LOS SEIS MUNDOS
Hakuin Zenji empieza su «Canto en alabanza del zazen», el Zazen Wasan, afirmando que «todas las criaturas en el fondo son budas», pero sufren a causa de su ignorancia acerca de quienes son real mente. «No sabiendo cuán cerca está la verdad, las criaturas bus can lejos -¡qué pena! Se parecen a los que en medio del agua gri tan de sed.» Como el hijo del rico andan errantes y «atraviesan los seis mundos, perdidos en las tinieblas de la ignorancia, vagando de oscuridad en oscuridad.»
¿Qué son estos seis mundos? Son mundos interiores, situaciones en las que el ser humano puede verse y estar expuesto a que dar atrapado: mundo del infierno, cuando se desatan los demonios de la rabia y del odio; mundo de los espíritus hambrien tos, cuando acechan la codicia y los de seos; mundo de los animales, cuando los instintos tratan de esclavizar; mundo de los demonios que pelean, cuando agobian discusiones y peleas interminables para justificarse o atacar; mundo de los seres humanos, cuando la cabeza no para de hilar pensamientos vanos, y también: mundo de los seres celestes. Este es uno de los «seis mundos » que pueden atrapar. San Juan de la Cruz habla de consuelos en lugar de seres celestes y dice que hay muchos más amigos de los consuelos que de Dios.
Por otra parte, Dógen Zenji afirma en su Fukan Zazengi que «este mundo», refiriéndose a los seis mundos, siendo ilusorio, «posee el sello de Buda». No es una invitación a la dejación o al fatalismo, sino bien al contrario, un acicate a descubrir que allí mismo, en ese momento en que se pasa por alguna de estas situaciones, está todo, si se va al fondo. «Cualquier situación es la mejor,» según un dicho zen.
«Cuán cerca está la verdad,» decía Hakuin, y le daban pena los que buscaban lejos.
En la práctica del zazen esto significa que no hay que estar esperando a que pase el mal rato, combatir situaciones des agradables o detenerse en situaciones agradables, todas ellas ilusorias, sino apearse de ellas situándose en la realidad y dedicarse de todo corazón a atravesar es tos mundos con libertad, atándose a la respiración para irse abismando -en medio de la rabia, libre de la rabia; en medio del bienestar, libre del bienestar-; pues allí mismo, en el fondo, está la paz. Una paz que hace ver, pensar y actuar bien.
Llorar como si no se llorara, reír como si no se riera, dice el Evangelio. Y en una de las primeras estrofas de su Cántico Espiritual San Juan de la Cruz escribe: «No cogeré las flores ni temeré las fieras y pasaré los fuertes y fronteras.» Libre de lo agradable y de lo desagradable, libre de los seis mundos en medio de los seis mundos; si se es consecuente, se abren horizontes insospechados.
Kiun An (Ana María Schlüter)
Pasos nº 108 invierno 209 Pp, 17
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