LOS PEQUEÑOS
MISTERIOS
(Vers la Tradition nº 40)
Nikos Vardhikas
“Si tu ojo es
luminoso, tu cuerpo entero lo es”
Hemos hablado en un
artículo sobre el esoterismo justo (VLT nº 39), de los beneficios de a nivel
colectivo, dijimos que contenía enseñanzas cosmológicas, ontológicas y antropológicas.
Queremos ahora limitarnos al dominio personal pues es (especialmente en nuestro
tiempo) el único que queda aún “de aplicación” y nos acordamos siempre de la
sentencia “por sus frutos los conoceréis”; la metafísica abstracta o únicamente
colectiva es una ciencia, que también debe ser explicitada en sus aplicaciones.
Los pequeños misterios (1)
son una estación espiritual que utiliza aún la razón (2)
y se sitúa por lo tanto antes de la realización. Esto lo convierte en la
primera y más accesible estación y la más peligrosa, porque puede bloquear la
continuación por un apego a lo mental o
a un yo mismo dilatado (¿sobretodo dilatado?). Ella consiste en conocimiento (o
aceptación) y en una transformación consecuente (una metanoia).
El conocimiento concierne al hecho de que, como toda verdad esotérica no se ve afectada por la
posible decadencia de un exoterismo, así los principios y leyes metafísicas son
siempre verdaderas y operativas, sean cual sea su incomprensión en una época o sociedad dadas.
Este conocimiento le confiere al ser una especie de
"poder" sobre sí mismo en el sentido de que deja de cometer errores y
de atarse cada vez más en una cadena de hábitos y falsa elección (en efecto, incluso a elecciones a
secas), entretejiéndose progresivamente un destino o karma, o atrayéndose continuamente
la "mala suerte". Sabiendo quién es verdaderamente (y quién no es), el ser prueba la virtud más
fundamental de todas, el contentamiento:
consiste en la aceptación sin rebelión las limitaciones verdaderas, naturales
que no alcanzan el Sí. Esta aporta la pacificación, que libera las fobias sobre
los peligros imaginarios en que incurriría la persona.
Se da cuenta de que
todo el tiempo se debatía sobre un suelo sólido y que no había ahí ningún
precipicio. (3)
El contento aporta el cese de la agitación y la unificación
de este ser. La unificación consiste en la anulación de la actividad frenética en
vista de frutos imaginarios e inútiles y en la comprensión de que no se puede
perder lo que se es: porque, se aprende
a ser en vez de tener (incluso para las
"virtudes").
Así la absorción de todo esto por el Si se hace posible
(pero no cierta). Un tal ser aplicará sin esfuerzo, la recomendación de
"no centrarse en los frutos de la acción" y realiza la sentencia de Heráclito
"la naturaleza de un ser es su fin" (4);
él es él mismo y puede "conociéndose, conocer su Maestro".
Este es el sentido de las siguientes sentencias:
A quien tiene, (le
calificación o estación) se será dado;
al que no tenga le será quitado, incluso lo poco que tiene.
Quien pierda su alma
por mí la encontrará; quien encuentre alma, la perderá.
Sed en el mundo, pero
no del mundo.
La libertad del ser que está en esta estación (así como el
realizado) es, con relación a tal o tal soporte identitario exterior, la única
libertad que cuenta; lejos de la "libertad" moderna que no cruza los
límites y las limitaciones de la existencia separada y pusilánime y que, sobre
todo, identifica las posibilidades de ser humano a las de la sociedad (haciendo
de un individuo, un número entre otros,
en lugar de una persona, es decir de
una estación particular del Si universal), esta libertad ontológica señala nuestros
reencuentros con nuestra verdadera naturaleza.
Ese es el sentido de las sentencias evangélicas siguientes:
El hijo del hombre no
tiene donde descansar la cabeza
Conoceréis la verdad,
y la verdad os hará libres
No acumuléis tesoros
terrenales que puedan ser robados, sino tesoros celestes que nadie os puede
quitar.
El ejemplo utilizado por F. Schuon en alguna parte, del
juego de ajedrez, es muy útil aquí para hablar sobre la verdadera libertad y de
las restricciones, verdaderas o falsas: el jugador que se somete a las reglas
del juego pueden hacer lo que él quiera; quien quiera que juegue con la "libertad"
para hacer cualquier cosa lentamente tejer un destino al que ya no puede
escapar.
La estación de los pequeños misterios realmente permite,
verdaderamente, "cambiar tu destino" o liberarte e él.
Lejos de conducir al egoísmo, conocerse a sí mismo significa
la superación de un yo ilusorio (que la Cábala llama "pantalla" y
Ramana Maharshi " espejo ") y la realización de lo que René Guénon decía
de la persona: que él es al mismo tiempo infinitamente más e infinitamente
menos "que lo que se entiende normalmente por este término.
La realización (incluso "mental") de estas
verdades confiere un cierto "aura" atractiva al ser que está en esta
estación, por el mero hecho de que ya no tenga miedo de exponerse, de mostrarse
tal como es -no puede por otra parte hacer otra cosa, porque se ha convertido
en una persona que funciona así. (¡" Qué lástima” que los que están ahí no
estén interesados por los puestos de los cuadros superiores!).
Hemos puesto la palabra mental
entre comillas; sabemos cuanto asusta, con razón ,a todos aquellos que están
"en la vía". Sin embargo, hay verdades que, incluso adquiridas por un
saber libresco, son de tal naturaleza que la única manera de comprenderlas (no de
poseerlas para la cita solamente) es vivirlas. De lo contrario, se transmitirán
sin efecto, con el riesgo de volver ahí (quizá) más tarde. Si no fuera así, la
obra de R. Guénon dejaría a sus lectores "indemnes".
Estas pocas observaciones son suficientes para caracterizar
la relación entre esta estación y el exoterismo justo, que es capaz de conducir
ahí pero no constituye el único medio de acceso. Por otra parte, ayudar a
llegar a esta estación no es la única razón de ser del exoterismo justo; su
objetivo es ante todo modificar, mediante ritos, el destino póstumo (en el caso
del Cristianismo). Sin embargo, el estudio de las enseñanzas y la participación
en los ritos de un exoterismo justo constituyen la preparación doctrinal indispensable
para un alcance “consciente "de esta
estación, que es la única en la vía que exige un “esfuerzo” o un sufrimiento o
una lucha cualquiera. El resto se da (o no se da) por añadidura. Desde siempre,
pero sobre todo desde que el exoterismo no es siempre es justo y desde que la
vida social no es siempre " normal"; se puede alcanzar esta estación
"por azar" (¿pero lo es?), siempre que la cualificación esté presente;
pues en este caso, el esfuerzo será
reemplazado por un sufrimiento y es preciso al menos estar dispuesto a
"pagar con su persona" por sus errores y vagabundeos sin rebelarse.
Se tratará de seguir al gurú interior así como el, que nunca ha fallado, de la
vida y de los otros: cualquier circunstancia insegura para el ego y su falsa
identidad (muertes, enfermedades, decepciones amorosas desilusiones o, por el contrario,
amores "totales", nacimiento de niños, aislamiento diverso: campos de
concentración, guerras, peligros, hospitalizaciones, encarcelamientos,
revoluciones), cualquier situación o situación en la que los apoyos identitarios
normales faltan (soportes como: la patria , la lengua, el partido, la Iglesia,
la sociedad) fuerza a un ser a buscar en el mismo su verdad.
Este método "aleatorio" presenta un peligro grave con
relación con el otro, consciente, que pasa por el exoterismo justo: el peligro
de caer en la locura. En efecto, esta no es otra cosa más que un encierro en el
yo, que sobreviene siempre en el momento en que un ser está listo (inconscientemente)
para liberarse.
La estación de los pequeños misterios, con los peligros que
ella implica, es sin embargo una verdadera estación en el camino iniciático, permanente
e inalienable, además la única que se puede
ser describir. El resto es silencio.
Todos los colaboradores de esta revista por ejemplo, pertenecer a lo sumo a esta
estación, ya que escriben "aún", hayan sido iniciados o no (la
iniciación regular propiamente dicha, es conferida habitualmente a un ser que
ha alcanzado completamente solo – si se puede decir esto- esta estación. (1).
Las civilizaciones tradicionales promocionan, muy
naturalmente, el alcance de esta etapa, como no se trata de los Grandes Misterios,
indescriptibles y ocultos por naturaleza (así como más peligrosos aún, para un
no cualificado). La "caballería” musulmana, por ejemplo, que ha imitado la
caballería occidental (acentuando, evidentemente, el lado militar) fue
"definido" de dos maneras, "suave" y "fuerte":
-suave: ser recto
y no exigir a otros que hagan lo mismo.
-fuerte: ir más
allá del propio ego y adherirse a Dios.
Esta pérdida propia de la "edad moderna", que
consiste en no poder reconocer la misma verdad en estas dos maneras de expresarse, de las cuales una parece "anodina" y
la otra "espiritual" es una pérdida enorme, lo que facilita el idealismo
y angelismo y constituye una verdadera herejía, a veces aria, a veces
nestoriana. Esta "ambivalencia" de simbólica y práctica es la característica de la estación de los "pequeños
misterios" y muestra su conexión con el exoterismo justo que normalmente
tiene que conducir a los cualificados hasta esta etapa de caballero (5).
Hemos dicho cómo es de limitada esta estación y cuales son
sus peligros: en particular el de tomarla por el fin del camino. Ahora queremos
ver cuán útil sería en nuestra época el alcance relativamente simple de esta
estación. Desafortunadamente, la decadencia del exoterismo hace casi imposible el
alcance por él o por la “fe”, y deja pues solo la vía "natural" y
peligrosa.
Los pequeños misterios podrían liberar a muchos de nuestros
contemporáneos de los males de la época, y en esto nuestra obra en una revista como
ésta puede ser útil, como puede serlo en nuestro medio de vida (a condición de excluir
todo “celo” misionero y cualquier pretensión a la función del gurú que no sea
la natural).
Las, dos nociones más útiles, que es urgente reestablecer y
que nuestra época ha destruido completamente son las de naturaleza (de un ser, de las cosas) y la de
verdad objetiva y natural, observable por cada uno en su fuero interno, sin
la fobia de la desaprobación de los expertos. En lugar de estas nociones, aun
así elementales, la época impone que todo es relativo e intercambiable, sin
ninguna condición de lugar y tiempo (y haciendo esto, utiliza una declaración
absoluta). La sociedad impone un régimen mental y psíquico de competición y triunfo
en una masa de gentes incapaces de alcanzar los fines propuestos, e
infantilizada (comprendida aquí La Iglesia) en el estado de fans de stars, entre los cuales Jesús.
En “contrapartida" de lo cual se ha dado una liberación catastrófica de
toda regla y de toda ley; no queda más que la de la muerte que no sea
contestada. Esta libertad crea seres angustiados, encerrados en sus falsos
problemas psicológicos, egoístas, desarraigado y desestructurados que buscan a
cualquier precio otras víctimas para someterlas a sus males: es la "nido
de víboras" (rat race).
La escuela (especialmente francesa) es la más grave
resultado de este verdadero descentramiento, pues en su seno son torturados
nuestros niños que sufren lo que D. Cologne ha llamado, aquí mismo, el "racismo
tecno-vitalista". Los que triunfan aprenden a ser monstruos (futuros
locos), y los que fracasan locos inmediatos (suicidas, drogados y sometidos).
Llegar a la estación de los pequeños misterios,
peligrosamente facilitada por la multiplicación de situaciones
desestructurantes de nuestra época, solo puede permitir salir de este círculo
vicioso de frustración (a menos de una realización fulgurante).
En tal entorno ente, es pues urgente aprender -y enseñar a nuestros
hijos- el comienzo de la sabiduría:
la aceptación de lo
que es, es decir la vía Marial
"Con Pedro, si es posible, sin él si es necesario (6).
Notas:
(1) Es un término
griego. Entre los esoterismos próximos de nosotros, es el sufismo quien hace más
distinciones entre “estaciones” (maquamat)
espirituales. Sin embargo, todas las tradiciones distinguen dos etapas en el
camino de la realización: horizontal (dilatación) y vertical (elevación)
correspondiente a los pequeños y grandes misterios Griegos. Las vías de
realización abrupta (Zen, enseñanzas de Sri Nisargadatta Maharadj etc.) no
hacen esta distinción, y muestran una desconfianza hacia toda realización por
etapa. Recordemos lo que dice René Guénon al respecto: Los “pequeños misterios”
comprende todo lo que se relaciona con el desarrollo de las posibilidades del
estado humano considerado en su integralidad; acaban pues en lo que hemos llamado
la perfección de este estado es, es decir en lo que se designa tradicionalmente
como la restauración del "estado primordial”
2) Ver la
rehabilitación de esta desde un punto de vista metafísico operado en toda la
obra de F. Schuon.
3) Chongyam Trungpa, El mito de la libertad.
4) Comenzando por la
aplicación de una traducción aparentemente más anodina de esta misma sentencia:
“el carácter de un ser es su destino”
5) El término árabe
para este género de “caballero” es Fata (pl´masc. fityan pl. fem. fatayat), lo
que significa solamente “joven hombre valeroso”. En todos los países de Oriente
Próximo antaño bajo los musulmanes, se encuentran términos análogos, de origen
a menudo militar pero con connotaciones de “rectitud de carácter”; en griego moderno,
tales son los nombres levend (orig. ”marino”
turco), pallicare ( orig. Miembro de
una banda armada) e incluso dervish !!
Faouzi Skali, Futuwah , París (A.
Michel) 1989
6) R. Goffin, VLT nº2
No hay comentarios:
Publicar un comentario