DEL DHAMMAPADA
(EL CAMINO DE LA DOCTRINA)
(Existe una versión agotada en Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967. Versión más reciente en Edaf, Madrid).
CAPÍTULO I:
VERSOS GEMELOS
1 La condición
humana (dhamma) está dirigida por la mente, predomina en ella la mente, está
hecha de mente. Si uno habla o actúa con mente (manas) perversa, la desgracia
(dukkha) lo sigue como la rueda (de la carreta) sigue los pasos del buey.
2 La condición
humana (dhamma) está dirigida por la mente, predomina en ella la mente, está
hecha de mente. Si uno habla o actúa con mente (manas) pura, la felicidad lo
sigue como su sombra que nunca lo abandona.
3 "Me
insultó, me golpeó, me venció, me robó, no cesa la agresividad de aquellos que
albergan estos sentimientos de rencor.
4 "Me
insultó, me golpeó, me venció, me robó"; cesa la agresividad de aquellos
que no albergan estos sentimientos de rencor.
5 Jamás en este
mundo los odios cesan con el odio; cesan con la benevolencia: ésta es una ley
(dhamma) eterna.
6 Los otros no
saben que en este mundo debemos controlarnos; cesa la disensión en aquellos que
sí lo saben.
7 Al que vive buscando el placer, con sus
sentidos descontrolados, inmoderado en la comida, indolente, y con escasa
energía, a ese lo doblega Mara, como el viento doblega a un árbol débil.
8 Al que vive sin buscar el placer, bien
controlado en sus sentidos, moderado en la comida, lleno de fe (saddha) e
inquebrantable energía, a ese no lo doblega Mara, como el viento no doblega a
una montaña de roca.
9 Aquel que sin haberse liberado de las
impurezas, carente de veracidad y autocontrol, vista el manto color azafrán,
ese no es digno del manto color azafrán.
Pero aquel que,
bien afincado en los preceptos de la disciplina moral (sila), provisto de
veracidad y autocontrol, ha arrojado de sí las impurezas, ese sí es digno del
manto color azafrán.
Aquellos que consideran que hay realidad en
lo irreal y los que ven irrealidad en lo real. nutridos de falsas ideas, no
llegan nunca a la realidad.
Pero los que juzgan lo real como real y lo
irreal como irreal, estos, nutridos de ideas verdaderas, sí llegan a la
realidad.
Como la lluvia atraviesa una casa mal
techada, así la pasión penetra en una mente indisciplinada.
Como la lluvia no penetra en una casa bien
techada, así la pasión no penetra en una mente bien disciplinada.
El que actúa mal sufre en este mundo, sufre
en el otro, sufre en ambos mundos; sufre, se tortura viendo lo impuro de sus
(attan) acciones.
El que actúa bien goza en este mundo, goza
en el otro, goza en ambos mundos: goza9 se regocija viendo la pureza de sus
(attan) acciones.
El que actúa mal se atormenta en este
mundo, se atormenta en el otro, se atormenta en ambos mundos; se atormenta
pensando: "He hecho una mala acción"; y se atornienta mós al llegar a
un estado de mísera existencia.
El que actúa bien goza en este mundo goza
en el otro, goza en ambos mundos: goza pensando: "He hecho una buena
acción"; y goza más al llegar a un estado de feliz existencia.
El hombre desidioso, por mucho que recite el
Tipitaka, si no cumple sus preceptos -como un vaquero que cuenta vacas ajenas-
no participa de la condición de samán (samana).
Pero aquel que vive de acuerdo con el dharma
(dhamma), habiendo eliminado el deseo, el odio y el error, dotado del verdadero
conocimiento, con su mente bien liberada, sin nada que lo ligue a este mundo o
al otro, ese, por poco que recite el Tipitaka, participa de la condición de
samán (samana).
CAPÍTULO II: EL ESTADO DE ALERTA Y
VIGILANCIA
El estar alerta y
vigilante es el camino hacia la inmortalidad, la desidia es el camino hacia la
muerte; los que están alertas y vigilantes no mueren, los que son desidiosos
son como los muertos.
Los pandits en vigilancia, sabiendo esto en
forma clara, se deleitan en el estado de alerta y vigilancia, gozosos en el
reino de los ariyas.
Los que constantemente están dedicados a la
meditación, perseverantes y esforzadamente empeñosos, conquistan, sabios, el
nirvana (nibbana), insuperado estado de perfecta paz.
Se acrecienta la gloria de aquel que es
enérgico y está compenetrado de autoconciencia (sati), de conducta pura, de
actos reflexivos, autocontrolado, que vive según el dharma (dhamma), alerta y
vigilante.
Mediante su energía, su autocontrol y
autodomínio, mediante su estado de alerta y vigilancia, debe el sabio hacerse
una isla que no sumerja la correntada.
Los hombres necios y torpes se dan a la
indolencia; el sabio cuida su estado de alerta y vigilancia como su mejor
tesoro.
No os entreguéis a la indolencia ni a la
intimidad de los placeres de la sensualidad, pues el que medita alerta y
vigilante alcanza gran felicidad.
Una vez que el pandit, con su estado de
alerta y vigilancia, ha arrojado de sí la desidia, subiéndose a la torre de la
sabiduría, contempla entonces, libre de pena, al dolorido género humano;
contempla, sabio, a los ignorantes, como quien desde lo alto de una montaña
contempla a los que están en el fondo del valle.
Alerta y vigilante entre los desidiosos,
totalmente despierto entre los dormidos, avanza el sabio dejándolos atrás, como
el caballo rápido a un caballo sin fuerzas.
Por alerta y vigilante, el Generoso alcanzó
la primacía entre los dioses; ellos alaban el estar alerta y vigilante, sin
cesar critican la indolencia.
El bhikkhu que se complace en estar alerta
y vigilante, que ve un peligro en la desidia, va como el fuego quemando sus
ataduras, débiles o fuertes.
El bhikkhu que se complace en estar alerta
y vigilante, que ve un peligro en la desidia, ya no puede decaer; está cerca
del nirvana (nibbana).
CAPITULO
III: LA MENTE
El sabio endereza
su mente, vacilante e inestable, difícil de retener, difícil de refrenar, como
el que hace flechas endereza una flecha.
Como un pescado
arrojado en la playa, sacado del agua, su morada, así se agita nuestra mente
para escapar del poder de Mara.
Cosa buena es el
control de la mente, difícil de refrenar, voluble, que vuela a su antojo; la
mente controlada aporta felicidad.
Cuide el sabio su
mente, imperceptible, sutil, que vuela a su antojo; la mente vigilada aporta
felicidad.
Los que controlan
su mente, que se vuela lejos, solitaria, incorpórea y que se cobija en lugar
recóndito, aquellos se liberan de las cadenas de Mara .
No llega a su
completa realización el conocimiento (pañña) de aquel de mente inestable, de
vacilan. te serenidad, que desconoce la verdadera doctrina (dhamma).
Miedo no existe
para el que está despierto, con su pensamiento libre de sensualidad, con su
mente libre de agitaciones, más allá de lo bueno y de lo malo.
Sabiendo que este
cuerpo es frágil como un cántaro, haciendo de su mente una ciudadela, luche uno
contra Mara con el arma del conocimiento (pañña); proteja su conquista; libre
esté de todo lazo.
Pronto, en
verdad, este cuerpo yacerá por tierra, arrojado, sin vida, como un leño inútil.
Cualquier cosa
que un enemigo pueda hacerle a su enemigo, o un rival a su rival, algo peor aun
que eso puede hacer una mente mal dirigida.
Cualquier cosa
que puedan hacer el padre y la madre o los otros allegados, algo mejor aun que
eso puede hacer una mente bien dirigida.
(Existe una
versión agotada en Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967. Hay otra más
reciente en Editorial Edaf, Madrid).
CAPÍTULO IV: LAS
FLORES
44. ¿Quién
conquistará esta tierra, el mundo de Yama (Rey de la muerte) y el de los
dioses? ¿Quién ha de encontrar hábilmente el bien predicado camino del dharma
(dhamma) que es como una flor?
45. El discípulo
(de Buda) conquistará la tierra, el mundo de Yama y el de los dioses; el
discípulo (de Buda), hábilmente, encontrará el bien predicado camino del dharma
(dhamma) que es como una flor.
46. Sabiendo que
este cuerpo tiene la consistencia de la espuma, comprendiendo que es igual que
un espejismo, quebrando los dardos floridos de Mara, puede uno ponerse fuera
del alcance de la mirada del rey de la muerte.
47. Como una gran
avalancha se lleva a la dormida aldea, así la muerte va llevándose al hombre
que tiene su mente poseída por el deseo, ocupado en recoger flores.
48. La muerte se
apodera del hombre cuya mente está encadenada, ocupado en recoger flores,
insaciable en sus deseos.
49. Como una
abeja se va, después de tomar el polen, sin dañar a la flor ni su color ni su
perfume, de la misma manera en la aldea ha de comportarse el muni (sabio).
50. Considere
uno, no lo malo de los otros ni lo que los otros han hecho o no han hecho, sino
lo que uno mismo (attan) hace o no hace.
51. Como una
bella flor, llena de colorido pero sin perfume, así es estéril la palabra
hermosa del que no actúa (conforme a ella).
52. Como una
bella flor, llena de colorido y con perfume, así es fecunda la palabra hermosa
del que actúa (conforme a ella).
53. Como con un
montón de flores puede uno hacer muchos ramos de flores, así han de ser
hechas
muchas buenas acciones por el
hombre desde que nace.
54. No va contra
el viento el perfume de la flor -sándalo, tagara, mallika-; va contra el viento
la fragancia
de los buenos. El hombre bueno llena
con su fragancia todas las regiones.
55. El sándalo, el tagara, la flor de loto o
el jazmín -superior a sus perfumes es la fragancia de la conducta noble (sila).
56. Débil es el
perfume del tagara y del sándalo; pero la fragancia de los buenos (sila) se
difunde sin igual hasta entre los dioses.
57. Mara no encuentra el rastro de aquellos de
conducta noble (sila), que viven alertas y vigilantes y que gracias al perfecto
conocimiento han encontrado la liberación (vimutti).
58. Como un loto
puede nacer bello y suavemente perfumado en un montón de desperdicios arrojados
en algún camino,
59. Así, entre
los hombres comunes e ignorantes, que son cual desperdicio, resplandece,
gracias a su conocimiento (pañña), el discípulo del perfecto iluminado.
CAPÍTULO V: EL NECIO
60. Larga es la
noche para el que está despierto, largo es un yojana para el que está cansado,
largo es el
samsara para los ignorantes que
desconocen la verdadera doctrina (dhamma).
Si uno, en su
camino, no encuentra a alguien mejor o igual a sí mismo (attan), que
entonces
resueltamente continúe solo su
camino: con el necio no hay amistad posible.
El necio se
preocupa: "mis hijos. .., mi riqueza..." Uno mismo (attan) no es de
uno mismo (attan)
¿cómo lo serán los hijos? ¿cómo lo
será la riqueza?
El ignorante que
conoce su ignorancia, es en esto sabio; el ignorante que se cree sabio, ése sí
es
ignorante.
Aunque el
ignorante se asocie con el sabio toda su vida, no capta el dharma (dhamma),
como no capta
la cuchara el gusto de la sopa.
Pero si un hombre
inteligente se asocia aunque sea un momento con el sabio, rápidamente capta
el
dharma (dhamma), como la lengua el
gusto de la sopa.
Los tontos e
ignorantes se comportan consigo mismos (attan) como con un enemigo, haciendo cosas
perversas, de amargo fruto.
No es buena la
acción que uno se duele de haber hecho, cuyo fruto recoge uno, lamentándose,
con el
rostro bañado en lágrimas.
Pero es buena la
acción que uno no se duele de haber hecho, cuyo fruto recoge uno, contento
y gozoso.
Como miel
considera el ignorante su acción mala, mientras ella no madura; cuando madura,
el dolor
(dukkha) le llega.
Aunque mes tras
mes se alimente sólo con lo que cabe en la punta de una hoja, no vale el
ignorante ni
la más pequeña parte de aquellos que
han sopesado bien el dharma (dhamma).
Una mala acción
no se desprende de inmediato -como la leche (?); ardiendo como un fuego
cubierto
de cenizas, no abandona al necio.
Lo que el necio
ha aprendido es para su propia desgracia; mata lo que hay en él de bueno,
causando
su
ruina.
(El necio) desea
una indebida reputación, el respeto de los bhikkhus (monjes), la autoridad en
los
monasterios y el homenaje de los
extraños.
"Conozcan
todos mi acción, los jefes de familia y los mendicantes, dependan de mí en
todo, en lo
que deben hacer y en lo que no
deben hacer" -así piensa el necio y su deseo y orgullo aumentan.
Uno es el camino
de la riqueza, otro el camino que conduce al Nirvana. Habiendo aprendido esto,
que el bhikku, discípulo de Buda
no goce en los honores, practique el desapego.
CAPÍTULO VI: EL PANDIT
Si encuentras a
un hombre inteligente que te descubre tus faltas y te reprende, asóciate con
ese sabio:
es un descubridor de tesoros. A
quien se asocia a una persona así, le va mejor y no peor.
Si reprende, si
aconseja, si aleja de lo malo, tiene el aprecio de los buenos y la antipatía de
los malos.
No te asocies a
malos amigos, no te asocies a hombres que nada valen; asóciate a buenos amigos,
asóciate con los mejores.
79. El pandit se
regocija siempre en el dharma (dhamma) enseñado por los ariyas. Absorbiendo el
dharma (dhamma) vive feliz, con su mente serena.
80. Los que cavan
acequias encaminan el agua; los flecheros enderezan la flecha; los carpinteros,
la madera; los sabios se domeñan a sí mismos (attan).
81. Como la roca
compacta no tiembla con el viento, así el sabio no se conmueve ni en el
reproche ni en la alabanza.
82. Al escuchar
el dharma (dhamma) los sabios se tornan serenos, como lagos profundos,
tranquilos y cristalinos.
83. En toda
circunstancia el hombre bueno practica el renunciamiento y no dice cosas
inspirado por el deseo del placer; el sabio no se altera cuando la felicidad le
llega o la desgracia (dukkha) lo alcanza.
84. No desee
hijos ni riquezas ni reinos, ni con miras a sí mismo (attan) ni con miras a
otros; no desee su propio (attan) éxito con una conducta injusta; haga suya la
disciplina moral (sila), haga suyo el conocimiento (pañña); siga el dharma
(dhamma).
85. Pocos son los
hombres que han alcanzado la otra orilla; los otros prosiguen en esta orilla.
86. Pero aquellos
que, una vez predicado el dharma (dhamma), actúan de acuerdo con el dharma
(dhamma), esos irán allende el dominio de la muerte, tan difícil de superar.
87. Abandonando
la conducta (dhamma) sombría debe el pandit aplicarse a la conducta luminosa.
Saliendo de su hogar para asumir la condición de los que no tienen hogar, en la
soledad, en la cual no existe el placer,
88 busque ahí su
felicidad. Dejando de lado el deleite sensual, carente de todo, purifíquese el
sabio a sí mismo (attan) de las impurezas de la mente.
89. Aquellos cuya
mente está bien disciplinada en los elementos constitutivos de la iluminación,
que gozan en el abandono de sus lazos y están libres de apego, lúcidos y con
las impurezas de su mente destruidas, aquellos se han emancipado en este mundo.
CAPÍTULO
VII: EL ARHANT
90. No existe
sufrimiento para el que ha llegado al fin del camino y se ha puesto fuera del
alcance de los pesares, que se ha liberado del todo y ha roto todos sus lazos.
91. Compenetrados
de autoconciencia (sati), abandonan sus casas; no se satisfacen con la vida de
hogar: como cisnes que abandonan los lagos, ellos dejan, uno tras otro, los
techos que les han dado refugio.
92. Como el
rastro de las aves en el cielo, así es difícil de seguir el rastro de aquellos
que nada guardan, que comen lo debido, cuyo dominio es la liberación
incondicionada y vacía.
93. Como el
rastro de las aves en el cielo, así es difícil de seguir el rastro de aquel que
ha destruido las impurezas de la mente, indiferente a la comida, cuyo dominio
es la liberación incondicionada y vacía.
94. Hasta los
dioses envidian a aquel que ha eliminado de si el orgullo, que está libre de
las impurezas de la mente y cuyos sentidos -como caballos bien controlados por
su cochero- han alcanzado la calma.
95. Un hombre así
todo lo soporta, como la tierra; en sus votos es firme como un indakhila; es
como un lago, libre de fango: para él no existe samsara.
96. Serena es la
mente (manas), serena la palabra, serena la acción de un hombre así, que,
gracias al perfecto conocimiento, se ha liberado y se ha serenado.
97. El hombre que
ya no necesita la fe (saddha) y ha llegado al conocimiento de lo increado, que
ha cortado todo vínculo, ha destruido toda ocasión de bien o de mal y ha
eliminado de sí todo deseo, ese, en verdad, es un hombre superior.
98 Dondequiera que los arhants (arhant) vivan,
en una aldea o en el bosque, en el valle o en el monte, ese es un lugar
maravilloso.
Deliciosos son los
bosques; ahí no goza la gente, pero gozan los que están libres de pasiones,
pues no buscan los placeres.
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