ESCRITURA TRADICIONAL Y
TIPOGRAFÍA INFORMÁTICA
TRADITIO Revista de Estudios
tradicionales, primavera-verano 1988
Uno
de los aspectos más significativos de la extrema degradación de la escritura en
Occidente, nos lo suministra la aparición de la informática y su particular
tipografía. Si bien el sentido sagrado del lenguaje se ha perdido virtualmente
en los idiomas europeos (1), al menos el trazado
de las letras se había mantenido hasta hace poco sin sufrir ninguna alteración
apreciable. Esto ha cambiado de manera sustancial con la invención del sistema
que sirve para configurar las letras, números y demás signos que aparecen en
las pantallas de los ordenadores o impresos sobre el papel. Aunque a primera
vista este hecho parezca insignificante, encierra sin embargo un signo muy
instructivo que puede mostrarnos las verdaderas intenciones de la “revolución
tecnológica”, impuesta de manera implacable y tiránica a toda la humanidad.
Pero
antes de entrar en este asunto, veremos a continuación el principio metafísico
y simbólico en el que se basa la escritura de las lenguas tradicionales. Esto
nos lleva a considerar el significado universal del punto y la extensión,
reflejado en toda escritura normal por el punto geométrico y la línea (2).
No
teniendo dimensión, ni forma, ni espacio, el punto es el principio de la
manifestación, realizándola (bajo la condición temporal) por el movimiento,
situándose en ella aunque en realidad esta no sea nada sin aquel, para
actualizar así todas las virtualidades que el punto contiene. Por tanto, toda
la extensión manifestada procede del punto en tanto que este se diferencia, se desdobla,
multiplicándose indefinidamente (3).
De
esto se deduce claramente que la línea geométrica no está compuesta por una
sucesión discontinua de puntos, pues siendo estos sin dimensión, de su adición
no puede surgir ninguna extensión. La línea se produce en definitiva por la
distancia elemental que existe entre sus puntos consecutivos, separados y
unidos la vez en una sucesión continua e indivisible (4).
Si
aplicamos les nociones mencionadas al caso concreto de la escritura, observamos
que esta es diseñada por un único punto de tinta multiplicado indefinidamente,
y que da a cada letra su forma propia que la hace aparentemente distinta de las
otras. Enlazamos aquí con un simbolismo de profundas implicaciones metafísicas:
el de la tinta y su relación con las letras. El trazado ininterrumpido de la
tinta simboliza el Principio inmutable que ensarte toda
a
manifestación de formas ilusorias representada por las letras(5).
Así
pues, mientras que las doctrinas tradicionales ven en las letras los reflejos
del Absoluto, reproducidas con un trazado continuo que recuerda su unión
indisoluble con la Fuente de todo lo manifestado, la tecnología informática, además
de relegarlas a una función meramente convencional como ocurre con otros medios
modernos de impresión (6), va mucho más lejos, dando a
la escritura el máximo grado de deformación representable, El
punteado intermitente de
la tipografía informática, disgrega y “atomiza” el trazado normal de la
escritura en una multiplicidad separativa, Al ser diseñadas les letras por
puntos cuantificables(7), se destruye la
indivisibilidad que estas reciben de su Principio formador. La uniformización
cuantitativa de la tipografía informática, se presenta pues como la parodia de
la unidad cualitativa qua rige la escritura tradicional (8).
Esto
nos muestra en definitiva la verdadera finalidad de la informática: reducir
todo lo que toca a “cosas” numerables, divisibles e intercambiables, para así
ejercer sobre elles un control y dominio absolutos, lo que indica claramente un
inquietante signo más de la nivelación efectuada en todos los ámbitos de la
última fase del presente ciclo.
Pedro
Castro
NOTAS
1.—
Sobre el origen y significado del lenguaje
en las doctrinas tradicionales, ver R.Guénon, “Símbolos fundamentales de la
Ciencia Sagrada”, EUDE9A, 1976, cap. VI “La ciencia de las letras” y “el
lenguaje de los pájaros”. Sobre las lenguas sagradas en Occidente, ver R.Guénon, “Aperçus sur
l’ésoterisme chrétien”, Editiones Traditionnelles, 1g83, cap. I “A propos des
langues sacrées”.
2..-
Cono ya señaló Leibnitz, no han de confundirse los “puntos metafísicos” que son
independientes del espacio, con los “puntos matemáticos” que no son más que las
determinaciones espaciales de aquellos. (Cfr. R. Guénon, Symbolisme de la Croix”, Guy Tredaniel/Véga,
1984, pág. 97, nota 4).
3.— Cfr. “Le Symbolisme...”,
op.cit,, pag. 97.
4.- Cfr. “Le Symbolisme...”,
op.cit.,, pág. 95—96. Sobre la
divisibilidad de la línea, Nicolás de Cusa escribió: “La línea finita no es
divisible en no línea, porque en la magnitud no se llega al mínimo, menor que el
cual nada puede haber, Por ello, la línea finita, según la razón de línea, es
indivisible, pues la línea de un pie no es menos línea que la de un codo”.
(Cfr. “La docta ignorancia”, Orbis, 1985, pág. 67). Comentando le doctrina
aristotélica de la indivisibilidad del tiempo, A.K.Coomaraswamy la pone en relación
con la indivisibilidad espacial diciendo: “El tiempo comienza siempre”, ”el tiempo
es continuo” gracias al “invisible ahora” en cierto sentido, los instantes
difieren entre sí, pero son siempre idénticos” en su función, de constituir el
tiempo. Los “instantes” son comparables a los “puntos” que determinan una línea;
dos puntos contiguos no pueden constituir una línea, se necesitan tres pues una
línea no es tal si no tiene un principio, una parte media y un final; y así para
todas las demás series”. “Así, el indivisible Instante” tiene la doble función
de separar y unir y en esta doble función es idéntico al Punto sin dimensión
que separa y une simultáneamente las partes de una línea. En cuanto separan, los
instantes están siempre diferenciados por su valoración con los distintos
pasados y futuros, pero en cuanto unen, son siempre idénticos. Asimismo, los
puntos son múltiples cuando separan (puesto que una línea puede dividirse en
varios lugares), pero al ser
un punto
aquello por lo que trazamos una línea continua, son “idénticos en todas
partes”, (Cfr. “El tiempo y la eternidad”, Taurus,
1980, pag.
63 y 78).
5.-
Dicho simbolismo ha sido particularmente desarrollado por el esoterismo
islámico para expresar la doctrina de la “Unicidad de la Existencia” (Wahdatul—wujûd),
es decir, de la existencia universal contemplada como la manifestación integral
de la unidad del Ser. (Cfr. “Le Symbolisme...”, op.cit., pag. 17). Así por ejemplo, Haydar Amul!, sufí persa del siglo XIV,
ve en la tinta la realidad única e infinita de la “existencia”, mientras que
las letras escritas con tinta reflejan las formas ilusorias que se manifiestan separativamente
en el mundo empírico. Sin embargo, al estar trazadas con tinta, las letras
forman en cierto modo parte de esta, pues si no serían una pura nada sin
existencia. Por tanto, para solucionar esta aparente antinomia, no hay que
dejarse engañar por uno u otro aspecto de la Realidad, teniendo una visión que
no esté
velada
por nada, ni por la tinta ni por las letras, contemplando la Unidad en la
multiplicidad y la multiplicidad en la Unidad. (Cfr Toshihiko Izutsu, “Unicité
de’Existence et Création Perpétuelle en Mystique Islamique”, Les Deux Océans,
1980, pag. 67—68). Así mismo,
Abd al—Gani al—Nabulusi utiliza la misma imagen en el siguiente poema, citado y
comentado por el Sayj Ahmad Al—’Alawi en su tratado sobre el simbolismo de las
letras del alfabeto:
“Las
letras son los símbolos de la tinta; no hay letra alguna, salvo la que la tinta
ha ungido; su mismo color es pura ilusión. Es el color de la tinta, que ha
accedido al ser manifestado.
Sin
embargo, no se puede decir que le tinta se haya apartado de lo que era.
La
no-manifestación de las letras residía en el misterio de la tinta, y su manifestación
es producida por la autodeterminación de aquélla. Ellas son sus
determinaciones, sus actividades, y no hay nada allá más que la tinta. !
Comprende esta parábola!
Las letras no son la tinta !no digas que lo
son!
Esto sería un error; y decir que la tinta es
idéntica a las letras sería pura locura.
Pues ella
era antes que las letras cuando no había ninguna.
Y será
todavía cuando ninguna letra sea.
Mira
bien cada letra y ve que ya ha perecido salvo por la faz de la tinta, es decir,
la Faz de su Esencia.
! A
Ella toda Gloria, Majestad y Exaltación!
Así,
incluso en su manifestación, las letras están ocultas,
sumergidas
por la tinta, puesto que su manifestación no es otra
que la
de ella.
La
letra no añade nada a la tinta, ni toma nada de ella,
pero
revela su integridad en modos distintos.
Sin
alterarla. ¿Acaso la tinta y la letra constituyen dos cosa
distintas?
Ve,
pues, la verdad de mis palabras: no hay ser salvo el de la
tinta,
para aquel cuyo entendimiento es sano;
y
dondequiera que esté la letra, su tinta está siempre con el
!Abre
tu intelecto a estas parábolas y préstales atención!’,
(Cfr. Martin
Linqs, “Un santo sufí del siglo XX”, Taurus, 19882 pag. 146 y ss.). En la
tradición china también encontramos un simbolismo equivalente, expuesto en el
método de la “pincelada única” (i—hua) y que es utilizado tanto en la pintura
como en la caligrafía. La multiplicidad do pinceladas y los distintos matices de
la tinta esté contenida en la unidad principial de la pincelada única”. El pintor taoísta
Shih—T’ao (s.XVII—XVIII) escribió un tratado sobre dicho método, del cual
reproducimos algunos párrafos:
“En un principio
no había método. Durante el caos primitivo no había diferenciación. Una vez que
el caos primitivo se empezó a diferenciar nació el método (ley). ¿Cómo nació
este étodo? Nació de una pincelada, De esta pincelada nacen todos los fenómenos
es aplicados por los dioses a los hombres”.
“Una
vez que el caos primitivo fue diferenciado nació el método de la “pincelada única”.
Una vez nacido el método de la pincelada única, todos los objetos del universo
aparecieron. Por eso yo digo: “este principio los cubre a todos”.
“Igual que
uno hace un viaje muy lejos iniciándolo con un paso, así esta pincelada única
contiene en si el universo y el universo y lo de más allá; miles de pinceladas
y tintas comienzan y terminan esperando a que uno sepa usar sus ventajas”.
“La
pincelada única es el origen de toda caligrafía y de la pintura, las cuales son
aplicación material del principio primero de esta pincelada única”.
“Le
pincelada única esté contenida en todas las cosas. Una pintura viene de le
tinta, la tinta viene del pincel, el pincel de la muñeca del artista y la muñeca
del artista de la mente que la rige. Este provenir es similar al modo en que la
vida es creada por los cielos y las formas son hechas por la tierra”. (Cfr. Luis
Racionero, “Textos de estética taoísta”, Alianza, libro de bolsillo
Nº993,
1983, pág. 87 y ss.).
6.— A
este respecto, recordaremos que la imprenta moderna no es más que el vestigio
desacralizado del arte tradicional de imprimir, el cual tenía en su origen, al
igual que los demás oficios un carácter iniciático totalmente perdido en la
actualidad. Las corporaciones occidentales de impresores besaban su rito de iniciación
en la leyenda de Fausto, y es frecuente encontrar en los libros de los siglos
XV, XVI y XVII la marca que indica el grado del maestro impresor. (Cfr. R.Guénon,
“Etudes sur le Franc—masonnerie et le Companonnage”, Ed. Traditionnelles, 1986, tomo
II el artículo “Le Chrisme et le coeur dens les anciennes marques corporatives”, y “Símbolos fundamentales...”, op.cit.,
cap. L “El cuatro de cifra”).
7.—
Dicha divisibilidad cuantificable es intrínsecamente falsa, pues el trazado de
las letras normales no se realiza por una línea con un número indefinido de
puntos, sino por una multitud indefinida que va más allá del número. (Cfr. “Le Symbolisme...”, op. cit.,
pig. 91, notas 2 y 3). Lo
mismo se aplica al tiempo, a este respecto A.K.Coomaraswamy dice: “Toda división
de la continuidad temporal en una serie de instantes inmóviles es tan
artificial como una división del tiempo en una serie discontinua de horas y de días,
o como la división de una línea en una serie de puntos”. (Cfr. Op.cit., pag.
66).
8.— El
ordenador produce los puntos de escritura mediante un proceso discontinuo equivalente
al de la producción de los números, lo que indica la uniformización
cuantitativa del trazado de las letras. Por otra parte, dicho proceso prefigura
una de las modalidades que puede tomar la desaparición del mundo sensible: “Hay
por tanto, en la reducción gradual de todas las cosas a lo cuantitativo, un
punto a partir del cual esta reducción no tiende más a
la “solidificación”,
y este punto es en suma aquel donde se llega a querer llevar la cantidad
continua misma a la cantidad’ discontinua; los cuerpos no pueden subsistir más
como tales, y ellos se deshacen en una especie de polvo atómico sin
consistencia; se podría por tanto, a este respecto, hablar de una verdadera
“pulverización” del mundo, lo que es evidentemente una de las formas posibles
de la disolución cíclica”. (Cfr. R.Guénon, “Le Régne de la Quantité et les Signes
des Temps”, Gallimard, 1986, pig. 163—164. Sobre los conceptos de unidad y uniformidad, ver los
caps. VI y VII de la misma obra).
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