuando
se
publicaron por vez primera, lo que nos dispensa de volver
detalladamente
sobre ellos. Se trata de la querella que divide a la
Masonería
anglosajona y a la Masonería denominada "latina",
más
particularmente a la francesa; el autor reprocha a la
primera el no ser
fiel al "puro Masonismo", de manera que la
acusación de
"irregularidad" que ésta arroja contra la segunda
debería recaer
contra ella. Este "puro Masonismo", para él,
está, como se sabe,
representado esencialmente por las Constituciones de
Anderson; pero es
precisamente esto lo que podría impugnarse si se quisiera
plantear la
cuestión en su verdadero terreno: la auténtica expresión
del "puro
Masonismo" no puede estar constituida sino por los Old
Charges de la
Masonería operativa, de los que las Constituciones de
Anderson se
apartan mucho. Que la Gran Logia de Inglaterra se haya
posteriormente
aproximado a ellos en cierta medida no parece dudoso; pero
a nadie se le
puede reprochar el que repare un error, aunque sea parcial
y
tardíamente (el hecho de que, por otra parte, este error
sea
voluntario o involuntario, o parcialmente ambas cosas, poco
importa
aquí). Pero la Masonería francesa, por su parte, no ha
hecho por el
contrario sino acentuar más aún el mismo error; así,
partidos del
mismo punto, los dos adversarios actuales han ido divergiendo
cada vez
más, lo cual hace muy difícil que se entiendan. En el
fondo, el
único error de la Gran Logia de Inglaterra, en este asunto,
ha sido el
de no reconocer claramente su verdadera posición frente a
las
Constituciones de Anderson, lo cual cortaría en seco toda
discusión
al hacer caer el único argumento que se le opone con alguna
apariencia
de fundamento; pero, ¿podría hacerlo sin confesar con ello
su propia
falta original, que es de hecho la de todo el régimen de
las Grandes
Logias, es decir, la de la propia Masonería especulativa?
Este
reconocimiento, si se produjera algún día, lógicamente
debería
conducir a considerar una restauración integral de la
antigua
tradición operativa; pero, ¿dónde están aquellos que serían
capaces actualmente de cumplir una tal restauración? Estas
pocas
reflexiones, con seguridad muy alejadas del punto de vista
del autor del
libro en cuestión, demuestran suficientemente toda la
dificultad del
tema, dificultad que, en suma, proviene sobre todo de que
ninguna de las
dos partes puede decir dónde está realmente el "puro
Masonismo",
bien sea porque lo ignora, bien porque ello implicaría la
condenación de sí misma al igual que la de la parte
adversaria, o le
obligaría a emprender una labor probablemente imposible. En
todo caso,
mientras se obstinen en no querer remontarse más allá de
1717 para
encontrar los verdaderos principios, es seguro que jamás
podrá
alcanzarse una solución satisfactoria; por otra parte,
faltaría
saber si hay alguien que verdaderamente quiera llegar a
ella, y,
lamentablemente, las preocupaciones demasiado ajenas al
punto de vista
iniciático que hoy existen sobre todo esto permiten dudar
de ello.
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