A propósito de la mezcla de tradiciones
MARTIN LINGS, ¿QUÉ ES
EL SUFISMO?
Si nos referimos al arte sagrado es porque suministra un
ejemplo inmediatamente manifiesto de la compatibilidad entre lo universal y lo
particular. La misma compatibilidad aparece en el simbolismo del círculo con su
centro, sus radios y su circunferencia. La palabra «simbolismo» se utiliza aquí
para indicar que el círculo es considerado no como una imagen arbitraria, sino
como una forma enraizada en la realidad que tal imagen ilustro, en el sentido
de que debe su existencia a esa realidad, de la que, de hecho, es una
prolongación existencial. Si la Verdad no irradiara, no podría existir nada
comparable a un radio, incluso en el sentido geométrico, sin hablar del camino
espiritual del que constituye el ejemplo más elevado; todos los radios
desaparecerían de la existencia, y con ellos el mismo universo, porque la forma
radial es uno de los más grandes símbolos: simboliza aquello de lo que todo
depende, es decir, la conexión entre el Principio divino y sus manifestaciones o
creaciones.
Todo el mundo es consciente de «estar en un punto» o de
«haber alcanzado un punto », aunque no se trate más que de la conciencia de
haber llegado a una edad determinada. La mística empieza con la conciencia de
que ese punto se encuentra en un radio. A
continuación procede por lo que podría ser definido como una explotación
de ese hecho, al ser el radio un fulgor de la Misericordia divina que emana del
Centro supremo y que hace volver a Él. Desde entonces, el punto debe
convertirse en un punto de misericordia. En otros términos, debe haber una
realización, o actualización, consciente de la Misericordia inherente al punto,
que constituye la única parte del radio que se tiene a disposición en esta
fase. Lo que quiere decir que se debe sacar provecho de esas posibilidades de
Misericordia inmediatamente disponibles que son los aspectos formales
exteriores de la religión: aunque están siempre al alcance, pueden haber sido
completamente descuidados o puestos en práctica sólo de modo exotérico, es decir,
considerando al punto como si estuviera aislado y sin referencia al radio en su
totalidad.
El radio mismo es la dimensión mística de la religión; así,
en el caso del Islam, es el sufismo lo que, a la luz de este símbolo, aparece a
la vez como particular y universal; particular en lo que le distingue de los
demás radios que representan otras místicas, y universal porque, como ellas,
conduce al Centro único. Nuestra imagen en su conjunto revela claramente esta
verdad: cuando un camino místico se acerca a su Fin, está más próximo a los
demás que en los comienzos 6. Pero existe una
verdad complementaria y casi paradójica que esta imagen no puede revelar 7, aunque se sobreentiende por la idea de
concentración que evoca: más proximidad no significa que sea menos distinto,
porque cuanto más cerca se está del centro, más fuerte es la concentración; y
cuanto más aumenta la concentración más se condensa la «dosis». La esencia
concentrada del Islam no se encuentra más que en el santo sufí que,
desembocando en el término del camino, ha llevado los ideales específicos de su
religión a su más elevado y más completo desarrollo, exactamente como la
esencia concentrada del cristianismo no puede encontrarse sino en un san
Francisco, un san Bernardo o un santo Domingo. Dicho de otra forma, no es sólo
la universalidad lo que gana en intensidad al acercarse a la Meta, sino también
la
6 También
revela, incidentalmente, la ineficacia del diletantismo correspondiente a una
línea sinuosa que, a veces, se dirige hacia el centro y, a veces, se aleja,
cruzando y volviendo a cruzar diferentes radios pero sin seguir ninguno con
constancia, a la vez que pretende abarcar la síntesis de todos. Los que se
engañan a sí mismos de esta manera son, por citar a un sufí del siglo pasado
(el šayj al-Darqw´),
«como el que busca agua cavando un
poco por allí y un poco por allá; no encontrará agua y morirá de sed, mientras
que el que cava en un solo lugar, confiando en Dios y dejándolo en Sus Manos,
encontrará agua; beberá y hará beber de ella a otros» (Letters of a Sufi
Master, Londres, Perennial Books, 1968, p. 29). [De próxima publicación en esta
colección. Nota del T].
7 Un
símbolo es por definición fragmentario, porque no puede captar todos los
aspectos de su arquetipo. Lo que se le escapa es, en este caso, la verdad de
que el Centro es infinitamente más grande que la circunferencia. Por eso
debemos completarlo en nuestro fuero interno con otro círculo cuyo centro
represente este mundo y cuya circunferencia simbolice el infinito que lo
contiene todo.
originalidad de cada mística particular. Por lo demás, no
podría ser de otro modo, puesto que la originalidad es inseparable de la unidad
y ésta, como la universalidad, aumenta necesariamente con la proximidad de la
Unidad de la que procede.
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