EL REINO DE LA
DUALIDAD
Nikos Vardhikas
(Vers la
Tradition 1986)
La razón es el hecho mismo de que la vida es un devenir, que las cosas pasan y que pasan cosas.
La más grande dualidad es el par nacimiento-muerte, que podría quizá reflejar o depender de la de espacio-tiempo; a continuación vienen todas los demás pares que caracterizan nuestra experiencia: día-noche, exacto-error, alegría-dolor (el par que ejemplifica mejor el círculo vicioso –samsâra- para los budistas), etc.
Todas estas dualidades se reducen al nivel más abstracto, a la de sí-no, o + y-, una vez que se decide el criterio a aplicar (+ significa "bueno", o "presencia", etc.).
Las operaciones aritméticas, reducibles exclusivamente a adición y sustracción, y los principios de la lógica aristotélica, reducibles exclusivamente a los principios de identidad y contradicción, reflejan bien este hecho.
El dualismo constituye por lo tanto la negación de la posibilidad de conciliar los opuestos (o aparentemente tales). Como lo demuestra la reacción de Heráclito, este reduccionismo posee una venerable antigüedad.
El verdadero dualismo, es decir, el hecho de elevar esta experiencia al nivel del principio último y venerado acaba inevitablemente en una aproximación fragmentada de la realidad. Encierra al hombre dentro de sí mismo, primero excluyendo la posibilidad de trascendencia y de unicidad de la existencia, y entonces el cerco se cierra cada vez más. Como remarca un autor ortodoxo (revista SYNAXI, invierno 1985)," los límites de la vida se identifican, en nuestra época, a los de la sociedad; a los que no tienen éxito, no tienen ningún lugar o lo que sea”.
Ninguna tradición, excepto la no tradición modernista, acaba en un verdadero dualismo, si no está en decadencia. Y entre todas las tradiciones, las que insisten más sobre la necesidad de ir más allá de la superchería dualista son el Budismo, el Vedanta, el Cristianismo, el esoterismo musulmán (pero no el Islam exotérico) y todas las “vías” de la mano izquierda", peligrosas para las profanos.
Es en Europa Occidental donde, después del fin del milenium cristiano, el dualismo ha tomado el lugar no confesado de principio supremo. Incluso las tentativas "filosóficas" de superarlo, estaban teñidas ellas misma con su matiz encerrante.
La invención de la dialéctica es una de esos esfuerzos incompletos. La formulación (típicamente engañosa)"tesis-antítesis-síntesis" na sido comprendida en el sentido que el último término palabra significa una especie de "media" aritmética de los otros dos; puede verse allí el envenenamiento del reino de la cantidad (del que ciertas formas de democracia son ejemplares también).
Incluso en el caso en que la dialéctica no se ve aritméticamente, la "síntesis" se entiende como un compromiso, como "igual distancia"; para superar la dicotomía blanco-negro no se propone más que el gris “intermediario"; los colores han desaparecido.
En todos los casos, la postulación de un tercer término de nivel diferente, de diferente naturaleza de los dos términos antitéticos, del cual las aparentes polaridades proceden en común, disolviéndose y reconciliándose en él, no es conocido por la dialéctica.
En este sentido es a la vez hilarante y consternante leer el opúsculo de Mao-Dzedong "Sobre la dialéctica" que cree poder reconciliar a ¡Hegel y el Taoísmo!
No más que la dialéctica, la reacción más “popular” al dualismo, expresado -cuando se expresa- por las diversas formas de pietismo y celo mal digerido, no son de naturaleza a superar el fundamento mismo del modernismo. Aferrarse de manera histérica el uno al otro, y en última instancia no realista (sea a nivel sensorial o metafísico) a uno de los dos pseudo-principios, con exclusión completa y fanática del otro, sin sospechar jamás - y de forma "no mental" - la existencia de un tercer término, no constituye una superación del dualismo; esta reacción contribuye por su ineficacia al mantenimiento de la superchería.
Algunos ejemplos corrientes de falsa reacción: la "elección" de la burguesía o la clase obrera como eje de la existencia, la "elección" entre Satanás o la baratija religiosa más chata.
Por lo tanto, es a través del fundamentalismo dualista que se mantiene en marcha, en nuestras cabezas, toda la ilusión. René Guénon hablaba, en 1945, de "el reino de la cantidad". Había percibido muy de cerca la base del mecanismo modernista: en efecto, es sobre la ignorancia o la exclusión voluntaria de la dimensión cualitativa, en otros términos: del discernimiento de niveles sobre la que se basa todo el pensamiento moderno.
Hoy en día, cada vez se encuentran más elitistas que explican la India o Platón sin introducir la noción de “naturaleza" y reservando para los no miembros de la "élite" una especie de no-entidades.
Cuarenta años después de la publicación de la obra de Guénon, tratemos de hacer, a un nivel mucho más “periodístico" que principial, el balance de la evolución de las mentalidades.
En el NIVEL DE SOCIEDAD, no se habla más, y desde hace mucho tiempo, que de izquierda o derecha. (O de "centro" irrealista).
Sin embargo, todo el mundo constata que las dos "ideologías" hablan el mismo lenguaje cuantitativo, admitiendo en común la primacía (o incluso exclusivismo) de lo a económico; y es cierto que, una vez que se hace la reducción que identifica la vida a la sociedad, se puede continuar e identificar la sociedad a la economía.
Este hecho, hace muy poco tiempo, no fue más que la prerrogativa de “peligrosos revolucionarios” o de marxistas.
Por otra parte, es difícil hablar de dinero en términos "espirituales";
la única diferencia entre las dos ideologías dominantes concierne a la producción
y distribución del dinero.
Incluso en este nivel, el ejemplo viviente de la Unión de los
Consejos (1) inspirando cada vez a menos y menos gente (desgraciadamente la Unión
de Estados continúa atrayendo la atención de aquellos que le envidian por su
falta de raíces), se descubren recientemente en las dos formaciones, menos diferencias.
La banalización del fenómeno de las "social-traidores"
(en retórica política), socia-traidores que corren un alto riesgo de complacer
más los maestros del Estado de los Consejos que a los proponentes de la
ortodoxia" mayoritaria (2), se va amplificando.
Sin embargo, y aquí radica el problema, la posible
"elección" sigue confinándose a estas dos formas de ver las cosas, dando
además sensación de alternativa.
Aparte del hecho de que el mundo está efectivamente dividido
en estos dos campos, dirigidos por dos federaciones de estados sin nombre (3) , se observa desde la década de los ochenta, el
retorno al redil burgués o marxista de todos los que habían , entre 1960 y
1970, tratado de encontrar una alternativa.
Es cierto que esta investigación estaba condenada de
antemano, porque permanecía resueltamente encerrada en los esquemas que ella
quería superar.
Sin embargo, es consternante observar que su fracaso, a
veces sembrado con cadáveres de suicidas o zombis de desintegrados
psíquicamente, no dio lugar a la ruptura, sino a un RETORNO a lo que había
antes, contra lo que la gente tenía razón al rebelarse.
EN FILOSOFÍA, podemos ver aún mejor como el círculo es
vicioso.
Hay un retorno al buen viejo dualismo: materialismo o idealismo.
Así, al infantilismo de hippies y babascool reemplaza el infantilismo
"limpio" o los "nuevos filósofos" y la "nueva
derecha". Estas dos últimas categorías también poseen la característica de
llevar un título engañoso en los términos que lo componen.
Las tentativas tendenciosas y erróneas de extender el marxismo en áreas en las que no tenía nada que
hacer: la vida personal, relaciones, etc. Dieron lugar a un nuevo estalinismo.
Y, del lado idealista, asistimos al retorno de lo que la burguesía tiene de más
superficial: juicio de la gente por apariencia, etc.
La EXPLOSIÓN SEXUAL, reaccionando a un puritanismo asfixiante,
después de haber logrado desacralizar totalmente
a este dominio, da lugar a un nuevo puritanismo de tinte americano o a relaciones
acomplejadas.
Lo que la institución del matrimonio tiene de más
superficial vuelve a la moda después de haber sido solamente desacralizada y los
nuevos matrimonios civiles son igual de rígidos.
Debe señalarse aquí que el retorno a los valores decadentes,
a falta de haber encontrado otros o adaptado estos, no puede hacerse más que a
modo de caricatura.
Tal es el poder del confinamiento dualista.
Bajo esta última forma: "tradición" en decadencia,
o la anarquía modernista, el Príncipe de este mundo hace triunfar la Dualidad.
La caricatura ya es suficiente.
Bajo los acentos obsesivos de los ritmos BINARIOS (disco)
producidos por las máquinas, ahí donde la música de cualquier otro tipo admite
hasta 12 movimientos (!), el vigésimo siglo se termina sin haber encontrado una
salida a la crisis de los valores que él mismo ha producido. Su evolución más destacada
ha sido la hinchazón de lo mental. Los
hombres de este siglo nos dejan en herencia su invención más característica: el
método de desagregación de la materia (bombas atómicas, etc.).
Con un súbito giro muy característico, inventan una máquina capaz
de descargar un poco su mental fatigado (el
ordenador), pero nunca se cansan de depreciarse a sí mismos, bautizan a este
proceso BINA IRE "inteligencia artificial”.
Sólo un hombre de esa edad y un Europeo por cierto, podía atreverse
a usar ese nombre. Cualquier otro hombre, más normalmente constituido que un
hombre blanco, habría apreciado el hecho de que la máquina que depende
totalmente del programa introducido por el hombre que, él, no piensa de manera
binaria, puede merecer ese nombre.
Pero, y esta es la razón por la que hemos hablado de ordenadores,
querer autonomizar máquina de operador nos recuerda extrañamente el deseo de
querer autonomizar al hombre de su Creador.
Los diversos niveles de confinamiento ya están en marcha. Nos
preocupa que el paso de lo múltiple a lo binario no prefigura una transición
futura de binario a la Unicidad.
Ahí reside la naturaleza precisa de la trampa de la
dualidad, llegada ahí, ya ninguna escapatoria es posible.
Evidentemente, hablar de matices como el que consiste en la distinción entre Unicidad y el Uno aritmético,
supera demasiado al hombre moderno.
¿Hay una salida distinta de la catástrofe de TODO este
edificio de mentiras?
Y esta catástrofe, habiendo entrado la mentira mientras
tanto en nuestras cabezas, ¿dejará en su lugar los gérmenes de un futuro no
dualista?
La amplitud de lo que hay que cambiar para dar cabida a la
posibilidad de percibir la Unidad es aterradora. Pero, Dios es más sabio: no
sabemos hasta qué punto todo esto es parte del plan de evolución de cosas o hasta qué punto constituye una intervención
contra el desarrollo natural de este plan.
N.V.
1) Esta verdadera
traducción del título "Unión Soviética" no está hecha por academicismo,
sino para revelar el hecho de que la palabra "soviético" no es nombre
propio.
(2) es
decir,"Bolchevique".
(3) Porque el nombre
"Estados Unidos" no es menos impersonal que el La Unión de Consejos.
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